El 7 de junio de 2004, en el barrio de Gamonal en Burgos, la vida de tres miembros de la familia Barrio se apagó de manera brutal y siniestra. Julia Dos Ramos, su esposo Salvador Barrio y su hijo Álvaro, de solo 12 años, fueron encontrados sin vida en su hogar, víctimas de un crimen atroz que, hasta el día de hoy, sigue sin resolverse. Este caso ha dejado una profunda herida en la comunidad burgalesa, que se enfrenta a la posibilidad de que el crimen prescriba en 2024, dejando a los culpables en la impunidad.

El horror se desató en el verano de 2004 cuando los cuerpos de los tres fueron descubiertos en su vivienda, situada en el popular barrio de Gamonal. El matrimonio fue hallado con múltiples heridas de arma blanca, mientras que el pequeño de la familia estaba en otra habitación. El nivel de violencia y la naturaleza del crimen dejaron atónitos a los investigadores y a la comunidad, que no podía comprender cómo una familia tan querida y respetada podía ser víctima de tal barbarie. Los especialistas contaron 100 heridas.

Desde el inicio, la investigación fue complicada. No había señales de entrada forzada en la vivienda, lo que llevó a los investigadores a creer que las víctimas conocían al asesino o que había encontrado la manera de entrar sin levantar sospechas. A pesar de un exhaustivo examen de la escena del crimen y de numerosas entrevistas con familiares, amigos y conocidos, la policía no logró encontrar pistas concluyentes que condujeran a la identificación del culpable. Sólo saben que llevaba guantes y que dejó la huella de una zapatilla Dunlop.

Teorías sin salidas

La familia Barrio tenía un segundo hijo. Se llama Rodrigo y en el momento de los hechos tenía 16 años. Es el único superviviente de los cuatro porque se encontraba en un internado. La Policía sospechó de él durante años, hasta que en 2007 le detuvieron pero quedó en libertad porque nunca llegaron a poder incriminarle con pruebas concluyentes.

La investigación quedó en punto muerto hasta 2011. Ángel Ruiz, conocido como Angelillo de 52 años entonces, atropelló a Rosalía Martínez por unas rencillas relacionadas con una pelea porque aplastó los girasoles de la mujer con su tractor. No tendría mucho que ver con el triple crimen de Burgos, excepto porque la Guardia Civil encontró en su casa las llaves del despacho de Salvador Barrio. Además, los investigadores averiguaron que años antes había intentado contratar a un sicario búlgaro para cometer un asesinato en Bilbao que nunca se produjo.

Pero también descubrieron que Angelillo fue el autor de unas pintadas en el panteón de los Barrio el día que los enterraron: "te lo mereces", "cabrón" o "hijo de puta" se podía leer. Además en el funeral aceleró con su tractor para interrumpirlo. Según su propia versión al ser detenido en 2004, hizo las pintadas a consecuencia de una disputa por la construcción del panteón de los Barrio, para lo que tuvo que cortarse la rama de un árbol que el padre de Ángel había plantado.

Investigación

El triple asesinato de la familia Barrio generó una intensa investigación policial. Los agentes revisaron cada aspecto de la vida de las víctimas en busca de posibles móviles. Sin embargo, los primeros sospechosos, incluidos algunos vecinos y conocidos de la familia, fueron descartados por falta de pruebas. A lo largo de los años, diversas teorías han sido exploradas sin éxito, desde ajustes de cuentas hasta posibles venganzas personales, pero ninguna ha arrojado luz sobre lo ocurrido.

La falta de un móvil claro y la ausencia de pruebas concluyentes hicieron que la investigación se estancara. Aunque se exploraron múltiples hipótesis, ninguna ofreció una explicación satisfactoria sobre quién podría haber cometido un crimen tan atroz y, lo que es más importante, por qué. La incertidumbre que rodea este caso ha alimentado la frustración y el dolor de los familiares y amigos de las víctimas, quienes, veinte años después, aún claman por justicia.

A pesar de la falta de avances significativos en los primeros años, la Policía no ha cesado en sus esfuerzos por resolver el caso. En 2014, con el décimo aniversario del crimen, se reabrió el expediente y se realizaron nuevas pruebas de ADN utilizando tecnologías más avanzadas que no estaban disponibles en 2004. Estas pruebas renovaron las esperanzas de que, finalmente, se pudiera encontrar al responsable. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, el caso sigue sin resolverse.

Los avances en la tecnología forense han permitido resolver casos antiguos en muchos lugares del mundo, y el caso de la familia Barrio no ha sido una excepción a este tipo de intentos. Sin embargo, en este caso, la tecnología no ha sido capaz de proporcionar las respuestas que tanto anhelan los familiares de las víctimas. A medida que se acerca la fecha de prescripción en 2024, las posibilidades de resolver el caso y llevar al culpable ante la justicia se hacen cada vez más remotas.

Impunidad y prescripción

El dolor y la frustración por la falta de justicia no solo afectan a los familiares de las víctimas, sino también a la comunidad de Burgos en general. El barrio de Gamonal, donde vivía la familia Barrio, ha quedado marcado por este trágico suceso

Los vecinos recuerdan con tristeza y desolación lo ocurrido y, veinte años después, el miedo y la incertidumbre siguen presentes.

La prescripción del caso en 2024 significa que, si no se encuentra al culpable antes de esa fecha, el asesino podría quedar en libertad para siempre, sin pagar por sus crímenes. Este hecho ha generado indignación y una sensación de impotencia entre aquellos que conocieron a la familia Barrio. La comunidad, junto con los familiares, sigue exigiendo justicia y teme que, con la prescripción, el caso caiga en el olvido.