El cuerpo de escoltas que el expresidente del Govern Quim Torra creó y dejó al margen del control policial de Mossos d'Esquadra ha sido el caldo de cultivo en el que han crecido una serie de agentes que han rendido lealtad a Carles Puigdemont, lo han protegido en el extranjero y lo han ayudado a fugarse de nuevo de España. Según fuentes del cuerpo, ese grupo que nació en 2019 y que fue luego eliminado supuso el germen de lo que ha terminado de estallar este mes de agosto: la connivencia de miembros de la seguridad catalana con el líder independentista perseguido por la Justicia.
El 30 de enero de 2019, año y medio después de que Puigdemont decidiera huir del país, su sucesor al frente de la Generalitat anunció la creación de un Área de Seguridad Institucional "para garantizar la seguridad del presidente de la Generalitat, los expresidentes y el titular del Departamento de Presidencia". La mayoría de sus integrantes procedían del área de escoltas de la policía catalana, precisamente el mismo lugar que integraban ahora dos de los tres mossos que han sido detenidos por su participación en la visita fugaz del líder de Junts a Barcelona.
Torra arrebató así al cuerpo un pequeño equipo de 71 agentes que dependían directamente de Presidencia, es decir, de los políticos y no de la jefatura de Mossos. Un movimiento del todo anómalo, habida cuenta de que ni en Policía Nacional ni en Guardia Civil existen grupos que no dependan de los jefes policiales y que correspondan únicamente a las órdenes del presidente del Gobierno.
Ya en ese momento hubo polémica en la policía autonómica que criticó que esta decisión buscaba dar protección al expresident fugado en Bélgica. Los mossos pasaron a depender funcionalmente de la secretaría general de Presidencia (cuando antes formaban parte de la Comisaría General de Recursos Operativos) y a estar dirigidos por el inspector Marc Caparrós.
Lo que fue bautizado en algunos círculos la "guardia pretoriana" de Torra terminó por desmontarse entre 2021 y 2022, tras la llegada de ERC al Gobierno. El Ejecutivo que lideraba Pere Aragonès devolvió al jefe de los Mossos esta escisión de escoltas que volvieron a incardinarse en el mando policial. Pero según citadas fuentes al calor de ese grupo florecieron los agentes que ahora han sido detenidos.
El comisario Eduard Sallent fue nombrado para dirigir a los Mossos d’Esquadra en junio de 2019, cuando la cúpula del cuerpo era afín al Mayor Josep Lluís Trapero. En el momento en el que los jueces decidieron absolver a este último de toda responsabilidad por su actuación del 1-0, Trapero volvió a su puesto, pero en diciembre de 2021 el Gobierno de ERC se deshizo de él alegando "pérdida de confianza". La policía autonómica quedó en manos de Josep María Estela, pero con Sallent como 'número dos', manejando los hilos de cerca. Finalmente, Estela fue sustituido dando paso de nuevo al mando protegido por el independentismo.
Este "cachorro de Junts", como lo definen algunos, ha ido ascendiendo a gente de su agrado en los últimos años y la jefatura policial ha contemporizado con el hecho de que distintos mossos del grupo de escoltas se trasladaran a Bélgica "en sus días libres" para hacer labores de protección al expresident. Aunque nunca se ha admitido oficialmente quiénes y cómo y, a pesar de que el Ministerio del Interior ha negado en varias ocasiones que los Mossos puedan ejercer de escoltas en otro país europeo, era un secreto a voces en Cataluña que esto se hacía.
El hecho de que fueran sin arma, ya que no pueden sacarlas del país sin autorización, y de que lo hicieran en sus días libres generaba una especie de vacío legal al que nadie ha puesto coto en todo este tiempo. Las fuentes consultadas señalan que Sallent ha sido el primero que ha tragado con esta situación sin dar ni un solo golpe en la mesa, a pesar de que en la rueda de prensa del pasado viernes se mostrara enfadado con los implicados. "Debo dejar claro que es un acto reprobable e inaceptable. Que es una afrenta al conjunto de los Mossos d’Esquadra. Que no merecen vestir nuestro uniforme. Que su intervención ha dificultado la intervención de los Mossos d’Esquadra. Eso no son policías", espetó.
Lo cierto es que al llegar al cargo admitió en una de las primeras entrevistas que dio a El País que conocía que había agentes que se trasladaban a Waterloo (Bélgica) para dar cobertura a la protección de Puigdemont. "Se ha constatado en otros momentos que personas podrían hacer este servicio fuera de horas de trabajo. Es algo que no se debería producir", dijo. Aunque reconoció que "la seguridad de Puigdemont comete a las autoridades belgas", añadió que poco podía hacer él como jefe. "Es complejo, lo hacen fuera de las horas de servicio. No puedo prohibir a la gente que vaya. Lo único que puedo hacer es lo que hago ahora: decir, escuche, esto no es inocuo puede tener consecuencias directas para usted y también institucionales para nosotros". Y las tuvo.
Este hilo directo que han trazado determinados uniformes con Waterloo ha provocado que su actuación en "días de fiesta" fuera definitiva para la fuga del líder independentista que lleva reclamado por el Tribunal Supremo siete años.
Entre los que se trasladaban al país europeo, por ejemplo, se encuentra el sargento Lluís Escolà, (que integraba el área de escoltas), que ayudó a huir a Puigdemont en 2017 y que luego ocupó un cargo de asesor del exconsejero del Interior, Miquel Buch. O Carlos de Pedro y Xavier Goicoechea que fueron procesados por la Audiencia Nacional por acompañar a Puigdemont cuando fue detenido en Alemania en marzo de 2018.
La Justicia, sin embargo, los exoneró a pesar de que la Fiscalía pedía año y medio de cárcel para ambos porque el expresident había pasado a estar acusado de rebelión a sedición y este segundo delito no se contempla en la lista de los que pueden ser objeto de encubrimiento.
El historial de los tres detenidos hasta el momento refleja ese rastro del brazo político de Mossos que creó Torra. Uno de ellos, Xavier Manso, formaba parte del grupo de escoltas de este expresident y él mismo puso envió una carta a la consejería de Interior para interceder por él. "Ha demostrado ser un profesional comprometido, eficiente y con una conducta impecable en todo momento", defendió Torra.
El nombre de Manso, sin embargo, ya ha aparecido salpicado en ostras investigaciones como Tsunami Democràtic en cuyo sumario se desvelan conversaciones entre la mano derecha de Puigdemont Josep Lluís Alay y él. "Posiblemente esta persona sea uno de los que prestan servicios en Waterloo de seguridad a Puigdemont", se lee en uno de los informes de la Guardia Civil.
Otro de los detenidos ha sido David Goicoechea, hermano de Xavier Goicoechea, el que fue procesado por la Audiencia Nacional. Este se había pedido libre el miércoles y el jueves en su destino de la comisaría de Blanes (Girona) y, tal y como publicó El Confidencial, cuando fue arrestado escogió la llamada a la que tienen derecho todos los detenidos para hablar con un consejero nacional de Junts.
El intento de blindar a Sallent
El magistrado del Tribunal Supremo Pablo Llarena ha solicitado un informe a la policía catalana para conocer todos los detalles del operativo que aún tienen que salir a la luz. El instructor del procés quiere depurar responsabilidades y está por ver en qué rol se sitúa Sallent en todo este asunto. No es desdeñable el hecho de que el Govern que acaba de cesar quisiera ascenderlo antes de marcharse.
El Departamento de Interior había acelerado la convocatoria de ascenso del comisario jefe después de que se adelantase la convocatoria de elecciones catalanas. Los sindicatos recurrieron a los tribunales y finalmente el juzgado de lo contencioso-administrativo número 8 de Barcelona ordenó la paralización cautelar del concurso de Mayor al que optaba Sallent. El único agente con este rango, el más alto de la policía catalana, es Trapero. El ascenso de Sallent suponía blindarlo, puesto que ya no podía quedar a las órdenes de nadie de rango inferior.
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