Primer round. Un mes después de que PSC y ERC sellaran el acuerdo que permitió la investidura de Salvador Illa, Pedro Sánchez toma este sábado la temperatura a su partido. Lo hará en el que quizá sea el comité federal más difícil desde que retornó al trono del PSOE en 2017. Y esa temperatura será un punto más alta que en todas las citas anteriores, marcadas por la aclamación al líder y la práctica ausencia de debate, pero también bastante más baja de lo que desde fuera podría pensarse, porque nadie espera desgarros ni crispación ni, por supuesto, cuestionamiento del jefe del Ejecutivo. Pero sobre todo este comité será un ensayo de lo que vendrá después, el 41º Congreso Federal del 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre, el que decidirá y fijará el nuevo rumbo de los socialistas y el ajuste ideológico tras el giro copernicano que ha supuesto la aceptación de la "financiación singular" para Cataluña, un sistema que no dista mucho del concierto económico.

Desde que Sánchez ganó las primarias de 2017 a Susana Díaz y, sobre todo desde que conquistó la Moncloa un año más tarde, el PSOE se había convertido en una balsa de aceite. A veces estallaban tensiones puntuales en los comités. Latía la inquietud. Por las listas electorales, por la pérdida de pulso, por la ley de amnistía. Pero nada relevante, nada que emborronara la pax en la que se había sumergido el partido desde aquella guerra interna que le desangró y de la que tardó años en reponerse.

Las voces más duras serán las esperables, las de García-Page y Lambán, pero los recelos son compartidos por otros barones, como los de Extremadura, Madrid y Castilla y León. Todos irán, no el presidente asturiano por su agenda

Ahora es distinto. El presidente afronta una reunión del máximo órgano de dirección más complicada, en la que previsiblemente tendrá que encarar la mayor contestación interna desde aquel lejano 2017. Las discrepancias visibles por la financiación singular, el asunto que ha suscitado un malestar transversal más acusado, que preocupa por su impacto electoral, por el mordisco que pueda clavar el PP, por el "alto precio" pagado por la investidura de Illa, por la falta de "diálogo", por la asunción de un modelo "confederal" —así lo catalogó ni más ni menos que el comisario y exministro Josep Borrell, auténtica vaca sagrada de los socialistas—, por el peligro de perder los "principios de justicia social y de redistribución de la riqueza".

Las voces más duras serán las esperables, la del presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y la del todavía líder del partido en Aragón y expresidente regional, Javier Lambán. Pero los recelos, cuando no el rechazo, son compartidos por otros barones, como Miguel Ángel Gallardo (Extremadura), Luis Tudanca (Castilla y León) o Juan Lobato (Madrid). Los cinco estarán este sábado en Ferraz, en la sede federal. Pero no acudirá otro barón de mucho peso, Adrián Barbón, el presidente de Asturias, que también ha rechazado el modelo catalán. No viaja hasta Madrid por sus obligaciones institucionales, dado que este fin de semana se celebran los actos por el Día del Principado.

En el equipo de Sánchez esperan un comité "tranquilo", en el que pedirá la palabra "todo aquel que quiera" y en el que dan por seguro que habrá dirigentes "más críticos", en clara alusión a Page y Lambán, pero calculan que discurrirá "muy bien". En la dirección consideran que algunos barones en realidad ya han plegado velas y su mensaje será más contenido que el que expresaron nada más conocerse el acuerdo con ERC.

Sánchez y Montero multiplican sus mensajes de tranquilidad hacia dentro y hacia fuera. El reto es convencer a los barones de que el pacto con ERC es positivo para España y para el PSOE

En limar asperezas se afanó la cúpula desde que se publicó el texto. Illa y también la vicepresidenta primera del Gobierno y vicesecretaria general del partido, María Jesús Montero, y el secretario de Organización, Santos Cerdán, han ido manteniendo contactos en esta semana para tratar de amansar las filas. En los últimos días, los barones más recelosos aseguran a este periódico no haber tenido contacto con la dirección federal y en Ferraz insisten en que no ha habido "consignas", solo "cruce de llamadas" en este tiempo. Tampoco el president ha desplegado una nueva ronda con sus compañeros recientemente, según confirman a este diario fuentes muy próximas.

Una inyección económica para las CCAA

Lo que sí están haciendo Sánchez y Montero es reforzar los mensajes de tranquilidad en esta semana decisiva para el PSOE. El presidente prometió un nuevo modelo de financiación que dotará de "más recursos" a todas las comunidades autónomas —no detalló más— y la duplicación del Fondo de Compensación Interterritorial (FCI), que en conjunto repartió en 2023 una cantidad baja, 432,43 millones de euros. A su vez, la vicepresidenta, en el Senado, rubricó que el acuerdo suscrito con ERC es "solidario" y que simplemente es una "mirada nueva sobre la financiación de las comunidades autónomas". No ha habido más desarrollo de un texto que plantea que la Generalitat recaude, gestione, liquide e inspeccione todos sus impuestos y luego pague una parte al Estado por los servicios que presta y otra a las CCAA en concepto de solidaridad interterritorial, limitada al principio de ordinalidad. Este viernes, fuentes del Ejecutivo aseguraron que los Presupuestos de 2025 se llevarán a las Cortes, aunque corran el riesgo de ser tumbados, y si es así no se convocarán elecciones.

Algunos dirigentes recuerdan que el comité no resolverá nada: el que marcará la hoja de ruta será el congreso de noviembre. "Toca aprobar calendario, que fijemos posición y a casa", apunta una dirigente territorial

La Moncloa se esfuerza, por tanto, en proyectar una imagen de estabilidad y de tranquilidad. También a los barones socialistas. Y se espera que Sánchez redondee esa estrategia este sábado, ante los suyos en el comité. Que convenza al partido de que el concierto catalán es extensible a toda España y de que es bueno para el país y para el PSOE.

Líderes regionales y miembros del órgano coinciden en que la cita transcurrirá en medio de un ambiente nuevo, "un punto medio" entre el paseo militar —así han venido siendo las reuniones del máximo órgano de poder socialista en los últimos siete años— y una tensión irrespirable. Es decir, no llegará la sangre al río en ningún caso pero tampoco será un comité de trámite. También porque, como resume una responsable de un aparato autonómico, "las fuerzas se guardan para lo importante, para el congreso federal". "Lo que toca este sábado es aprobar el calendario, que todos fijemos posición y a casa", ilustra. Y es que de la cumbre de hoy no saldrá, previsiblemente, un documento de consenso. Esa será la tarea del cónclave de noviembre: aprobar una ponencia política en la que con seguridad se hablará de financiación autonómica y en la que será importante cada coma y cada palabra que se incorpore. Porque esa resolución que salga del cónclave, y esto es clave, sí será vinculante para todo el partido. También para la cúpula.

"Habrá debate. Es el sitio. Pero ni comité bronco ni paseo militar. Nada de dramas", señala un barón que ratifica que expondrá su posición y que no ha "cambiado de opinión"

"Habrá debate. Es el sitio. Pero ni comité bronco ni paseo militar. Nada de dramas", señala un barón que ratifica que expondrá su posición y que no ha "cambiado de opinión", disconforme con el cupo catalán. "Sera el comité con más preocupación general sobre las perspectivas del PSOE en una década, y el de más debate —tercia un jefe regional de Organización—. No creo que sea duro, pero lo que sí que hay es una amplísima preocupación de cómo están afectando los acuerdos con los independentistas a las expectativas electorales en otras regiones. Incluso entre la gente que no se atreverá a hablar hay una preocupación ingente". "Ni un aquelarre ni un comité muy cómodo. Imagino que habrá distintas posturas y en un comité no se resuelven las discrepancias", añade un barón autonómico.

Importantes las palabras de Sánchez e Illa

El extremeño Gallardo, en una entrevista publicada este viernes en El País, defendía su derecho a marcar perfil propio porque su federación "no puede ser una sucursal de Ferraz". El líder regional agradece a Sánchez la convocatoria del congreso de noviembre porque ese es el "espacio de reflexión", reconoce que ha faltado "diálogo" y recalca que persigue un Estado federal "simétrico". La salida de Cataluña del régimen común "no es posible" sin un cambio en la Constitución, y para este no hay "consenso". Él, como el resto de barones críticos con el acuerdo, prometen no apearse de su posición.

Otros cuadros advierten de que la tensión inicial se aguará. "No preveo nada extraordinario", "no espero que suba la temperatura ni dos grados", indican dos responsables

Otros cuadros advierten de que, como ha ocurrido en otras ocasiones, el ambiente se caldea más antes que durante. Es decir, que ante el líder, los dirigentes miden sus palabras para que no se proyecte ninguna imagen de bronca. Es decir, que la tensión inicial se agua con el transcurso de la reunión. "Todo tranquilo. No preveo nada extraordinario. Espero que los que han hablado fuera lo hagan dentro y chimpún. No llegará la sangre al río, y salvo Emiliano y Lambán, y estoy convencido de que estarán comedidos, los demás tendrán el tono habitual. Habrá que estar atentos a Illa, que trasladará mucha tranquilidad, ya que es un hombre riguroso y con credibilidad, y por supuesto al secretario general", manifiesta un veterano, alto cargo parlamentario nacional. "No espero que suba la temperatura ni dos grados. Lo esperable. No espero nada que no hayamos vivido", opina otro líder autonómico.

Una panorámica del comité federal del PSOE del 28 de octubre de 2023, el último presidido por Pedro Sánchez hasta el de este sábado. | FLICKR PSOE

Más allá de la financiación autonómica, lo cierto es que el partido se va a ir tensando gradualmente porque se halla a las puertas del 41º Congreso Federal, que precisamente este comité convocará oficialmente para el 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre en Sevilla. Del cónclave nacerá una nueva ejecutiva de Sánchez, y a partir de él se producirá en cascada la renovación territorial del PSOE: primero las federaciones, luego las provincias, los municipios, los distritos. Un proceso que se completará en meses. Las batallas regionales tendrán esta vez mucho peso, ya que hay dudas de la continuidad de los barones de Andalucía (Juan Espadas), Madrid (Juan Lobato) o Castilla y León (Luis Tudanca). Los de Aragón (Javier Lambán) y La Rioja (Concha Andreu) ya han anticipado que no optarán a la reelección. Ferraz tiene que decir si impulsa candidaturas alternativas en esos territorios y también en una plaza delicada y adversa: Castilla-La Mancha.

La autoridad de Sánchez no está en absoluto en cuestión, pero se le ha abierto una vía de agua mucho más peligrosa que la de la amnistía

La expectación vuelve a ser máxima. El PSOE acude a su comité más agitado de los últimos años. La autoridad de Sánchez no está en absoluto en cuestión, pero se le ha abierto una vía de agua mucho más peligrosa que la de la amnistía, que fue digerida, aunque con dificultades, por el partido. Ahora se habla del bolsillo, de recursos, de un debate más viscoso que impacta en las comunidades en un momento en el que el poder territorial de los socialistas está bajo mínimos, y el temor evidente es que el castigo electoral sea demasiado pesado ya como para remontar en gran parte de España fuera de Cataluña.