Ni desgarro ni paseo militar. Ni bronca ni drama, tampoco una reunión de trámite y de aclamación al líder. El comité federal del PSOE de este sábado era otra cosa. Era el primero desde 2017 en el que se visualizó un verdadero runrún interno en torno a la "financiación singular" para Cataluña, el malestar que lleva recorriendo la espina del partido desde hace algo más de un mes. La inquietud es transversal, existe, y Pedro Sánchez no logró borrarla aún porque, entre otras razones, queda por delante la verdadera batalla, la del 41º Congreso, el que se celebrará el último fin de semana de noviembre en Sevilla y el que ya está convocado oficialmente. Las críticas persisten, pero no todas se emitieron en la misma longitud de onda. Más destempladas y rotundas en los casos de los barones más alejados de la órbita de Ferraz, Emiliano García-Page y Javier Lambán, mucho más contenidas y tibias por parte de los líderes de Castilla y León y Extremadura, Luis Tudanca y Miguel Ángel Gallardo. Más desinfladas en boca del madrileño Juan Lobato. Pero más allá de las palabras, la sensación que quedaba entre los muros de la sede federal es que la discusión sigue viva, que las posiciones de partida son distintas y que tocará llegar en menos de tres meses a una redacción común. Se mascaba una calma tensa. El presidente es consciente de que las filas no están apretadas en torno a un asunto, la financiación autonómica, extremadamente viscoso, y por eso demandó "lealtad" a los barones. Que no se proclama a diario sin cumplirla, vino a decir, sino que se debe ejercer.
Este último comité federal era, por tanto, otra cosa. Más sustancioso que los anteriores, desde que Sánchez arrasó en las primarias a Susana Díaz. "Ha habido un debate auténtico. Ha sido el más interesante de los últimos tiempos", sentenciaba a la salida un máximo responsable autonómico. Pero que hubiera debate, contraste de opiniones, no era en modo alguno sinónimo de guerra abierta. Ni de fractura. Nada que ver. Nada que ver con los tiempos de la defenestración de Sánchez en 2016, ni con la competición con Díaz de los meses siguientes. No podía esperarse porque la autoridad del secretario general es, hoy por hoy, intocable y porque él es el presidente del Gobierno, el que tiene en sus manos la principal fuente de poder de todo el partido, el que lo salvó del desastre en las generales del año pasado. "Y cuando hay Gobierno, no hay rupturas", recordaba un veterano dirigente con silla en el comité desde hace décadas. El líder, lo volvió a confirmar ante los suyos, optará a la reelección, y no encontrará ningún obstáculo.
El presidente ofrece abrir una "nueva etapa autonómica", un modelo financiero "más justo", que las CCAA que lo deseen puedan "recaudar y gestionar más gravámenes"
En su primer cara a cara con el conjunto de su partido tras la alianza de PSC y ERC, Sánchez prosiguió su dinámica de mensajes en positivo, llamando a la "ilusión", la "ambición" y el "optimismo". Sin dar más detalles acerca del pacto que hizo president de la Generalitat a Salvador Illa hace un mes, trató de ampliar el foco, apuntando hacia una "nueva etapa autonómica", un nuevo modelo de financiación "más justo", que reduzca las diferencias territoriales, que garantice la suficiencia del gasto y que exija "corresponsabilidad a los gobiernos autonómicos". Este sábado dio un paso más al ofrecer a todas las comunidades que lo deseen que "recauden y gestionen más gravámenes, porque es algo coherente con nuestro Estado federal que llamamos autonómico, y que ya hacen con éxito países como Alemania y como Canadá". El debate, les dijo, no es "entre territorios", sino "entre modelos", el de los socialistas y el de la derecha, de "regalos fiscales" a los más ricos y de recorte de derechos.
Claro que en su intervención inicial, a puerta abierta, el presidente también dejó un aviso a sus socios parlamentarios, y en particular a Junts, que sigue apretando y que ya ha abandonado al Ejecutivo en varias votaciones claves este verano: el Ejecutivo seguirá adelante con su agenda, "con o sin apoyo de la oposición, con o sin el concurso del Legislativo". Es decir, que no flaqueará. Ya desde la Moncloa habían lanzado horas antes el mensaje de que los Presupuestos de 2025 llegarán al Congreso y que no habrá adelanto de las generales aunque se tumben.
Lanza un aviso a Junts al recalcar que seguirá adelante con su agenda "con o sin apoyo de la oposición, con o sin concurso del Legislativo"
Tras Sánchez, siguieron 24 intervenciones a puerta cerrada. La primera, la de Illa, que también buscó sosegar a los más temerosos e intranquilos con su pacto con ERC, recalcando que no se romperá la solidaridad interterritorial —"Que nadie lo dude, la solidaridad no se ha puesto, no se pone ni se pondrá en duda por parte del PSC [...]. Cataluña no solo no se va, sino que vuelve"—, y también cumplimentando al PSOE en su conjunto: "Os hablo como primer secretario del PSC y presidente de la Generalitat. He sido ministro de España. Sé lo que es España y lo que es Cataluña. Sé que estoy donde estoy como resultado de un esfuerzo colectivo de todos vosotros. El mismo entusiasmo, la misma convicción, el mismo esfuerzo desinteresado y la misma ayuda que hemos sentido los socialistas catalanes la vamos a devolver multiplicado". Illa agradeció la ayuda que el PSC recibió, en los años difíciles del procés, cuando estaba hundido y roto, de los socialistas de otras federaciones.
"Nuestro objetivo es transformar"
García-Page y Lambán fueron los que emplearon el tono más duro. Fuera, ante los medios, y también dentro. El presidente de Castilla-La Mancha confesó su "enorme preocupación" por el acuerdo de PSC y ERC, lo catalogó como "cupón independentista", "mucho más egoísta que socialista, es francamente incomprensible e indefendible", y advirtió de que el objetivo de que no gobiernen PP y Vox no es un "cheque en blanco para poder incluso jugar con los valores y principios del PSOE". Una crítica evidente a Sánchez por resistir en el cargo "a cualquier precio". "Nuestro objetivo no es resistir, es transformar", le contestó después el presidente en su intervención en abierto.
Page también recuerda a Ferraz que cuando hay presidentes, "no se discuten los liderazgos, pero sí se puede y se debe debatir de políticas e ideas"
A puerta cerrada, ante el comité, Page repitió el mensaje que minutos antes había expresado ante los medios. Con algunos aditamentos. Que la riqueza del país "es nacional", que no hay "17 riquezas", que por tanto la riqueza de Cataluña "no es de Cataluña, sino de todo el país"; que son los ciudadanos y las empresas los que pagan impuestos, no los territorios; que una cosa es la singularidad y otra un régimen específico; que se alegra de la investidura de Illa, que es "lo que necesita Cataluña", que su campaña es "convivencia, diálogo y transversalidad", distinta al clima instalado en la política nacional. Pero también hizo una apostilla en clave interna, mirando al 41º Congreso Federal y el posterior cónclave regional: recordó que cuando hay presidentes en el partido, "no se discuten los liderazgos, pero sí se puede y se debe debatir sobre políticas e ideas". "Y pido que en el próximo congreso hablemos en profundidad de política y de ideas". Pedía así a Ferraz que no le muevan la silla, que respete su posición como el único mandatario regional socialista con mayoría absoluta.
Lambán también cargó duramente contra el pacto con los republicanos. Es "inconstitucional de libro", "en las antípodas" de lo que los socialistas aragoneses siempre han defendido, dijo, alejado de los planteamientos de la Declaración de Granada de 2013, que impulsó el entonces secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, con el consenso de todas las federaciones del partido y del PSC. Para el expresidente de Aragón, la "financiación singular" para Cataluña se asemeja "como dos gotas de agua" al concierto vasco y navarro, y "si a Madrid le diera por hacer eso", por aplicarse el mismo modelo, "el resto de las comunidades autónomas tendríamos que coger pateras e irnos directamente a Mauritania" por falta de recursos.
Gallardo se queja de que no haya habido un espacio de "reflexión y diálogo hasta ahora y rechaza un "Estado deshidratado"
Las intervenciones de Page y de Lambán sonaron como las más "estridentes" para sus compañeros de comité. Aunque su peso también era distinto, porque el líder castellanomanchego es presidente en ejercicio, mientras que el dirigente aragonés quedó despojado del poder institucional tras las autonómicas del año pasado y está de salida, dado que no repetirá al frente de su federación.
Ellos dos fueron los látigos más duros —lo esperable—, pero críticas, aunque mucho más tibias, se escucharon a los secretarios generales de Extremadura y Castilla y León, Miguel Ángel Gallardo y Luis Tudanca. Ambos, según apuntaban fuentes muy próximas y asistentes al comité, mantuvieron la posición expresada en los medios en las últimas semanas y reiterada a primera hora a las puertas de Ferraz, ante los medios. Gallardo se quejó de que en este tiempo no haya habido explicaciones del acuerdo de PSC y ERC, que haya faltado "un espacio de reflexión y diálogo", y recalcó que lo que no es positivo es un "Estado deshidratado", sin recursos, porque entonces se perderán por el camino la justicia social y la redistribución de la riqueza. Y se congratuló de que se abra el espacio del 41º Congreso.
Tudanca puso en valor que Sánchez y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, hayan garantizado que se darán más recursos a todas las comunidades. El PSOE de Castilla y León demandará, defendió a la entrada, un sistema que "mejore los recursos para todos" y que además tenga en cuenta lo que necesita su comunidad, "hacer frente al reto demográfico, la dispersión, la despoblación, los desequilibrios territoriales de esta España vaciada". "Yo lo que quiero es que eso se contemple en el sistema de financiación [...]. Si eso es así, desde luego nosotros lo apoyaremos, y si no, no", aseguró Tudanca, advirtiendo de que su federación estará donde ha estado "siempre", en una "reforma multilateral" del modelo de financiación.
Lobato rechaza la "caridad" y se postula para coordinar la parte de la ponencia marco del 41º Congreso relativa al modelo territorial y de financiación
El tono de Gallardo y Tudanca ya suponía bajar varios escalones respecto a Page y Lambán. Más suave estuvo si acaso Juan Lobato, el jefe de los socialistas madrileños. Pero deslizó algún tímido aviso: "Los socialistas no creemos en la caridad, creemos en la justicia social. Y los servicios públicos en este país no se pagan pidiendo caridad. Se pagan con justicia fiscal". Esta reflexión se escucha también en otros dirigentes del PSOE, que no se trata de que Cataluña aporte "migajas" o "caridad" a otras CCAA, que no se trata de "solidaridad", sino de "redistribución de la riqueza", de que todos los territorios tienen derecho a una financiación justa.
Lobato demandó por tanto un sistema que tenga en cuenta la "corresponsabilidad" y la "justicia social". El dirigente madrileño, que se sabe cuestionado en su federación y por Ferraz, se deshizo en elogios hacia Sánchez, y hasta le tomó prestados algunos términos de su discurso: "Todo mi apoyo al presidente, al Gobierno, por su labor y sus resultados, frente a los agoreros y agonías". También secundó su línea de combate contra Isabel Díaz Ayuso por sus "regalos" fiscales o por el desmantelamiento de la sanidad y la educación pública, al tiempo que pide al Gobierno que le dé "más dinero".
Tres jefes de la ponencia: Narbona, Mendia y Escudero
Lobato planteó que Madrid y Cataluña "vayan de la mano para que le vaya bien a España" y por eso mismo se postuló —ya lo había hecho el miércoles directamente ante Sánchez— para pilotar la parte de la ponencia marco del 41º Congreso relativa a la financiación y al modelo territorial. Todavía no se ha tomado la decisión. El comité solo acordó quiénes serán los coordinadores de la ponencia —la presidenta del partido, Cristina Narbona; la secretaria de Estudios y Programas, Idoia Mendia, y el presidente del think tank del PSOE, la Fundación Avanza, Manu Escudero—, pero ellos tres podrán a su vez delegar partes del texto en varios dirigentes. El ofrecimiento de Lobato se interpretó en el PSOE como un intento del líder del PSOE-M de "no crearse más problemas", de acercarse a Ferraz para que no promueva una candidatura alternativa en el cónclave regional.
Lambán tacha de "inconstitucional" el pacto con ERC. A puerta cerrada, le replica el líder provincial de Huesca: "Nos sentimos muy incómodos. No compartimos los insultos"
También cuestionado internamente está el secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas. Su estrategia, pese a que en su federación hay más que dudas sobre el concierto catalán, es la de alinearse con Ferraz. Lo hizo ante los medios y a puerta cerrada. Sí repitió una advertencia: que el reconocimiento de la diversidad "no signifique menoscabo de la solidaridad en ningún caso entre territorios". "La diversidad tiene que garantizar también la solidaridad, porque si no, al final esto no funciona".
El comité no pudo escuchar la voz del presidente del Principado, Adrián Barbón, porque tenía que cumplir con su agenda en su comunidad por los actos organizados por el Día de Asturias. Sí que se oyeron intervenciones que contrapesaban las de Lambán, Page y Lobato. La más contundente, la de Fernando Sabés, secretario general de Huesca, provincia muy enfrentada al expresidente aragonés. "No se pueden utilizar constantemente medios y redes sociales para atacar al proyecto socialista de esta ejecutiva federal. Ahí la ejecutiva de Huesca y muchos socialistas de Aragón no nos sentimos cómodos. Nos sentimos muy incómodos porque este es un proyecto colectivo, de un país. No compartimos el tono, los discursos, las afrentas, los insultos. Tenemos otra forma de ser, de trabajar". Sabés apoyó el impulso de la dirección federal para alumbrar un nuevo sistema de financiación, que se pueda discrepar con los planteamientos de otros territorios, "pero no fuera, aquí".
Sánchez tiene a su lado a varios barones: los de Euskadi, Navarra, Cantabria, Galicia, Baleares, Canarias, Valencia o Murcia
El líder provincial oscense condenó que Lambán no haya convocado al comité regional desde septiembre de 2023, que augure que los resultados serán malos —"claro que lo serán si seguimos abriéndonos en canal en público"—, o que promueva una proposición no de ley en las Cortes de Aragón de rechazo al pacto PSC-ERC. "¿Pero hacia dónde vamos, a qué estamos jugando?", se quejó indignado Sabés. A Page le replicó el vicelehendakari segundo, Mikel Torres, líder del PSE en Bizkaia. Y a Lobato, el alcalde de Fuenlabrada, Javier Ayala, con quien ya se enfrentó en las primarias regionales de 2021 y que ha estrechado sus lazos con Ferraz.
Sánchez tiene de su lado, no obstante, a varios barones. Los de Euskadi (Mikel Torres, en sustitución de Eneko Andueza), Navarra (María Chivite), Cantabria (Pablo Zuloaga), Galicia (José Ramón Gómez Besteiro), Baleares (Francina Armengol), Canarias (Ángel Víctor Torres), Comunidad Valenciana (Diana Morant) o Murcia (Pepe Vélez). Elogiaron el acuerdo, lo vieron como una "oportunidad". "Perfecto", sintetizó el líder murciano. Ferraz también aprovechó para contrarrestar a los críticos exponiendo una voz nueva, la del ministro para la Transformación Digital, Óscar López, quien también habló ante los medios a su llegada a Ferraz: "Todo está en orden: Sánchez, en la Moncloa; Illa, en el Gobierno de Cataluña y [Alberto] Núñez Feijóo, haciendo el ridículo" por haber posado el viernes con sus barones ante la fachada de un palacio alquilado de Madrid que daba la apariencia de una "Moncloa falsa".
A partir de ahí, las lecturas de lo ocurrido en el comité no eran idénticas. Para los más rebeldes, se podía palpar un mar de fondo grueso, un cuestionamiento claro al acuerdo. Page y Lambán, argumentaban en el círculo de uno de ellos, son "como san Pedro y san Pablo, con los que mucha gente está de acuerdo, pero permanece en las catacumbas". "Antes de un congreso antes la gente tradicionalmente se excitaba y no pasaba nada, no se aletargaba, como ahora", admitían, otra señal de que el tono se había relajado de cara a este comité.
Si se busca guerra entre nosotros no la van a encontrar. Ahora, hay discrepancias y debate", dice un barón. "El comité ha sido una balsa de aceite", valoran desde el Gobierno
"Todos fuimos más suaves, y la posición de Pedro e Illa ayudan. Claro que Page y Lambán son muy brutos. Si se busca guerra entre nosotros no la van a encontrar. Ahora, hay discrepancias y debate", glosaba un responsable territorial. Para otros miembros del máximo órgano, la discusión había sido tranquila, normal. "Una balsa de aceite", decían desde el Gobierno. "Ha habido apuntes diferentes. De otros nacionalismos, pero nacionalistas", ironizaba un exlíder territorial, en alusión a los críticos.
"Posiciones no irreconciliables"
Para todos, eso sí, el debate transcurrió sin sobresaltos ni tiranteces excesivas. Con tono "educado", "correcto", también Page y Lambán, pese a que su beligerancia. "Buen clima". "Es que no venimos aquí a darnos de hostias", resumía un barón. "Las posiciones no son irreconciliables", indicaba una dirigente que hasta hace muy poco ocupaba un puesto institucional preeminente. Resumía la jornada un muy veterano socialista: "Ha habido corrección en las formas, pero siguen las mismas inquietudes, lo que no quiere decir que Pedro vaya a encontrar problemas en el congreso. No se resolvió nada hoy [por este sábado] porque ni siquiera había que votar nada de esto. Ha sido, eso sí, un comité más incómodo para él, con dos intervenciones en contra muy previsibles, las de Emiliano y Lambán, y luego dos o tres con matices". "Calma chicha antes de la batalla", iluminaba un alto cargo de un aparato regional.
El presidente señala al líder extremeño al acusar su aviso de que no quiere que su federación sea la "sucursal de Ferraz" y remarca que "lealtad" no es discrepar a diario con la cúpula
Sánchez tomó nota de las intervenciones que se sucedieron en el atril de Ferraz. Y, a puerta cerrada, al final del comité, tras casi cuatro horas y media de debate, fue más explícito en sus reproches a algunos barones que en otras ocasiones. Censuró que tiren ante él de un "lenguaje sofisticado", edulcorado, sinuoso, diciendo sin decir, nadando y guardando la ropa, para luego acabar advirtiendo de que "no quieren ser la sucursal de Ferraz". Era un disparo claro a Gallardo, porque eso mismo, que el PSOE extremeño "no puede ser una sucursal de Ferraz" lo había dicho en una entrevista publicada en El País el viernes. Llamó a los suyos a preservar el Gobierno, la fuente de poder que el partido conserva, alertó de que para seguir siendo la "socialdemocracia fuerte" que representan hace falta construir un PSOE "fuerte y con lealtad". Lealtad y "unidad", la que había demandado en abierto.
"Y no hay lealtad si todos los días se dice que se está en contra" de la dirección federal, y si se discrepa siempre, vino a decir, hay que hacérselo ver. Disparo, en este caso, a Page. Y a los que como Lambán invocan la Declaración de Granada, les espetó que él asume ese texto "en el fondo y en la forma", mientras que algunos "solo se quedan en la forma". Es decir, que siente que no se ha deslindado del camino que abrió Rubalcaba, aunque el aterrizaje de esa España federal que entonces se dibujaba hoy no sea el mismo que en 2013.
Señala que él sí asume, "en la forma y en el fondo" la 'Declaración de Granada' de 2013, mientras que otros "solo se quedan en la forma"
Realmente, no se sabe aún en qué se concretará el cupo catalán, la "financiación singular" para Cataluña. No hay detalles. No los dio él, no los ha dado la vicepresidenta María Jesús Montero. No llegarán, probablemente, hasta que el panorama político no se despeje. Y eso no ocurrirá hasta que no se celebren los congresos de Junts y ERC. Faltan semanas. Y casi tres meses para que el PSOE fije su modelo territorial y de financiación en su 41º Congreso Federal. Es la siguiente estación. La trascendental. Todo el partido mira a ella. El comité no era más que un ensayo. Sosegado pero también clarificador de las posiciones de partida.
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