El ministerio del Interior ha autorizado la entrada en España del joven activista saharaui Abdelsalem Abdullah Khalifa, que llevaba más de una semana en el aeropuerto de Barajas y cuyo caso, tras la denuncia el pasado sábado en El Independiente, Podemos y Pablo Iglesias compararon con la rápida acogida del líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia, que llegó a suelo español el domingo y tramita desde entonces su condición de asilado político.
Fuentes de su defensa han confirmado a este diario que Abdelsalem Abdullah Khalifa, de 29 años, podrá abandonar este miércoles la sala de inadmitidos del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas mientras se tramita su solicitud de protección internacional. El lunes Podemos cargó contra el Gobierno de Pedro Sánchez por darse "mucha prisa" en traer con un avión de las Fuerzas Aéreas "a un líder ultraderechista venezolano (Edmundo González) y darle asilo aunque sea aliado de PP y Vox" mientras deporta a un activista saharaui "perseguido por Marruecos".
La portavoz morada María Teresa Pérez criticó la "hipocresía" de "este Gobierno supuestamente progresista" en una rueda de prensa en la sede del partido por denegar el asilo, según ha denunciado Podemos, a Abdesalem que permanecía en el aeropuerto de Barajas.
Miembro de una conocida familia de activistas
Abdelsalem es sobrino de uno de los activistas saharauis condenados por Gdeim Izik, el campamento pacífico organizado por activistas saharauis y brutalmente desalojado a finales de 2010 en El Aaiún.
Se da la circunstancia, además, de que la madre de Abdelsalem, Fatma Hassana, sufrió cárcel y desaparición forzada a principios de la década de 1980, detallan a El Independiente su equipo legal. “Procede de una familia muy conocida en el activismo saharaui, que ha pagado su protagonismo con castigos y peligros. El joven regentaba una tienda de alimentos en El Aaiún que ha sido objeto de saqueos y redadas porque era un lugar de reunión de los defensores de derechos humanos”, explicó una de sus abogadas.
Al menos tres parientes de Abdelsalem se hallan actualmente entre rejas. Su tío Mohamed Hassana Brahim, más conocido por el apellido impuesto por las autoridades marroquíes como Mohamed Bourial, cumple una condena a 30 años de prisión; y sobre dos de sus primos, Mohamed Embarek Ali Salem y Sidahmed Farachi Lich pesan 25 años de cárcel y cadena perpetua respectivamente. Los tres se hallan presos por cargos políticos relacionados con su participación en el campamento de Gdeim Izik, salvajemente reprimido por Rabat.
El propio joven, que llegó a España procedente de Casablanca, ha padecido repetidas arrestos y vejaciones a manos del aparato policial marroquí en la ex provincia española, ocupada desde 1976 por la monarquía alauí. Las lesiones ocasionadas en sus períodos de detención han sido documentados e incluidas en el dosier por el que se solicitaba protección internacional, tanto asilo como apatridia. Ha padecido además desapariciones en cárceles clandestinas. Su residencia familia se halla bajo estricta vigilancia de los agentes marroquíes y sus movimientos son muy limitados. Ni siquiera tienen permiso de visitar a sus parientes en prisión.
Se le intentó imponer un intérprete marroquí
Su denegación inicial, contra la que su abogada presentó recurso, se adoptó en contra de la recomendación emitida por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ante la graves violaciones de derechos humanos que sufre la población saharaui en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, el último territorio pendiente de descolonización en África.
Abdesalam tiene dos hermanos con residencia legal en España. El mayor, subrayan fuentes cercanas al joven, lleva quince años sin poder acceder a El Aaiún para visitar a su madre. Su equipo denunció, además, que durante la tramitación de su solicitud de protección internacional se le intentó imponer un intérprete marroquí a pesar de que el Defensor del Pueblo estableció que para saharauis se solicitara la asistencia de intérpretes de hasanía (dialecto árabe usado en el Sáhara Occidental) y que, en todo caso, “se evite la asistencia de intérpretes marroquíes” por su origen.
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