No es la primera vez y quizá no será la última. Margarita Robles marca su propia línea. Leal al presidente, fue él quien la fichó para sus listas en 2016 y quien la ha mantenido en su Gobierno, en Defensa, desde 2018, la ministra tiene una voz distinta en ocasiones a la del resto de sus compañeros de Gabinete. En la pasada legislatura, entraba al cuerpo a cuerpo directo con Podemos cuando la Moncloa pretendía bajar el ruido. En mayo pasado, verbalizó lo que otros miembros del Ejecutivo pensaban pero no podían decir, que el ataque israelí a Gaza es un "auténtico genocidio". Este jueves, calificó de "dictadura" al régimen de Nicolás Maduro en un momento de tensión creciente con Caracas tras la acogida del líder opositor, Edmundo González. La respuesta fulminante de Venezuela —convocatoria del embajador español en Caracas y llamada a consultas de su representante diplomática en Madrid— agravó el choque y obligó al titular de Exteriores, José Manuel Albares, a intentar rebajar la escalada. Y es él, Albares, y no ella, Robles, a quien la Moncloa y el resto del Ejecutivo y del PSOE se remitían, en una clara muestra de desautorización de las declaraciones de la responsable de Defensa. El Gobierno no quiere alimentar el conflicto para seguir trabajando por una salida negociada entre el chavismo y la oposición y para proteger los intereses de las empresas españolas radicadas en el país caribeño.

El Gobierno de Maduro tachó de "insolentes, injerencistas y groseras" las declaraciones de Robles y llamó a consultas a su embajadora en Madrid y convocó al representante español en Caracas

"Margarita es Margarita. Es verso suelto. No hay más. Y ya lo sabe todo el mundo", señalan fuentes gubernamentales. Es decir, ella no habla por boca de Pedro Sánchez ni representa el corazón de la Moncloa. Va por libre, vienen a expresar. Pero el presidente, poco amigo de los desmarques, siempre le ha dejado hacer, también porque le ayuda a cubrir el margen derecho de su electorado, el espectro más templado de sus votantes. Ahora, se desprende de las palabras y de los silencios de dirigentes del partido y del Ejecutivo que no han gustado sus declaraciones, su resbalón sobre Venezuela, pero no se aireará ningún malestar. La orden interna es clara: la posición la fija Albares y no hay nada más que añadir. "Nada que comentar", repiten muchos de los mandos consultados por este diario, entre ministros, cargos gubernamentales y responsables del partido.

Ocurrió en la presentación del último libro de la periodista y escritora Julia Navarro, El niño que perdió la guerra, el jueves por la tarde en el Ateneo de Madrid. Al hilo de los totalitarismos que asoman en las páginas de la novela, Robles hizo un mínimo pero contundente apunte, mandó un "recuerdo a los hombres y mujeres de Venezuela que han tenido que salir de su país, precisamente por la dictadura que viven". También mentó a la población ucraniana "masacrada" por Rusia, y a las mujeres afganas que viven bajo el régimen talibán y a las que "han hecho que desaparezcan del mapa". Y pidió no olvidar a "todos aquellos que tienen que salir de su país víctimas de la restricción, de la violencia, de la falta de democracia y de la falta de libertad". Los asistentes, entre ellos el expresidente Felipe González o la nueva presidenta del Supremo y del Poder Judicial, Isabel Perelló, aplaudieron. Sus palabras fueron recogidas por la agencia Europa Press en un breve teletipo. Y a él se agarró el régimen de Maduro.

El Gobierno venezolano tachó de "insolentes, injerencistas y groseras" las declaraciones de Robles y reaccionó de inmediato: convocó al embajador español en Caracas, Ramón Santos, y a la jefa de la misión diplomática en Madrid, Gladys Gutiérrez —ya de vuelta a su país—. La consecuencia directa fue el agravamiento de la crisis diplomática. A primera hora de la mañana de este viernes, el ministro Albares respondía en una entrevista previamente agendada en RNE: "Convocar a un embajador, yo lo he hecho en varias ocasiones, y llamar a consultas son decisiones soberanas de cada Estado y por lo tanto no hay nada que comentar". Rehusó engordar el conflicto: él trabaja para "tener las mejores relaciones posibles con el pueblo hermano de Venezuela", "tremendamente cercano" para España. En otros términos: no adoptará medidas diplomáticas de respuesta.

Albares descartó tomar medidas de respuesta. Pero no quiso hablar más de la crisis después, igual que la propia Robles. Cuerpo mandó un mensaje de "tranquilidad" a las empresas españolas

El titular de Exteriores no quiso reprobar a Robles y se abstuvo de calificar a Venezuela como "dictadura", como ella había hecho. Se escudó en que no es "un catedrático de Derecho Constitucional ni un politólogo". "Los ministros de Asuntos Exteriores somos la última persona que tiene que entrar a poner cualquier tipo de calificativos", esgrimió.

No hubo más pronunciamientos públicos sobre lo ocurrido. Albares se reunió posteriormente, en la sede histórica de su ministerio, el madrileño palacio de Santa Cruz, con representantes de países europeos y árabes para hacer efectiva la solución de los dos Estados en el conflicto de Israel y Palestina. Todos se habían citado antes en la Moncloa con Sánchez y comparecieron ante los periodistas en rueda de prensa. Albares fue el único en tomar la palabra, pero rehusó referirse a Venezuela por "respeto" al resto de participantes, informa EFE. Robles, que estaba de visita en Cartagena, en la base aérea de San Javier, prefirió guardar silencio.

Borrell: la calidad democrática de Venezuela "no ha mejorado"

Tan solo terció otro miembro del Gabinete, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, pero para lanzar un mensaje complementario al del jefe de la diplomacia: el de "tranquilidad" a las empresas que "tengan negocios, actividad o inversiones en Venezuela", porque "el Gobierno defenderá sus intereses en el caso de que esto fuera necesario". Pero, "por ahora, no han entrado peticiones o dudas o intranquilidades por parte de empresas" en cuanto a la situación de Venezuela. El alto representante de la UE, Josep Borrell, rechazó pronunciarse sobre si el país latinoamericano es o no una dictadura, pero sí constató que su calidad democrática "no ha mejorado". En 2018, cuando él era el jefe de la diplomacia española, sí se refería a la "dictadura venezolana".

"Ella está tranquila", señalan en el equipo de la titular de Defensa. "Fue en el transcurso de la presentación de la novela [de Julia Navarro], y fue cosecha propia en el ámbito de su opinión", agregan

Tanto en la Moncloa como en el PSOE subrayan que "obviamente" la posición del Ejecutivo y de Sánchez es la expresada por Albares —y, en lo relativo al flanco económico, por Cuerpo—. Ministros y dirigentes rehúsan "comentar nada" sobre lo ocurrido y evitan cargar contra Robles. "Ella está tranquila", señalan en el equipo de la titular de Defensa. "Fue en el transcurso de la presentación de la novela, y fue cosecha propia en el ámbito de su opinión. También habló de Rusia y de Ucrania. Pero lo que ha pasado con el término dictadura es como cuando ella habló de 'auténtico genocidio' en Gaza".

"Prudencia. No hay que alimentar la cosa", manifiesta un ministro de peso del Gabinete. "Me temo que nos ha metido en un lío", apunta otro, sin querer ahondar más. Y es que las declaraciones de Robles no solo sirvieron al régimen de Maduro para abrir fuego contra España, sino que también fueron utilizadas por el PP como arma contra el Gobierno.

El vicesecretario de Institucional de los conservadores, Esteban González Pons, aplaudió las palabras de la titular de Defensa: "Por primera vez alguien del Gobierno de Pedro Sánchez ha dicho la verdad", es el presidente el que "está poniendo paños calientes a los criminales". Los populares ya han registrado una nueva moción, ahora en el Senado, para reconocer a Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela, en un texto semejante al que respaldó el Congreso el miércoles con el voto decisivo del PNV. Los populares aprovecharon incluso para pedir la retirada del representante español acreditado en Venezuela. "¿De verdad que piden que cerremos la Embajada donde se pueden refugiar los opositores a Maduro? La postura del PP es poco patriota y poco consecuente. La UE tiene la misma postura que España. ¿También hace el ridículo internacional?", se preguntan en la Moncloa.

"Las empresas fuman en pipa"

El Gobierno va a intentar dar la vuelta a los ataques del PP, pero también son conscientes de que las palabras de Robles no ayudan. "Pues lío, sí. Porque al final tienes a [Alberto Núñez] Feijóo que hoy [por este viernes] ha ido a Grecia para nada, porque el Gobierno de allí va a esperar a la UE y no reconoce a Edmundo, y volvemos a esta discusión que para la capacidad de interlocución de España y de otras personas que trabajan allí para que no se llegue a una situación crítica es muy mala", indican desde Ferraz. "Lo que es evidente es que ha creado un problema al Gobierno, que estaba observando un equilibrio exquisito", añade un dirigente socialista con interlocución con la Moncloa, que recuerda que Robles "hace un papel al Ejecutivo", lo que explica también la pretensión de pasar página rápidamente.

Lo que es evidente es que Margarita ha creado un problema al Gobierno, que estaba observando un equilibrio exquisito", añade un dirigente socialista con hilo en la Moncloa

El Ejecutivo tratará de reconducir las relaciones con el régimen de Maduro y de seguir haciendo gestos a la oposición. Buscará retornar al equilibrio y volcar la presión sobre los populares. "El problema con Venezuela —apuntan fuentes gubernamentales— lo tiene el PP. Y las grandes empresas españolas están que fuman en pipa. Eso es lo importante".

La embajadora venezolana en Madrid ya está de vuelta hacia Caracas y Ramón Santos, el representante español en el país caribeño, mantuvo este viernes el encuentro con el canciller del Ejecutivo de Maduro, Yván Gil, que le manifestó que el régimen no permitirá "ninguna acción injerencista por parte del Gobierno de España en asuntos que son de competencia exclusiva" y adoptará "las medidas necesarias, en el marco del derecho internacional y la diplomacia bolivariana de paz, para proteger su soberanía". La crisis sigue viva 24 horas después de las palabras de Robles utilizadas por el chavismo para azuzar el conflicto.