Los puentes entre PSOE y Junts no se han roto por completo en ningún momento, pero la relación está mucho más maltrecha. Por eso, para intentar reconducir el diálogo entre ambos, para intentar enderezar la legislatura, una delegación socialista encabezada por su secretario de Organización, Santos Cerdán, viajó este viernes hacia Suiza para mantener una reunión con la formación independentista, liderada por el expresident Carles Puigdemont. Por la noche, los socialistas ya estaban de vuelta en Madrid.

No hubo comunicación previa de la cita, adelantada por elDiario.es y que confirmaron fuentes del partido posconvergente a este periódico y también del PSOE. Pero a principios de esta semana la dirección socialista admitía que estaba buscando fecha para un nuevo encuentro fuera de España con Puigdemont. Ferraz necesitaba saber, aseguraban, "qué le pasa" a Junts, si piensa dar marcha atrás en su distanciamiento, si se borra de la legislatura, si está dispuesta a negociar los Presupuestos Generales del Estado de 2025 con el Gobierno. Necesitaba una respuesta. Y es la que Cerdán, a quien el presidente Pedro Sánchez ha encargado las relaciones con los neoconvergentes, fue a buscar a Suiza este viernes. El PSOE intenta así recomponer su precaria mayoría de investidura, para la que los siete diputados de Junts en el Congreso son absolutamente imprescindibles. Fuentes de Ferraz se negaban a confirmar o negar nada sobre la reunión y sobre su resultado, y para ello invocaban la "discreción". "Cuando lleguemos a acuerdos, como hemos hecho siempre, se dan a conocer de inmediato". Es decir, que la cita acabó sin ningún tipo de pacto.

Los posconvergentes tumbaron el martes una iniciativa de Sumar de regulación del alquiler de temporada y el martes confirmaron su 'no' a la senda de estabilidad, que ya rechazaron en julio

No se trataba de una reunión excepcional, advertían en Ferraz, ya que según el acuerdo de investidura que ambas partes firmaron, las citas fuera de España, y con mediador internacional, debían tener lugar todos los meses. Pero este es un momento excepcional. Crítico. El pasado martes, se evidenció otra vez la fragilidad del Ejecutivo. Los independentistas tumbaron por sorpresa la proposición de ley de Sumar para regular el alquiler de temporada. Ellos habían prometido su abstención durante todo el día, pero tres minutos antes de la votación giraron e hicieron fracasar la iniciativa. El cabreo fue mayúsculo en Sumar. En la Moncloa, intentaron minimizar lo sucedido, insistiendo en que hasta ahora lo que ha hecho decaer Junts son mociones o proposiciones de un grupo político, pero no leyes. Pero en julio ellos también hicieron que descarrilara la senda de estabilidad, la primera piedra de los Presupuestos del Estado, y este jueves, a última hora, Puigdemont avanzó que hará lo mismo la semana que viene, cuando esa misma senda fiscal pase otra vez por el Congreso. Las dificultades del Gobierno para rearmar su mayoría son evidentes. Y en el horizonte asoman las cuentas públicas de 2025. No hay todavía calendario y su aprobación se antoja muy difícil.

La tensión entre los dos partidos ha ido en aumento desde que PSC y ERC cerraron su pacto para investir a Salvador Illa como nuevo president. La lectura que hacen los socialistas es que los posconvergentes no han "digerido" que Puigdemont no sea de nuevo president. Y ellos, a su vez, no niegan que se produjo un "antes y un después" desde el 8 de agosto, cuando fracasó la detención del exjefe del Govern en Barcelona. El mismo día de la elección de Illa como líder de la Generalitat.

Además, Puigdemont no ha accedido a la amnistía. El Tribunal Supremo entiende que no se le puede aplicar, porque la malversación, el delito que se le endosa, no es perdonable. Será el Constitucional el que tenga que resolver finalmente, pero hasta que eso ocurra transcurrirán meses.

En el Ejecutivo creen que Junts está digiriendo mal la investidura de Illa pero que se abre una nueva etapa tras su congreso del mes próximo

El expresident fue tremendamente duro en su mensaje de X este jueves: "Como veo que consideran un crimen que cambiemos de voto [en la proposición de ley de regulación del alquiler de temporada], la respuesta a lo que ahora nos piden [la senda de estabilidad] será la misma que siempre hemos dado, no tendrán sorpresas. Al igual que votamos no, volveremos a votar que no". Puigdemont acompañaba su texto de una gráfica con la que pretendía visibilizar la baja ejecución presupuestaria en Cataluña respecto a Madrid, para dar cobertura a su no a la senda fiscal. Pero lo que subyace es un problema político.

El Ejecutivo entiende que el bache podrá superarse una vez que Junts pase su congreso, a finales del próximo mes, porque en él tendrá que redefinir su futuro. En el núcleo duro del presidente sostienen que los posconvergentes no pueden seguir tres años, los que quedan de legislatura, alineándose con PP y Vox, ya que sería penalizado por sus votantes. Pero, al menos hasta ahora, Puigdemont no ha dado muestras de que le afecte coincidir en el Congreso con la derecha y la ultraderecha, abandonando al presidente al que ayudó a investir a cambio de la ley de amnistía.