Uno de los dos exetarras que han decidido colaborar con la Justicia, declaró el pasado 22 de abril que el secuestro y asesinato del concejal del Partido Popular Miguel Ángel Blanco fue una decisión adoptada por ETA como venganza de la liberación del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara.

Así se desprende de las palabras que pronunció el primer testigo protegido ante el ya ex juez de la Audiencia Nacional, Manuel García-Castellón, adelantada por El País este lunes y a la que ha tenido acceso El Independiente. Ortega Lara fue secuestrado el 17 de enero de 1996. Permaneció encerrado en un zulo 532 días, hasta el 1 de julio, cuando lo localizó la Guardia Civil. 10 días más tarde secuestraron a Blanco. El 12 de ese mes lo asesinaron.

"Yo creo que aquello fue cuando liberaron a Ortega Lara, pues sin pensarlo por venganza tomaron esa decisión de secuestrar a Miguel Ángel Blanco", expresó el primero. Las declaraciones se han aportado a varias de las causas que todavía están abiertas en la Audiencia Nacional, muchas de ellas por querellas interpuestas por la asociación Dignidad y Justicia.

"Deuda" con la sociedad

Ambos exterroristas aseguran que tienen una "deuda" con la democracia y la sociedad, lo que les ha llevado a colaborar abiertamente con la Justicia y la Guardia Civil. Durante los interrogatorios, tanto el magistrado como el fiscal ahondaron en la estructura jerárquica de la banda terrorista, enfocándose en quién daba las órdenes en ETA para cometer los atentados.

En el caso de políticos, jueces y fiscales, los objetivos los marcaba el "aparato militar" o la "cúpula". Para atentar contra policías, guardias civiles o militares, los comandos tenían cierta "autonomía": una vez tenían las armas o los explosivos, podían atacar contra quienes considerasen. Tanto la Policía como la Fiscalía se han centrado en los últimos años en dibujar el organigrama de la organización para poder señalar en los juzgados a los responsables máximos de los crímenes sin esclarecer.

Los dos etarras que ahora colaboran con el Estado eran integrantes de distintos comandos. La estructura cerrada y opaca de ETA impedía que todos los miembros conociesen de los planes o los pasos que se daban, por lo que ambos desconocen los nombres de los que daban las órdenes en atentados como los de Blanco, el juez Francisco Querol o el teniente coronel Pedro Antonio Blanco.

"Fue el comité ejecutivo"

En lo que sí coincidieron es en señalar que cualquier objetivo con nombres y apellidos tenía que ser autorizado por los máximos responsables.

Juez: -¿Sabe usted quien dio la orden de secuestrar y atentar contra la vida de Miguel Ángel Blanco?

Testigo protegido: -No, pero seguro que fue el comité ejecutivo de ese momento. No lo creo, sé que seguro fue el comité ejecutivo de ese momento.

Sobre el caso de Miguel Ángel Blanco, secuestrado el 10 de julio de 1997, los militantes de ETA no tenían dudas: el objetivo era matarlo. La banda terrorista planteó canjearlo a cambio de presos, pero "desde el principio la idea era matarlo" respondió afirmativamente uno de los ahora colaboradores. "Yo sabía que le iban a matar, estaba seguro".

Los dos están seguros que de haberlo querido, la cúpula etarra podría haber detenido el asesinato "con seguridad". "Evitar sí se podía evitar pero la dirección no quería evitarlo. El comité ejecutivo mando a ejecutar a Miguel Ángel Blanco y el secuestro".

Sin fe en las treguas

Uno de los exetarras militó entre 1993 y 2001, cuando fue detenido. En 1999, la banda planteó una tregua que se rompió en el 2000 con el asesinato del teniente coronel Blanco en Madid. Sin embargo, era un acuerdo trampa. Él mismo supo de mano de Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, y de María Soledad Iparraguirre Guenechea, alias Anboto, que se iba a romper.

"Sabíamos que la tregua se iba a romper, eso sí , pero no sabíamos exactamente qué objetivo iba a haber. No había ninguna fe en que se fuera a prolongar durante el tiempo, sabíamos que se terminaba", declaró el antiguo integrante de ETA.

-¿Consideraban que era o que iba a ser el fin de la lucha armada?

-Esperanza había pero mucha fe en que aquello fuera el final no. En mi caso no, no tenía la gente de mi entorno tampoco.