Si nada cambia, 2024 acabará sin debate del estado de la nación. No es una cita regulada, no está en el reglamento del Congreso de los Diputados, pero se convirtió en una práctica parlamentaria anual desde que Felipe González la instauró en el año 1983. Lo cierto es que Pedro Sánchez fue investido presidente del Gobierno el 16 de noviembre del año pasado, por lo que, en puridad no podría hacer balance todavía de doce meses de gestión, pero la cosa se complica más con un calendario marcado por la celebración del 41º Congreso Federal de su partido, los días 29 y 30 de noviembre y 1 de diciembre, y una Conferencia de Presidentes para diciembre, después de dos años y medio remoloneando. Y a eso se suma un proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2025 empantanado a la espera de ver cómo se resuelven otros dos cónclaves congresuales, esto es, el de ERC, también el 30 de noviembre, y el de Junts, en su caso, a finales de este mes, en concreto los días 26 y 27.

Entre las distintas citas electorales del primer semestre del año y el calendario del segundo, Moncloa no ha dado ningún signo de pretender someter a Pedro Sánchez al test parlamentario de su gestión en lo que va de legislatura, sostenida principalmente en la Ley de Amnistía y en sonoras retiradas de propuestas y de leyes antes de ser rechazadas por la Cámara, como ocurrió la semana pasada al guardar en un cajón la senda de estabilidad tras la negativa de Junts a secundarla. En definitiva, el debate del estado de la nación pondría de manifiesto la debilidad parlamentaria del jefe del Ejecutivo, la ausencia de Presupuestos Generales después de haber ya prorrogado los primeros de esta legislatura y abierto en canal la lucha sin cuartel entre dos de sus socios, los independentistas catalanes de ERC y de Junts.

Asimismo, la presentación de propuestas de resolución que acompaña estos debates, aunque sin efectos realmente prácticos, podría volver a visualizar el 'corrimiento' de bloques con votaciones en las que pudieran coincidir PP, PNV y Junts.

El PP concluyó que tampoco era prioritario

Lo curioso es que en el cuartel general de los populares entienden que la celebración del debate del estado de la nación "no es una prioridad" para su estrategia, a pesar de poder contribuir a visualizar la endeblez de las alianzas gubernamentales. En buena medida responde al convencimiento de que la situación no puede más que empeorar para el inquilino de la Moncloa, sobre todo si debe prorrogar de nuevo los Presupuestos. El núcleo duro de la dirección nacional popular ha tratado si ponían el acento en la exigencia del debate de política general —acaban de celebrarse, por ejemplo, la mayoría de los debates del estado de la región en las comunidades autónomas— "pero decidimos no arrancar el curso con eso", explican fuentes de Génova, más centrados ahora en la presentación de iniciativas de carácter social como la conciliación y las políticas de vivienda.

No dejan de poner el valor cómo en las últimas semanas Moncloa ha sufrido la desafección de Podemos, PNV, Grupo Mixto, Junts y Coalición Canaria, de modo que se "evidencia y normaliza que el Gobierno pierda votaciones. Se ha perdido el miedo a votar en contra del Ejecutivo y este es un mandato que cada vez se le complica más a Sánchez", reflexionan en conversación con El Independiente. Y esa es la vía a explorar con la presentación de proposiciones sobre cuestiones sociales y económicas para las que buscan el apoyo de otros Grupos Parlamentarios con los que evidenciar otra foto del Congreso.

Sánchez sólo ha celebrado en seis años un debate de política general

Una vez instaurados los debates del estado de la nación, se celebraron con bastante regularidad salvo que coincidiera con elecciones generales, puesto que se sustituía por el debate de investidura. Durante la etapa del anterior presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no hubo comunicación al Congreso ni en 2016 —por celebración de elecciones—, ni en 2017 ni en 2018, año este último en que fue descabalgado del poder en el mes de junio por una moción de censura, por lo tanto, su sustituto, Pedro Sánchez, tampoco lo tuvo que convocar. Pero en los seis años en que el socialista lleva en Moncloa, sólo ha tenido lugar en 2022. Otra repetición electoral (en 2019) y la pandemia han ido retrasando esta cita.

Por otro lado, y a diferencia de PSOE, ERC y Junts, la hoja de ruta popular no pasa por convocar congreso ordinario del partido hasta 2026. Precisamente, arguyen que de celebrarse antes de esa fecha, no sería de carácter ordinario sino extraordinario, con las limitaciones que conlleva, al circunscribir el debate a cuestiones orgánicas y no programáticas ni ideológicas. Los populares llevan sin debatir ponencias polìticas, sociales y económicas desde febrero de 2017, esto es, siete años. Para 2026 serán nueve con tres liderazgos distintos, el de Mariano Rajoy, Pablo Casado y Núñez Feijóo.

Génova trabaja con todos los escenarios abiertos y aunque conscientes del deseo de Sánchez de resistir todo lo posible con o sin Presupuestos, con o sin socios, con o sin Parlamento, dicen no querer enredarse en debates internos por si convoca nuevas elecciones generales de forma sorpresiva. La verdad es que un cónclave también supone una oportunidad de relanzar y renovar el mensaje e, incluso, arrancar una campaña electoral siempre y cuando tengas garantizada la paz interna.

Tampoco está agendado el congreso de los populares catalanes. Tras varios intentos vanos de buscar una alternativa a Alejandro Fernández y los buenos resultados de las últimas elecciones en esa comunidad, las aguas bajan algo más remansadas y para qué removerlas. "Las cosas van bien", explican los mismos medios consultados, aunque eso suponga saltarse sus propios estatutos.