Salir a la calle fue durante décadas una actividad de riesgo. Los cuarteles se convirtieron en fortines de trabajo y ‘hogares’ blindados donde poder vivir sin llamar la atención. La amenaza terrorista enclaustró a la Guardia Civil en los cuarteles del País Vasco, no en vano ETA los convirtió en objetivos prioritarios. A lo largo de su historia criminal la banda terrorista mató a 243 agentes en Euskadi. Han transcurrido trece años desde que ETA anunció el cese de sus acciones criminales y seis desde que se disolvió, pero será hoy la primera ocasión en la que la Guardia Civil saldrá a la calle para celebrar un acto institucional público. Ocurrirá este mediodía en Vitoria, en la Plaza Nueva o Plaza de España de la capital alavesa, con motivo del 12 de octubre, Festividad de la Virgen del Pilar, patrona del Cuerpo.
En la calle Bildu estará esperándole. Ya se lo ha advertido. El entorno de la izquierda abertzale ve en el acto autorizado por el Ayuntamiento de Vitoria –gobernado por el PSE- una suerte de “blanqueamiento” del “terrorismo de Estado” que practicó una parte de la Guardia Civil y que dejó “víctimas y miles de torturados”. A escasos metros de la Plaza de España, junto al Museo Artium, la plataforma ‘Memoria Osoa’ (Memoria completa) ha convocado a sus simpatizantes para expresar su rechazo por lo que considera que es una “revictimización” de las víctimas de la Guardia Civil.
También en EH Bildu y entre las juventudes de la izquierda abertzale –Ernai- han llamado a los suyos a movilizarse para expresar en la calle que “no les queremos en Vitoria, no os necesitamos”. Bildu va más allá y reitera desde hace días que con esta parada militar se pretende “blanquear la tortura”. El entorno abertzale más radical ve incluso en él un episodio más de lo que tilda de un plan de “asimilación” más amplio para “españolizar” a la sociedad vasca y en el que incluyen actos como la colocación de pantallas gigantes para seguir a la selección española en la final de la pasada Eurocopa o la visita de Felipe VI a Vitoria.
El intento de ‘normalizar’ y derribar las barreras entre ambos cuerpos y la sociedad vasca no está siendo sencillo. El acto contará con medidas de seguridad para que todo transcurra con normalidad. Durante décadas dejarse ver, salir a la calle, supuso un riesgo real. Ese peligro que sobrevolaba los cuarteles y a sus agentes los aisló aún más de la sociedad civil, que en gran medida procuraba no aproximarse ni relacionarse con ellos. A ello se sumó la pugna política en la que las formaciones nacionalistas los convirtieron, y aún hoy lo hacen en algunos casos, en una suerte de ‘fuerzas de ocupación’ que no son bienvenidas en Euskadi. Los cuarteles de la Guardia Civil se convirtieron en lugares en sombra en la sociedad vasca. Las prácticas abusivas y fuera de la ley que algunos de sus cuarteles ejercieron fundamentalmente en los años 80 en la llamada ‘guerra sucia’ contra el terrorismo favoreció ese rechazo y alejamiento social que aún hoy es perceptible.
"Es normalidad democrática"
En la Guardia Civil son conscientes de ese rechazo que suscitan en una parte de la sociedad vasca pero confían en que con actos como el previsto para este sábado todo pueda ir normalizándose: “No todo el mundo está de acuerdo, pero eso es normalidad democrática, existe un derecho de manifestación y de reunión”, recuerda a El Independiente el Coronel Primitivo Hernández, del cuartel de Sansomendi de Vitoria.
Asegura que el acto organizado esta mañana será muy especial. No sólo por celebrarse en el 180 aniversario de la constitución del Instituto Armado sino por ser la primera ocasión en muchos años en los que la población podrá verlo, “confiamos que así se puedan ir aproximando las posiciones con la ciudadanía”: “Pensamos que hoy día tenemos una convivencia normalizada con la población y que ésta será una ocasión idónea para acercarnos más, para que nos vean y transmitirles cuáles son nuestros intereses”.
No habrá desfile pero sí una parada militar en la que el máximo responsable de la Guardia Civil en el País vasco, el general José Antonio Mingorance, pasará revista a tres secciones del Cuerpo: Seguridad Ciudadana, el Grupo de Acción Rápida (GAR) y una unidad de diversas especialidades del Cuerpo. No faltará la banda de música. En total, alrededor de 70 agentes participarán en el acto que se desarrollará con toda la liturgia militar habitual; ofrenda floral por los caídos en defensa de España, honores a la bandera y el himno de España y entrega de condecoraciones. A lo largo de la hora que se estima que se prolongue el acto se entregarán reconocimientos como el ‘tricornio amigo’ a civiles o militares que han apoyado a la Guardia Civil y premios académicos a hijos de los agentes. Está previsto que tanto el general Mingorance como la delegada del Gobierno en el País Vasco, Marisol Garmendia, tengan una breve intervención.
Este 12 de octubre en el resto de cuarteles de la Guardia Civil en Euskadi se seguirá celebrando la festividad de su patrona dentro de sus instalaciones, sin salir a la calle ni tener contacto con la ciudadanía. Ocurrirá en los cuarteles de La Salve de Bilbao y en el cuartel de Intxaurrondo de San Sebastián.
Derribar un muro
Cuando en enero del año pasado el general de brigada José Antonio Mingorance se puso al frente de la Guardia Civil en Euskadi tenía a su mando una plantilla de 2.200 agentes. Supone un 20% menos que hace una década y un 40% por debajo de los efectivos destinados en el País Vasco durante el último año en el que ETA cometió atentados, en 2010.
Esta salida a la calle de la Benemérita, impulsada especialmente por la nueva delegada del Gobierno, forma parte de un intento por abrir puertas tanto desde la Guardia Civil hacia la sociedad vasca. "Se acabaron los tiempos oscuros; somos una sociedad plural", recordó Garmendia durante un acto con la Guardia Civil. El 14 de mayo se dio un paso importante con la celebración a las puertas del cuartel de un desfile con motivo del 180 aniversario de su presencia en la capital alavesa. La novedad radicó en que se celebró más allá de los muros del cuartel. Hoy, el ‘hito’ es que tendrá lugar en pleno centro de la capital alavesa, en la plaza que alberga el Ayuntamiento de Vitoria.
El rechazo de una parte de la sociedad hacia este cuerpo, cuando no la indiferencia, está aún muy extendido en amplias capas de la sociedad. El pasado en la lucha contra ETA, con la implicación de una parte de la Guardia Civil en prácticas ilegales, sigue pesando en esa difícil relación.
Garmendia se ha propuesto romper ese muro de desconfianza y rechazo. Lo hizo con un acto de puertas abiertas celebrado el 24 de junio pasado en Vitoria. En esa ocasión, la Guardia Civil abrió las puertas de su cuartel de Sansomendi a la ciudanía para mostrar cuál es su actividad en el País Vasco.
Más agentes en pisos que en el cuartel
Un indicador del cambio es que hoy hay más agentes viviendo fuera del cuartel que dentro de él. Actualmente alrededor de un centenar de familias vive tras la protección de los muros del cuartel de Sansomendi de Vitoria pero casi otros 150 agentes lo hacen en pisos de la capital alavesa y sus alrededores.
El plan también pasa por dejarse ver cada vez más. La Guardia Civil no ha desaprovechados algunos de los grandes eventos llevados a cabo en el País Vasco, como sucedió durante la celebración de la Copa del Rey del Athletic Club, en cuyo despliegue operativo participó de modo importante y visible ante los cientos de miles de personas que se acercaron a ver subir la gabarra del Athletic por la Ría.
La apertura de la Guardia Civil está siendo progresiva. Y no sólo de la Benemérita. También la Policía Nacional ha iniciado un proceso de ‘socialización’ en Euskadi. El 200 aniversario de la Policía ha servido a Garamendi para sacar a la calle a este cuerpo que también vivió durante décadas blindado y alejado de la normalidad social en el País Vasco a consecuencia de la amenaza etarra. Aún hoy, la celebración de una jornada de puertas abiertas para mostrar su labor en el centro de una capital vasca es noticia. Sucedió el pasado 19 de septiembre en Bilbao, donde la Policía Nacional exhibió ante el público algunas de sus unidades. Un acto que también contó con el rechazo de la izquierda abertzale y que requirió de una protección especial de la plaza por parte de varias unidades de agentes y de la Ertzaintza.
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