En este cierre de semana, dentro del PP optaron por la ambigüedad pública respecto a una cuestión cada vez más de peso en la Unión Europea y en España: la inmigración ilegal. La pregunta era clara por parte de los periodistas: ¿Está el PP a favor de los centros de deportación gestionados por la UE en territorio extracomunitario? La primera en afrontar la cuestión fue Cuca Gamarra, la secretaria general del partido, en una intervención por la imputación del fiscal general del Estado. "España debe moverse al mismo ritmo que Europa, no quedarse al margen. Debería actuar contra las mafias que no solo trafican con personas, sino que están haciendo que muchas de ellas mueran intentando llegar", se limitó a precisar la dos de Alberto Núñez Feijóo, que se ha puesto las gafas de Meloni.

Un día después, este jueves, en una cumbre sobre inmigración ilegal con los populares europeos en Bruselas, el dirigente del PP fue nuevamente preguntado por medios españoles. ¿Apoya copiar el modelo italiano —se subvenciona y gestiona un centro en Albania— para rebajar la presión migratoria nacional y europea? Incidió en que cada país europeo con gobiernos conservadores, incluyendo al de Italia, está poniendo en práctica distintas propuestas. Y tras recalcar la inacción y "el efecto llamada" que atribuye al Gobierno, indicó: "Para los mandatarios europeos luchar contra la inmigración ilegal debe ser una prioridad. Buscando los consensos y las soluciones más correctas en cada país y cada fronteras. No hay soluciones mágicas". Ello, sin un rechazo explícito a la propuesta de los centros.

Previamente, el PP rubricó un documento conjunto con sus socios en el que defiende que "deberíamos explorar opciones para centros de tránsito de retorno que alivien la presión sobre nuestros sistemas de recepción y asilo". No ha habido cambio de posición este viernes, pese a que la justicia italiana ha tumbado las reclusiones de migrantes en Albania. En consultas previas hechas por El Independiente, fuentes populares se adherían a la posición expresada por Feijóo y eludían profundizar o desviarse de lo suscrito. Todo, mientras se insiste en que no se quiere entrar en una deriva de populismo "como el que ejerce Vox". Para Feijóo, esta cuestión no radica en un "problema ideológico", sino en un "problema objetivo" a resolver. Quiso con ello marcar distancias con el atrincheramiento de los de Santiago Abascal con la inmigración como eje político clave ahora y en las últimas campañas electorales.

Cortafuegos en todos los ámbitos frente a Vox

Los populares europeos rehúyen criminalizar a la inmigración como hacen Vox y sus homólogos continentales. Pero sí se abren a los mecanismos planteados, como el de la italiana, para controlarla [el portavoz parlamentario, Miguel Tellado, sugirió al inicio de la crisis migratoria, con polémica incluida, dar protagonismo a la Armada, como ya propuso Vox o emplea Meloni]. En esa alternativa Feijóo ha querido profundizar contando con el apoyo de Isabel Díaz Ayuso a esa línea europea. Sobre todo en un momento de necesidad prolongado de ver cómo pinchar la viabilidad de Vox para acelerar un desinfle electoral que le termine de impulsar a la Moncloa y hacer más cómodo pactos postelectorales minoritarios. Por ejemplo, con el PNV. Desde la bajada de 2023, los de Abascal se encuentran en la barrera del 10 al 13% del voto.

Pero más tras la apuesta clara de Vox para sostenerse con un nicho particular de votantes, que priorizan ese rechazo a la inmigración ilegal. Una negativa que a veces desde el partido, con determinadas declaraciones, deriva en un rechazo más generalizado y focalizado a la de corte musulmán o procedentes de países islámicos. El cambio relevante trascendió al calor de las elecciones europeas y las legislativas francesas. El PP, ante el crecimiento de los partidos xenófobos y de la formación de Le Pen, optaron por hacer un cambio de estrategia y entrar con dureza en el debate migratorio. Más con la crisis canaria de fondo.

La muestra fue, pese a aceptar un reparto peninsular de 347 menores no acompañados pendiente desde abril —que dinamitó los gobiernos de coalición con Vox—, el cierre de filas y el rechazo a reformar la ley de Extranjería para forzar repartos permanentes por las comunidades sin negociación previa. Todo, si no había condiciones que se han ido planteando hasta la fecha como contrapartida. Desde el incremento de fuerzas del Estado en los países de origen para desincentivar y combatir a las mafias, a la colaboración conjunta con la UE y Frontex. Pasando por un fondo de contingencia para las comunidades que acojan. El Gobierno, en contra de las propuestas, se aferró a la urgencia del momento, aún patente, para no negociar.

Después de varios amagos para llegar a un consenso, y con un plan migratorio acordado con Fernando Clavijo con el que presionar, el PP se levantó de la mesa de negociación compartida con el líder canario y el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres. Por la supuesta negativa del Gobierno a reclamar esa ayuda demandada a la UE. Todo "en base a una información falsa", según Torres. De hecho, días más tarde el propio Sánchez, en su comparecencia sobre inmigración en el Congreso, revindicó reclamar esa colaboración europea. Se sigue alejando aún la posibilidad de reabrir el diálogo. Con todo, hay predisposición. No será hasta que el PP no vote en el Congreso una iniciativa sobre ese 'socorro' a Bruselas.

Colaboración creciente con Meloni

A la dureza con el Gobierno, que queda patente y obliga a Vox a ir más allá en sus declaraciones, se unió el acercamiento de Ursula von der Leyen a Meloni por la interacción con la italiana en los Consejos. Eso dio pie —así como el factor económico por el préstamo húngaro, o la potencia del grupo— a la salida de Vox a Patriotas por Europa junto a Viktor Orbán. Y por lo tanto, un distanciamiento entre Abascal y Meloni en lo práctico. Aunque Vox no rehúye cualquier posibilidad de acercamiento para demostrar firmeza en las relaciones, caso de esta semana, con una cumbre alternativa en Bruselas, en La Casa de Hungría. La creciente colaboración entre la italiana y los populares en Bruselas llevó a Feijóo a dar el paso, con una reunión personal con la líder de Fratelli d'Italia enmarcada en una gira con varios primeros ministros de signo conservador. Mientras Vox animó a Feijóo a aprender algo, los populares dejaron constancia, en fuentes, del daño público que la imagen con el PP haría a Abascal.

El PP, en definitiva, con esa postura dura y acercamiento y no invalidación de fórmulas como la de Meloni, rechazada por el Tribunal de Roma, obliga a Vox a agravar su discurso. Muestra de ello fue las declaraciones de Pepa Millán, la portavoz parlamentaria, en una entrevista en RNE. Alegrándose de que el PP reconozca el trabajo de la italiana pidió "no alabar un día a Meloni y al otro iniciar los trámites junto con el PSOE para regularizar a 500.000 personas [el PP ha pedido vía enmiendas que se revise que las regularizaciones no afecten a personas con antecedentes, y está pensada para personas que ya trabajan en España". Actualmente, puede salir mal, al no haber elecciones generales de fondo. Y porque quien esté cómodo con Vox no se moverá. Pero en un momento electoral en el que prime desbancar a Pedro Sánchez, esto podría fomentar el voto útil a la candidatura de Feijóo. Al primera su salida frente a la inmigración.

El problema de esta estrategia en ojos de la ciencia política, aunque también de rivales electorales de los populares, de signo progresista, es que los antecedentes europeos avalan que cuando los partidos tradicionales intentan competir banderas de la ultraderecha y el nacionalpopulismo, cotidianamente sale mal. La diferencia radica, en el caso español, en que el PP lo hace desde una posición de fortaleza, como primer partido nacional y sabiendo del rechazo entre el votante de derecha que genera ya Sánchez. Y no por supervivencia política en una competencia directa con un rival más extremo, como sucedió con Forza Italia en el pasado frente a la Liga y Fratelli. Además, se combina con la anotación de otras recetas de socios íntegramente populares, como el griego Kyriakos Mitsotakis o el polaco Donald Tusk, el ala más dura con los pactos con el populismo dentro del EPP. Este viernes se cerró la ronda con un encuentro con el líder de la oposición alemana y de la CDU, Friedrich Merz.

La defensa que hacen dentro del PP es que estas posiciones no solo están planteadas en clave electoral, sino ante un momento crítico en el que se requiere una actuación para descargar la presión de las islas canarias y Ceuta. Especialmente, ante la previsión de que en las próximas semanas seguirán recrudeciéndose las llegadas. En la última quincena de septiembre, las llegadas diarias a las islas de media fueron de 270 personas. De hecho, con 5.284 llegadas, se superó en todo el mes a enero, que acumulaba máximos de llegadas.

Con este giro de guion, y la proximidad de Sánchez con Von der Leyen, en el PP creen que es difícil que el PSOE urge en los reproches contra ellos por alinearse, como reitera el presidente, con la ultraderecha. Por ahora, Sánchez expresó el jueves, en la última reunión del Consejo Europeo, su rechazo a los centros de deportación fuera de la UE. Porque considera que no soluciona los problemas y sí crea otros. En cambio, solicitó la aplicación inmediata del Pacto de Migración y Asilo. "Necesitamos afrontar el fenómeno migratorio pensando en las futuras generaciones [lo enmarca en la sostenibilidad de las pensiones] y no en las próximas elecciones", dijo. Sí coincidió con Feijóo en el refuerzo de las cooperaciones en origen, y pidió más recursos europeos. Más allá de los 2.000 millones presupuestados.

Competencia también en la calle

La defensa del Gobierno al cupo catalán, del que no se sabe nada desde su pacto con ERC en agosto y las escuetas explicaciones posteriores del Ejecutivo, no fue suficiente para que Feijóo optara por volver a salir a la calle a protestar. Como por la amnistía, de la mano de la sociedad civil. Todo pese a la presión interna de sus barones, en pleno marco discursivo por la financiación autonómica y la ronda de reuniones sin avances con Sánchez en Moncloa. Como adelantó El Independiente, Vox sí quería calle en esos momentos. Y desde mediados de septiembre ya contemplaba la escena para volver a protestar después de la oleada que le llevó a Ferraz o a Colón con asociaciones próximas como DENAES entre finales de 2023 y principios de 2024. Es la manifestación de este domingo a las 12 horas en Plaza Castilla organizada por la Plataforma de la España Constitucional, organizada, entre otros, por Marcos de Quinto.

Este jueves el PP anunció que participará en ella. Se desmarcó de anteriores, con la participación de las mismas entidades, como la del 29 de octubre de 2023. Ideológicamente, tanto DENAES, como Pie en Pared, NEOS o el Foro Libertad y Alternativa de Alejo Vidal-Quadras están alejados de los populares y más próximos a Vox. Pero el momento, con la denuncia creciente hecha desde Génova a Sánchez, les impide quedar al margen. Más en esa competencia con Abascal, y tras acciones duras como la querella contra el PSOE desestimada. Vox, como presión, le pide que vaya más allá y se atreva a convocar una moción de censura pese a que los números no llegan sin PNV o Junts. "No se atreven. Nosotros sí lo hicimos", destacan desde Bambú para reivindicarse como fuerza realmente útil.