La noticia ha saltado a primer hora de la tarde. El portavoz del Grupo Plurinacional de Sumar y una de sus caras más reconocibles, Íñigo Errejón, anunciaba que dejaba la política. Lo hacía a través de su cuenta de X explicando que "he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona", tras diez años en la primera línea política desde que cofundó junto a Pablo Iglesias, Podemos

"Tras un ciclo político intenso y acelerado, he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano. La lucha ideológica es también una lucha por construir formas de vida y relaciones mejores, más cuidadosas, más solidarias y, por tanto, más libres. No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana", dice Errejón en su texto fiel a su estilo donde insinúa pero no concreta.

Víctima de "sistema patriarcal"

El político que abrió el debate sobre la salud mental, agrega en su carta, que en la primera línea de la política y bajo la constante exposición mediática, "se sobrevive y se es más eficaz" adoptando comportamientos que frecuentemente "se desprenden de los cuidados, la empatía y las necesidades de los demás". Ya añade una frase que puede ser clave: "Esto genera una subjetividad tóxica que el sistema de hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo".

Soslayando las acusaciones de acoso machista, tras las que está la auténtica causa de su salida, dice haber llegado a un punto en el que se encontró "en el límite de la contradicción entre el personaje público y la persona privada", dividido entre "una forma de vida neoliberal" y su rol como portavoz de un proyecto que busca "un mundo más justo y humano". Señalan que "la lucha ideológica debe ir de la mano con la creación de formas de vida y relaciones más cuidadosas, solidarias y, por ende, más libres", y que "no se puede exigir a las personas que voten de manera distinta a cómo viven su día a día".