Que el Gobierno y sus socios decidieran este miércoles en la mañana seguir adelante con el pleno en la Cámara Baja para convalidar el decretazo de RTVE, a pesar de las trágicas noticias que llegaban del sureste español, con más de 50 fallecidos en aquel momento, ahora más de 90 por la DANA, es un claro síntoma de desconexión entre una parte de la clase política y el sentir de la sociedad.

 No hacía falta. Había plazo para aprobarlo en una o dos semanas sin trasladar la imagen de que la prioridad pasaba en esos momentos por repartirse los puestos del nuevo consejo de administración de la Corporación pública cayera quien cayera, mientras se aplazaban el resto de las citas parlamentarias previstas, entre ellas la sesión de control al Gobierno o un acto de homenaje a las víctimas del franquismo. Y que después de convalidado el decreto, Moncloa decretara tres días de luto, podría calificarse, además, de broma de mal gusto, si no fuera porque lo sucedido ayer en la Cámara Baja fue una auténtica vergüenza.