Los insultos y lanzamientos de objetos a los reyes este domingo son una imagen sin precedentes. Durante la visita a Paiporta, una de las zonas más afectadas por la dana en la Comunidad Valenciana, Felipe VI, la reina Letizia, el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y el de la Generalitat Carlos Mazón vivieron de cerca el enfado de los vecinos afectados por las riadas. La llegada de una comitiva de 20 coches terminó por incendiar los ánimos.

Al llegar, un gran número de personas increparon, gritaron y lanzaron barro y objetos a los representantes públicos. Sánchez recibió el impacto de un palo, lo que obligó a sus escoltas a meterlo en un vehículo y abandonar la zona. La mayoría de insultos se dirigían contra él. La tensión que vive el presidente cada vez que sale a la calle obligó a los mandos de su protección a salir del lugar en dirección al centro de mando avanzado.

Los miembros de la familia real se quedaron. Felipe VI, rodeado de escoltas, decidió quedarse para saber de primera mano la situación en la que había quedado la localidad de Paiporta. La insistencia del monarca por conocer los testimonios de los vecinos provocó una "brecha de seguridad" que las fuentes consultadas señalan como "muy grave". Pero no sólo el interés del monarca fue un elemento crítico.

En las imágenes no se veían efectivos suficientes de la Guardia Civil, los GRS, encargados del orden público. Los reyes estuvieron rodeados de sus escoltas, que tuvieron que usar un paraguas para evitar el impacto de barro y objetos. Junto al Rey estaba el jefe de la Casa Real, Camilo Villarino, y el director adjunto operativo del Instituo Armado, Manuel Llamas.

Mal análisis de la avanzadilla

Antes de cada acto, evento o lugar al que se desplazan los reyes, una avanzadilla de personal de seguridad inspecciona el lugar. Se encarga de asegurar el sitio y de detectar debilidades. Este domingo en Paiporta fue insuficiente. El análisis de la situación y de los ánimos de los vecinos no fue el correcto, y el nivel de crispación se infravaloró.

Nunca durante su reinado había tenído que enfrentar abucheos, insultos y el lanzamiento de objetos. Ni si quiera durante otras catástrofes naturales, a las que la Casa Real acude siempre. En Paiporta lo más duro que tuvo que escuchar fue a decenas de personas gritarle "¡asesinos, asesinos!".

Felipe VI recibió el impacto de bolas de barro en la chaqueta, el pelo y parte de la cara y el cuello. También la reina. El jefe de la cápsula de seguridad, al frente del que hay u guardia civil, planteó al monarca la evacuación de la zona en los primeros conatos de enfrentamientos. El plan era movilizar los vehículos todoterreno para poder salir lo más rápido posible. El de Sánchez, un SsangYong Rexton sin blindar, acabó con las lunas rotas.

Peligro real

Entre los vecinos de Paiporta se colaron grupúsculos de ultraderecha que sí suponían un peligro para Felipe VI. Muchos de los protagonistas de la jornada pertenecen a organizaciones claramente neonazis y, otros, antimonárquicos.

El Rey se paró a hablar con tres jóvenes que ni eran del pueblo ni desconocidos. Uno de ellos llevaba una sudadera de la División Azul, el batallón fascistas que luchó contra la Unión Soviética. Los chavales son miembros de Revuelta, la asociación juvenil de Vox y una de las organizadoras de las manifestaciones violentas en la calle Ferraz de Madrid por la aprobación de la ley de amnistía.

Algunos de los coros con más profusión entre los miembros de este grupo eran "Felipe, masón, defiende tu nación" o el pseudónimo de "Felpudo VI". Acudían a la sede del PSOE en la capital con banderas sin el escudo constitucional como forma de rechazo a la monarquía, por lo que la presencia de estos individuos alrededor del Rey constituían una amenaza en el terreno.

Pero también ultras de fútbol, como miembros del grupo Mario Kempes, integrantes de Democracia Nacional o España 2000, contrarios a la institución real. También algunos simpatizantes de Desokupa o agitadores de las redes sociales. La falta de identificación de estos grupos, que abogan por la desaparición de la monarquía, ha sido otro delos fallos en la "brecha de seguridad", como lo denominan las fuentes consultadas.

El Rey pidió quedarse

Pero el Rey quiso mantenerse en el lugar, aguantar el chaparrón y escuchar a los vecinos, aunque el riesgo fue "muy grave" por momentos. La "brecha de seguridad" fue inédita, pero Felipe VI pidió quedarse. La reina también se paró con varias personas mientras seguían los gritos de "fuera, fuera" y algunos insultos dirigidos a todas las autoridades, y al menos un escolta de doña Letizia sufrió una herida visible sangrante en la frente

Mientras un dispositivo de seguridad intentaba establecer un cordón de seguridad en torno al rey, una unidad de caballería del dispositivo policial intervino para alejar a los más exaltados.

A preguntas de El Independiente, el Ministerio del Interior no ha querido explicar qué falló, si faltaron efectivos de la Guardia Civil como más GRS, si se calculó mal el enfado de los vecinos o si el trazado de la visita estuvo mal planteado.

Cancelada la visita a Chiva

Tras abandonar Paiporta, los reyes y los presidentes tenían previsto continuar la visita en Chiva, otra de los municipios más azotados. Durante varios minutos, un cordón policial de GRS de la Guardia Civil mantuvo posiciones esperando la llegada. Casa Real, tras analizar lo sucedido, decidió cancelar la presencia de sus majestades.

Cientos de personas congregadas en Chiva a la espera de la llegada de los reyes profirieron abucheos tras cancelarse la visita de los monarcas y del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón. "El pueblo unido jamás será vencido", gritaron varias de las personas que esperaban a la comitiva y se han quejado de la “cobardía” de las autoridades por no acudir.

Los congregados en una de las calles principales de Chiva aplaudieron a los tractores y voluntarios que se dirigían a seguir con las labores de reconstrucción de esta localidad, una de las más afectadas por la dana, tras saberse que se suspendía la visita.

En Chiva hay al menos siete fallecidos tras el paso de la dana, varios desaparecidos y múltiples daños materiales, entre ellos varios puentes, guardarraíles arrastrados y muchos troncos de árboles cortados de raíz y atascados en diversos puntos de los alrededores del pueblo.