Sería estúpido decir otra cosa. El Gobierno, el PSOE, la familia socialista europea anhelaban que ganase Kamala Harris las elecciones presidenciales de Estados Unidos de este 5 de noviembre. Necesitaban que la candidata demócrata venciera para preservar el legado de Joe Biden, para consolidar su mirada multilateral y transatlántica, su colaboración con la Unión Europea, su implicación a favor de Ucrania frente a Vladímir Putin. Ella era el dique de contención más potente frente a la ultraderecha en la democracia más importante del mundo. Pero Donald Trump ganó. Arrasó y el 20 de enero se convertirá en el 47º presidente de EEUU. Entonces arrancará su segundo mandato. El sentimiento entre los socialistas es de pesadumbre, de preocupación, pero al mismo tiempo se imponen, sobre todo en el Ejecutivo de Pedro Sánchez, una ostensible cautela: el capital a preservar es la relación bilateral y en el marco de la UE con Washington. Los lazos estratégicos, diplomáticos, comerciales y económicos. De ahí que el Gobierno cuidara su respuesta al triunfo del dirigente republicano: nada de demorar la felicitación, nada ir al ataque, nada de presumir qué políticas puede adoptar, nada de ponerle adjetivos por anticipado a su próxima Administración. Y nada de recordar que es culpable, según un jurado de Nueva York, de 34 delitos graves.
Aunque en el partido hay dirigentes que anticipan que un nuevo mandato de Trump puede funcionar como un revulsivo para su electorado, como una palanca que despierte a la izquierda, la perspectiva que la Moncloa y Ferraz subrayaron era, sin duda, la de la prudencia y el pragmatismo. Porque, a fin de cuentas, Trump es ya el presidente electo, el que gobernará de nuevo la primera potencia del mundo, y no tiene ningún sentido confrontar con él, por mucho que un abismo ideológico separe a Sánchez de él. Como apunta con resignación una ministra, "no queda otra".
Albares recuerda que "España tiene a EEUU como primer destino de sus inversiones y EEUU es el primer inversor en España fuera de la UE" y hay "una intensa relación como aliados de la OTAN y a través de nuestra asociación euroatlántica con la UE"
No queda otra que entenderse con él. Con quien ha ganado además, sin estrecheces, las presidenciales del pasado martes: supera con holgura los 270 delegados del colegio electoral necesarios, se impone en el voto popular —unos cinco millones de papeletas más que Harris—, vence en cinco de los siete estados bisagra (swing states) y lidera el recuento en los dos restantes. Y recupera el Senado y está en condiciones de retener la Cámara de Representantes. A lo que se suma el control que ya tenía de un Tribunal Supremo de signo profundamente conservador. Un poder inmenso. Más que el que tenía en su primer mandato (2016-2020).
A las 9.47, cuando la victoria de Trump no tenía vuelta atrás y él mismo se había proclamado vencedor —la candidata demócrata no compareció durante la noche electoral—, Sánchez publicó un mensaje en inglés de felicitación en su cuenta de X (antes Twitter): "Enhorabuena, Donald Trump, por tu victoria y tu elección como presidente número 47 de Estados Unidos. Trabajaremos en nuestras estratégicas relaciones bilaterales y en nuestro fuerte vínculo transatlántico". El jefe del Ejecutivo ya marcaba la línea del discurso gubernamental: sin críticas, subrayado de las buenas relaciones entre España y EEUU y en el marco de la UE y de la OTAN y cautela, mucha cautela.
El ministro de Exteriores subraya que Washington "es el aliado natural de Europa" y "juntos" han demostrado que son capaces de hacer frente a "crisis muy difíciles". Pide esperar al 20 de enero
El jefe de la diplomacia, José Manuel Albares, la única voz junto a la del presidente autorizada para hablar de la política exterior, como siempre recalca la Moncloa, hizo posteriormente unas declaraciones absolutamente medidas. "España tiene a EEUU como primer destino de sus inversiones, EEUU es el primer inversor en España fuera de la Unión Europea y tenemos una intensa relación como aliados de la OTAN y a través de nuestra asociación euroatlántica con la UE", resaltó primero, para enmarcar la importancia de los vínculos entre los dos países y por qué no se pueden ni se deben agrietar.
El ministro recordó que la victoria de Trump ha sido "clara". Y no quiso avanzar si su vuelta a la Casa Blanca puede dañar las relaciones comerciales bilaterales, dada su política proteccionista y aislacionista, probada en su primera etapa en el poder. "La nueva Administración arrancará el 20 de enero y hasta ese momento sigue la Administración Biden y no vamos a adelantar acontecimientos. Vamos a esperar a que llegue la nueva Administración, vamos a ver cuáles son sus primeros pasos. Pero insisto, EEUU es el aliado natural de Europa". Albares remarcó que "juntos", UE y Washington, han demostrado que son capaces de hacer frente a "crisis muy difíciles" y que por tanto esa "alianza estratégica tanto en la seguridad como en la prosperidad euroatlántica es mutuamente beneficiosa para europeos, españoles y norteamericanos". "Y es sobre esas bases sobre las que contamos trabajar".
La diferencia con la Argentina de Milei
Preguntado sobre la posición que puede adoptar Trump en temas como la guerra de Ucrania o el conflicto en Oriente Próximo, en los que España tiene una posición muy firme, el ministro insistió en que no quiere hacer "política ficción". "Vamos a esperar a ver cuáles son las primeras decisiones que toma la nueva Administración, el equipo del que se rodea y cuáles son sus primeras decisiones. Yo hablo en nombre del Gobierno de España y desde luego el Gobierno de España lo que desea es mantener esa alianza y esa asociación estratégica euroatlántica que tan beneficiosa ha sido", concluyó. Los periodistas le inquirieron igualmente por la diferencia de trato respecto al presidente argentino, Javier Milei. Cuando venció en las urnas, el Ejecutivo deseó "éxito a Argentina en esta nueva etapa", pero eludió felicitar al político libertario, de la misma escuela populista y ultranacionalista que Trump. Albares definió esa enhorabuena de Sánchez como una "felicitación con total normalidad", como lo habían hecho los líderes europeos y los principales líderes mundiales, todos en la misma línea y más o menos a la par. "A Argentina también se le felicitó y se le deseó mucha suerte, por tanto no veo ahí tampoco ninguna diferenciación", remachó.
Vamos a esperar a ver cuáles son las primeras decisiones que toma la nueva Administración, el equipo del que se rodea y cuáles son sus primeras decisiones. El Gobierno desea mantener esa alianza" con EEUU, proclama Albares
El jefe de la diplomacia no quiso definir a Trump como "ultraderecha", una etiqueta que hasta ahora sí le habían aplicado Sánchez y el PSOE. Pero hasta ahora era expresidente y candidato republicano a la Casa Blanca. Ahora ya es presidente electo y prácticamente plenipotenciario. Y esa es la diferencia capital.
Para apuntalar el mensaje del Gobierno, pero desde el flanco económico, compareció el ministro Carlos Cuerpo, en este caso desde Al rojo vivo (La Sexta). El titular de Economía felicitó igualmente a Trump por su victoria democrática en las urnas. Y luego ya entró en materia, en la misma línea. Recordó que desde el punto de vista económico, la relación bilateral con EEUU es "importantísima", ya que es el primer destino de inversión de España y el primer inversor después de la UE. Unos lazos que se han de "seguir reforzando, afianzando". A esa relación se suma el vínculo transatlántico, desde la propia UE con EEUU, y este también tiene que continuar siendo "un eje fundamental" hacia el futuro. "Y nosotros vamos a poner todo sobre la mesa para que esto siga siendo así. Y estaremos ahí para lo que necesite la Administración americana de nuestra colaboración y de nuestra ayuda para seguir avanzando y profundizando en estas relaciones".
Cuerpo, no obstante, reconoció que Europa tiene su propia "hoja de ruta en materia económica" y es consciente de que debe "hacer sus propios deberes", como puso sobre la mesa el informe Draghi, que supone "un proyecto muy ambicioso" para ganar competitividad. Igual que Albares, no quiso anticipar la imposición de ninguna medida arancelaria, como el propio Trump ha prometido para proteger la industria americana. El ministro llamó a ser "conscientes" de la relación tan "profunda y estrecha" que hay a ambos lados del Atlántico y que beneficia "tanto a EEUU como a la UE, y a España también".
Cuerpo apuntala la línea discursiva desde el flanco económico: la relación es "importantísima" que debe seguirse "reforzando", y el Gobierno buscará lograrlo
Todo eran, pues, buenas palabras en público. Y en privado los miembros del Gobierno se mantenían fieles a esa línea. En el Ejecutivo advertían de que "el contexto está claro": Trump será de nuevo presidente, aunque horrorice a la izquierda y a las instituciones comunitarias, pero ha sido "el claro ganador". De ahí el tiento, un cuidado que puso también la UE en sus primeras valoraciones, como reflejaron los mensajes contemporizadores de la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen; del presidente saliente del Consejo, Charles Michel, y de la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola. Todos hicieron hincapié en los lazos que unen a los Veintisiete con Washington y emplazaron al dirigente republicano a trabajar juntos en esta nueva etapa. Igual que hizo el secretario general de la OTAN, el holandés Mark Rutte.
"La diferencia ideológica es un hecho"
"Hemos moderado el discurso, claro. No queda otra. Yo estaba segura de que ganaba Trump —apunta una ministra de Sánchez—, creo que todo el mundo lo sabía, aunque siempre queda una última esperanza, pero no ha habido ninguna sorpresa. Es democracia. Es lo que han querido los americanos". "Es que ir al ataque ni se plantea. Se mira hacia delante, al futuro. No hay conflicto con EEUU y las relaciones bilaterales son positivas", agregan fuentes de Economía. "La diferencia ideológica entre el Gobierno de España y Trump es un hecho. Pero no nos vamos a recrear en ella ni vamos a decir una palabra más. El resultado es el que es. Todos los líderes de la UE han caminado en la misma línea que Sánchez, enfatizando la importancia de las relaciones bilaterales, multilaterales y transatlántica. El Gobierno hace un análisis en función de sus intereses diplomáticos y económicos", abundan en la Moncloa, donde también se niegan a "especular" sobre el impacto de una vuelta a una política aislacionista y proteccionista de EEUU. El socio minoritario de la coalición, Sumar, sí es más expresivo: "Las encuestas pintaban mal. Es horrible. Ya solo quedamos nosotros".
En la cúpula socialista hay dirigentes que confían en que la victoria de Trump sirva de revulsivo para activar a la izquierda y a los electores "templados": "Está en riesgo la democracia a escala mundial"
En la dirección socialista sí se escuchan reflexiones complementarias. Como el reconocimiento obvio, como apunta una integrante de la ejecutiva federal, de que la victoria de Trump es un golpe "horrible", "inmenso". Pero también en la cúpula confían en que este mazazo brutal sirva como acicate para activar a una parte del electorado: "A ver si mucha gente se entera de que está en riesgo la democracia, a escala mundial, y por tanto la convivencia y los derechos humanos. Confiamos en que pueda despertar a la izquierda, desde luego, pero también a más allá de los nuestros, mucho más allá. A la gente templada, confiada, pasiva, indolente. Las elecciones se pelean todos los días. Hay que generar confianza y ambición en una política alternativa a la ola reaccionaria cuanto antes".
Precisamente uno de los ejes de la ponencia marco del 41º Congreso Federal del PSOE, ya sometida a debate entre las bases, fija como uno de los grandes desafíos globales, en los que el partido debe estar a la vanguardia, el combate contra la "internacional ultra". Para los socialistas, el tándem de la derecha tradicional y la extrema derecha "supone una amenaza directa a los valores y el bienestar de todo Occidente", porque "su objetivo es desmantelar buena parte de los consensos y conquistas sociales logradas en las últimas décadas". Más aún: buscan, siguen, "minar la diversidad, negar el cambio climático, la emancipación de la mujer y el Estado del bienestar, y recuperar las políticas neoliberales de recortes y especulación que tanto daño hicieron tras la crisis financiera de 2008". El documento llama a los socialistas a "frenar" el avance de esa ola ultra, desde "el optimismo, el rigor y los resultados".
La presidenta del grupo de los socialistas y demócratas en el Parlamento Europeo, Iratxe García, miembro de la cúpula de Sánchez, escribía en X que este miércoles era un "día oscuro". "Conocemos el proyecto de Trump: autoritarismo, xenofobia y falta de oportunidades. Pero no olvidamos los valores que nos enseñaron, las sociedades que queremos ser. Las fuerzas democráticas y progresistas de la UE y de EEUU deben permanecer unidas en nuestra lucha por un futuro más justo, sostenible e inclusivo. Hoy más que nunca… Europa", remachó.
Los socialistas hablan de "golpe inmenso", de "desgracia planetaria". "Claro que nos hubiera gustado que ella hubiera ganado. Pero tenemos que seguir hacia delante", apunta una dirigente
Otros miembros de la dirección de Sánchez apuntan que coinciden, lógicamente, con el criterio de García, pero advierten a la vez de que "es pronto" para anticipar acontecimientos. "Hay que ver qué pasa. Y nuestra relación con EEUU es buena, como dijo Albares", señala una integrante de la cúpula. En Ferraz se admite que Trump ha hecho "una muy buena campaña" frente a una Harris que "ha perdido electorado tradicionalmente demócrata por, entre otras cosas, la posición de Washington sobre Gaza". "Claro que nos hubiera gustado que ella hubiera ganado. Pero nosotros tenemos que seguir hacia delante", señala esta misma dirigente, que no cree, no obstante, que lo sucedido este martes pueda servir de revulsivo para la izquierda: sí puede "hacer pensar en la importancia de la unidad y de hacer política progresista".
Un responsable que conoce bien a Sánchez llega a la misma conclusión: la victoria de Trump es una "desgracia planetaria", pero no queda más "remedio" que ser cautos. "No creo que actúe exactamente de revulsivo. Algo de miedo sí mete en el cuerpo a los votantes progresistas. Pero al final el clima que guía el voto es esencialmente doméstico". Es decir, que los electores al final tienen más cuenta cuestiones de política interna. Este dirigente recuerda que José Luis Rodríguez Zapatero sí pudo abrir una línea de confrontación con EEUU porque ganó las elecciones de 2004 a lomos del grito contra la guerra de Irak, muy impopular en España, pero Sánchez "no puede permitirse abrir muchos más frentes". Es más que dudoso que el presidente pueda atacar directamente a Trump en los mítines, aunque se combata la ola ultra. EEUU es la primera potencia, y el Gobierno no lo olvida. No puede.
Sánchez "no puede permitirse abrir muchos más frentes", y menos con EEUU, a diferencia de lo que ocurrió con Zapatero, reflexiona un responsable
En Sumar no tienen nada claro que este segundo mandato de Trump despierte al electorado progresista, porque EEUU "queda muy lejos para el votante español". Hay un recuerdo que duele: Sánchez arrancó la campaña de autonómicas y municipales en Washington, con su entrevista con Biden en la Casa Blanca. Las urnas del 28-M, sin embargo, no tuvieron piedad con el PSOE. Fueron un absoluto desastre para el partido. El viaje a EEUU no puntuó.
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