Es una batalla contra el tiempo. La alerta se emitió hace muchos años, pero el remedio se demora más de lo previsto. Desde ayer, representantes de 200 países debaten en Bakú, Azerbayán, en el seno de la COP 29, cómo paliar los efectos del cambio climático y cómo hacer efectivos los compromisos adquiridos en cumbres anteriores y cuya implementación sigue siendo una asignatura pendiente. La clave, una vez más, radica en medidas que aceleren la reducción del empleo de los combustibles fósiles, principales causantes de las emisiones gases de efecto invernadero. Nuestro país también está sumido en el problema e inmerso en una solución que apenas avanza: en la última década el consumo de combustibles fósiles en España sólo se ha reducido un 9%.
El petróleo, el carbón y el gas siguen siendo hoy el motor energético de nuestra economía y sociedad. Lo son en una medida muy importante pese al evidente avance del desarrollo, implantación y producción de las energías renovables. Según los últimos datos oficiales del Ministerio de Transición Ecológica, el 70% de la energía que consumimos en España es de origen fósil.
En términos globales, nuestro consumo de energía apenas ha variado en los últimos diez años. En esta década la caída en el consumo energético global sólo se ha reducido un 5%, si bien combustibles como el petróleo, el gas o el carbón sí han visto cómo caían en cuatro puntos en su peso en el mix energético total. La cada vez mayor presencia de las energías limpias tiene la culpa.
En la COP 29 que se celebra estos días se pretenden buscar fórmulas que permitan financiar la batalla contra los efectos del cambio climático. La máxima de “quien contamina paga” será una de las vías que se explorará para aprobar medidas que incidan directamente sobre quienes emiten mayores niveles de contaminación y entre ellos, los productores de energías fósiles. Frenar la aceleración del calentamiento global es una urgencia que ni siquiera las grandes operadoras de hidrocarburos cuestionan, si bien plantean ritmos y rutas dispares para avanzar en esa transición energética. La elección de Trump ha vuelto a situar esta cuestión en un escenario de incertidumbre tras el cuestionamiento que durante su mandato anterior hizo el ahora presidente electo de los EE.UU. en torno al cambio climático.
Consumir fósil, producir verde
En nuestro país la apuesta por las energías renovables también es hoy una realidad esperanzadora pese a que su peso en el consumo energético global sigue siendo minoritario. España consume hoy más energía fósil, gran parte de ella importada, pero en cambio entre la energía que genera casi la mitad de ella es energía limpia. En el último año en nuestro país la producción de energía verde se ha disparado un 20%, lo que ha permitido que ya se genere más energía verde que no renovable. Los datos reflejan que durante el tercer trimestre de este año el 53% de la producción energética, de gigawatios producidos, procedía de fuentes limpias, frente al 47% restante que no lo eran.
Entre las energías fósiles sin duda las derivadas del petróleo son las que mayor peso tienen en nuestra economía. Actualmente representan algo menos de la mitad de los 114.453 Ktep. de energía consumidos. En términos globales representó el año pasado el 47% de la energía total consumida -52.410 ktep.-. Estas cifras lejos de representar un descenso, apuntan hacia un leve repunte en el porcentaje que, por ejemplo en años como 2018 se situó en el 41% del total de la energía.
Otras fuente de energía fósil de peso en España, el gas, representó el año pasado el 22% del total. Supone un punto más que en 2018 o los mismos que hace una década. La importanción de gas licuado es muy importante en España. Sólo el año pasado 299 buques atracaron en nuestros puertos para almacenar gas, de los que casi uno de cada tres procedía de Estados Unidos. Los buques norteamericanos llegaron en mayor número que los de Rusia y Qatar juntos. Rusia con 67 buques, Nigeria con 59 y Argelia con 35 completan los puestos de mayor importación de GNL. Las plantas de Sagunto, Bilbao y Cartagena son las que mayor tráfico de metaneros registraron.
El carbón, residual
El cada vez mayor desarrollo e implantación de las energías renovables en nuestro país está resintiendo este mercado. En España las industrias demandaron el año pasado un 10% menos de gas. El consumo total fue de 325,5 TWh, según datos de Enagas. La energía solar y la hidráulica se apuntan como una de las razones. Comunidades autónomas como Cataluña, Andalucía, Comunidad Valenciana, Murcia y Euskadi encabezan el consumo de gas en España, entre ellas concentran más de la mitad del consumo de gas del país.
Finalmente, el carbón es la última de las fuentes de energía fósil de peso en nuestro sistema, si bien con cada vez un peso más residual. Actualmente, si el petróleo representa el 46% del consumo energético y el gas el 22%, el carbón apenas supone el 2%. El peso se ha ido reduciendo de modo acelerado en los últimos años. Hace sólo una década el carbón suponía el 10% del consumo energético de nuestro país.
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