La apuesta de Vox este verano por alinearse con la derecha alternativa y el nacionalpopulismo más duro no fue en vano. Al menos la apuesta orgánica, con un cambio de familia en el Parlamento Europeo, alineándose con Patriotas por Europa, la nueva marca que orquesta el primer ministro húngaro y referente de Santiago Abascal y los suyos desde 2019, Viktor Orbán. Las relaciones y el contacto entre Vox y la Fidesz ya venían siendo frecuentes. También con Marine Le Pen o Geert Wilders, desde antes con cumbres de organizaciones de corte ultra como la de Coblenza (Alemania). Etapa en la que Abascal ya había aplicado un volantazo ideológico, desde un conservadurismo clásico en lo económico y moral, hacia el populismo, en sintonía con la primera campaña electoral que llevó a Donald Trump a la Casa Blanca un año antes. Hay que recordar que Vox calcó con su 'Hacer España Grande de Nuevo' el eslogan que posibilitó el ascenso político del empresario estadounidense.
Por entonces, y para ese proceso de transformación de un Vox sin apenas rodaje profesional y sin haber ejercido competencias públicas, fueron claves dos figuras. Primero, Steve Bannon, asesor del entonces candidato, que quiso extender los principios que catapultaron a Trump en Europa, con objetivos desestabilizadores para la UE, a través de The Movement. Segundo, Rafael Bajardí, el asesor de la Presidencia de José María Aznar (1996-2004) y vinculado al ex think tank de predilección del PP, FAES. Al objetivo de Bannon se unieron las relaciones tejidas durante años por Bajardí y otras entidades neoconservadoras de EE.UU. En 2018 Bajardí pasó a afiliarse a Vox y a ampliar las relaciones hacia el otro lado del Atlántico.
Después de la caída electoral de Trump en 2020 y el dramático asalto al Capitolio, los homólogos europeos empezaron a mirar a Le Pen, Giorgia Meloni y el propio Orbán ante la orfandad dejada. La europeización de la italiana y su leve acercamiento a el PPE por su papel de primera ministra, orientó la brújula de la mayoría hacia el húngaro. Ahora, con la vuelta de Trump, el alineamiento es completo, añadiéndose el polo de América Latina con liderazgos como el de Javier Milei, que ha reivindicado Vox ante sus socios en la UE erigiéndose como nexo. También con otras personalidades como el chileno José Antonio Kast.
Con Bannon fuera de juego tras ser defenestrado en los primeros meses de gobierno de Trump, hay nuevas líneas de conexión que unen a las corrientes más nacionalpopulistas de EE.UU. y España. Hay una que mantiene presente a Bajardí, ya sin peso en las relaciones internacionales de Vox, que han sido asumidas por Gabriel Ariza. Con él Abascal ha viajado a Budapest, pero también a Washington, a la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), al menos en esta última edición de febrero donde intervino por primera vez. Se trata del altavoz digital Voz Media, en cuya edición española participa Bajardí. Dirige Mario Noya, quien ha pasado por esRadio y Libertad Digital, a quienes se unen una decena de trabajadores.
Abascal es el principal aliado de Milei en Europa, "el presidente favorito" de Trump
De origen, este medio está dirigido por el empresario Orlando Salazar y Pablo Kleinman, con influencia en la esfera hispana estadounidense. Aspiran a competir con los medios en habla hispana como Univisión, Telemundo o la CNN. Ambos dirigentes han coqueteado con el Partido Republicano. El primero fue vicepresidente de la Asamblea Nacional Hispana Republicana, y el segundo fue aspirante al Congreso y integrante del Comité Ejecutivo de los republicanos en California. La sede está en Miami, donde Trump tiene una de sus residencias en Palm Beach, Mar-a-Lago, el fortín donde ha configurado esta semana su próximo gabinete.
La puerta que abre la amistad con Milei
El primer dirigente de la órbita contactado por Trump, precisamente citado en su bastión de Florida, ha sido Milei. Que por su amistad con Abascal puede ser uno de los canales más directos de relación con el próximo presidente. El dirigente argentino describió a Abascal en su última penúltima visita a España para la cumbre de ECR en Vistalegre como "un gran ser humano". "Cuando nadie me quería, fue el único que me abrazó", dijo en un acto previo. A ello le han seguido buenas palabras y una implementación superior de las relaciones que vienen forjándose desde antes del VIVA22 de Vox, cuando el economista empezó a rodar su fórmula política que le llevó el año pasado a la Casa Rosada. De los líderes europeos, solo Abascal mantiene tal alianza con Milei.
Milei acudió a la gala America First Policy Institute en las dependencias de Trump. Allí protagonizó un discurso en el que arremetió contra la izquierda y reivindicó el papel de Elon Musk, propietario de X, por brindar una plataforma que está permitiendo "salvar a la humanidad". Como hizo en España, tanto en Vistalegre como al obtener el premio Juan de Mariana en julio, Milei acusó a las élites de promocionar "la redistribución de la riqueza a punta de pistola". Felicitó a Trump por su éxito mencionando que "las fuerzas del cielo están de nuestro lado". "Hoy los vientos de la libertad soplan mucho más fuerte", añadió. Trump, como viene haciendo, volvió a reconocer el trabajo de Milei por "hacer a Argentina grande otra vez". En una de las conversaciones mantenidas, trasladó Milei que Trump le mencionó que es su "presidente favorito".
El think tank Heritage Foundation
El principal nexo entre Vox y la corriente neocon estadounidense es Heritage Foundation. Es uno de los enlaces que ha permitido a Vox acercarse a Trump en cumbres como la CPAC, donde se fotografiaron por primera vez [en Vistalegre intervino el presidente de la CPAC Matt Schlapp, junto a su esposa Mercedes Schlapp, quienes forman parte del círculo trumpista]. Los Schlapp pertenecen a ese círculo tejido con la fundación de proximidad a Trump que aspira a tener un papel relevante en la nueva Administración. Hasta hace poco, las intervenciones o muestras de apoyo del próximo presidente se limitaban a vídeos grabados como el del VIVA22. Pero el protagonismo de estas figuras en lo que va de año acreditan el acercamiento que se ha dado.
Heritage y el presidente del CPAC participaron en la última cumbre de Vox en Vistalegre
Heritage actúa como lobby ideológico, con una marcada religiosidad que la lleva a rechazar cuestiones como el aborto o derechos minoritarios y del colectivo LGTBI. Son principios que une a todo el engranaje ultraconservador, así como el rechazo de la inmigración, y la guerra fiscal a la baja o cultural contra lo progresista, lo woke. Su propuesta política ha sido integrada en el Proyecto 2025, en el que Heritage, de la mano de exintegrantes del anterior gobierno de Trump, edificaron desde 2022 una serie de directrices en 900 páginas para el próximo presidente o cualquier opción republicana. Una combinación de propuestas y desmantelamientos minuciosamente erigidos. Por la dureza de algunas de ellas, Trump afirmó desconocer el plan durante su campaña frente a la presión de los demócratas. Pero la afinidad de la entidad con el republicano es evidente. En ellas incidió de hecho Roger Severino, vicepresidente de la fundación, en su discurso de Vistalegre.
Hay retroalimentación. De hecho, el presidente de la fundación, Kevin D. Rogers, fue uno de los primeros en felicitar a Trump: "Todo el movimiento conservador está unido detrás de él mientras se prepara para asegurar nuestra frontera abierta de par en par, restaurar el Estado de derecho, devolver a los padres el control de la educación de sus hijos, a EE.UU. su lugar como líder de la industria manufacturera, poner a las familias primero, y desmantelar el Estado profundo".
Entre los objetivos de Heritage en España, cuyo nexo se ha establecido con Vox a través de Disenso, el laboratorio de ideas de Vox que se ha centrado en el despliegue y consolidación de alianzas en las américas, está la influencia en la educación y en la política. Primero, apoyando a propuestas como Vox que aboguen por entorpecer legislaciones en contra de los valores tradicionales que se defienden y de los intereses económicos norteamericanos. La Agenda 2030 es una de ellas, por abordar cuestiones climáticas que penalizarían la industria americana —o la china—, pero también por profundizar en los derechos humanos y de esas minorías. El interés es el de colaborar con organizaciones que eduquen de acuerdo con esos valores.
Ha habido deseo en influir en el ala más dura del PP para que la derecha actúe organizada. Ayuso, por el momento, se ha alineado junto a Milei a diferencia del resto de los populares. Pero no ha habido un acercamiento a Heritage. A su exconsejero de Hacienda y exvicepresidente, Javier Fernández-Lasquetty, le entregaron en 2023 su galardón, el 'Steven Sass Economic Freedom Award'. Las reacciones distinguidas entre Vox y los populares en Génova es el mejor termómetro para acreditar la proximidad de cada uno con esa atmósfera. Desde la euforia en Bambú al "tendremos que convencerle" de lo contrario de Cuca Gamarra ante la previsión de aranceles a la UE o el amago de abandonar la OTAN si no se invierte más.
De X a Tucker Carlson
Es conocido que los partidos de derecha radical, nacionalpopulistas o de corte reaccionario a los partidos tradicionales han encontrado parte de su éxito al saber adherirse al lenguaje de las redes sociales. Especialmente X, que tras la adquisición de Musk ha creado un ambiente ideal para la desinformación y los bulos de los que se alimentan estas formaciones para sus planteamientos estratégicos. En España, Twitter ha ido transformándose hacia ello desde un dominio previo de simpatizantes de la izquierda a la izquierda del PSOE y la emergencia de Podemos.
Las redes sociales son el centro del despliegue político de cara al votante, toda actuación o mensaje emitido en las cámaras de representación se hace pensando en obtener el mejor corte que se vuelva viral y tenga el mayor impacto posible. Y siempre con código breve, fácil de entender y que establezca una diferenciación entre lo que es positivo y lo que no. Las nuevas formaciones nacidas al calor de la crisis económica de 2008 y la democratización de estos espacios de debate público, sin intermediación de medios de comunicación, han sabido adaptarse. Los viejos partidos lo han ido haciendo con menor o mayor acierto, pero una buena parte de sus públicos, caso de los jubilados, no se encuentra ahí.
Un último factor de vinculación entre Vox y el aparato mediático del trumpismo es la figura de Tucker Carlson, abiertamente simpatizante de Trump y quien fue despedido de Fox News por poner en cuestión reiteradamente las elecciones de 2020 que dieron la victoria a Joe Biden. Ello supuso un conflicto con la comercializadora y productora de equipos de votación electrónica Dominion, ante ese cuestionamiento del recuento. Se llegó a pactar un pago de más de 787 millones de euros —la mitad de lo que se exigía— para evitar el juicio. Una semana después del acuerdo, el periodista y analista fue despedido.
Sorprendió que hace exactamente un año, en las manifestaciones en Ferraz, Carlson participase junto a Abascal. Una semana después le entrevistó al calor de las protestas contra Sánchez por la amnistía. A sus preguntas se han sometido desde el propio Trump a Milei o Orbán. Sonada fue la protagonizada por Vladimir Putin, caracterizada por la desinformación, la suavidad de la entrevista o las declaraciones de Putin en la que estimó que la guerra en Ucrania acabaría si EE.UU. dejase de suministrar armas, que no se ha dejado de ampliar la OTAN o que el ucraniano es un Estado fallido.
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