Comprimido entre los congresos de Junts y ERC, el cónclave que afronta Catalunya en Comú (CatEC) este fin de semana ha pasado desapercibido, pese a que el partido de Ada Colau sigue siendo clave para la estabilidad de los ejecutivos socialistas en el Gobierno, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Un poder institucional compartido con ERC que, como en el caso de los republicanos, llega tras un nefasto ciclo electoral para los comunes. En este contexto, CatEC afronta el nuevo ciclo con cuatro retos: llenar el vacío dejado por la retirada de Ada Colau; definir su papel en el Ayuntamiento y la Generalitat; revisar sus alianzas políticas, tanto la coalición con Sumar como la ruptura con Podemos; y recuperar la implantación territorial y el poder municipal perdido.
La necesidad de cubrir el vacío dejado por Ada Colau debería ser la primera urgencia de un partido que ha vivido durante la última década a la sombra de la mediática ex alcaldesa. Pero lo cierto es que el adiós de la alcaldesa no es definitivo, y esa indefinición dificultará enormemente la proyección de nuevos liderazgos. Hoy por hoy nadie en el partido se atreve a afirmar si Colau volverá a ser la candidata a la alcaldía de Barcelona en 2017, posibilidad que la propia ex alcaldesa ha alimentado.
De momento, Colau ha anunciado su intención de centrarse en la política internacional, aprovechando los lazos tejidos con el activismo y la izquierda de Latinoamérica, Italia o Estados Unidos. Pero seguirá ligada al partido como presidenta de su fundación. Mientras, su sucesora al frente del grupo municipal, Janet Sanz, no oculta su ambiciones, decidida a consolidar su liderazgo en el Ayuntamiento. Pero no cuenta con los apoyos, ni la proyección, de Colau.
Mismas caras, distintos papeles
En clave interna el partido llega al cónclave con una candidatura única liderada por Candela López, -diputada en el Congreso y miembro de la anterior dirección- y Gemma Tarafa, regidora en Barcelona, donde ha sido uno de los más fieles apoyos de Colau. Una dirección "coral" defienden desde el partido, con una "renovación del 43%" de sus miembros. Colau y Jéssica Albiach dejan la coordinación del partido, pero Albiach sigue al frente del grupo en el Parlament, donde seguirá teniendo un indudable protagonismo.
En definitiva, la nueva estructura es una obra de orfebreria para encajar las diferentes sensibilidades del partido. Pero el resultado no deja de mostrar resultados extraños, como el hecho de que los dos portavoces de un partido de ámbito exclusivamente catalán, que necesita recuperar el apoyo de sus electores en esta comunidad, sean Gerardo Pisarello y Aina Vidal, ambos con cargos en el Congreso de los Diputados. O que su figura de mayor proyección política e institucional sea Ernest Urtasun, ministro de Cultura y portavoz de Sumar.
Poder institucional
La tesis de partido para el cónclave es, en todo caso, que los comunes necesitan aprovechar los tres años que deben pasar, en principio, hasta las próximas elecciones para fortalecer su estructura. "Queremos reforzar nuestra organización para encarar las elecciones municipales de 2027" anuncian en la ponencia del congreso, en la que se reivindican como un partido municipalista.
En las elecciones municipales de 2015 Iniciativa (ICV), el partido con el que se fusionaron los líderes del 15M catalán, se hizo con un total de 20 ayuntamientos, entre ellos el de Barcelona, gracias a la alianza con Colau. En 2023, los comunes solo retuvieron dos alcaldías, El Prat del Llobregat y Santa Perpétua de la Mogoda, dos plazas históricas del cinturón metropolitano de Barcelona que han estado en manos de la izquierda a la izquierda del PSC desde los tiempos del PSUC.
Para recuperar ese poder municipal, los comunes necesitan recuperar una estructura territorial lastrada en los últimos años por las batallas internas entre Comunes, Podemos y la antigua ICV, que en 2019 hizo que en algunos de los municipios donde habían sido más fuertes compitieran hasta tres candidaturas por el mismo espacio. O que en las últimas elecciones europeas, el pasado junio, Podemos se impusiera en Cataluña, con la candidatura de Irene Montero, al partido de Colau.
Cuentan para ello con reforzar su papel institucional, con la opción abierta de entrar en los gobiernos de la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. Aunque la ambición está más clara en el consistorio que lidera el socialista Jaume Collboni. En esa línea va la aprobación de las ordenanzas fiscales, junto a ERC, el pasado octubre. Un primer paso para recoser el tripartito en el que confía el PSC para gestionar el Ayuntamiento, pero que ha sido imposible hasta ahora por la dinámica interna de comunes y republicanos.
Collboni ha vetado el gobierno de coalición mientras Colau seguía en el Ayuntamiento, pero su salida abre ahora la puerta de los comunes al gobierno local. De los morados dependerá ahora decidir si el poder institucional va a favor de su máxima aspiración, que es recuperar el Ayuntamiento de Barcelona en 2027.
El otro gran debate que deberá afrontar el partido en los próximos meses, aunque no se dirimirá en este congreso, es el de sus alianzas políticas. CatEC es uno de los socios principales de Sumar, pero la formación fundada por Yolanda Díaz hace aguas en cada cita de las urnas, mientras Podemos muestra una resistencia inesperada, especialmente si se revisan los resultados de las elecciones europeas.
Este septiembre, los comunes celebraban el décimo aniversario de la constitución del partido con la despedida de Colau. Hace ya seis años que su otro gran líder electoral, Xavier Domènech, dejó la política activa. Siguen en la primera línea política otros miembros del grupo fundador que surgió con el 15M, como Gerardo Pisarello o Jaume Asens, pero el partido es consciente de que ya no puede vivir de esas rentas.
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