El teniente general Francisco Gan Pampols ha asumido esta semana la ingente tarea de la reconstrucción en Valencia. Es la carta que se ha sacado de la manga Carlos Mazón para aminorar la presión sobre su gobierno y tener garantías de que, a medio plazo, el desastre generado por la DANA pueda ser mitigado. Probablemente, esta sea la decisión más acertada que el presidente de la Comunidad valenciana haya adoptado desde la tarde del nefasto 29-O.

Este nombramiento se produce cuando la tensión política ha llegado a su máximo nivel. Por un lado, la izquierda y el Gobierno central piden la salida de Mazón; por otro, el PP y Vox exigen responsabilidades a Teresa Ribera, Grande Marlaska y Margarita Robles. Y la población, mientras tanto, indignada y no entendiendo todavía por qué tantas cosas fallaron con la riada y tras la riada.

Por eso llama la atención no que a un político como Mazón se le haya ocurrido la idea de meter nada menos que en la vicepresidencia de su gobierno a un militar de carrera, sino que este, con una brillante hoja de servicios y ya en la reserva, haya aceptado meterse en el avispero.

La idea de servicio, la disciplina y el compromiso con España explican en gran medida la asunción de un riesgo que no compensará ni de lejos la remuneración que pueda recibir desde la Generalitat. En democracia en España nunca antes un militar había desempeñado una misión no relacionada con las Fuerzas Armadas y con ese cargo. Mis dudas se las planteo directamente al teniente general Gan Pampols en una conversación de la que reproduzco unos extractos.

"Lo que más me preocupa ahora es devolver la esperanza a la gente", dice el teniente general

Pregunta.- Usted está acostumbrado a mandar tropas, pero ahora tendrá que mandar funcionarios o personal civil. ¿No le parece que eso añade una dificultad a la tarea que tiene por delante?

-Teniente General Gan: Yo trabajo con personas, no con uniformes. Mi aproximación es distinta, me fijo unas funciones, unas tareas, que son las que tenemos que cumplir.

P.- ¿No cree que puede salir achicharrado dada la crispación política que existe en torno a lo que ocurrió el 29-O?

R.- Tengo la certeza de que al asumir este puesto asumo también una posición política, pero que debe circunscribirse a las tareas de la reconstrucción. Espero no tener injerencias políticas, y que se me juzgue por el trabajo que haga en la reconstrucción.

P.- ¿Tendrá manos libres para actuar?

R.- Me han concedido manos libres, sí. Cada una de las consejerías seguirá con su actividad diaria normal, pero en las tareas de carácter extraordinario, las que tienen que ver con la reconstrucción, dependerán de mí. Los funcionarios que se dediquen a la reconstrucción trabajarán conmigo. Así que yo no voy a tener una consejería específica bajo mi mando, pero se segregará de cada consejería el personal necesario para llevar adelante esa tarea.

P.- ¿Qué es lo que más le preocupa ahora? ¿Cuál es su prioridad?

R.- Me preocupan las personas. Devolver la esperanza a la gente. Estoy pensando, por ejemplo, en los autónomos que lo han perdido todo. Nadie se tiene que ir de Valencia. Tenemos que actuar incrementalmente, día a día; que los ciudadanos vean que les vamos a ayudar a reconstruir sus vidas.

Gan Pampols no conocía a Mazón hasta que le llegó la propuesta. No hay, por tanto, una relación previa de amistad, ni siquiera de cercanía. Él no sabe exactamente por qué ha sido el elegido para llevar adelante esta misión, que considera "la más importante" de las que ha llevado a cabo, y han sido muchas y en lugares tan peligrosos como Afganistán o Kosovo.

La decisión de Mazón, en parte, es el reconocimiento de un fracaso. Es como si los políticos no hubieran sido capaces de llevar adelante una labor ingente que llevará meses e incluso años. Pero la actuación de las Fuerzas Armadas ha sido eficaz en el desastre y ha sido enormemente valorada por la población.

Por el bien de todos, sería muy bueno que Gan Pampols culminara su misión con éxito. En eso yo creo que todos los valencianos, de izquierdas o de derechas, están de acuerdo.