Silvia Intxaorrondo, Carlos del Amor y compañía seguramente no tengan mucho interés en abundar sobre ello, pero hay varios momentos de la declaración de Víctor de Aldama que han pasado desapercibidos. Uno de los más mosqueantes sucede cuando confiesa que entregó una cantidad monetaria -siempre presuntamente- al director de gabinete de María Jesús Montero, llamado Carlos Moreno, para intentar conseguir un aplazamiento sobre unos compromisos que tenía con el fisco en una de sus empresas inmobiliarias.

Se refería el imputado a Pilot Real Estate, que en sus cuentas de 2020 reconoce una situación financiera límite y una deuda con las Administraciones públicas que asciende a 923.000 euros. “Dada la falta e liquidez de la sociedad, agravada por las trabas emitidas por la Agencia Tributaria y, a expensas de cobrar diferentes contratos, se han dejado de atender temporalmente los pagos de impuestos”.

Sobre este asunto cantó De Aldama este jueves. En concreto, sobre la intención con la que recurrió al hombre de Montero: “No llegábamos a un acuerdo con Hacienda. Por eso, se le pide a Koldo (García) que si de alguna manera se puede intervenir para que nos hagan mínimamente un aplazamiento. Y a partir de ahí, el señor Carlos Moreno nos dice que antes de hacer ningún movimiento tiene que consultarlo con su jefa”.

El comisionista de marras deberá demostrar que es cierto lo que afirma, pero es la segunda vez en los últimos tiempos en que merodean sobre el ambiente las sospechas sobre la utilización política de la Agencia Tributaria. Porque a lo mejor tampoco fue casualidad que la cuestión del novio de Isabel Díaz Ayuso aflorara después del estallido del 'caso Koldo', transformado hoy en el 'caso Gobierno'.

La corrupción -cometida a derecha y a izquierda- siempre consiste en el desvío de dinero público hacia uno u otro bolsillo. Pudre a las sociedades y deslegitima a los poderes. Eso sí, su peor grado se alcanza cuando implica al fisco porque ahí transmite, además, la sensación de estafa, persecución y arbitrariedad para con el contribuyente. Por eso no deben tomarse a la ligera las palabras De Aldama. A lo mejor no resultan tan noticiosas como las que le vinculan a José Luis Ábalos, a Teresa Ribera o a Pedro Sánchez, pero son igual de lesivas para el ciudadano -o más- que el resto.

De cabeza a defender a Broncano

Esto es lo más relevante de todo lo que ha trascendido durante las últimas horas. Es una lástima que hubiera unos cuantos periodistas que guardaran silencio durante todo el día con respecto a la declaración de De Aldama ante la Audiencia Nacional, pero saltaran como resortes cuando David Broncano pronunció una media verdad sobre su último choque contra El Hormiguero.

El presentador de La Revuelta aseguró que se había suspendido la emisión de la entrevista que había acordado con Jorge Martín, pero ocultó algunos datos relevantes, como que sí que pudo grabarla, pero no difundirla este jueves. Esto se produjo porque uno de los dos representantes del piloto había alcanzado un acuerdo para que apareciera en el programa de Pablo Motos la próxima semana.

¿Por qué ocultó Broncano esta información a su audiencia? Es una gran pregunta, dado que dio la impresión de que el campeón de MotoGP ni siquiera había pisado el teatro donde se graba este espacio. "Yo me había traído incluso una camiseta preparada", aseguró Ricardo Castella, abundando en el embuste. Una mentira, por cierto, que le saldrá rentable a su programa, el cual, por cierto, es objetivamente bueno la mayoría de los días y genera temas de conversación.

Pero aquí se reproduce una situación similar a la que se vivió en la noche deportiva radiofónica en la década de 1990, cuando apareció en escena José Ramón de la Morena. Todo lo que se hacía bien en El Larguero beneficiaba a la SER y cualquier traspiés de José María García perjudicaba a COPE porque se exageraba. Daba la falsa impresión de que en la radio de Prisa se actuaba siempre de forma inmaculada, mientras que en su rival operaba un grupo de gángsteres, dirigido por un líder de ambición insaciable.

Hay mil ojos estos días puestos sobre Broncano y sobre Motos, dispuestos a celebrar los aciertos del primero y despotricar contra el segundo. Lo nuevo parece tener una energía más limpia que lo segundo, cuando, muchas veces, a lo mejor no es así. De ahí que el discurso de ayer -medido y engañoso- beneficiara al presentador de La 1. Sus defensores tampoco se preocuparon por saber la verdad. Tan sólo por respaldarle. Es la izquierda, piensan. Con eso, les sirve.

"Un mitómano con alzheimer"

Los programas se emitieron casualmente a la misma hora en que Víctor de Aldama abandonaba la prisión y acusaba a Pedro Sánchez de ser "un mitómano con alzheimer" -por haber negado que le conociera-, a la vez que adelantaba que presentará pruebas que respalden todas las afirmaciones que realizó ante el juez. ¿Qué sucedió? Que toda la tropa de mariachis periodísticos gubernamentales, los convenidos, los contertulios y los entregados a la causa, se encargó de que en las redes sociales se hablara más de Broncano que del presunto corruptor o presunto corrupto y de sus nexos con Moncloa.

Toda la tropa de mariachis periodísticos gubernamentales, los convenidos, los contertulios y los entregados a la causa, se encargó de que en las redes sociales se hablara más de Broncano que del presunto corruptor o presunto corrupto y de sus nexos con Moncloa.

Pensaba quien firma estas líneas que el primer gran favor de La revuelta al PSOE llegaría en la próxima campaña electoral, cuando se avivara el debate sobre el programa del prime time al que deberían asistir todos los políticos, con Sánchez entregado a Broncano y culpando a Núñez Feijóo de haber o no haber hecho. Está visto que me equivocaba. El primer gran capote que le ha lanzado Broncano al presidente ha llegado en el día en que De Aldama confirmó que la sorpresa de la cena con Delcy Rodríguez era él.

Enhorabuena, don David.