Podía haber sido un broche más o menos redondo tras una semana dificilísima, de negociaciones agotadoras, de exhibición descarnada de la precariedad parlamentaria del Gobierno. Pero no fue así. Un indudable éxito político para Pedro Sánchez, la aprobación de la reforma fiscal in extremis y con el suspense propio del último capítulo de la serie de Netflix en la que se ha convertido esta legislatura, se empañó enseguida con el reguero de pólvora que dejó, horas antes, Víctor de Aldama. El empresario, en prisión preventiva por el presunto fraude de los hidrocarburos, acudió a testificar voluntariamente ante el juez Ismael Moreno de la Audiencia Nacional. Y disparó a discreción contra el PSOE y contra el Ejecutivo. Un relato explosivo y sorprendente que ahora, en todo caso, tendrá que ser probado pero que, por sí mismo, sirvió para convulsionar de nuevo el tablero político, para señalar al presidente y a su equipo y para mover a Alberto Núñez Feijóo a agitar el fantasma de una moción de censura para la que, hoy por hoy, no contaría con los apoyos suficientes. Un segundo estallido del caso Koldo-Ábalos lo suficientemente contundente, en todo caso, para opacar el tanto que se marcó el Ejecutivo con su paquete fiscal.

Y es que la confesión de Aldama era todo un misil en la línea de flotación del Gobierno. El presunto cabecilla de la trama declaró ante el magistrado que pagó 250.000 euros en comisiones al exministro José Luis Ábalos y otros 100.000 euros a quien fue su asesor en el ministerio, Koldo García. Entregas de dinero que concuerdan con las pesquisas que están siguiendo la Fiscalía Anticorrupción y la Guardia Civil, pero no otras que señaló el empresario y de las que no hay constancia en el sumario, como los 15.000 euros que dio al actual secretario de Organización del PSOE, o los 50.000 euros que habría pedido Koldo para el entonces presidente canario, Ángel Víctor Torres, solicitud que no fue satisfecha por Aldama —"yo no soy el Banco de España", llegó a decir al exministro y a su asesor—. De Sánchez afirmó que fue este quien pidió conocerle para agradecerle unas gestiones que había hecho en México, y que eso explica la foto que ambos se hicieron en un mitin en Madrid en 2019.

El presunto vértice de la red corrupta salpicó hacia todos lados pero no presentó, al menos de momento, ninguna prueba. Su objetivo era salir de prisión, y el juez autorizó su excarcelación

Aldama también implicó a Sánchez en el viaje de la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en enero de 2020. Viaje del que estaba informado, dijo, todo el Ejecutivo, también el presidente, pese a que tenía prohibido poner un pie en la Unión Europea. La visita finalmente no se produjo, pero estaba incluso prevista una cena, dijo el expresidente del Zamora CF, a la que iban a acudir Sánchez y los ministros Ábalos, Marlaska, Teresa Ribera, María Jesús Montero y Salvador Illa. Aldama incluyó en la lista de presuntos beneficiarios de las mordidas al jefe de Gabinete de Montero, Carlos Moreno, y relató que había mantenido varios encuentros con la vicepresidenta Ribera, y que también se reunió con Nadia Calviño para el rescate de Air Europa. El presunto vértice de la red corrupta salpicó hacia todos lados pero no presentó, al menos de momento, ninguna prueba. Su objetivo era salir de prisión por colaborar con la Justicia, la Fiscalía estuvo de acuerdo en su petición y el juez autorizó su salida.

La declaración de Aldama ante el juez llenó la agenda informativa del día y eclipsó el que iba a ser uno de los temas capitales de la jornada: la votación de la reforma fiscal. El jueves se levantaba en el Congreso con la incertidumbre total. Podemos parecía no dar su brazo a torcer: exigía la prórroga del impuesto a las energéticas y la "garantía" de que Junts lo apoyara, porque todo lo demás era una "trampa" del Gobierno, y el acuerdo alcanzado el lunes con ERC, Bildu y BNG en la caótica sesión de la Comisión de Hacienda, puro "papel mojado".

Podemos cambió al 'sí' a pocas horas de la votación: apoyaba el paquete fiscal y a cambio se monta una comisión negociadora con todos los socios para pactar un impuesto a las energéticas

El no sonó a prácticamente irreversible cuando Ione Belarra, la líder de los morados, subió a la tribuna del Congreso. A los pocos segundos de que concluyera su intervención, en la que exhibió dureza frente a los socialistas, su partido hacía público un comunicado en el que relataba su acuerdo con Hacienda, que permitía la aprobación del paquete fiscal del Gobierno, y para el que el voto de sus cuatro diputados era imprescindible. El pacto suponía que PSOE y Podemos impulsarán una nueva proposición de ley que contenga un impuesto a las energéticas. Y para eso se constituirá en los próximos días una comisión negociadora en la que se sentarán todos los socios de investidura para "conseguir el consenso necesario para aprobar" el gravamen. Pero si el consenso no llega antes del 31 de diciembre, entonces el Ejecutivo aprobará la prórroga del impuesto para el año 2025 vía real decreto ley. Podemos acepta la condición que impuso Junts: que el gravamen habrá de ser "compatible con no gravar las inversiones que se comprometan con la descarbonización".

Compromiso cumplido con Bruselas

El de Podemos permitió al Gobierno respirar tras una semana agónica. El proyecto de ley, cuyo corazón inicial era la trasposición de la directiva europea que regula un tipo mínimo del 15% para las multinacionales, resultó aprobado por 178 votos a favor —PSOE, Sumar, ERC, Bildu, Junts, PNV, Podemos, BNG y Coalición Canaria— frente a 171 en contra —PP, Vox y Unión del Pueblo Navarro—. El texto, ya de camino al Senado, incluye medidas como el impuesto a la banca y los vapeadores, una subida tributaria al tabaco o subir dos puntos el IRPF para las rentas del capital superiores a 300.000 euros, del 28% al 30%.

Los morados asumen que los votos de Junts siguen sin estar garantizados, pero creen un avance que, por tanto, la presión se vuelque sobre Junts y que también ellos hayan hecho valer sus votos hasta el final

Podemos consideraba un éxito haber arrancado una comisión negociadora al Gobierno con todos los socios: "El lunes", señalaban desde el grupo, "Hacienda pactó una cosa con los grupos de izquierdas y otra distinta con las derechas, a sabiendas de que lo acordado con Bildu y ERC se iba a perder, y ahora en cambio el Gobierno ha tenido que contactar con todos los grupos y pactar lo mismo con todos ellos: una comisión para negociar que haya un impuesto a las energéticas y que sea permanente. Ahora, nos vamos a sentar a la mesa partidos que queremos ese gravamen y la presión estará sobre Junts, para ver qué tipo de impuesto puede aceptar, cuando en el último mes la presión ha sido para las izquierdas, para que aceptaran que no hubiera ningún tipo de impuesto". Los morados asumen que los votos de Junts siguen sin estar garantizados, pero creen un avance que, por tanto, la presión se vuelque sobre la formación de Carles Puigdemont y que también ellos hayan hecho valer sus votos hasta el final.

"Vamos, han pactado una comisión negociadora. Tanta turra para esto", reprochaba molesto un diputado de un partido socio del Ejecutivo. Los posconvergentes, que siempre se han opuesto a la prórroga del actual gravamen porque entorpecía las inversiones de Repsol en Tarragona, no lanzaron señales de que cederán tan fácilmente: "La realidad es que lo único que hoy [por este jueves] se aprueba es el acuerdo de Junts. El resto de acuerdos, si se acaban materializando o no, los valoraremos", advirtió Míriam Nogueras, portavoz del partido independentista. El PNV también dijo que ya fijará cuál es su posición sobre la propuesta tributaria que se haga.

Nada está claro, por tanto. Pero el Gobierno salvaba un tanto importantísimo. Para empezar, a falta del trámite en el Senado y el retorno al Congreso para su aprobación final, se garantizaba la trasposición de la directiva europea —esquivando así las sanciones— y cumplía con Bruselas, ya que la ley es necesaria para la liberación del quinto pago de los fondos europeos, de unos 7.200 millones de euros. Sánchez recomponía su mayoría de investidura y salvaba una norma fiscal que le permitirá recaudar unos 8.000 millones.

El presidente blande el triunfo de la aprobación del paquete fiscal, se muestra "satisfecho" y agradece el "esfuerzo de negociación" a los grupos

El presidente acudió a la votación del dictamen a la Cámara baja y, a la salida, celebró ante los periodistas la aprobación del paquete fiscal. Se mostró "satisfecho" con lo ocurrido en el pleno y agradeció a sus socios el "esfuerzo de negociación". El plan de medidas tributarias permitirá reforzar los servicios públicos y se hará con "justicia fiscal", ya que para su financiación se exigirá "algo más de esfuerzo" a las grandes corporaciones, como la banca. Y dado que la reforma estaba ligada a uno de los hitos atados con Bruselas, su aprobación permitirá que España siga siendo "el primer país" en recepción y ejecución de estas ayudas.

"¡Menuda inventada!"

Pero las palabras del presidente cobraron relevancia, sobre todo, por su réplica a Aldama, al que definió como "personaje": "En lo que respecta a mi persona, en lo que respecta a mi Gobierno actual, en lo que respecta a mi organización, al PSOE, todo lo que ha dicho este señor es categóricamente falso. Y si ha demostrado algo es, precisamente, que su estrategia de defensa es la mentira". El crédito que le merece el testimonio de un "presunto delincuente que está en prisión preventiva, que ha salido para testificar ante la Audiencia Nacional", es "ninguno". Sobre la afirmación del empresario de que quien pidió conocerle fue el propio presidente, contestó con sorna: ¡Menuda inventada! Poco menos que yo estaba esperando a que llegara este señor al mitin para poder hacer el mitin. Insisto, es la prueba de que la estrategia de defensa de este personaje es la mentira".

La cúpula socialista sale en tromba contra Aldama y anuncia acciones legales contra él. "Nos vamos a querellar porque no vamos a permitir que un delincuente convicto mancille el nombre de cargos socialistas", remarcan en Ferraz

Sánchez manifestó que en su partido están "tranquilos", porque no hay nada que esconder. Y fuentes de su dirección expresaban esa misma idea: que no hay nada y que, como dijo el presidente, quien tendrá que probar sus acusaciones es el propio empresario. Por lo pronto, el PSOE anunció que iniciará de inmediato acciones legales contra Aldama. Y Cerdán negó tajantemente las acusaciones. "Yo no he recibido dinero, el presidente del Gobierno no ha recibido dinero, ni Ángel Víctor [Torres] ni [el jefe de Gabinete de la ministra de Hacienda] Carlos Moreno. Es absolutamente falso", sostuvo ante los medios en los pasillos del Congreso. Lo mismo defendió, vehemente, Montero: "Nunca jamás ha habido lo que está diciendo este señor, ni de reuniones, ni siquiera conocemos personalmente a este señor y, por tanto, es falso todo lo que esta persona está trasladando".

"Nos vamos a querellar porque no vamos a permitir que un delincuente convicto mancille el nombre de cargos socialistas. Y esto es un aviso para navegantes, para los que en la batalla diaria tratan de aprovecharse de las declaraciones de un presunto delincuente para difamar. Va por el PP", indicaban fuentes de Ferraz. En el cuartel general subrayaron que Cerdán "ni conoce a Aldama" y que quien conoce a Sánchez sabe que él jamás pide fotos, sino que es a él a quien le piden hacerse una foto, porque no es un líder precisamente sociable.

El PSOE salió en tromba, a una, contra las declaraciones de Aldama. Y si generó inquietud la imputación de Ábalos, las palabras del presunto corruptor de la trama, sin embargo, no agitaron a la cúpula socialista. Al menos por ahora. Lo que provocaron fue irritación, un profundo enfado.

A diferencia de lo que ocurrió con la imputación de Ábalos, ahora la dirección se muestra "tranquila" e insiste en que no hay ninguna prueba de lo que ha declarado Aldama. Sánchez reta a Feijóo a presentar una moción de censura si quiere contra él

Feijóo se abrió, mientras, a una moción de censura. No la presentará a él, sino que invitó a los socios de Sánchez a darle sus votos, que él está "a disposición" de ellos para liderar un nuevo proyecto político. Esa opción no inquieta ni en Ferraz ni en la Moncloa. El presidente animó al líder del PP a hacerlo: "Máximo respeto", "incluso sería una buena oportunidad para que el señor Feijóo planteara una alternativa de gobierno que a día de hoy no se conoce".

Sánchez podía sentirse seguro este jueves. Porque, pese a unas negociaciones complejísimas y hasta agónicas, podía anotarse una victoria política poco previsible apenas unas horas antes, y menos en un tema tan divisivo como la política fiscal. Pero ese galón apenas podían saborearlo el Gobierno y el PSOE, aunque intentaban, en la dirección del partido, desdramatizar: "También el caso Tito Berni iba a tumbar al Ejecutivo. Y no pasó nada. Esto no preocupa nada. Y sí, llevamos seis años con la vida complicada". "Cada semana es como un dolor de muelas, y encima esta con la tensión de la reforma fiscal y para rematar aparece Aldama", lamentaban por su parte en una formación socia de la coalición. No es la primera vez que pasa: en un momento complicado, Sánchez logra recomponer su mayoría. Con dificultades, con muchos equilibrios a izquierda y derecha. En el peor día, tal vez, pero a la Moncloa le bastaba.