Es viaje gélido que puede terminar en la cocina de su casa. Lo recorren de la mano el frío y el gas. Comienza en las profundidades de la tierra y continúa en gigantes buques gaseros, en sus depósitos a temperaturas en las que el frío alcanza temperaturas difíciles de imaginar. La ciencia y la tecnología les une primero y les separa después. Hasta ahora, lo hacía dando uso y vida al gas y haciendo desaparecer al frío. Pero eso se ha terminado. Nuestro país será el primero del mundo en el que el frío de los buques metaneros que transportan gas licuado no se eche a perder, sino que se capture, se distribuya y alimente los sistemas de refrigeración de complejos urbanos como el de Mercabarna, el mercado de abastos de la ciudad condal, oficinas, edificios públicos o domicilios particulares.   

Hasta ahora, la única experiencia similar se había desarrollado en el ámbito industrial en Japón. Sin embargo, las compañías energéticas Veolia y Enagás han logrado convertir el puerto de Barcelona en el primer centro urbano capaz de recuperar el frío residual que acompaña al gas natural licuado de los buques metaneros.

El proceso por el que se obtendrá una nueva energía limpia hasta ahora desaprovechada es sencillo. Comienza en la extracción del gas y culmina en su última fase de aprovechamiento como energía de refrigeración. Tras la extracción del gas natural de los yacimientos de origen, en las plantas de licuefacción a las que se transporta se le somete a un proceso de enfriamiento. Es entonces cuando el gas se convierte en líquido, en gas natural licuado (GNL). El proceso lo reduce en volumen de modo extremo y lo enfría a -160 grados centígrados. Una vez inyectado en el buque metanero y éste llegad al puerto de destino, el gas se somete a un proceso para atemperarlo, casi ‘descongelarlo’ bajándolo a -20ºC de temperatura. Es entonces cuando pierde su condición líquida. Hasta ahora, el gas resultante se inyectaba a la red, pero el frío que había hecho posible todo el proceso se perdía.

Siete puertos con plantas regasificadoras

El nuevo sistema presentado ayer por Veolia y Enagás, en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, permite ‘capturar’ el frío para introducirlo en una ‘caja de frío’ en el que el fluido que incorpora se enfría automáticamente y permite canalizarlo e inyectarlo a una red de distribución como componente refrigerador.

A través de una red de 4,5 kilómetros se podrá suministrar no sólo a complejos como Mercabarna, sino también a empresas y particulares de un área de influencia de esta red. En esta primera experiencia innovadora será el sur de Barcelona y parte de L’Hospitalet de Llobregat las zonas que se podrán beneficiar. Abarcará complejos como la Feria de Barcelona, oficinas de la Generalitat de Cataluña, empresas y equipamientos públicos.

De esta manera, en el caso de Mercabarna el frío residual recuperado de los buques metaneros permitirá facilitar la refrigeración necesaria para los puestos de frutas, verduras, pescados y carne de uno de los complejos de distribución, importación y exportación de alimentos más grande de Europa.

La pretensión de los promotores de esta iniciativa es poderla replicar en los otros seis puertos con plantas regasificadoras de nuestro país: Bilbao, Gijón, Sagunto, Mugardos (Galicia), Huelva y Cartagena. Incluso se apunta que a medio plazo la iniciativa se podría implantar en los 150 puertos de regasificación del resto del mundo.

Recuperar el frío y el calor

Se trata de una nueva alternativa energética hasta ahora sin explotar y que sólo en el caso del proyecto presentado para el puerto de Barcelona genera 131 Gigavatios hora de energía al año de una energía sostenible, baja en carbono. La consejera delegada de Veolia, Estella Brachlianoff subraya que supone un paso más para evitar la “pérdida de energías” sostenibles y la recuperación del frío y del calor se presentan como alternativas interesantes “que abren un enorme potencial en Europa y a escala internacional”.

El consejero delegado de Enagás, Arturo González, destaca que iniciativas como ésta suponen un paso importante en el campo de la innovación y la sostenibilidad energética “en nuestros procesos industriales”: “Permitirá acceso a un frío sostenible y competitivo para las industrias y los consumidores”.

La primera teniente alcalde de Barcelona, Laia Bonet, afirma que de esta manera Barcelona se convierte en una de las ciudades más sostenibles al apostar por un proyecto pionero que sitúa la ciudad en el centro de la innovación y la eficiencia energética: “Estos nos permite a las ciudades afrontar los retos del cambio climático, retos que debemos transformar en generación de nuevas oportunidades”.