Aseguraba que no se iba a rendir. Insistía en que no tenía miedo a quien le colocara Ferraz enfrente. Repetía que lo importante era ir paso a paso, "hacer las cosas bien", defender tus convicciones, pensar que el partido "no es una secta, ni una familia". Contaba que cuando llegó al liderazgo del PSOE-M hace justo tres años, en 2021, una ambición que siempre había acariciado, no planteó un proyecto a corto plazo, sino un trayecto de largo aliento, que tenía que germinar e ir creciendo, asentarse, sin prisas. Que la militancia madrileña se había cansado del constante trasiego de secretarios generales, todos amortizados a la primera tras una victoria de un PP que tiene en la región y en la capital su fortín histórico e impenetrable.
Juan Lobato (Madrid, 5 de noviembre de 1984) quería dar la batalla para continuar. Para revalidar su puesto de jefe del PSOE-M. Sí o sí. Como fuera. Nada le iba a disuadir, decía, salvo que su partido postulase "un Barack Obama", un candidato indiscutible, un ministro de mucho peso capaz de batir a Isabel Díaz Ayuso.
Pero, al final, Lobato cayó en la lona. Fue este miércoles, pasadas las dos de la tarde, tras cerca de 72 horas de presión interna máxima y a dos días de comparecer como testigo ante el Supremo. Remitió un comunicado en el anunciaba su decisión de no continuar como secretario general de los socialistas madrileños. Un portazo lleno de reproches emboscados a Ferraz y a su partido, por sostener una política de "destrucción del adversario" y de "aniquilación del que discrepa" en la que no cree y con la que no se identifica. No avanzaba, eso sí, qué hará con su doble escaño, el de diputado autonómico y senador, aunque en su entorno más próximo dan por hecho que, al menos de momento, retendrá las dos actas, lo que le permitirá mantener su aforamiento ante el Supremo en caso de que resultara imputado.
En cuanto se supo que fue a la notaría para registrar una conversación con su compañera Sánchez Acera fueron cayendo los apoyos y la comparecencia desafiante del martes fue "el (auto)remate"
Lobato, verso libre de los socialistas, otra apuesta para Madrid consumida en la hoguera política más poderosa, salía de escena. Y lo hacía, explican la casi veintena de dirigentes consultados, por la pérdida brutal de apoyos internos. Por la extrañeza e incomprensión que generó entre los cuadros su decisión de acudir al notario para que quedara registrada una conversación por WhatsApp con su compañera Pilar Sánchez Acera y sus explicaciones posteriores. Por la presión que también ejerció su círculo más próximo. Incluso por su "aversión al conflicto". Razones que le llevaron a cambiar de opinión en las últimas 24 horas. El martes, cerca de las diez de la mañana, no solo se aferraba al cargo, sino que denunciaba el "linchamiento" de "algunos dirigentes" de su partido —"que diga quiénes", le retó el secretario de Organización federal, Santos Cerdán— y deslizaba que quizá la Moncloa le tendió una trampa. Una comparecencia desafiante que fue "el (auto)remate", resumía un dirigente, lo que apuntaló su "soledad".
El miércoles, era él mismo quien tiraba la toalla. Automáticamente, se ponía en marcha el procedimiento interno de reposición: este jueves, la dirección de Pedro Sánchez nombrará una comisión gestora que presidirá, según todas las fuentes consultadas, la diputada nacional Isaura Leal, muy cercana al jefe del Ejecutivo, presidenta de la cúpula saliente del PSOE-M y presidenta de la última gestora regional, la que se nombró en mayo de 2021 para cubrir la dimisión del anterior secretario general, José Manuel Franco. Leal será la que liderará el proceso hasta la celebración del congreso regional, el 1 y 2 de febrero. El camino ya está expedito para el candidato oficialista, el aupado por el presidente: Óscar López, desde septiembre ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública.
Ferraz nombra este jueves una gestora que presidirá Isaura Leal, muy cercana a Sánchez, presidenta de la cúpula regional saliente y presidenta de la dirección interina que siguió a la caída de José Manuel Franco
En Ferraz se vieron sorprendidos por la abrupta retirada en combate de Lobato aunque, como muchísimos dirigentes en el PSOE-M, lo veían sentenciado, "muerto", desde que Abc publicó la noticia que ha acabado devorándole. El hasta ahora líder de la federación madrileña acudió al notario a primeros de noviembre para que quedara constancia de sus mensajes intercambiados con Sánchez Acera meses antes, el 14 de marzo. Ella, que entonces era la directora de Gabinete de Óscar López, a su vez jefe de Gabinete de Pedro Sánchez, le pasó una captura de la comunicación confidencial entre el letrado de la pareja de Díaz Ayuso, Alberto González Amador, y el fiscal encargado del caso. No informó a nadie de su entorno de su controvertida decisión. Ni siquiera a su secretaria de Organización, su número dos, Marta Bernardo.
Según la primera versión de Lobato, lo que pretendía con su movimiento era certificar que el origen de ese pantallazo era "lícito", que venía de los medios, pero no avisó con antelación a Sánchez Acera. Ella se enteró de que él había acudido a un notario de la capital el mismo domingo, cuando Abc publicó la noticia. El martes, Lobato sugirió que "vista la reacción" interna, parecía que "se dudara sobre la veracidad" de lo que se le dijo. Es decir, que el origen podía proceder de una filtración —de la propia Fiscalía— y que la Moncloa podría querer que lo usara, sabiendo de los riesgos que comportaba utilizarlo en la Asamblea contra la presidenta madrileña. Por ese cruce de WhatsApps custodiados ante notario el exbarón autonómico ha sido llamado a declarar como testigo ante el Supremo este próximo viernes, justo cuando arranca en Sevilla el 41º Congreso Federal del PSOE.
Tras lo conocido el domingo, prácticamente imposible
Incluso los colaboradores más próximos a Lobato reconocen que sus apoyos habían ido diluyéndose desde el domingo. Habían huido. En su círculo más próximo había quienes entendían que debía dimitir, que no tenía salida. Ellos mismos no comprendían, como nadie en el partido, cómo era posible que el jefe del PSOE-M hubiera acudido al notario, un gesto de "deslealtad" hacia una compañera de partido, Pilar Sánchez Acera, un miembro además prominente de su propia ejecutiva regional, como secretaria de Política Institucional, la cuarta en el escalafón.
Que perdiera apoyos es más que posible. Es verdad que para mucha gente la primera explicación que dio de lo ocurrido no era comprensible", admite un dirigente del círculo más próximo
"Que perdiera apoyos es más que posible. Es verdad que para mucha gente la primera explicación que dio de lo ocurrido no era comprensible. Yo de hecho habría dimitido antes. La segunda explicación [la del martes], en la que desliza una sospecha, al menos encaja", relata uno de los integrantes de su círculo más próximo. "Antes de todo esto, Juan habría podido ganar sobrado a Óscar. Después, posiblemente no", asume este mismo dirigente, también parlamentario autonómico, que recuerda, no obstante, que él solo ha dado un paso al lado, sin renunciar a recuperar el liderazgo del PSOE en un futuro. "Él va a levantar una bandera, la de la política en la que cree, la del respeto y la educación, y no debe empezar perdiendo", razona esta misma fuente.
"Nadie ha entendido nada. Ha pesado eso, y la declaración incomprensible del martes —coincide un miembro de la ejecutiva regional saliente—. También que ha perdido apoyos y que los más cercanos le desaconsejaron que siguiera. Antes de este movimiento, si Ferraz le hubiera presentado candidato, yo creo que mucha gente le hubiera secundado. La verdad es que Juan no se merece una salida así, es muy injusto. Pero sus últimos movimientos son incomprensibles. Ni los más cercanos sabían nada. Hay un movimiento que ni los que le queremos podemos entender. Y después de lo que salió el domingo, ya lo tenía muy difícil".
Se ha dado cuenta de que no tenía apoyos ni para los avales", indica un diputado. No salieron en su defensa estos días ninguno de los alcaldes importantes que le respaldaban: ni el de San Fernando de Henares, ni el de Parla, ni el de Coslada
"Lo que ha pasado es que se ha dado cuenta de que no tenía apoyos ni para los avales. El martes estuvo hablando con algunas agrupaciones relativamente grandes que supuestamente le apoyaban y vio que no le seguían", relata otro diputado regional. Lobato se fue encontrando con más y más deserciones. Algo que era inasumible si quería emprender una batalla contra Ferraz y contra su candidato, Óscar López. En los últimos días, ni siquiera los alcaldes de los municipios más grandes que le respaldaban de manera incondicional, como los de San Fernando de Henares, Javier Corpa; Parla, Ramón Jurado, o Coslada, Ángel Viveros, salieron a defenderle públicamente. Este miércoles, el propio Corpa, en declaraciones a El País, elogiaba la capacidad de trabajo de Lobato, su calidad humana, lamentaba que no hubiera cuajado su proyecto. Pero a la vez definía su dimisión como la decisión "correcta".
"Se quedó solo", concluye un veterano responsable que conoce la federación como la palma de su mano. Otro parlamentario regional comparte el análisis: "Ya empezaba a haber presión de los militantes, y todo fue a peor el martes. El domingo cundía el shock, el lunes él hizo tournée por los medios hasta que el Supremo le llamó, pero ya el martes denuncia el linchamiento y algunos ya se manifestaron indignados con Juan". "El punto de inflexión fueron sus declaraciones de ayer [del martes]. Lo del notario no se entendía, pero no fue determinante, lo del martes sí y se quedó sin apenas apoyos para ir a unas primarias. Y fue un error victimizarse", comenta un relevante cargo institucional.
Para una alcaldesa, es "difícil saber con certeza" qué pesó más en Lobato, "pero tenía poco apoyo, y varias personas de su entorno y de relevancia le habían dicho que lo mejor era dimitir"
Para una alcaldesa del cinturón rojo, es "difícil saber con certeza" qué pesó más en Lobato, "pero tenía poco apoyo, y varias personas de su entorno y de relevancia le habían dicho que lo mejor era dimitir". "Y suma", continúa, "la presión de ir al congreso este viernes a Sevilla... un bochorno". Lobato tenía previsto encabezar la delegación madrileña —89 integrantes— pero muchos ya habían advertido de que iban a rehuir la foto con él. "Supongo que revisó sus fuerzas y comprobó que se quedó solo. Lo cierto es que nadie salió en su defensa, y esa es la prueba del algodón que nunca falla", agrega otro responsable muy fogueado en la vida interna madrileña. Más simple: lo que detectó fue la posición contraria "de la amplia mayoría de su ejecutiva", sintetiza un dirigente federal de primer nivel conectado con la Moncloa. Lo que sintió Lobato, en definitiva, era "el vacío", como lo expresa un peso pesado de la federación. El aislamiento.
Reordenar el PSOE-M, la primera tarea de la gestora
A todas estas razones, desde su círculo más íntimo añaden esta otra: "Juan tiene aversión patológica al conflicto. Tiene espíritu conciliador hasta límites insospechados. Imagina lo incómodo que estaba con este nivel de enfrentamiento". De hecho, en su comunicado justifica su salida como remedio para frenar "una situación de enfrentamiento y división grave" dentro del partido. A otros responsables no les cuadra demasiado esa explicación, porque "precisamente la primera lección del manual de la política es saber gestionar el conflicto". "Es verdad que no le gusta gestionar el conflicto y por eso tomaba a veces malas decisiones. Pero, para no querer el conflicto, ¿qué ha estado haciendo en estos últimos días? Porque incluso su comunicado final está lleno de críticas al partido. Y hemos alucinado", apunta un experimentado líder de una agrupación de la capital.
En su círculo insisten en que "no se han cuantificado ni se ha preguntado" por los apoyos, que debía tomar una decisión antes de acudir al Supremo y que "a futuro es lo mejor"
En el círculo de confianza de Lobato, insisten en que lo que más ha pesado en él no es que hubiera perdido apoyos. "Es que no se han cuantificado ni se ha preguntado", defienden. Simplemente, explican, reflexionó en frío y vio que era mejor apartarse, irse a tiempo para no hacer daño al partido. "Decide que antes del viernes debe tomar una decisión y valora que a futuro es lo mejor", apunta un dirigente que lo ha respaldado hasta el final.
Los que conocen muy bien a Lobato reconocen que los últimos tres días han sido infernales para él. "No ha estado bien, no era una situación normal, estaba muy preocupado", expresa una integrante de su dirección. El lunes, tras la vorágine de entrevistas en teles y radios —era un líder que no rehuía el contacto con la prensa, incluso la hostil, la de derechas, una cercanía a medios conservadores que en su partido le recriminaban—, fue llamado a declarar por el Supremo y se hundió en el silencio. El martes reapareció para su declaración en la Asamblea, después de intercambiar impresiones con sus colaboradores más cercanos. Para el miércoles, tenía prevista una charla en la agrupación de Tetuán, en la capital, una más en su gira por las asambleas locales, para preparar el camino de las primarias, que canceló por la mañana.
Este viernes, será un día clave. Declarará ante el tribunal y en el partido no descartan que él y Sánchez Acera puedan acabar imputados. Y, si fuera así, sería otro mazazo en una semana horrible para el PSOE y para el presidente. Por la tarde, comenzará en Sevilla el 41º Congreso Federal. Ni Lobato ni Bernardo, su dos, viajarán hasta la capital andaluza. Quién liderará a los socialistas madrileños será la presidenta de la comisión gestora que Ferraz nombrará, previsiblemente, este mismo jueves: la diputada Isaura Leal. Ella será la interlocutora del PSOE-M ante el presidente Sánchez y la que reordenará el partido antes de la esperada llegada de Óscar López, presumible nuevo líder sin rivales internos. Para antes del pleno de la Asamblea del próximo jueves, por cierto, deberá elegir nuevo portavoz parlamentario. Y ya hay nombres que circulan: los de Jesús Celada, Fernando Fernández Lara o Javi Guardiola. Más improbables es Mar Espinar, uno de los respaldos más fieles de Lobato. En paralelo, la cúpula interina habrá de organizar el cónclave regional, programado, si no hay cambios, para el 1 y 2 de febrero de 2025.
La gestora, la cuarta en lo que va de siglo en el PSOE-M, deberá elegir nuevo portavoz en la Asamblea. Suenan los nombres de Jesús Celada, Fernando Fernández o Javi Guardiola
Se pone en marcha así la cuarta comisión gestora del PSOE-M en este siglo. La primera, en 2007, la presidió Cristina Narbona, tras la dimisión de Rafael Simancas por los malos resultados electorales. En 2015, el propio Simancas presidió la dirección interina que sucedió a la caída, ordenada por Sánchez, de Tomás Gómez. En 2021, José Manuel Franco también renunció por otros malos resultados electorales, los de las autonómicas de mayo, y quien asumió las riendas fue Isaura Leal. Ella ahora vuelve a conducir provisionalmente la federación madrileña. Un territorio comanche, áspero y desesperado por la falta de un poder, el de la Comunidad de Madrid, que se escapó de sus manos en 1995, hace casi 30 años. Como sostiene con amargura un miembro de la cúpula saliente, entre todos el PSOE se ha convertido en una "organización imposible", en la que hay "unas dinámicas tóxicas con objetivos internos y no externos, donde se ha normalizado deponer a un secretario general cada tres años". El último en caer, en este caso por un error propio, por un suicidio inexplicable, ha sido aquel Juan Lobato que siempre aseguraba que no se dejaría vencer.
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