En política convergen diversos elementos más allá de las ideas. Cada vez ocupan mayor espacio los sentimientos, la emotividad, los liderazgos. Mientras el PSOE cierra filas este fin de semana entorno a Pedro Sánchez en su 41º congreso federal, la izquierda a su izquierda tiene por delante un reto mayúsculo, que es volver a conectar con su potencial electorado y hacerlo lo más unida posible para ser influyente tras décadas de división e intentos de aglutinación. Aunque por el momento hay diversidad en los planes de las principales fuerzas nacionales capaces de ser el vehículo: Podemos, Izquierda Unida (IU) y el Movimiento Sumar, que es el último que lo ha intentado, consiguiendo conservar la participación e influencia dentro del Gobierno como sucesor de Unidas Podemos.
Dentro de estas fuerzas que pueden marcar el camino al resto o sustentar notablemente un futuro proyecto junto al respaldo secundario de fuerzas como Más Madrid, Catalunya en Comú o Compromís, no hay liderazgos que no hayan pasado ya por la primera línea política y sufrido deterioro por actividad, hechos puntuales, crisis o acciones personales. Tampoco se percibe una intencionalidad por ahora de promocionar a otros ajenos a la opinión pública. Podemos e IU tienen una línea clara con dos nombres de referencia. Únicamente Movimiento Sumar tiene pendiente el relevo orgánico del partido, al que Yolanda Díaz no volverá a aspirar, pero eso no quita que la principal referente en la acción del Gobierno, en una especie de bicefalia, no pueda o quiera volver a optar a ser candidata para unas generales.
Todo pasará sí o sí por un proceso de primarias. Es lo que vienen reclamando la mayoría de fuerzas y algo que no permitió la urgencia electoral de 2023. Además, unas primarias sin vetos cruzados. También está claro que, de avanzar a ese nuevo espacio de confluencia, no llevará por delante las siglas de Sumar.
Aún está presente la vieja guardia: Díaz, Montero, Maíllo
Un liderazgo fuerte se complementa con carisma, que se construye con presencia mediática generalmente. Pablo Iglesias gestó el suyo en los platós de televisión [lo intenta mantener, a título personal con Canal Red, pero dejándose ver, por ejemplo, por RTVE]. Díaz ascendió y construyó su propio carisma ligado a su gestión en la cartera de Trabajo, pero en su despunte tuvo notable influencia ese 'traspaso' de carisma por Iglesias al designarla como sucesora. Un error, reconocen ahora en Podemos, incluso el exsecretario general. La ausencia de ese carisma es patente dentro del Movimiento Sumar, del que solo se podrían señalar dos perfiles algo más fuertes que podrían ser promocionables como alternativa a Díaz si decidiese abandonar. Son, de hecho, quienes apuntan a tomar el relevo orgánico de Díaz.
Primero, el ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Aunque es parte de la cuota verde de los comunes, por Cataluña, la vinculación al espacio es clara. Además de estar ya en el Gobierno, es portavoz de Sumar y ya tiene experiencia parlamentaria por su paso por la Eurocámara nueve años entre 2014 y 2023, donde fue en la última legislatura vicepresidente del grupo de Los Verdes. Segunda, Lara Hernández, ex de IU ligada a las etapas anteriores de Cayo Lara —con quien concurrió en listas a las europeas— y Alberto Garzón, con quien participó en los procesos para la alianza con Podemos en 2016. Fue fundamental para el paso a Unidas Podemos. Sin Díaz, pese a todo, el papel que tendría Movimiento Sumar será mucho menor.
Podemos, aunque combativo, muestra carencias importantes en lo que a cuadros internos se refiere. Si se atiende a la cúpula del partido, el Consejo Ciudadano Estatal, más allá de la secretaria general Ione Belarra e Irene Montero en primer nivel, no hay otros liderazgos carismáticos. Destaca a nivel parlamentario, por visibilidad, el portavoz y coordinador del partido en Murcia, Javier Sánchez Serna, el secretario de Organización, Pablo Fernández, o la coordinadora en Madrid y eurodiputada Isa Serra. Todos están vinculados a Podemos desde el principio. En el caso del los morados, con todos, no hay duda alguna de qué perfil será quien se presente: Montero. Se complementará con Belarra a los mandos de lo orgánico como secretaria general.
No hay duda de que Montero será la candidata que proponga Podemos independientemente de la fórmula escogida para las próximas generales. Tiene la espinita clavada
La exministra de Igualdad, Montero, tiene la espinita clavada desde las generales del año pasado, por su veto por parte de Díaz en la candidatura de Sumar, añadido al de entrar en el Gobierno para repetir en Igualdad. Las europeas, en las que arrastró más de medio millón de votos, fueron una prueba de fuego, un sondeo a las masas para verificar que cuenta con respaldo. El escaño europeo le permite seguir anunciando o promoviendo medidas que se impulsen, pero Montero ha comenzado un proceso de promoción claro. Primero con la publicación de su libro en el que arremete contra Díaz. Segundo, dando el paso a las tertulias de televisión, como colaboradora en tertuliana Todo es mentira, el programa de Risto Mejide. Con Montero, Díaz no puede ceder salvo que quiera apartarse de la vida política. Ninguna, en todo caso, aportan novedad más allá del reconocimiento con el que ya cuentan. Habrá que ver si Podemos renuncia a un proyecto de agenda propia, como parecen apuntar, y se abren a colaborar nuevamente, como pide IU, junto a todas las fuerzas.
Mucho menos IU. La sucesión de Garzón si bien a renovado internamente, no ha traído nuevos liderazgos, sino perfiles históricos de la organización como Antonio Maíllo, el actual coordinador federal y exlíder en Andalucía, el feudo, junto Asturias, de más peso y relevancia de los izquierdistas. Su carrera viene de lejos, desde que a principios de los noventa se convirtió en concejal de San Lucar de Barrameda.
Públicamente, solo Sira Rego, su competidora en las primarias de mayo y respaldada por el 20% de la militancia, uno de los rostros a promocionar. Además, Rego es cuota de gobierno como titular de Juventud e Infancia. Consultadas fuentes del espacio, éstas alejan la posibilidad de apreciar posibles candidatos. "Estamos en la reorganización de lo que hoy es Sumar, vamos poco a poco", dicen. Maíllo, con todo, es el que está liderando este proceso de reconversión para hacer una colaboración más horizontal y sin predominios. Difícilmente cederá a ser el elegible en esas futuras primarias. De hecho, él mismo ha iniciado un nuevo proceso de escucha, que le ha llevado ya a Navarra y Euskadi, donde se ha reunido con el líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi.
Un elemento importante a tener en cuenta es que dependiendo del momento en el que se vaya a generales, si el año que viene por ejemplo no hay presupuestos, más adelante, o ya al cumplimiento de la legislatura en 2027, más fácil o más complicado será conseguir una propuesta más fuerte. Pero el estado político de la izquierda es la desgaste ligado a la última experiencia de poder, la máxima de su historia en democracia con dos legislaturas de gobierno.
Maillo lidera el primer proceso de escucha iniciado después de la edificación de Sumar, lo que deja claro que aspira a tener un papel protagonista
Públicamente, en el ámbito de la sociedad civil, tampoco hay un liderazgo social que despunte para el espacio y que pueda ser capitalizado con fines electorales. Recientemente, en las europeas, se ha apostado por exdiputados como Jaume Asens o perfiles desconocidos como la exdirectora de CEAR, Estrella Galán, que ejemplifica que sin ese reconocimiento es más complicado encaminar una campaña. Marta Lois, ni si quiera con promoción en el Congreso, logró sacar escaño en las gallegas, igual que Alba García en Euskadi.
El contexto social tampoco ayuda a ese impulso, ni con la amenaza dentro del marco progresista de que la derecha y la ultraderecha impongan desde un hipotético gobierno recortes sociales. El desgaste de poder, de perfiles es patente y pasa factura, como todo ciclo en política.
Precisamente, la gobernanza de la izquierda a quien viene agitando es a los sectores más radicales de la derecha, en redes, frente a Ferraz. Al margen de las protestas por el precio de la vivienda, la temperatura no es la misma que en 2012, cuando se promocionaron ligadas a las mareas, los liderazgos de Ada Colau con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). En un ambiente más conservador, donde lo punk es lo contrario a lo progresista, ponerse de frente a lo woke, ha habido intentos de afianzar nuevas marcas a la derecha del PSOE de Sánchez, como Izquierda Española, de la mano del abogado laboralista Guillermo del Valle. Incluso en el PSOE, el mando de Sánchez será complicado de relevar una vez de un paso al lado o sea derribado.
La crisis de Sumar, al mismo tiempo, atraviesa a la de sus componentes. El ejemplo más claro, es Catalunya en Comú, que debe reconducirse ahora sin Colau precisamente, bajo unas desconocidas Gemma Tarafa y la diputada Candela López. Más Madrid tiene como oferta política a Mónica García, curtida en la Asamblea madrileña, oposición a Isabel Díaz Ayuso, y además en el Consejo de Ministros como titular de Sanidad. Aunque la pérdida de ese liderazgo en Madrid, que es la prioridad de los de García, no deja como descartable un retorno para recuperar presencia pública. Compromís igualmente prioriza la Comunidad Valenciana y tampoco tiene promocionables.
Las bases de una década, degradadas con Errejón
Esta crisis de liderazgos de izquierda se agrava por la caida en desgracia del ex de Podemos, Más País e integrado en Sumar con las competencias de portavoz parlamentario, Íñigo Errejón, por el escándalo de actuaciones machistas y supuesta agresión sexual. Las marcas políticas conscientes de la situación de Errejón o de actuaciones reprochables en el pasado, desde Podemos a Más Madrid, pasando por la propia Díaz, no solo dejan tocados a esos actores por no expresar públicamente lo que ahora ha supuesto un tsunami, mitigado por el aplazamiento del juicio tras la denuncia de la actriz Elisa Mouliaá. También supone un golpe ideológico para cualquier proceso de reflexión y replanteamiento.
Errejón fue la principal cabeza pensante de la estrategia del Podemos inicial, el que tomó impulso. Y tras un periodo desplazado, retomaba en Sumar ese papel, supervisando la composición de la ponencia política del proyecto. En un futuro replanteamiento, iba a estar en el centro prácticamente por descontado. Pero su escándalo, que mata al personaje, también a una forma de entender y tratar la política que con Colau, Iglesias o Garzón ha ido muriendo. Y deja muy tocada la credibilidad del espacio en torno a cuestiones capitales como el feminismo. Maíllo viene potenciando la reformulación del espacio al que Sumar y el resto de socios se abre. Podemos prioriza por el momento agenda propia. La pregunta esencial es si habrá dos izquierdas, cada una terminará yendo por su lado o se encajará un nuevo referente que aúne un proyecto único.
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