La crisis que ha terminado de manera fulminante con Juan Lobato como líder de los socialistas madrileños ha dejado a un sector crítico del partido más huérfano aún, sin recambio con el que presentar batalla a la actual dirección socialista y a Pedro Sánchez. Y no fue porque no lo intentara en las horas que transcurrieron entre la revelación periodística en ABC de la visita del dirigente madrileño a la notaría -con la que puso a buen recaudo de un fedatario público su conversación con la jefa de gabinete de Óscar López, Pilar Sánchez Acera- y la carta de renuncia del martes pasado.

Porque entre medias, en ese tiempo frenético, Lobato recibió muchos mensajes de apoyo de militancia madrileña de base; de alcaldes que preferían el anonimato antes que significarse políticamente ante una dirección federal que había dictado sentencia; de otros dirigentes territoriales también en el alambre y, asimismo, de un cuarto grupo, el que quizá podría tener más peso moral, esto es, miembros de la vieja guardia con el ex presidente del Gobierno Felipe González al frente, según ha podido saber El Independiente de fuentes de este sector.

Conservar poder territorial

Los mensajes le animaban a "aguantar y a plantar cara" a Pedro Sánchez, a no dimitir para intentar conservar las riendas del partido en Madrid, aunque le supusiera enfrentarse en unas primarias al candidato impuesto por Moncloa, esto es, el ministro de Transformación Digital y de la Función Pública, Óscar López. Era una cuestión no solo de resistencia y de rebeldía ante un líder todopoderoso que ha eliminado cualquier atisbo de crítica interna, sino también por la necesidad de conservar poder territorial con el que presentar batalla llegado el momento con cierta posibilidad de éxito.

Incluso alguno de esos mensajes apuntaban a que "denunciara ante los tribunales" los tejemanejes del centro de poder monclovita ante lo que para algunos se trataba de una "trampa" orquestada contra Lobato para removerle del liderazgo madrileño.

Hace tiempo que a Lobato se le relaciona con esa vieja guardia, entre los que se encuentra también Alfonso Guerra y José Bono, otrora enemigos, y algunos rostros del socialismo madrileño hoy desaparecidos de la política tras la estrategia de tierra quemada de la dirección federal socialista. Uno de ellos es Tomás Gómez, también achicharrado en el liderazgo del partido en Madrid a quien llegaron a cambiar las cerraduras de su despacho de la sede regional cuando le quisieron echar. "La presión que se habrá hecho desde Moncloa y Ferraz habrá sido infinita, una presión que es difícil de soportar. En estas circunstancias el 70% del entorno de Lobato se ha puesto de parte de Sánchez para apedrearle. Lo sé porque fue lo que me pasó a mí", dijo en Telecinco.

No ha sido el único en mostrar su apoyo público. Lo hizo también Nicolás Redondo Terreros afirmando que "Lobato es una buena persona y un buen socialista. ¿Por qué una buena persona, un militante significado se ha visto obligado a ir ante un notario? ¿Qué ambientequé climaqué silencio oscuro tiene que haber para que el secretario general de una formación vea como última solución ir a un notario para resguardarse sin perjudicar a su partido?".

La vieja guardia y los críticos se mueven ya en el escenario del post-sanchismo a la espera de acontecimientos

Pero quizá el más vehemente en la defensa de Lobato -ubicado también en esa vieja guardia, aunque por edad no lo sea- es el castellanomanchego Emiliano García-Page, uno de los pocos barones territoriales con el poder de una mayoría absoluta, lo que ha evitado su defenestración manu militari. Page apeló al riesgo de quemar "a marchas forzadas a muchísimo capital, gente joven, gente con mucha valía, que espero no se eche a perder", al tiempo que justificó que "ninguna militancia obliga a ser cómplice. Y yo creo que eso es lo que quiso evitar Juan Lobato, ser cómplice de nada".

En muy buena medida ese sector se ha instalado en un escenario post-Sánchez por mucho que los aplausos a su persona hayan sido atronadores desde Sevilla, con un cierre de filas casi total y absoluto al margen del contrapunto de dirigentes como Page o el líder del partido en Castilla y León, Luis Tudanca, a quien Ferraz también ha puesto en su foco. Fue otro de los que salió en defensa de su compañero de filas. "Diré que @juanlobato_es ha tenido y tiene mi respeto político y mi aprecio personal. Ha trabajado duro contra la derecha más extrema que se recuerda. Muchas veces solo. Otras contra todos. Nadie es imprescindible pero, donde sea, gente como él es necesaria", escribió en su cuenta de X.

Mantiene su acta de diputado autonómico y de senador abonando la idea de que "no se ha ido del todo"

Las fuentes consultadas por El Independiente explican que para esa vieja guardia Lobato es una de las pocas bazas que les quedaba visto el panorama en el partido. "Tampoco es que lo vean como el mejor de los aspirantes, pero con un Page muy escorado a la derecha, un Tudanca que pinta lo que pinta y un Lambán con su salud muy tocada, Juan Lobato era la única opción" y él se había dejado querer por ese sector díscolo que apela a las esencias del socialismo.

De momento, Lobato mantiene su acta de diputado en la Asamblea de Madrid y de senador por designación autonómica, abonando la idea "de que no se ha ido del todo y está dispuesto a ir la guerra" una vez pase la cita congresual socialista, la de los aplausos y los dientes, que diría Isabel Pantoja. Podría presentarse incluso a las primarias madrileñas para intentar, al menos, desbaratar los planes de Moncloa, cosas más raras se han visto. En su entorno más inmediato dicen, no obstante, que dejará el acta, aunque resulta llamativo que no lo anunciara en su extensa carta de renuncia. Pero todo es posible.