El Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional investiga a tres empresas españolas por participar en una supuesta trama para vender 44 drones al Ejército Nacional Libio (LNA) por valor de 14.298.000 euros. Parte de las aeronaves salieron de Madrid en julio del año pasado dirección a Valencia. Allí fueron montados en un avión hasta Barcelona y desde la capital catalana partieron hasta Bengasi, ciudad Libia. Antes pararon en Malta para dificultar el rastreo.
La UCE-3 de la Guardia Civil ha llevado la investigación. Esta unidad se dedica a tareas de información e inteligencia fuera de nuestras fronteras. Entre sus funciones está la lucha contra el contrabando de material de defensa y de doble uso -aquel que se puede usar para fines civiles y militares-. Las pesquisas comenzaron en noviembre de 2023, cuando se detuvo a un hombre libio, Josep Saad Fonte, persona de la máxima confianza del general Saddam Haftar, hijo del máximo responsable del LNA, el mariscal Khalifa Haftar.
En la trama para llevar los drones a Libia participaron tres empresas españolas, según el informe de la Guardia Civil al que ha accedido El Independiente en exclusiva. La primera es Shadow Lynx, radicada en Valencia, y dedicada a dar servicios de seguridad e inteligencia. Los investigadores la sitúan como la principal, ya que firmó el contrato con la milicia libia para llevar los 44 drones por casi 14,3 millones de euros. El trato incluía el envío de equipos para que pudiesen volvar, así como personal para formar y adiestrar a los militares del ejército. El acuerdo se hizo con la compañía AHM Investment, con sede en Emiratos Árabes, y que los investigadores sitúan como una empresa pantalla del LNA.
Las otras dos compañías españolas son Aeronáutica DTS y Duma Engineering. La primera, según la Guardia Civil, es la responsable de la fabricación y venta de las aeronaves, así como de enviar personal para montarlos y ponerlos a funcionar. La segunda participó en la creación del contrato, ya que conocía a todos los actores. Esta compañía participó en acuerdos posteriores con el LNA.
La situación en Libia es inestable e insegura desde hace años. En la actualidad coexisten dos gobiernos, además de numerosas milicias armadas. Uno de esos dos Ejecutivos lo dirige el autodenominado Ejército Nacional Libio, al que se le vendió el material de manera ilegal. Controla el 75% del territorio, incluidas la mayoría de las explotaciones petrolíferas donde varias empresas españolas tienen intereses. El LNA cobra "ingentes cantidades de dinero" para darles seguridad, y después lo usan para aumentar sus capacidades militares.
La tesitura en el país ha llevado al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a redactar hasta tres resoluciones desde 2011 por el que se prohíbe vender, suministrar, trasnferis o exportar material de defensa o de doble uso que sea destinado a la represión internar en Libia.
Visores térmicos
En la pieza principal de la causa, la Guardia Civil investiga a un grupo criminal liderado por los ciudadanos libios Josep Saad Fonte y Awad Ali Kumati. En el inicio de la causa, los agentes constataron que ambos llevaron desde el Aeropuerto del Prat, en Barcelona, 20 visores térmicos acoplables a fusiles de asalto hasta Bengasi, ciudad que funciona como capital del LNA. El transporte se produjo el 29 de abril de 2023 en el vuelo privado HMJ078 de la compañía Harmony Jets, usada por la trama para todos los portes. Junto a los libios viajó el ceo de Shadow Lynx, José Luis Rodrigo.
Una semana después, el 7 de mayo, se evitó en el aeropuerto de Valencia el envío de otros 80 visores térmicos, además de 103 miras holográficas. El plan, según la Benemérita, era sacarlos de España en el vuelo HMJ225 de la compañía ya nombrada. En la detención de Saad Fonte el 16 de noviembre de 2023, que se produjo en Madrid, se le intervino su teléfono móvil. Del análisis del terminal se desprende la investigación de los 44 drones.
El contrato entre Shadow Lynx y la empresa pantalla del Ejército Nacional Libio se firmó el 25 de abril en Valencia, sede de la compañía española. El acuerdo consistía en el envío de 12 Zarek V-350, dos Zarek V-600 y tres packs de 10 Bluefish, todos de Aeronáuticas DTS. Estos últimos son drones suicidas. Fuentes conocedoras aseguran que los Bluefish nunca se llegaron a importar, y que como mucho se enviaron seis o siete aeronaves. Lo firmado incluía entrenamiento, logística, estaciones de despegue y aterrizaje, antenas y el mantenimiento. Los libios recibieron su pedido en distintas fases.
Valencia-Barcelona, Barcelona-Libia
Para transportar la mercancía emplearon un modus operandi para eludir los controles policiales y fiscales, según aparece en la causa. Primero hicieron un vuelo nacional. El 31 de julio de 2023, los drones viajaron desde Valencia hasta Barcelona. Al día siguiente, sin cargar ni declarar mercancía alguna, el mismo avión partió hasta Bengasi, en Libia. Esta primera fase consiguió enviar un Zarek V350, además del personal necesario para hacerlo volar. Se pagaron 939.000 euros.
El segundo envío se produjo el Día de la Hispanidad. El 11 de octubre, los drones salieron desde Valencia a Barcelona. Un día después, viajaron a Sevilla y desde ahí a la capital del territorio que domina el LNA. En el contrato, los españoles tenían que enviar tres V350, un V600 y 10 Bluefish. Al final se exportaron cuatro del primer modelo. Poco antes de la detención de Saad Fonte, los implicados hablaban de cómo hacer llegar a los libios el dron V600 que faltaba.
Un tercer envío fue interceptada por las autoridades francesas. El 20 de diciembre de 2023, en el aeropuerto de Lyon, fue incautado un dron Zarek V600. La Guardia Civil sospecha que podría ser el segundo de este modelo comprado por el general Haftar. El vuelo tenía como pasajeros declarados al CEO de Shadow Lynx y varios de sus empleados.
"Las pegatinas para los pájaros"
El análisis del móvil de Saad Fonte ha permitido a la Guardia Civil reconstruir cómo fueron los días previos al envío de los drones. Las conversaciones entre el traficante de armas y los empresarios españoles han permitido colocar a cada uno en su escalafón correspondiente.
El 28 de julio, cuatro días antes del primer vuelo, Saad envió un audio a José Luis Rodrigo, el CEO de Shadow Lynx: "Acuérdate de las pegatinas que quiere el jefe para los pájaros... No te olvides, o me las traes en otro viaje si no están". La compañía española había hecho unas serigrafías con el emblema del LNA para ponérselas a los drones. El "jefe" sería el general Haftar, para el que trabaja directamente el libio.
Un día después, el 29 de julio, Saad le envió un documento pdf con las dimensiones del avión a lo que el español le contestó: "La caja no entra porque son 2.20 metros de largo. Yo creo que cabe pero desmontado, tengo que ver las alas, las alas hay que llevarlas arriba".
El 31 de julio, a las 19:34 horas, poco antes de despegar, José Luis Rodrigo le comunicó a su cliente que "enseguida salen, que está todo ok", en relación al vuelo de la primera fase del contrato. Su interlocutor le preguntó si estaba todo correcto, a lo que Rodrigo que "es un plan perfecto sin fisuras".
Hawala
El 4 y 5 de agosto, Rodrigo discute con Saad cómo pagarle su comisión por el contrato. En el mundo del tráfico de armas, ya sea legal o ilegal, las coimas son casi oligatorias. La segunda fase tenía un precio de 4,5 millones de euros, y el libio se quedó con el 15%. El pago se hizo por el método de hawala, un sistema financiero paralelo al bancario tradicional y muy utilizado en el blanqueo de capitales y en el mundo criminal.
Consiste en dar una cantidad en el país de origen a un hawaladar, que contacta con otra persona de su red en el país del destino. La persona que lo tiene que recoger en el segundo punto entrega un código o token para que le puedan reconocer. Lo más normal es que se use un billete de curso legal, ya que el número de serie es único en el mundo. Así se consigue que no haya rastro del dinero, ni de retiradas, ni ingresos ni transacciones.
El método del billete es el que uso Saad para cobrar. El 5 de agosto, antes de salir de España, Saad pidió a un trabajador de Shadow Lynx la foto de un billete de cinco euros. A continuación, envió la imagen a un teléfono de Emiratos Árabes, junto al contacto del empleado "al objeto de que pueda recibir en España el pago de los 500.000 euros", relata la Guardia Civil. Esa era su parte de comisión, a ojos de la Guardia Civil.
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hace 1 mes
Como en el tráfico de narcóticos y personas con objetivos sexuales, esto debe ser la punta del iceberg.
Buen trabajo de la GC y buena información de El Independiente