La familia real sueca ha estado este martes en la ceremonia anual de los premios Nobel en Estocolmo. Un habitual derroche de joyas y tiaras que este año contrasta especialmente con las polémicas que rodean a las demás monarquías europeas. La reina Silvia de Suecia ha destacado especialmente con tres de las piezas del conjunto de zafiros Leuchtenberg: la diadema, los pendientes y el broche.

Un espectacular juego de enormes zafiros con diamantes. El conjunto incluye además de la tiara, los pendientes y el broche un collar, que la reina Sofía luce a menudo. Fueron un regalo de la emperatriz Josefina a su hija, la princesa Augusta, duquesa de Leuchtenberg en 1823. Por su parte, su hija Victoria, heredera al trono de Suecia, ha escogido la llamada tiara Baden Fringe, una pieza de diamantes que ya se puso en este mismo evento en 2019 y que perteneció a la reina Victoria de Baden, mujer de Gustavo V.

El rey Carlos Gustavo de Suecia con su mujer, la reina Silvia, y detrás de ellos la princesa Victoria y su marido, Daniel, durante los premios Nobel en Estocolmo.
El rey Carlos Gustavo de Suecia con su mujer, la reina Silvia, y detrás de ellos la princesa Victoria y su marido, Daniel, durante los premios Nobel en Estocolmo. | EFE

Magdalena de Suecia, en cambio, ha apostado por la tiara Connaught. Una joya que obtiene su nombre de la princesa Margarita de Connaught, nieta de la reina Victoria, que se casó con Gustavo Adolfo de Suecia en 1905 y recibió como regalo por su enlace esta maravillosa pieza. Está hecha de diamantes y su diseño es especialmente romántico, puesto que está formada por cinco lazos inspirados en las ramas de la flor nomeolvides de los que cuelgan diamantes de gran tamaño. Mientras, y como es habitual, la princesa Sofía de Suecia se ha puesto la que es su diadema de boda, que ha personalizado con unos elegantes zafiros a juego con su vestido.

Los problemas de la familia real noruega no hacen más que crecer

Pero es curioso que, mientras la familia real sueca ha sacado sus mayores joyas de la caja fuerte, en la ceremonia de Oslo estaban los reyes Harald y Sonia de Noruega, junto a Haakon y Mette-Marit. Vestidos de manera sobria y casi informal y sin las imponentes tiaras de los de Suecia, los noruegos parecen venidos a menos tras los escándalos que han rodeado a la familia. Esta misma semana se ha conocido que Marius Borg Høiby, el primer hijo de la futura reina, se ha escapado del centro de rehabilitación de Londres donde estaba internado. No contento con eso también ha roto una de las órdenes de alejamiento que tiene desde que el pasado mes de agosto agrediera a la que era entones su pareja en un apartamento de Oslo.

De izquierda a derecha: el rey Harald, la reina Silvia, Mette-Marit y Haakon de Noruega, durante la celebración de los Nobel en Oslo.
De izquierda a derecha: el rey Harald, la reina Silvia, Mette-Marit y Haakon de Noruega, durante la celebración de los Nobel en Oslo. | Europa Press

Desde aquella primera detención, Marius Borg ha vuelto a ser arrestado en tres ocasiones. La última vez que fue detenido se le acusaba de una violación a una mujer no identificada, por lo que estuvo varios días en el calabozo. Pero todavía con esta situación mantuvo la libertad y no le fue retirado el pasaporte, por lo que volvió a la clínica de Londres de donde se ha marchado ahora.

La polémica de los españoles

Estos días, la familia real española ha estado bajo la lupa por su ausencia en la reinauguración de Notre Dame en París. Su agenda del fin de semana estaba vacía y no se conoce cuáles fueron los planes de la pareja. Según este periódico, Ernest Urtasun tenía un compromiso familiar, por lo que no podía asistir, y se desconoce el motivo por el que los reyes declinaron la invitación. En Monarquía Confidencial aseguran que Moncloa "impidió" que el monarca y su mujer asistieran, a pesar de que Zarzuela estaba preparada para que don Felipe y doña Letizia acudieran a la cita, a la que sí fueron otras monarquías europeas.

Una tirantez entre el Gobierno y la monarquía que recuerda a la que se vivió tras la visita de don Felipe y doña Letizia a Valencia en el primer fin de semana de noviembre. Una situación que terminó con los reyes cubiertos de barro y visiblemente consternados.

Los holandeses viven su propia versión de lo ocurrido en Valencia

Algo muy parecido a lo que le pasó a Guillermo y Máxima de Holanda. Este fin de semana los titulares de los medios holandeses señalaban que los reyes de Países Bajos habían estado de escapada en España con motivo del cumpleaños de su hija mayor, Amalia. Por lo tanto, no habían acudido a visitar la tragedia que había vivido la ciudad de La Haya el sábado. Hay cinco personas fallecidas y continúan las labores de búsqueda y rescate tras la explosión e incendio de un edificio.

A pesar de que los reyes enviaron un comunicado poco después de saber del incidente, en los comentarios de su publicación se pueden encontrar algunas críticas. "El rey de las fiestas no estuvo en La Haya hasta el lunes por la mañana porque estaba pasando unas vacaciones en España, el viernes con Vueling a Málaga y el domingo por la tarde de vuelta en un jet privado", asegura un seguidor.

Pero este martes su agenda continuaba. Los reyes de Países Bajos han recibido al presidente de Portugal en una visita de Estado cuya jornada ha terminado con una cena de gala. Es decir, Máxima de Holanda y su hija Amalia han sacado del joyero sus mejores piezas, que nada tienen que envidiar a las de los suecos. En particular la reina ha lucido la tiara Mellerio de rubíes con collar de diamantes y un espectacular vestido de Jan Taminiau que actuaba como joya en sí mismo. Su hija se ha puesto una diadema más modesta y juvenil como es la de estrellas.