Ya Pedro Sánchez denunciaba el pasado viernes que se sentía víctima del "acoso mediático, político" y también "judicial". No era, evidentemente, una reflexión pasajera ni menor. El sentimiento de que hay una acción concertada de una parte de la Justicia y del PP sigue muy presente. El presidente del Gobierno tiene, de hecho, la sensación de que la oposición "juega con las cartas marcadas". Es decir, que tiene información privilegiada y que eso le ayuda en su labor de combate al Ejecutivo.

Desde hace meses, la crónica política en España se escribe casi más a golpe de titulares de los tribunales sobre las investigaciones que se siguen contra el entorno más cercano a Sánchez. Por eso las causas judiciales afloran permanentemente en las conversaciones con él. Y eso ocurrió de nuevo durante su charla informal con los periodistas este miércoles, durante la copa de Navidad de la Moncloa. El Ejecutivo, con él a la cabeza, ha decidido entrar a la crítica a los jueces por hacerle el juego, cree, a la derecha. Un matrimonio de conveniencia que cada vez el presidente pinta de manera más clara, aunque no utilice la expresión lawfare, la que sí está en boca de su izquierda parlamentaria y de los independentistas catalanes.

Sánchez, en su conversación con los informadores, empezó lamentándose por la sesión de control al Gobierno de primera hora de la mañana, porque el PP orientó todas sus preguntas en un mismo sentido: la presunta corrupción que rodea al Ejecutivo, "ninguna pregunta de interés para el ciudadano". Él mismo recriminó a Alberto Núñez Feijóo que al final su promesa de cambio de estilo respecto a su antecesor, Pablo Casado, no se hubiera materializado, que la "política para adultos" que comprometió tras dejar la Xunta de Galicia, no existe.

Para el jefe del Ejecutivo, "no hay oposición política" en el PP, "la novedad" está en cómo "algún juez" contribuye a esa labor de oposición

"No hay oposición política", dijo, "ni hay política en la oposición". "La novedad" para él está en cómo "algún juez" contribuye a esa labor de la oposición. No citó a ninguno, pero un nombre obvio era el del magistrado Juan Carlos Peinado, el que abrió la causa contra su mujer, Begoña Gómez, una investigación que él y su equipo han reiterado que quedará "en nada", como se verá al final del camino. Tiempo al tiempo, ha venido insistiendo.

"El Gobierno —aseguró— ha defendido la autonomía del Poder Judicial. Pero cuando uno escucha al jefe de Gabinete de [Isabel Díaz] Ayuso o al jefe de la oposición [Feijóo] hablando de calvario judicial, tengo la sensación de que la oposición juega con las cartas marcadas, y eso me preocupa". Sánchez se refería a Miguel Ángel Rodríguez, mano derecha de la presidenta madrileña, que ha ido adelantando vía X (antes Twitter) decisiones judiciales. Es decir, que entrevé una connivencia de un sector de la Justicia con el PP, y eso es lo que asevera que le inquieta.

"No hay oposición política, es estéril, hace mucho ruido", agregó. El Ejecutivo es consciente de su precariedad parlamentaria, de que está en minoría, pero para el presidente allí donde el PP puede visualizar su alternativa "está fracasando", como se ha visto, dijo, con la gestión de la DANA en Valencia. "No hay oposición política. Es estéril, hace mucho ruido".

Buena parte de la charla informal con los periodistas estuvo protagonizada por los últimos gestos de Junts, socio imprescindible del Ejecutivo. Su petición de que Sánchez se someta a una cuestión de confianza, el acuerdo con el PP para suprimir el impuesto sobre el valor de la producción eléctrica. Para el presidente, pensar en cualquier acercamiento entre populares y posconvergentes, más allá de entendimientos puntuales, es "política ficción", porque a ambos partidos se les abrirían grietas. En la política catalana, a Junts, e internamente y con Vox, al PP. A su juicio, en lo que sí yerra la formación de Puigdemont es en "medir el estado de opinión de la ciudadanía catalana", que está a otras cosas, no a la confrontación. "Cuando se plantean pulsos al Gobierno", reflexionó Sánchez, tanto refiriéndose a Junts como a Podemos, los dos partidos que plantean más órdagos al Gobierno, "tienen que ser conscientes de que la ciudadanía ve que la amenaza es PP y Vox". Es decir, que se pueden pasar de frenada, porque a esa mayoría progresista que invoca lo que más le aterra es la llegada al poder de la derecha y la ultraderecha.

Asegura que es "política ficción" pensar en una alianza de PP y Junts, pero sí cree que los posconvergentes yerran al no saber medir el "estado de opinión de la ciudadanía catalana". No adelantará las generales

De cualquier modo, el presidente no cree en absoluto que la legislatura corre riesgo. Mantiene que presentará los Presupuestos Generales del Estado en el primer trimestre de 2025, y que los llevará al Congreso sí o sí, tengan o no apoyos para salir adelante. Y ante los periodistas insistió en que no tiene ninguna intención de adelantar las generales. Lo que pide Sánchez es desbrozar el grano de la paja: fijarse en el crecimiento de la economía cercano al 3%, en cómo el semanario conservador británico The Economist señalaba este miércoles a España como la mejor economía con mejor desempeño de la OCDE, como el país a la cabeza de las 37 economías más avanzadas del mundo, por encima de Alemania, Francia, Italia o Estados Unidos.

El Ejecutivo, explicó Sánchez, entrará en la harina de la negociación presupuestaria cuando concluya, este fin de semana, el congreso de ERC, cuando se resuelva la disputa por el liderazgo entre Oriol Junqueras y su ya único rival, Xavier Godàs. "Estamos en un Gobierno en minoría, hay que sudar la camiseta y el Gobierno está dispuesto a sudar la camiseta y más", verbalizó.

El Ejecutivo comenzará a negociar los Presupuestos cuando pase el congreso de ERC de este fin de semana. Sánchez está "dispuesto a sudar la camiseta y más" y presentará las cuentas sí o sí

Hace justo un año, en la copa de Navidad de 2023, el presidente avanzó que no le importaba reunirse con Puigdemont y con Junqueras cuando la ley de amnistía estuviera aprobada. Esa foto no se ha producido, también porque la norma no se ha aplicado todavía a ninguno de los dos dirigentes independentistas por decisión de los tribunales. Sánchez defendió ante los periodistas que verse con ambos sería un acto de "coherencia" con su discurso, que no tiene problema en hacerlo, pero en este tiempo se han celebrado elecciones autonómicas catalanas anticipadas —con las que no se contaba hace un año— y los congresos de Junts y ERC. "Lo importante es que la aprobación de la amnistía está hecha. Ahora estamos en fase de aplicación", expresó. El presidente viaja la semana que viene a Bruselas, al Consejo Europeo. ¿Podría verse allí con Puigdemont? "No, no está en agenda", respondió tajante.