La callada por respuesta. Es la estrategia adoptada por el gabinete de prensa del ministerio de Asuntos Exteriores español ante las reiteradas peticiones de información cursadas por El Independiente para tratar de esclarecer las causas del bloqueo que ha impuesto Marruecos a la apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla, el acontecimiento que José Manuel Albares vendió como el principal hito del histórico y controvertido cambio de posición del Gobierno en el conflicto del Sáhara Occidental.

La cuestión escuece y en el departamento de comunicación, dirigido desde abril por Antonio Asencio, han rehusado responder a las solicitudes de información de este diario, vulnerando así su deber de transparencia y rendición de cuentas. En una respuesta previa, el gabinete remitió a "las declaraciones públicas" del ministro pese a que Albares lleva meses sin proporcionar información actualizada al respecto.

Las preguntas que Asencio y su equipo de subalternos se han negado a responder son las siguientes: 1) Situación del proceso para la reapertura de la aduana de Melilla y apertura de la de Ceuta; 2) Razones para el retraso sobre las fechas inicialmente anunciadas; 3) Tareas pendientes en el lado español de la frontera; y 4) Previsión de las fechas de apertura de ambas aduanas.

El delegado del gobierno en Ceuta, Rafael García Rodríguez, en las inmediaciones de la frontera del Tarajal antes de la tercera prueba piloto de la futura aduana comercial entre España y Marruecos, a 25 de mayo de 2023, en Ceuta (España). | EP

Sin noticias en Ceuta y Melilla

En Ceuta y Melilla reconocen, en cambio, que no se han producido avances. Fuentes  de los gobiernos de ambas ciudades autónomas consultadas por este diario admiten que no han recibido información reciente, en la misma línea del mutismo cosechado por este diario.

En la declaración conjunta que selló la reunión de Sánchez con Mohamed VI en Rabat el 7 de abril de 2022, ambos países se comprometían a trabajar por “la plena normalización de la circulación de personas y de mercancías” así como el restablecimiento “de manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo”.

El pasado diciembre durante la primera visita bilateral de la recién estrenada legislatura, el ministro de Exteriores marroquí Naser Burita, deslizó en rueda de prensa con Albares que la apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla "no es un problema de compromisos o político, es un problema de implementación técnica" después de que Albares dijera justamente lo contrario: que por parte de España "todo esta listo". Y, un año después, Marruecos sigue en sus trece. Muchos dudan de que las abran. Sería reconocer unas fronteras que niegan.

La nueva relación con Marruecos preveía la reapertura de la aduana de Melilla y la creación de una en Ceuta. Se han efectuado tres operaciones de prueba entre los meses de febrero y mayo del pasado año, sin más avances.

El Gobierno de Sánchez prometió que sería una realidad a principios de 2023

La nueva hoja de ruta de las relaciones hispano-marroquíes tenía como principal objetivo garantizar la seguridad y evitar la asfixia económica que sufren las ciudades autónomas, especialmente alarmante desde la crisis sanitaria del Covid-19. 

El fin de la crisis diplomática se debía traducir, según Moncloa, en la reapertura de la aduana de Melilla y la creación de una nueva en Ceuta. A pesar de las repetidas expectativas del Ejecutivo de Sánchez de que fuera una realidad a principios de 2023, el hecho no se ha consumado entre declaraciones de un alto cargo alauí cuestionando la viabilidad geográfica de la aduana. 2024 acaba con pocas esperanzas.

A punto de cumplirse tres años del cambio de posición, Marruecos no ha torcido el brazo para la recuperación de la normalidad aduanera en Melilla y la creación de una aduana en Ceuta. El comercio de ambas ciudades autónomas siguen siendo asfixiado por Rabat a pesar de haberse cobrado el trofeo de la ruptura de 47 años de neutralidad activa del Gobierno español en el contencioso del Sáhara. Tampoco han cesado desde el lado marroquí las reivindicaciones por parte de altos funcionarios de su soberanía sobre Ceuta y Melilla, que consideran “presidios” dignos de ser liberados.