Parece ya una tradición que, con la llegada del Año Nuevo, se celebre en algún lugar de España una macrofiesta ilegal. Ocurrió en 2023, con la todavía sonada rave de La Peza, en Granada, y también en 2024, con una de todo menos silenciosa fiesta en Fuente Álamo (Murcia). Año nuevo, vida nueva, aunque algunos hábitos se mantienen: comer 12 uvas en Nochevieja, abrir regalos el 6 de enero y, entre ambas fechas, festejar en un descampado al ritmo de música electrónica que el 2025 ya está aquí.

Este año, la Big Fucking Party 2025 (como se conoce a esta fiesta no autorizada) se celebra en un polígono industrial cercano al aeropuerto de Ciudad Real. Un festejo convocado a través de grupos de redes sociales como Telegram y llevado en completo secreto. Las autoridades no tenían constancia de dónde iba a celebrarse hasta el mismo día de Nochevieja, cuando cientos de vehículos colapsaron la Autovía A-43 que une Ciudad Real con Puertollano en torno a las 21:30 horas.

Varios escenarios repartidos por el polígono permiten a los participantes, que llegan desde distintos puntos de España y Europa, disfrutar de manera ininterrumpida de la música tecno. Aunque quienes no deben disfrutarlo tanto son los vecinos de las localidades adyacentes, que a más de 15 kilómetros de distancia del lugar donde se celebra la macrofiesta escuchan perfectamente el conocido chunda chunda.

Daños ambientales por el festival

Los últimos datos evidencian que son ya en torno a 5.000 las personas congregadas este año en el festival, que han venido desde lugares como Italia, Francia o Alemania convocados a través de grupos de WhatsApp o Telegram. Y se espera que el largo fin de semana de Reyes congregue a otros muchos más. De momento, las autoridades no se plantean disolver la reunión y se contentan con que reine el orden dentro y fuera de la rave.

Ahora bien, este lugar de disfrute para unos cuantos, y de molestia para otros muchos, tiene un tercero en discordia: las aves esteparias de la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) 'Campo de Calatrava'.

Así lo han denunciado a Efe los profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) Rafael Ubaldo Gosálvez y Máximo Florín, que han visitado tanto la ZEPA como el lugar dónde se está celebrando la rave para medir el ruido y realizar un censo de especies protegidas, y han recordado que la fiesta se encuentra dentro del Área Importante para las Aves (IBA) del Campo de Calatrava de SEO-Birdlife, generando un ruido superior al sugerido por la OMS para conciertos y festivales en ámbito urbano.

En la zona más afectada de la ZEPA han registrado un máximo de 79,8 decibelios, y valores por encima de los 75 decibelios en la mitad del resto de la área de protección. De la misma manera, en una zona intermedia, más de la mitad de los valores han superado los 55 decibelios, debido a la llegada y salida de vehículos y al uso de pirotecnia.

Los profesores han asegurado que la rave está teniendo una importante repercusión en la conservación de aves esteparias, que ya se ven afectadas por el aumento de pesticidas y alambradas, por la pérdida de alimento debido a la industrialización agropecuaria, por la pérdida y fragmentación de su hábitat, por el cambio de usos del suelo y por el declive de las prácticas agrarias tradicionales, entre otros factores.

Temperaturas bajo mínimos, volumen en máximos

Así podría describirse esta edición del festival. Ciudad Real ha empezado el año con un frío helador que ha dejado temperaturas por debajo incluso de los cero grados. Un clima que se ha visto agravado por la espesa niebla que rodea el descampado en el que se celebra la Big Fucking Party 2025. Pero el frío no parece disuadir a los que han acudido a la rave para unos días de fiesta y baile. Abrigados pero sin inhibiciones.

Los asistentes de la Big Fucking Party se enfrentan a las bajas temperaturas con largos abrigos que no les impiden disfrutar de la fiesta
Los asistentes de la Big Fucking Party se enfrentan a las bajas temperaturas con largos abrigos que no les impiden disfrutar de la fiesta | EFE

En torno a los escenarios, los organizadores, que todavía no están identificados, permiten instalar puestos en los que vender souvenirs, ropa o artesanía. Solo con lo que se vende, los coordinadores de la rave recuperan lo invertido.

También se ven puestos improvisados de "pastillas, cocaína, ketamina, setas y marihuana", como puede leerse en el cristal de una furgoneta gris estacionada en el recinto.

Los asistentes no parecen estar preocupados en lo que al consumo de estupefacientes se refiere. Buena parte del público abandera el consumo de drogas como una experiencia más del festival, un must de la Big Fucking Party y una resistencia frente al tabú general que existe en torno a estas celebraciones.

Sin embargo, entre toda la marabunta de gente, objetos y drogas, reina el orden. "5.000 personas y no se ve ningún vaso en el suelo. Eso es educación y respeto. ¡Mi olé por ellos!", declara un usuario de la plataforma X, que seguro se alegrará al conocer que uno de los carteles del festival expone que "aunque vayas colocao, no dejes basura por todos laos".