"Habrá reducción de la jornada laboral en este 2025 por el bien de todos", predican desde el entorno de Yolanda Díaz cuando se le pregunta por las tensiones existentes en el seno de Gobierno y en la Moncloa a cuenta de este objetivo en materia de Trabajo, su competencia. Afines a la vicepresidenta segunda del Gobierno y líder política de Sumar [dejó el mando orgánico el pasado junio] lo acreditan así no como amenaza, matizan, pero sí como reclamo al cumplimiento del compromiso adoptado en el pacto de coalición: reducir a 38,5 horas el jornada en 2024, y culminándose a 37,5 horas semanales este año. La primera parte no se ha cumplido por los retrasos de negociaciones.
Desde la parte socialista del Gobierno, voces autorizadas cuestionan las formas de Díaz, las expresiones lanzadas y los condicionamientos. Recalcan que la disposición con la reducción es completa en el PSOE, pero que los tiempos deben dilatarse hasta que haya voluntad política por parte de actores que ahora la imposibilitan, caso de Junts. Algo que solo podría darse si se rasca algo o hay aproximamiento con una Patronal que, de momento, rechaza la propuesta de la ministra de Trabajo.
Desde Sumar insisten en que la empresa no cederá, y, ante el deseo de los socialistas de llevar bien atados los votos, muestran sorpresa y descontento. Recalcan que cotidianamente el Gobierno acude a sesiones en el Congreso en las que no sabe qué van a votar algunos de los socios "hasta quince minutos antes". "No es escusa", dicen fuentes de Trabajo, que señalan un veto directo, al menos en "dos ocasiones", ante el planteamiento del anteproyecto de ley en Consejo de Ministros. De hecho, aumentan la presión. Díaz, este miércoles, afirmó en una entrevista el "veto" de Cuerpo para pasar el texto por la Comisión Delegada de Asuntos Económicos del Gobierno, algo indispensable antes de llevarlo a la mesa del Ejecutivo. Economía lo desmintió. De hecho lo consideró crucial como paso previo.
Este viernes, los ministros de Sumar tuvieron un encuentro con Díaz. Tras ello, el partido ha exigido "que se apruebe con carácter de urgencia en el Consejo la remisión al Congreso del Anteproyecto de ley de reducción de la jornada [...] tal y como figura en el acuerdo". "El texto lo tienen desde hace tiempo, lo han podido analizar", señalan a El Independiente desde Sumar. La presión persistirá en las próximas fechas, y desde todos los ámbitos de la coalición. Al menos eso evidencia el encuentro, al contar con Mónica García, de Más Madrid, o Sira Rego, de IU. Fuentes de la confluencia no descartan "apretar" más las cuerdas al PSOE llegado el momento si la negativa persiste, aunque no explican cómo. Entre las vías disponibles está la revisión del pacto, aunque difícilmente Sumar se puede permitir abandonar el Ejecutivo. Ni si quiera lo planteó cuando, después de aprobar el acuerdo fiscal, el PSOE rechazó lo pactado respecto a las socimis, lo que generó descontento.
Más allá de la coherencia de los argumentos, por un lado el cumplimiento de lo firmado, y, por otro, la necesidad de hacer el mejor consenso posible entre todos los actores para que la reforma tenga continuidad en el futuro, hay un contexto claro de reivindicación que tensa a ambas partes.
Los socialistas están intentando reforzarse, recuperarse tras un año difícil en el que la amnistía y los progresivos avances en las investigaciones judiciales que rodean, aparentemente, a Pedro Sánchez, el Ejecutivo y a figuras del partido socialista por supuesta corrupción han deteriorado su imagen pública. Aunque es cierto que no experimenta una fuerte bajada electoral en los últimos sondeos, moviéndose entre tres y cuatro puntos por debajo del 23-J, y con una pérdida no mayor a los dos o cinco diputados, el votante tradicionalmente más moderado de sus filas cada vez se encuentra más indeciso. De hecho, aquellas encuestas que ofrecen transferencia de voto, le dan una retención no mayor al 60%. El sostenimiento, por tanto, se obtiene adhiriendo capas de votantes magentas, cuya marca se encuentra en estado crítico.
Díaz redobla la presión contra Sánchez involucrando en la pugna por la rebaja laboral al resto de los ministros de Sumar
Hay dos métodos, a simple vista, que está utilizando el PSOE para intentar recomponerse, reflotar el relato frente al impulso de la derecha: el PP sigue fuerte, y podría volver a gobernar, aunque de la mano de Vox, que elevaría el coste de su mandato. El primero, es el recurso a la dicotomía nosotros-ellos, el mantra clásico de Sánchez con el que movilizó en 2019 tras la 'foto de Colón', en 2023, apelando del "retroceso" que podría implicar la llegada de la ultraderecha al poder en materia de avances y derechos; y ahora con la conmemoración planteada para todo este año del 50 aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco y el inicio de la Transición.
La primera pincelada de Sánchez al respecto, el pasado miércoles en la inauguración en el Museo Reina Sofía, fue de insistencia en ese marco. Especialmente para la gente más joven, quien cada vez se muestra más cómoda y partidaria en partidos antisistema o ultraconservadores en España y Occidente. Ello, en un momento muy complicado, con casi incapacidad para sacar nuevos Presupuestos [Hacienda sigue trabajando en ellos], una conjugación de mayoría alternativa en el Congreso de signo conservador por la coincidencia de PP, Vox y Junts en materia económica, sumado al desgaste ya establecido, en el que un anticipo electoral puede darse en cualquier momento.
Sánchez, pese a todo, quiere resistir hasta 2027 y dar la pelea. Con un Sumar debilitado, Sánchez espera aglomerar una mayor masa de votantes importante procedente del ámbito más próximo a Díaz, el más utilitario y no tanto ideológico, que es acérrimo a las marcas clásicas del espacio como IU. Y Díaz, es consciente.
Aparente quiebra a la izquierda del PSOE
La lucha de Trabajo, y de Sumar en su conjunto con el PSOE, es la última de un permanente intento de reconocimiento electoral en 2024. Precisamente la amnistía cundió en cuanto a visibilidad más para PSOE y PP, por el choque permanente de partidos, liderazgos y cámaras, con unos populares con mayoría absoluta en el Senado que intentaron hacer de contrapeso frente al dominio de la mayoría parlamentaria de Sánchez y sus socios. Sumar estuvo prácticamente desdibujado en la primera mitad del año, y eso se reflejó en los resultados electorales gallegos, vascos, catalanes y europeos, en los que pesó, igualmente, la falta de implementación territorial y los intereses contrapuestos de las marcas que conforman la marca plurinacional.
Entre medias de la campaña catalana y europea, el PSOE rescató la iniciativa sobre abolición del proxenetismo, algo que fuentes de Sumar achacaron a un intento de desestabilización electoral a sabiendas de que el asunto, que ahora vuelve a dormir en el Congreso después de su registro, divide a los partidos del ámbito. Los comunes son regulacionistas, por ejemplo. Posteriormente, a la vuelta de verano, Sumar intentó recuperar fuelle con el tema de la Vivienda, aprovechando el fracaso de su iniciativa para la regulación de los alquileres y el revuelo en las tertulias y en la calle de la mano del Sindicato de Inquilinos y demás actores.
Funcionó, se presionó al PSOE y a la ministra de la materia, Isabel Rodríguez, y se ascendió levemente en las encuestas entre finales de septiembre y octubre. Pero saltó el escándalo de Íñigo Errejón, las acusaciones de acoso sexual privadas, y alguna pública como la de la actriz Elisa Mouliaá. Ambos están llamados por el juez que investiga la denuncia el próximo 16 de enero.
A nivel orgánico, todo este retrato fue entrelazándose con la dimisión de Díaz —por los resultados electorales— al frente de Sumar tres meses después de ser elegida en la primera Asamblea del Movimiento Sumar. Eso, que requiere aún de relevo en la presidencia del Movimiento, añadido al descontento de los distintos partidos que estaban llamados a integrarse en la dirección colegiada en un 30%, y su petición de replantear el proyecto y el tipo de alianza en una mesa de partidos, aplazó de octubre a diciembre la convocatoria de un segundo congreso para afianzar los criterios políticos de la marca. Pero el caso Errejón, quien lideraba la preparación de esa ponencia política, así como la necesidad de sanear el grupo y nombrar nueva portavoz parlamentaria, obligó a priorizar lo anterior y a marcar una nueva fecha para el cónclave: marzo de 2025.
A diferencia de la sucesión de Díaz, que aspira con todo a seguir liderando la acción política y seguir siendo cabeza de cartel, preocupa las relaciones entre socios. Ya se da por descontado que Movimiento Sumar tendrá que ser un ente más bajo un nuevo paraguas aún por definir. IU está capitalizando esa reformulación con su coordinador federal, Antonio Maíllo, a la cabeza y con las próximas elecciones de Andalucía en 2026 como prueba de fuego. El reencuentro con Podemos, se antoja clave para IU y otros actores, aunque Sumar sigue teniendo reticencias. Principalmente porque el obstáculo de unión con los morados sigue siendo Díaz.
Desunidos en diciembre de 2023, ambos partidos consiguieron 31 escaños. 27 tiene en solitario Sumar y cuatro Podemos, aunque por la combinación de listas. La diferencia de peso se pudo apreciar en las europeas [aunque teniendo en cuenta la alta abstención], con Podemos ubicado en 571.902 votos y Sumar en 811.545. Un total de 1,38 millones de votos en conjunto, menos de la mitad de los tres millones cosechados el año pasado. Por separado, Sumar se queda a quince escaños de su actual representación, y Podemos puede ganar al menos dos o tres.
Sánchez, Podemos, Errejón
Díaz sabe que depende de un PSOE en forma para ser determinante en un nuevo gobierno, de haber capacidad. De ahí el aislamiento entre Trabajo y Economía de la pugna en materia laboral —con la presión extra de los sindicatos contra Carlos Cuerpo—, como antaño las protagonizó contra Nadia Calviño. De hecho, el propio Sánchez ni a entrado al debate. Sí se ha elevado a María Jesús Montero, por su titularidad en Hacienda. Se quiere trasladar, en todo caso, el mantra de que el PSOE no quiere avanzar en materia laboral, y que pone escusas. Los magentas siempre se han reivindicado como motor legislativo en lo que al ámbito social respecta, y denunciado que los socialistas luego hacían gala de las reformas conquistadas y que no terminaban de hacer. No hace gracia tampoco que Sánchez quiera capitalizarse como oposición al franquismo, cuando referentes como el PCE ejercieron buena parte del choque contra el régimen.
La bronca con el PSOE, en todo caso, además de intentar recuperar tono en un momento difícil por el caso de Errejón, que debilitó públicamente a la organización a final de año, y dejó patente que internamente estaban al tanto de algunas de sus contradicciones entre su vida privada y sus demandas públicas, por ejemplo en la lucha por el feminismo, permite a Sumar combatir el daño que por la izquierda les está haciendo Podemos. Los de Ione Belarra e Irene Montero, pre promocionada como futura candidata, vienen cuestionando la falta de contundencia de los de Díaz para apretar las tuercas a Sánchez para fomentar políticas. Podemos se ha promocionado desde que quedó fuera del Ejecutivo como única fuerza transformadora.
Sumar, dejado atrás ya el problema de Errejón, esperan no verse salpicados por el proceso judicial. Tampoco se quiere aislar al partido en la pugna con Economía, porque eso les restaría visibilidad de otros frentes importantes. La batalla en Vivienda seguirá siendo clave. El PSOE, por su parte, intenta escarbar más en otros ámbitos sociales. Recientemente, el ministro Óscar Puente ha anunciado un billete único de transporte que se irá implementando transitoriamente durante la segunda mitad de 2025.
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