Reparto de competencias en el cuartel general de Vox. En Bambú, Santiago Abascal e Ignacio Garriga han acordado los roles que cada uno ejercerá, al menos en este comienzo de año, para consagrar la recuperación del partido después de un periodo difícil de descenso electoral en las últimas generales, que ahora, en las encuestas al menos, evidencian el reflote de la marca ultraconservadora. De su mejor resultado, 52 escaños y un 15,2%, Vox se mueve ya en los 14 puntos y más de 40 diputados.
La semana pasada, Garriga asumió de forma plena la puesta a punto del aparato de cara a un año que aparentemente no tiene elecciones en el horizonte, pero que está cargado de potenciales aspectos que pueden llevar a ellas. A las investigaciones judiciales se une la inestabilidad y el desencuentro con los socios, el choque en la coalición de Gobierno por los plazos para la reducción de la jornada laboral, la dificultad para sacar nuevas cuentas y la consolidación de una mayoría alternativa, al menos en aspectos económicos, junto a PP y a Junts que puede tumbar o contraprogramar la acción fiscal de Sánchez. Su tarea es poner a punto a Vox en todos los aspectos para, llegado el caso, afrontar en las mejores circunstancias un proceso electoral. Pero, especialmente, coordinar una movilización unitaria de todos sus grupos territoriales, tanto en los parlamentos como en la calle.
La tarea de peso, no obstante, recae en Abascal, centrado en el rol internacional. Si desde las elecciones europeas la configuración de Vox fuera de las fronteras españolas ha consistido en avanzar hacia la unidad de la mayoría de actores del espacio ideológico en Patriotas por Europa [con la excepción de Hermanos de Italia, Ley y Justicia o Alternativa para Alemania, entre ECR y la Europa de las Naciones Soberanas], la victoria electoral de Donald Trump supone un impulso similar para la ultraderecha al de 2016 y 2017, cuando los partidos de su misma cuerda empezaron a implementar la colaboración. Es una oportunidad definitiva para Vox de homogeneizarse internacionalmente a liderazgos como el de Marine Le Pen o Viktor Orbán, con quienes se identifican cada vez más.
Esas aspiraciones, lo son especialmente de cara a unas próximas elecciones generales, en las que, al igual que está ocurriendo ahora con AfD en Alemania, el apoyo mediático de Elon Musk a través de X y los satélites próximos al nuevo presidente de EE.UU. pueden marcar la diferencia. El peso de plataformas como las del magnate pueden amplificar el altavoz de Vox, sobre todo entre los más jóvenes, los más vinculados a estas nuevas redes y los que más cómodos se sienten con discursos como el de Vox. Como ejemplo, en las últimas generales pudieron participar 1,64 millones de nuevos votantes. Si Vox se mueve entre el 25-28% de apoyo en ese sector, le podría suponer solo con eso medio millón de votos más.
Precisamente, Abascal, este lunes, alabó a Musk y defendió su derecho a libertad de expresión. "Se limita a dar su opinión. Puede ser más o menos respetable, para mí en este caso lo es", dijo, sumándose al apoyo a AfD y diferenciando lo que no considera una "injerencia" de Musk con la que sí de George Soros, millonario y filántropo que subvenciona diversas causas de la izquierda a nivel global. Ello sin recordar que, además de opiniones, y al igual que Soros, X puede ser tan condicionante para la audiencia que la usa a diario que las donaciones del húngaro nacionalizado estadounidense.
La defensa de Musk no es más que una arista de la aproximación, dado que el empresario será un engranaje fundamental de la nueva administración Trump. De la mano de la victoria anterior de Trump en 2016, Abascal pugnó por encontrarse con el resto de liderazgos del espacio con cumbres como la de Coblenza (Alemania) en 2017. En foros como aquel, comenzó su cada vez mayor contacto con partidos internacionales, algo que también se motivó desde la Casa Blanca con el asesoramiento europeo del entonces gurú de Trump, Steve Bannon, bajo el paraguas de The Movement.
Ahora, el dirigente de Vox se ha consagrado como pieza fundamental de la corriente en Europa. Como nexo de unión de las corrientes nacionalpopulistas europeas con Hispanoamérica a través de la Fundación Disenso. Algo que le ha servido para promocionarse internamente y acabar el año como líder del grupo de Patriotas y le han tenido viajando a París, Bruselas y otros puntos próximos para distintos encuentros. Será algo cotidiano antes de cada reunión del Consejo Europeo.
Fuentes nacionales de Vox, en el momento de la designación, ya avanzaban que Abascal implementaría la presencia internacional a raíz de esto. Terminó el año, de hecho, asistiendo a la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) de Buenos Aires, para seguir estrechando lazos con socios latinoamericanos así como con Javier Milei. Pero el inicio de 2025 se da yendo más allá: con la invitación —por primera vez— y correspondida asistencia a la toma de posesión de Trump el próximo 20 de enero, pero también con una cumbre de Patriotas en Madrid que se planea para el próximo mes de febrero, que aún tiene la fecha por definir.
Potenciar el rol internacional
Abascal ha sido invitado a título personal, en un avance más de la vinculación que se ha ido trabajando junto a Trump y su entorno. Primero, de la mano de Disenso junto a la CPAC y a la fundación Heritage, muy próxima al ala más radical del Partido Republicano. Después, con algún mensaje grabado por el propio Trump en actos como el Viva22, que implementó el contacto entre los equipos. Y más tarde, con la intervención de Abascal como invitado en la última CPAC de Washington en febrero de 2024, seguido de un encuentro personal de quince minutos entre Abascal y Trump.
La presencia de Abascal será desde el jueves 16 de enero hasta el día de la toma de posesión, el 20 al mediodía [hora local]. Tendrá que volver para el pleno extraordinario que el Congreso de los Diputados acogerá el día 22, en el que se rechazará definitivamente la convalidación del decreto de extensión del impuesto energético, entre otros aspectos a debate. Según han trasladado fuentes de su equipo, en los días previos la agenda de Abascal y el resto de asistentes será "de trabajo". De diversos encuentros, sin mayor detalle.
La asistencia de Abascal se complementará con una delegación de Patriotas, de la cuál aún se desconoce qué perfiles se integrarán. Consultado por ello, fuentes de Vox Europa no han trasladado respuesta al cierre de la edición. Junto a Abascal, se valora la posibilidad de que le acompañe Jorge Buxadé, por ser el jefe de la delegación de Vox en Bruselas. Difícil será no ver a Orbán o la premier italiana Giorgia Meloni, amiga de Musk, que, pese a todo, está fuera de esa esfera de Patriotas. Es la presidenta de ECR. Ambos fueron recibidos tras la victoria en la residencia de Mar-a-Lago de Trump poco después de su victoria. No está invitado, por ejemplo, el presidente polaco Andrzej Duda, muy fan de Trump, pese a ser Polonia una potencia aliada.
Las consideraciones internas en la formación, según fuentes nacionales, es que la cada vez mayor vinculación con Trump y sus socios naturales es "una apuesta de futuro" de cara a una nueva elección; que se dé un efecto arrastre internacional claro, alineado con principios como la confrontación de la inmigración ilegal, el feminismo o el globalismo y se puje a favor de los valores tradicionales, que de mayor contundencia a las aspiraciones de Vox. "Tarde o temprano", una clima similar al europeo o estadounidense "acabará llegando a España", apuntan esas fuentes.
Al margen de las relaciones con Heritage y perfiles próximos a Trump, como el periodista Tucker Carlson, uno de los principales enlaces con el norteamericano es Milei, a quien el magnate adora. De hecho, solo este año, Abascal viajó en tres ocasiones incluida la salida para el CPAC. En ese ascenso, Abascal ha conseguido incluso ser entrevistado en Fox News.
Mientras que la mayor parte de aliados de Vox en Europa han necesitado décadas de historia para hacerse un nombre en la respectiva política nacional de sus países, la de Vox ha sido una historia de adaptación y homogenización instantánea en no más de cinco años hasta su irrupción nacional como tercera fuerza, y diez de consolidación europea. Oleadas como la actual, en la que Europa vira hacia posiciones más conservadoras, han ayudado. Junto a Trump no estarán jefes de Estado, sino los embajadores de cada país allí representado. Se sumarán Jair Bolsonaro o Nigel Farage a los perfiles mencionados, incluso se ha invitado a Xi Jinping, que declinó la invitación.
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