Como siempre, otra vez al límite. PSOE y Junts apuran las horas, los minutos, antes de una nueva hora H. Los dos partidos estiraban las conversaciones antes de que este jueves, a las 11.30 horas, se reúna la Mesa del Congreso y tome la decisión definitiva sobre la proposición no de ley de los posconvergentes que solicita que Pedro Sánchez se someta a una cuestión de confianza. Ya la Moncloa había avanzado el martes que se plantaba, que no iba a aceptar esa iniciativa, que considera "extemporánea", una "astracanada" sin sentido, dado que la cuestión de confianza es una atribución exclusiva del presidente del Gobierno. Y no quería sentar un "precedente" peligroso. Pero, bajo ese marco, decidió continuar con las negociaciones con la formación de Carles Puigdemont con el objetivo de evitar el choque absoluto. La ruptura total. La crisis. Porque el expresident y su número dos, Jordi Turull, advirtieron de que si los socialistas no transigían con su moción habría consecuencias. Represalias que se verbalizarían tras la reunión de Puigdemont con su cúpula, el viernes en Bruselas.
Sánchez no está dispuesto a ceder, al menos así lo ha trasladado la Moncloa hasta ahora, a una proposición sin efecto legal pero de alto valor simbólico
Las relaciones entre los socialistas y los posconvergentes atraviesan, quizá, su momento más difícil desde que ambos firmaron el acuerdo para la investidura de Sánchez, en noviembre de 2023. Son varias las carpetas pendientes que no están cerradas —la delegación a la Generalitat de las competencias en inmigración, por ejemplo, sigue encallada— y Junts alegó que esa falta de "voluntad política" que apreciaba en el presidente obligaba a la presentación de esa proposición no de ley, que registró en el Congreso el pasado 9 de diciembre. Desde entonces, el PSOE ha intentado que la formación de Puigdemont desistiera o reformulara su escrito. Sin éxito. Todo lo contrario. El expresident ha situado su moción como uno de los pivotes de su acción parlamentaria, como la puerta que abría otras negociaciones posteriores, hasta el punto de que rechazarla no sería "inocuo", supondría la toma de decisiones "que no gustarán al PSOE", como avisó el martes el propio Turull.
Pese a esa advertencia explícita, la Moncloa trasladó con rotundidad apenas unas horas después que no transigiría, que el jueves haría decaer la iniciativa en el Congreso. PSOE, con sus tres representantes, y Sumar, con dos, controlan la Mesa de la Cámara baja con mayoría absoluta, porque enfrente tienen a los cuatro miembros del PP, que mantienen su apoyo al escrito de los posconvergentes, en otro buscado gesto de complicidad con ellos. Sánchez, que sí ha cedido en numerosas ocasiones frente a los independentistas —y eso ha suscitado un filón de críticas por parte de la derecha—, no quiere aceptar una exhibición de poder de Puigdemont en una cuestión de altísimo contenido simbólico. La proposición no de ley, aunque se tramitara, se debatiera y saliera adelante (seguramente, con los votos de PP y Vox), no acarrearía ninguna obligación legal para Sánchez, porque como prescribe el artículo 112 de la Constitución solo el presidente del Gobierno tiene la potestad, previa deliberación del Consejo de Ministros, de someterse a una cuestión de confianza. Pero en el Gobierno rehúsan dar alas a una iniciativa que podría ser replicada por otros grupos y, con ello, erosionar como gota malaya la legitimidad del presidente.
"El Gobierno dialoga y conversa"
La posición parece firme, pero las conversaciones de los socialistas con Junts suelen tener recovecos oscuros y puntos de sorpresa. La cuerda se tensa y en la última curva puede aflorar el acuerdo. De ahí que en el Ejecutivo y en Ferraz insistieran este miércoles en que hay que esperar a la reunión de la Mesa, porque se exprimirá hasta el último minuto posible de negociación. "El Gobierno cumple los acuerdos —aseguró de entrada a primera hora el ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños—. El Gobierno, desde luego, dialoga y conversa. Es nuestra seña de identidad hablar con los grupos parlamentarios, buscar acuerdos y buscar puntos de equilibrio con todas las fuerzas políticas que conforman el Parlamento. Y estoy convencido, absolutamente convencido, de que mañana [por este jueves] la Mesa del Congreso adoptará una decisión perfectamente fundamentada en derecho y conforme a la Constitución y al reglamento de la Cámara" sobre la petición de confianza que quiere tramitar Junts.
Bolaños recalca que el Gobierno sí cumple sus acuerdos y también habla con los grupos y persigue el "punto de equilibrio", pero la Mesa adoptará una decisión conforme a la Constitución y al reglamento
El titular de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, también pedía esperar: "Yo lo que espero es que agotemos los plazos, lleguemos hasta el final en la voluntad de acuerdo por ambas partes, y creo que es bueno que podamos llegar a un acuerdo final. Queda tiempo. En cualquier caso, el Gobierno de España ha sido claro: eso [la cuestión de confianza] es una potestad y una prerrogativa del presidente del Gobierno de España".
Sumar no se deslindará de la posición que marque el PSOE en la Mesa. El ministro de Cultura y portavoz del partido, Ernest Urtasun, reconoció en Al rojo vivo (La Sexta) que se están produciendo contactos con el partido de Puigdemont. La postura de Sumar, aseguró, es clara: una solución que evite el choque con los posconvergentes y que, a la vez, no contravenga el reglamento del Congreso ni favorezca a PP y Vox. Compromís, que forma parte del grupo plurinacional, no ve problema con que se debata el texto de Junts, aunque no lo comparte.
El hermetismo, la pieza habitual
Durante la jornada, dominó la discreción. El hermetismo sobre las conversaciones con los posconvergentes. "No comentamos las negociaciones. Cuando haya un acuerdo, se comunicará de inmediato", señalan fuentes oficiales de Ferraz. "Estamos buscando el acuerdo, hay que tener paciencia", ilustra un alto cargo de la Moncloa, apuntando a la posibilidad de que pudiera tejerse una entente más global.
Los Presupuestos se alejan, pero aun así el Ejecutivo necesita a Junts para el resto de iniciativas que lleve al Congreso. Sin el respaldo de sus siete diputados, la legislatura se haría más impracticable
Y es que aunque en el Ejecutivo asumen que su negativa a la moción de Junts tendrá consecuencias, también son conscientes de que no conviene una ruptura total. El no a la cuestión de confianza puede alejar definitivamente los Presupuestos Generales del Estado —ya el Ejecutivo iba abonando el terreno por si no salían adelante—, pero el Gobierno necesita del concurso del Congreso para buena parte de sus medidas, como algunas del paquete de vivienda que presentó Sánchez el lunes. Un Junts que votara sistemáticamente en contra de las iniciativas de los socialistas haría más impracticable la legislatura. Sus siete votos, como los del resto de socios, son imprescindibles para PSOE y Sumar, salvo que el PP echara una mano, como Alberto Núñez Feijóo ha prometido que hará con el último real decreto ley de reforma de las pensiones. Los socialistas confían, no obstante, en que Puigdemont no se sumará a una moción de censura con PP y Vox, porque sería suicida para él en Cataluña.
Las vías de salida, llegados a este punto, no son fáciles, precisamente porque el equipo del presidente ha dejado ver los límites, aunque en otras negociaciones los socialistas han acabado diluyendo sus propias líneas rojas. Un alto mando socialista del Congreso indica que una opción es que Junts acepte reformular su escrito, una alternativa que los letrados de la Cámara baja ya apuntaban. Otro camino es la retirada del texto. "Pero me inclino por pensar que Junts no aceptará. Ellos le han dado una importancia enorme a una proposición de ley que no tiene ningún efecto. Una locura, me parece a mí. Y si no reculan, supongo que nosotros no podemos aceptar, a no ser que haya otras cosas en la negociación", sanciona este mismo cargo parlamentario socialista de mucho peso.
Canales siempre hay abiertos. Pero no hay mucho que negociar con ellos", afirma un alto responsable del staff monclovita. "¿Qué van a reformular? Nosotros no contemplamos ningún tipo de sometimiento a una cuestión de confianza"
En el equipo directo del presidente en la Moncloa, la perspectiva es algo distinta. "Canales siempre hay abiertos. Pero no hay mucho que negociar con ellos —afirma un alto responsable del staff monclovita—. ¿Qué van a reformular? ¿En qué pueden convertir su iniciativa para que nosotros vayamos a apoyarla porque nos parezca razonable? Nosotros no contemplamos ningún tipo de sometimiento a una cuestión de confianza. Ellos quieren algo que no tiene sentido y que no va a pasar".
El 'factor Montero'
El margen es muy estrecho, aunque el final de las conversaciones con Junts siempre es bastante impredecible. Los obstáculos son claros. Como lo expresa un dirigente en contacto con la Moncloa, "una cuestión de confianza lo percibe la ciudadanía como una especie de automoción de censura". "El Gobierno ya no puede recular. Tendría que ser a cambio de algo muy gordo: el apoyo a los Presupuestos —prosigue esta misma fuente—. Pero una proposición de ley pidiendo una cuestión de confianza para al mismo tiempo anunciar que hay principio de acuerdo para apoyar los Presupuestos no tiene ningún sentido. Y tampoco veo reformulación posible. La iniciativa de una cuestión de confianza solo puede proceder del presidente y no hay más. Ningún Gobierno puede transigir votando a favor de la proposición de un tercero que le pide que se someta a una cuestión de confianza. Si decides ceder, no votas a favor de esa moción, te adelantas y presentas tú mismo la cuestión de confianza".
Ningún Gobierno puede transigir votando a favor de la proposición de un tercero que le pide que se someta a una cuestión de confianza. Si decides ceder, no votas a favor de esa moción, te adelantas y presentas tú mismo la cuestión de confianza", analiza un dirigente
En la dirigencia socialista corre también la sensación de que Sánchez, aunque no se levante de la mesa, sí está cada vez más harto de Junts y de sus presiones. De hecho, la decisión de aupar a la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como secretaria general del PSOE de Andalucía, es para algunos una señal en ese mismo sentido, porque ella no podría ceder más de la cuenta, dado que la dejaría demasiado expuesta en su competición con el jefe de la Junta, Juanma Moreno. "Ya no hay margen para más. Ni para aceptar cuestiones de confianza, que solo persiguen elevar el precio de la gobernabilidad, ni en amnistía, ni en competencias en materia de inmigración… Llegados a este punto, solo cabe resistir y seguir sentado en la mesa, sabiendo que no hay mayoría alternativa de censura". El hecho de que no se vislumbre la posibilidad de una entente de Junts con PP y Vox resta fuerza, para la Moncloa, a la cerrazón de Junts con su proposición no de ley. El propio Turull afirmó el martes que pensar en una moción con la derecha y la ultraderecha es "una broma macabra".
Si PSOE y Junts no evitan el choque de trenes, si Puigdemont decide poner las cosas aún más difíciles a Sánchez, la continuidad de la legislatura quedará algo más en el aire. Porque sin perspectiva de Presupuestos, alcanzar la desembocadura natural, la de 2027, la que siempre invoca el jefe del Ejecutivo, se torna una empresa casi imposible.
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