Los populares no se hacen ilusiones respecto a la posibilidad de articular un frente común con Vox y Junts para presentar una moción de censura con la que desalojar del poder a Pedro Sánchez. Pero cada vez que este tema entra en la agenda política, a modo de bucle, se genera cierta incomodidad en el PP, obligado a explicar una estrategia no proactiva, basada en la inacción, esto es, en que si alguien quiere poner fin a la era Sánchez, le toca llamar a la puerta del despacho de Alberto Núñez Feijóo, sin entrar a hacer un sola concesión a los de Carles Puigdemont más allá de convocar a los españoles a las urnas.

Hasta qué punto este debate impacta en el PP catalán, cuyo líder, Alejandro Fernández, ha construido su liderazgo y recuperado espacio electoral gracias a un discurso fuertemente antinacionalista y antiindependentista, es recibido de manera desigual por la dirigencia del partido en Cataluña, pero también en Madrid genera disensos. La posición de Fernández es más cercana a la que mantienen cargos nacionales como Isabel Díaz Ayuso o Cayetana Álvarez de Toledo, dos de sus valedoras. En cambio, otros, como el portavoz del PP en el ayuntamiento de Barcelona, Daniel Sirera, no tuvo inconveniente en admitir que había hablado con representantes de Junts tras las elecciones generales del 23-J, que ganó Feijóo, y el vicesecretario de Institucional de Génova, Esteban González Pons, hizo una defensa cerrada de la interlocución con los de Puigdemont, tras apelar a la legitimidad de los siete diputados de Junts.

"Nuestros votantes están hasta las narices de Sánchez y quieren echarlo como sea", asegura un dirigente territorial

Fuentes populares catalanas aseguran que "nuestros votantes están hasta las narices de Sánchez. Nos trasladan que hay que hacer algo, quieren echarlo como sea" y quita importancia al impacto de ir de la mano con Junts en esta empresa. "No queremos ningún acuerdo que dé oxígeno a Puigdemont, pero si quieren romper con Sánchez, podríamos ir a una moción para convocar elecciones sin ningún tipo de contrapartidas", defiende para subrayar a continuación que "ya saben que de nosotros no van a sacar nada".

No obstante, hay quien apunta a que la salida "extemporánea" de Santiago Abascal anunciando su intención de sumarse a esa moción actúa a modo de kriptonita para Junts. Aún en el caso "de que Puigdemont estuviera pensando en una posible ruptura con Sánchez, no creo que las bases de la derecha independentista quieran coincidir con Vox". En definitiva, Vox, dice esta misma fuente, "se ha adelantado demasiado a apuntarse a una hipotética moción y no deja de ser un partido que genera miedo", argumenta.

Una "moción imposible", además de "una pérdida de tiempo"

Otro alto dirigente del partido en Cataluña apostilla que sólo hace falta escuchar al secretario general de Junts, Jordi Turull, "quien ha dejado claro que jamás se unirán a Vox en una votación de este tipo". Por eso critica lo inconveniente de un debate "en bucle" sobre una "moción imposible", además de "una pérdida de tiempo" que devalúa la estrategia del PP. En este sentido destaca que si bien el fin de semana pasado se dedicaron los esfuerzos a una propuesta de vivienda consensuada con los presidentes autonómicos en un 'retiro' celebrado en la localidad asturiana de Colunga, "el lunes ya nadie se acuerda".

En el entorno del líder de los populares catalanes no quieren especular con "algo que no va a ocurrir". En cambio, otro dirigente territorial resta importancia a la posibilidad de que el voto de PP y Junts fuera coincidente habida cuenta, además, del apoyo de Vox a esa moción. Dice creer que nadie puede oponerse a un escenario en el que "Feijóo presente una moción y la gane" para descabalgar a Sánchez. Además, no sería la primera vez que ambos partidos votan igual en el Congreso de los Diputados e, incluso, alcanzan acuerdos como el de la rebaja del impuesto eléctrico. Es más, Junts y PP también han coincidido en el Parlament "y nadie se rompe las vestiduras ni va a confesarse", ironiza.

Pacto de 'no agresión' entre Madrid y Barcelona

Madrid y Barcelona han llegado a un pacto de no agresión, entendido Madrid como la planta séptima de Génova y Barcelona, la sede territorial calle Urgel. Porque si bien, incluso tras el buen resultado de las elecciones catalanas de mayo del año pasado, la dirección nacional siguió acariciando la idea de moverle la silla a Fernández, ese plan parece desechado, según admiten fuentes de la dirección nacional. Esos buenos resultados, junto a su negativa a dar un paso atrás y el apoyo de las bases, le han salvado políticamente hablando. Eso sí, Génova no termina de convocar congreso del partido en Cataluña lo que contribuiría a reforzar su liderazgo. El último cónclave se celebró en 2018. Significa que serán siete los años transcurridos desde entonces, incumpliendo sus propios estatutos.

La secretaria general del PP, Cuca Gamarra, ha dedicado este fin de semana a la organización catalana. El viernes participó en sendos actos con el alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, y con Sirera. El sábado hacía lo propio en Esplugues de Llobregat (Barcelona) con Alejandro Fernández, Dolors Monserrat y Manu Reyes -presidente provincial del partido- en una entrega de carnés a nuevos militantes.

Un partido reforzado

Los populares sacan pecho recordando que no sólo salieron del pozo en las últimas autonómicas catalanas, partiendo de tres exiguos diputados autonómicos, esto es, la total irrelevancia política y parlamentaria, hasta alcanzar sus actuales quince, "sino que ganamos las elecciones generales a Junts y a ERC". Y ya se sabe que Alberto Núñez Feijóo es "resultadista". En todo caso ni al PP ni a Junts les interesa ser vistos como partidos con intereses comunes al margen de sus coincidencias parlamentarias y, donde más daño pueda hacer esa visión, es, sin duda en Cataluña.