Estaba el león acorralado por sus enemigos y ha respondido con tres o cuatro zarpazos que han evidenciado que está dispuesto a morir matando. Habrá quien considere que es un valiente y quien piense que es un temerario. Los críticos observarán un deje autoritario detrás de estos movimientos, mientras que sus correligionarios dirán que forman parte del ejercicio normal del poder. Lo cierto es que Pedro Sánchez ha enviado varias señales en estas últimas semanas que dejan claro que no está muerto y que se ve con fuerza, con ganas de pelear e incluso de continuar más allá de 2027. Al menos, sí lo cree. Pedro navaja, suerte saldada y bocón.
Cuesta observar sin estupor lo sucedido en Telefónica unos días atrás. Es, junto a la Ley de Amnistía y el Plan de Acción por la Democracia, la medida más relevante -y a la vez cuestionable- que ha planteado Moncloa desde el inicio de la legislatura. Los hechos se han desencadenado en un momento muy significativo, en el que el Gobierno parecía debilitado, acorralado y sin resuello. Frente a esa realidad, Sánchez ha propinado un golpe de efecto. No es poca cosa. Al contrario.
El libre mercado es una leyenda en España. Quizás real o quizás no. La gran desgracia contemporánea de este país -o una de las que más- se aprecia al observar que la iniciativa individual es torpedeada por interés, por ignorancia o por la maldad de quienes impiden que los mercados vuelen libres para que sus amiguetes no pierdan fuerza. No hay habido gobierno que haya respetado el más simple espíritu del capitalismo, que es el que considera que la vía más rápida hacia el progreso pasa por respetar las relaciones comerciales entre los individuos sin que la política las entorpezca. Quien esté tentado de atribuir esta responsabilidad en exclusiva al PSOE, que eche un vistazo a la política con el sector energético de Álvaro Nadal cuando fue ministro.
El de Telefónica es todavía un ejemplo más siniestro porque está aderezado con una dosis de testiculina presidencial. Hay que tener cierto 'arrojo' para emplear 2.300 millones de euros de los contribuyentes para tomar el 10% de una compañía, como paso previo a gobernarla. Ilustra sobre una forma de ejercer el mando que no resulta precisamente virtuosa, dado que concibe el tesoro público como una herramienta a la que recurrir siempre que haga falta atornillarse al asiento, aunque eso atente contra el interés general. Aunque sea nefasto.
En condiciones normales, esto causaría sonrojo incluso en sus promotores, pero ellos lo justifican todo. Defenderían incluso un desfalco o un atropello si eso les ayudara a ganar la batalla del relato. En este caso, argumentan que la conquista de Telefónica se explica en la necesidad de defenderla frente a las posibles acometidas de los árabes de STC (con una opción sobre el 9,9% de las participaciones de la teleco). Eso implica cierta desgana a la hora de buscar justificaciones que amortigüen el efecto de la cacicada. Equivale a tratar al personal por mermado. Principalmente, porque el Ejecutivo cuenta con un mecanismo anti-OPAS que le permite frenar operaciones hostiles sobre el capital de las empresas estratégicas. Desde 2021, cualquier inversor que quiera adquirir más del 10% del capital de estas entidades necesita recibir el visto bueno de Moncloa. En otras palabras: el Gobierno puede vetar a quien no le convenga.
Pero incluso aunque esa norma no existiera, alguien podría decir: ¿acaso con Marc Murtra al mando de la operadora los saudíes no podrían encabezar una rebelión si se lo propusieran? ¿La toma del control por parte de Moncloa anula sus derechos de voto en el grupo? Y, en cualquier caso, ¿está más capacitado Murtra que Álvarez-Pallete para preservar 'la españolidad' de Telefónica? ¿Acaso conspiró el expresidente junto con los árabes para entregarles la batuta? ¿O son todas estas excusas para justificar un movimiento que oscila entre lo incomprensible y lo indecente?
Las verdaderas razones
Es muy evidente que Pedro Sánchez ha impulsado esta operación porque busca controlar esta empresa, la cual durante años ha sido una especie de ministerio que ha tomado decisiones políticas con cargo a sus accionistas. Tienen razón quienes señalan estos días que José María Aznar colocó a Juan Villalonga como presidente para mantener su influencia en el grupo (luego le salió rana). Ahora bien, quienes defienden esto no lo hacen para censurar la maniobra del Gobierno actual, sino para intentar legitimarla, lo que convierte a todos estos argumentadores en pesebreros. En gente acrítica, menor, unicelular, lúbrica y prescindible, pero con presencia en las mesas de debate. Por tanto, con ascendencia en la opinión pública.
No hace falta ser adivino para vaticinar lo que sucederá en Telefónica durante los próximos meses. Bloomberg publicaba este lunes que el Gobierno había expresado su descontento al equipo de Álvarez-Pallete por la cantidad de dinero que invertía en publicidad en los medios ultraconservadoras. Blanco y en botella.
Pedro Sánchez conseguirá con el dinero de los accionistas de Telefónica inflar a sus aliados mediáticos y castigar a los levantiscos
Parece probable que Murtra aminorará campañas y acuerdos institucionales en toda la prensa crítica mientras mima al Grupo Prisa y los famosos 'brujos visitadores de Moncloa' -son siempre los mismos- le cuelan producciones a Movistar Plus. Es decir, más allá de lo que suceda en el terreno de las telecomunicaciones o de las alianzas que se exploren con Indra, Pedro Navaja conseguirá con el dinero de los accionistas de Telefónica inflar a sus aliados mediáticos y castigar a los levantiscos. Lo que ha buscado desde que en la primavera de 2023 vio peligrar su continuidad en el puesto. Ha sido el leitmotiv de la legislatura.
¿Acaso el presidente que ha colocado Moncloa se va a negar a cumplir con el deseo de Sánchez y los suyos de castigar a los medios que exploran cada día las costuras del PSOE? Reitero: blanco y en botella.
La acción popular
El león no sólo ha atacado Distrito Telefónica durante las últimas semanas, sino que también ha adelantado su intención de minimizar la importancia de la acusación popular en la legislación española. Si esta iniciativa saliera adelante, oh casualidad, tendría un impacto sobre los procesos judiciales que afectan a su mujer y a su hermano. Por cierto, los cuales no han sido condenados por ningún juez, por mucho que la derecha mediática dé por supuestas algunas cosas que a lo mejor no son lo que parece. O que simplemente son vergonzosas, pero no punibles.
El golpe a este contrapoder se ha anunciado mientras la 'conspicua' prensa sanchista -hipnotizada por el anuncio de 124,5 millones de euros en subvenciones públicas- ha entrado al trapo en la campaña contra el poder judicial que abandera el Ejecutivo, con un Félix Bolaños convertido en todo un hooligan y con un discurso en la boca que copia al que mantuvo la izquierda radical de Podemos mientras todavía tuvo importancia parlamentaria e interés mediático en este país.
Mientras esto sucede, el Fiscal General del Estado -que debe ser la parte incuestionable del poder judicial- resiste en su puesto pese a estar investigado y pese a los testimonios de algunos de sus colegas -Lastra y Salto-, que arrojan cada vez más luz sobre su presunta filtración y sus motivaciones políticas. En paralelo, la Guardia Civil ultima tres informes relacionados con los teléfonos móviles de Víctor de Aldama y de Koldo García, lo que generará seguramente en una parte de los ciudadanos cierta curiosidad con respecto a las alusiones que se realizan a ministros ya señalados, como Ángel Víctor Torres o María Jesús Montero; o a 'El 1'. Es decir, el presidente del Gobierno.
Del victimismo a la beligerancia
¿Se ha acollonado Sánchez ante estas circunstancias? En absoluto. Tan sólo ha cambiado de estrategia. El pasado abril, optó por el victimismo para intentar ganarse el apoyo de la sociedad española a golpe de lágrima. No funcionó, entre otras cosas, porque las investigaciones sobre su mujer y su entorno avanzaron y las informaciones, verídicas y no desmentidas -repito, no desmentidas-, se sucedieron en la prensa que todavía es útil para los ciudadanos de este país.
A la vista de lo sucedido, ha pasado el ataque. A los jueces los intenta deslegitimar en el día a día; y a los medios críticos los quiere asfixiar por la vía política... y por la económica. Está cerca de conseguirlo. En paralelo, ha realizado movimientos políticos para preparar el terreno en Andalucía y Castilla y León; y, en el Ibex-35, ha tejido complicidades -interesadas y veremos si duraderas- con el gran grupo financiero e industrial catalán -el de Fainé- y con BBVA que, no tengo dudas, espera que le ayuden en sus cruzadas.
Le saldrá bien o mal, pero, desde luego, Pedro Sánchez se ha jugado un órdago a grande, a chica y a pares sin ver sus cartas, al apreciar que el rival contaba con 39 tantos en el marcador y estaba cerca de ganar.
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