Será la última voz de otras muchas que ya se han pronunciado en contra del proyecto. Sus críticas también vienen de lejos, casi desde que se anunció en 2019 la idea de construir en el puerto de Gran Canaria una planta regasificadora que, además de abastecer a los buques que cruzarán camino del Atlántico, tendrá capacidad para generar y comercializar electricidad con el gas almacenado. Gobiernos locales, movimientos ecologistas, informes técnicos contrarios… ya se han posicionado en contra del proyecto. Hoy quien lo hará será Greenpeace, que cuestionará la apuesta por impulsar una energía fósil como el gas en pleno proceso de descarbonización. Advertirá de los peligros para la salud y el medio ambiente que supondría la central de 70MW que incluye el proyecto.

Greenpeace lo hará desde el buque Artic Sunrise que ayer atracó en la isla. Quien se pronunciará será su responsable de energía, Francisco del Pozo. Estará acompañado de la exjefa del Servicio de Sanidad Ambiental del Gobierno de Canarias, María Luisa Toledo, que se ha convertido en una de las voces autorizadas que más en contra del proyecto se han posicionado.

El proyecto, que data de hace cinco años, se encuentra en su última fase de tramitación a la espera de que se publique el informe de impacto ambiental por parte del Gobierno canario. La planta que la compañía Totisa Holding quiere construir en el Puerto de la Luz de Gran Canaria abarcaría una superficie de 14.440 metros cuadrados en la dársena de La Esfinge, además de 38.226 metros cuadrados de lámina de agua y otros 2.312 metros de canalizaciones. La inversión prevista rondaría los 36 millones de euros. La iniciativa divide a la Autoridad Portuaria entre defensores y detractores.

Recreación del proyecto promovido por Totisa en el Puerto de Las Palmas.

Inicialmente el proyecto se planteó para almacenar y suministrar Gas Natural Licuado (GNL) a buques, al que luego el proyecto se amplió con una central eléctrica de 73.9 MW que se levantaría en la zona terrestre del puerto, donde se instalaría la subestación. El proyecto contaría con cuatro grandes chimeneas desde la que las emisiones que se generarían se han considerado perniciosas para la salud en varios de los informes emitidos hasta el momento, como el firmado en 2022 por la dirección general de Salud Pública.

"Canarias podrías ser 100% renovable"

El informe de impacto ambiental sobre la ‘Planta de Almacenamiento de gas licuado, regasificación y producción energética en el Puerto de la Luz’ es la última oportunidad para detener un proyecto que la compañía tiene pretensiones de extender de modo más o menos similar a otras islas del archipiélago canario, como en Tenerife o Fuerteventura, según Greenpeace.

Desde la organización ecologista también se recuerda que la isla ya se abastece en un 80% de energías fósiles y que por tanto es un error volver a apostar por sistemas que no se sustenten en energías limpias: “No metamos otro combustible fósil, aprovechemos para dar un paso a un sistema 100% renovable”, asegura Francisco del Pozo, responsable de energía de Greenpeace. Recuerda que el gas no es una energía de transición y que no aporta nada a la descarbonización y  la apuesta por las energías limpias: “Nosotros en 2014 ya presentamos un proyecto en el que se demostraba que una isla como Gran Canaria se podía abastecer en un 100% con energías renovables. En la isla de El Hierro eso ya ocurre muchos días”, señala.

Reitera que en Canarias la apuesta por energías como la solar, eólica, marina o el autoconsumo fotovoltaico son alternativas viables. Para Del Pozo volver a incidir en plantas de gas y generación eléctrica a través del gas “sería un error estratégico”: “Meter más chimeneas dentro de Las Palmas es una locura si tenemos en cuenta la contaminación que generarían. Este es un proyecto muy contaminante. Canarias ha permanecido, al contrario que la península, un poco al margen de la gasificación. Hacerlo ahora, cuando sabemos el impacto climático que tiene el gas, es un error”.

Del Pozo insiste en que “gasificar” unas islas que no lo están “no tiene sentido”: “Es invertir en infraestructuras que siguen contaminando y dejando huella climática. Canarias tiene un gran potencial de sol y viento y de saltos hidráulicos, lo suyo sería invertir en ello, no en algo que tendrás que desinvertir, serán inversiones varadas, sin rentabilidad ni amortización”.

Riesgo para la salud

El informe de la Dirección general de Salud Pública informó desfavorablemente al considerar que el proyecto supone poner en una exposición negativa a la población de la zona, más de 380.000 personas. Considera que la salud está expuesta a la emisión de gases y partículas al aire, además de la descarga de efluentes líquidos, la generación de residuos sólidos y peligrosos, junto a un impacto visual y los olores que generaría la planta.

El proyecto consiste en una infraestructura en la que se mezclaría combustibles sintéticos como el hidrógeno o el biometano con el gas natural licuado que llegaría en barcos metaneros. La planta de generación eléctrica de 70 MW contaría con motores de gas natural que mezclarían el hidrógeno. La energía generada se evacuaría gracias a una subestación eléctrica. Esa energía se transportaría a través de una línea eléctrica de alta tensión que conectaría con la subestación Muelle Grande situada a unos tres kilómetros de la planta de generación.

Tanto el Cabildo de Gran Canaria como la alcaldesa de Las Palmas, Carolina Darias, se han posicionado en contra de esta planta. Darias ha manifestado en reiteradas ocasiones que existen fundamentos técnicos para oponerse a ella, no tanto por la parte referida al abastecimiento de gas licuado sino a la construcción de la central eléctrica en el puerto, “sería un retroceso con consecuencias negativas para la población”. Darias insiste en que ni Las Palmas ni Gran Canaria en su conjunto necesitan generar energía mediante la combustión de gas “y poner así en riesgo la salud y el desarrollo de la ciudad”.