Pedro Sánchez, defienden en la Moncloa y en Ferraz, mantiene la "coherencia" con su acción política de los últimos años. Es "un presidente valiente". Es prácticamente el único líder socialdemócrata de un país de peso que queda en el planeta. Casi la única voz de izquierdas que queda en la Unión Europea. Y quiere hacer valer sus políticas y su discurso como el contrapunto de Donald Trump. Como hizo en el mayor plató del poder económico mundial, en Davos (Suiza), la semana pasada, o hace apenas unos días en un acto de Enagás en Madrid, en el que de nuevo jugó con uno de los claims del político republicano. Del "drill, baby, drill" ("perfora, baby, perfora") que pronunció el reelegido presidente estadounidense en su toma de posesión el pasado 20 de enero a su "green, baby, green" ("verde, cariño, verde"), una forma gráfica de reivindicar el éxito de las políticas climáticas frente a lo que entiende como un incentivo caduco, desfasado, a la extracción de combustibles fósiles. Parafraseando a Trump, con apenas tres palabras, Sánchez condensaba la reafirmación de su modelo como un reverso del que ya ha anunciado el mandatario americano en sus apenas 12 días a la cabeza de la nación más poderosa del mundo.
En la Moncloa subrayan que "de ningún modo" el presidente está desplegando "una campaña antiEEUU". "Al contrario, estamos hablando con la Administración Trump para tener la mejor relación posible y tratar de lograr que el puente UE-EEUU funcione. Y la Comisión Europea está en lo mismo. Es la actitud responsable en este momento. Hay discrepancias ideológicas severas, pero a la vez hay intereses compartidos que hay que cultivar", recalcan en el equipo directo de Sánchez.
Pero, junto a esa pretensión de mantener y afianzar las relaciones bilaterales con Washington y las que existen en el marco de la UE y de la OTAN, se superpone otro discurso, el de un líder que "nunca ha escondido su afán de luchar contra la ultraderecha". "El presidente es coherente con el discurso que ha defendido siempre. Mano tendida por tanto a la colaboración con todos los gobiernos, y más aún con EEUU, pero también Sánchez hace referencias muy constantes a la amenaza de la ultraderecha y cómo tenemos intención de combatirla en España, en Europa y en el resto del mundo", señala una segunda fuente gubernamental.
Sánchez defiende un "enfoque constructivo" de Bruselas con Washington, que la UE intente "reforzar el vínculo transatlántico" y que se ponga a la cabeza en sectores como defensa, tecnología y energía
Tanto en el Ejecutivo como en Ferraz advierten de que, para desentrañar cómo mirará España a EEUU en este segundo mandato de Trump hay que acudir a la intervención del presidente del pasado 22 de enero en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), ante la élite económica del planeta. Fue su "declaración de intenciones", un discurso seminal. Allí, en Davos, Sánchez defendió un "enfoque constructivo" de Bruselas con Washington: "La guerra comercial no beneficia ni a la Unión Europea ni a Estados Unidos. Al final es un juego de suma cero, y mi enfoque es que tenemos que ser constructivos y desde la UE intentar reforzar el vínculo transatlántico", añadió. El líder socialista sostuvo que la Comisión, con Ursula von der Leyen como presidenta, estaba yendo "por el buen camino", al cerrar el acuerdo comercial con Mercosur y concluir las negociaciones también con México, y al firmar igualmente acuerdos en los últimos meses con Chile y con Canadá hace años. Añadió que Europa debe "sacar algunas lecciones del debate actual" y tener "una mayor participación" en sectores punteros como la defensa, la tecnología y la energía.
Pero a la vez Sánchez también repitió su crítica hacia la oligarquía de "tecnobillonarios". La "tecnocasta", como había llamado dos días antes en Madrid a los magnates de las Big Tech que arroparon a Trump en su segunda investidura, en un sorprendente alineamiento de Silicon Valley con la nueva Casa Blanca. El presidente ya venía de advertir de la amenaza de la "internacional ultraderechista", de cómo intenta adulterar las elecciones en democracias occidentales, como de hecho había interferido Elon Musk, dueño de X (antes Twitter), Tesla o SpaceX, en la campaña alemana, al patrocinar la candidatura ultra de AfD. "Podrán tener al hombre más rico del planeta [en referencia a Musk], los algoritmos y el dinero", pero no "el poder del voto de la gente", había señalado el presidente en los congresos del partido del fin de semana previo al foro de Davos.
Con ese prólogo, Sánchez tejió en Suiza un discurso durísimo dirigido a esos "tecnobillonarios" [aquí íntegro]. "Lo que realmente limita la democracia es el poder de las élites. Es el poder de quienes piensan que, por ser ricos, están por encima de la ley y pueden hacer lo que quieran. Es por eso, amigos míos, que los multimillonarios de la tecnología quieren derrocarla —señaló el presidente—. La tecnología que pretendía liberarnos se ha convertido en la herramienta de nuestra propia opresión. Las redes sociales que se suponía que debían traer unidad, claridad y democracia han traído división, mentiras y una agenda reaccionaria". Es decir, que las redes sociales han devenido peligrosamente en una herramienta de intoxicación de la opinión pública para la imposición de una agenda ultra. Han acabado "en manos de un reducido grupo de hombres, solo hombres, por cierto, cuya riqueza combinada triplica el presupuesto de la UE". En el punto de mira sobre todo está Musk, quien ahora ocupa un puesto en la Administración de Trump, el de jefe del Departamento de Eficiencia Gubernamental.
El presidente dirigió un discurso muy duro en Davos contra los "tecnobillonarios" y propuso tres medidas para combatir la amenaza de las redes sociales para la democracia. Entre ellas, acabar con el anonimato
El líder socialista propuso tres medidas para que la UE combata el riesgo que suponen las redes sociales para la propia democracia. Porque toca, defendió, "abrir los ojos". La primera, acabar con el anonimato en las redes, por la misma razón por la que nadie puede "caminar con una máscara en la cara, o conducir un coche sin matrícula". Ese anonimato, a su juicio, allana el camino "a la desinformación, los discursos de odio y el ciberacoso", y porque permite que "la gente actúe sin tener que rendir cuentas de sus actos". En la impunidad. ¿Qué hacer entonces? "Obligar" a las plataformas "a vincular cada cuenta de usuario a un registro europeo de identidad digital". Así, los ciudadanos podrían utilizar seudónimos si quisieran, pero si hay delito, las autoridades públicas podrían "relacionar esos seudónimos con personas reales y exigirles responsabilidades". Es decir, "por cada usuario de redes sociales, un documento de identidad real".
Algoritmos que "envenenan a nuestra sociedad"
Segunda medida planteada por el presidente: "Forzar la apertura de la caja negra de los algoritmos de las redes sociales, de una vez por todas", porque "los valores de la Unión Europea no están en venta". Para Sánchez, Bruselas tiene que aplicar "en su totalidad la Ley de Servicios Digitales", "reforzando las sanciones para quienes no cumplan" sus disposiciones. Y tercera propuesta: que los dueños de las redes sociales "rindan cuentas personalmente por el incumplimiento de las leyes y normas en sus plataformas, igual que ocurre en otros sectores". "Los magnates de las redes sociales deben responder si sus algoritmos envenenan a nuestra sociedad", alegó.
Sánchez jugó con el "drill, baby, drill" de Trump, y también con su movimiento MAGA ("Make Social Media Great Again") para resumir su apuesta y mostrarse como reverso del dirigente americano
Sánchez animaba pues a "dar la batalla", a encarar "esta amenaza de frente". "Recuperemos el control. Devolvamos a las plataformas digitales su propósito original y transformémoslas en espacios de conversación seguros y justos. Y detengamos a quienes quieren convertirlas en un arma para desmantelar nuestras democracias. En pocas palabras, hagamos que las redes sociales vuelvan a ser grandes". Esta última fue su frase resumen ("Make Social Media Great Again") y, al tratarse de un discurso en inglés, lo que estaba haciendo era un juego de palabras con la expresión que resume el movimiento Trump, MAGA (Make America Great Again). El discurso en Suiza de Sánchez tuvo impacto en la prensa internacional.
En Davos, recuerdan en la Moncloa, se hallan por tanto "las líneas maestras de lo que defiende el presidente, de su visión de 360 grados". También en su intervención en la IX Conferencia de Embajadores, el pasado 14 de enero, porque allí expuso que España "quiere seguir profundizando y afianzando la relación estratégica con Estados Unidos y un vínculo transatlántico" que une a ambos países "y en el que cree el Gobierno de España". "Estados Unidos es un aliado imprescindible para hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo", recalcó.
Sánchez, por tanto, se mueve en un difícil y delicado equilibrio. De un lado, mantener y "afianzar" el vínculo con Washington, sin dañar ni las relaciones diplomáticas, ni las comerciales, ni las transatlánticas. Pero, por otro, denunciar también el peligro de la "ola ultraderechista" y de los magnates de la tecnología por su "envenenamiento" de las democracias occidentales. Y siempre sin entrar al choque directo con Trump. En ningún caso. Una apuesta arriesgada por cuanto el mandatario norteamericano ha desplegado, en las menos de dos semanas que lleva en el cargo, una política agresiva, imperialista, revanchista, de amenazas a varios países y de imposición de altos aranceles. Los ha aprobado ya para México y Canadá y confirma que los habrá para la Unión Europea.
El Ejecutivo no quiere entrar a la confrontación con Trump y sí subrayar España como "socio fiable": "No estamos en una campaña antiEEUU. Hay discrepancias ideológicas severas, pero a la vez hay intereses compartidos que hay que cultivar"
Esa es la regla de oro. La que rige para Sánchez y para su Gobierno. De hecho, cuando el presidente norteamericano confundió a España con los BRICS, el club de los países emergentes, la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, quitó importancia al presumible error, volvió a felicitar al dirigente republicano por su reelección e insistió en que España es un "socio fiable", "responsable" y "comprometido" en la OTAN. Ese mensaje también lo trasladó el propio presidente el pasado lunes ante el secretario general de la Alianza, el holandés Mark Rutte. El líder del Ejecutivo le destacó que España ha incrementado la inversión en defensa en un 70% en la última década y que el compromiso de alcanzar el 2% del PIB en gasto militar para 2029 es "firme". Trump quiere que los miembros de la OTAN lleguen al 5%, un umbral ahora mismo lejanísimo para España, que según los propios datos de la organización, en 2024 se hallaba a la cola en gasto en defensa (1,28%) de los 32 Estados miembros.
"Nuestras políticas dejan en evidencia que estamos en las antípodas"
Según esgrimen en la Moncloa, "el presidente intenta ser coherente en todas las capas que lleva": como jefe del Ejecutivo español, como secretario general del PSOE, como presidente de la Internacional Socialista, como uno de los escasos líderes de izquierdas al frente de un país de peso en la escena internacional. "Pero es que su modelo se cuenta solo. Lo lleva a Europa y lo sigue defendiendo. España no es un país mediano. Es un país grande, como se ve en su influencia, en cómo ha avanzado su representación en instituciones internacionales o cómo es la economía que más crece de todos los países desarrollados", explican en el Ejecutivo, donde apuntan a un último artículo en el diario conservador británico The Times con un titular de este pasado jueves 30 de enero que resume el momento del país: "Una España en auge se encamina a una nueva etapa de prosperidad". "Se prevé que el PIB crecerá hasta un 2,5% en 2025, gracias a un aumento de la inmigración, un próspero comercio turístico y precios más bajos de la energía", agrega el rotativo.
En la Moncloa subrayan que Sánchez es "coherente" con su discurso y con sus funciones, con su condición de casi único líder socialdemócrata relevante. "No es que busque erigirse en el contrapunto de Trump", pero "si Europa es el abrazo, EEUU es el portazo"
"No es que el presidente busque erigirse en el contrapunto de Trump. No ha tomado la decisión de ser estratégicamente el líder de Occidente que explique que Trump es malo. Sería pretencioso. Pero es de los pocos líderes socialdemócratas en el mundo, y aunque no ha dicho que quiera ser la voz de la conciencia del planeta, lo cierto es que lo que representan este país y Europa son la antítesis de EEUU. Si Europa es el abrazo, ahora mismo EEUU es el portazo. Es que Europa, por sus propios principios fundacionales, es el contrapunto de EEUU. Se trata más de defender lo que significa Europa, su democracia asentada, su sistema de valores, su Estado del bienestar, más que atacar a EEUU. Nosotros no vamos a entrar en confrontación con Trump, pero nuestras políticas, las de este Gobierno, dejarán en evidencia que estamos en las antípodas", explican fuentes del Ejecutivo.
Sánchez es el líder alternativo natural por su casi soledad en una Europa dominada por la derecha. Porque el canciller socialdemócrata, Olaf Scholz, está de salida —se espera la victoria de los democristianos de la CDU de Friedrich Merz en las generales del 23 de febrero— y el primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, acaba de llegar y de momento está desempeñando un papel discreto.
"Es que España ya es la referencia. Y es tenida en cuenta —apuntan desde la delegación socialista española en la Eurocámara—. España es el modelo alternativo de Trump. Y el PSOE es el partido fuerte de la izquierda en casi todo el mundo. Nos encantaría que la izquierda estuviera más fuerte en todo el planeta, pero no es así. Scholz se va a ir y Starmer tiene aún que demostrar lo que puede hacer. Pedro ya lo ha hecho. Starmer no ha liderado la lucha por los fondos europeos, ni la reforma eléctrica, ni tiene una economía tan pujante como la nuestra. Pedro eso ya lo tiene hecho. Es el mayor líder de la socialdemocracia mundial. Nos sentimos en mucha soledad, pero seguiremos". Ya la resolución política del 41º Congreso Federal del PSOE [aquí en PDF], aprobada el pasado 1 de diciembre en Sevilla, resaltaba que esa posición de "liderazgo" del Gobierno de coalición implica "una gran responsabilidad". "España ya no puede copiar, porque está a la vanguardia de la socialdemocracia europea. Es uno de sus principales baluartes y referentes. Uno de los laboratorios más exitosos de generar progreso". El PSOE está obligado a "innovar y a acertar", advierte el texto.
En el PSOE dicen sentirse en "soledad" por la escasez de gobiernos de izquierdas. Sánchez lidera el "modelo alternativo", con una gestión y una economía que "funciona", sin deportaciones de inmigrantes, sin aranceles y sin inflación, resaltan
En Ferraz y entre los eurodiputados socialistas españoles subrayan que Sánchez es un "presidente valiente" con una gestión "exitosa" que es la que tiene que ponerse en valor. Porque lo que le legitima para mostrarse como el reverso de Trump es que su apuesta "funciona". Una economía que es "la que más crece entre los países desarrollados, como dicen el Fondo Monetario Internacional y la OCDE, con una inflación controlada, que fomenta la migración regular y que no sube aranceles, justo lo contrario de lo que hace Trump". "Debemos hablar de lo que es Europa hacia EEUU, hablar de nuestro liderazgo, de la autonomía estratégica, de los acuerdos comerciales firmados, del papel de Europa en el mundo, y no de lo contrario", añaden. "Nuestro modelo no cree en los oligarcas tecnológicos que interfieren en los procesos electorales, no acaba con los derechos LGTBI, ni merma derechos a las mujeres, ni fomenta los bulos y la desinformación. Nosotros creemos en el ascensor social, en la educación y la sanidad públicas, en los servicios públicos, en el Estado del bienestar".
Europa debe "defender la democracia"
Sánchez sí ha sido el último mandatario que más duramente ha condenado la amenaza de los multimillonarios de Silicon Valley. Pero no ha sido el único. También lo han hecho Starmer, Scholz —ambos de su misma familia política— o el propio Emmanuel Macron. El presidente francés cargó contra Musk por impulsar una "internacional reaccionaria" y por querer interferir en las elecciones del Viejo Continente. Él también pidió a la Comisión Europea que actúe "de forma más vigorosa". "La democracia no es un euro, un voto. No es un tuit, un voto. Es una persona, un voto. Y, por tanto, Europa debe plantar cara a esta amenaza y defender la democracia", señaló Sánchez el pasado 20 de enero en Madrid, apremiando a Bruselas a actuar.
La eurodiputada socialista española Hana Jalloul, secretaria de Internacional de la ejecutiva federal del PSOE, ha dirigido una carta [aquí en PDF] a la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la liberal estonia Kaja Kallas, para que busque una salida frente a la amenaza de las plataformas. Una misiva que ya han suscrito "entre 50 y 60 europarlamentarios, no solo socialdemócratas, sino también liberales, verdes y de la izquierda". Jalloul urge a diseñar una estrategia integral. Primero, con nuevos instrumentos y refuerzo de las sanciones para frenar la injerencia extranjera en los procesos electorales. Y dos, con "alianzas globales y diplomacia", de forma que la UE lidere la formación de una "coalición internacional" para "salvaguardar la integridad electoral y responsabilizar a las plataformas por su papel en la difusión de contenidos nocivos".
La eurodiputada del PSOE Hana Jalloul ha pedido a la alta representante, Kaja Kallas, que refuerce las sanciones y que arme una "coalición internacional" para proteger los procesos electorales de injerencias
Jalloul defiende, por tanto, una alianza "con todos los que se pueda" para frenar el poder de los oligarcas tecnológicos. Por supuesto, con Macron, pero también con la Comisión Europea. "A todos los países les va a convenir hacer lo mismo", señalan fuentes cercanas a la eurodiputada socialista, en sintonía con Sánchez en Davos, que protagonizó el discurso "más citado en los diarios económicos" y que "logró marcar agenda". Este viernes, el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los apoyos más firmes de Sánchez, apuntalaba esa misma argumentación en la apertura del congreso de los socialistas valencianos, tras el que la ministra Diana Morant renovará su mandato como secretaria general: "El hombre más rico del mundo [Musk] denostando a los más pobres de la Tierra. Nunca como ahora en la historia hay más motivos para ser socialista y sentirse orgulloso de ser socialista".
En la Moncloa recalcan que Sánchez no es el único líder europeo que ha alertado de la amenaza de los ultrarricos de las Big Tech. Señalan en el grupo al propio Macron, a Von der Leyen, también al que probablemente se convertirá en nuevo canciller de Alemania, el conservador Merz. "Hay muchos líderes que discrepan con Trump, no solo nosotros —apuntan fuentes del Ejecutivo—. De hecho, en su órbita ahora ha una minoría de líderes europeos", básicamente la italiana Giorgia Meloni y el húngaro Víktor Orbán.
¿Puede rentabilizar Sánchez su antagonismo con Trump? ¿Puede sacar rédito político a su figura de némesis del presidente de EEUU? En la Moncloa insisten en que el líder socialista no piensa en elecciones porque su objetivo es culminar su mandato en 2027 y seguir avanzando, aun con dificultades, en la legislatura. Pero sí se muestran convencidos de que, ahora mismo, con un Trump a diario en el foco público y tomando rápidamente decisiones duras, populistas y muy controvertidas, hay dos partidos que se podrían beneficiar. "PSOE y Vox, por razones obvias". Y el más castigado sería, a juicio de los colaboradores del presidente, el PP, por sostener una posición "difícil", sin poder desmarcarse claramente, como Sánchez, de los postulados del mandatario de EEUU, pero sin deslindarse demasiado del carril de sus socios de ultraderecha. Un terreno de nadie más complicado de gestionar.
Desde el Gobierno recuerdan que Sánchez no piensa en elecciones, pero admiten que la política agresiva y ultraconservadora de Trump puede comportar réditos al PSOE y a Vox, y dejar en peor lugar al PP
Trump, por tanto, puede ser un valioso combustible para una futura campaña de los socialistas, porque le permitiría señalar, con nitidez, los riesgos de la "internacional ultra" en España, dado que el PP necesitará a Vox para poder gobernar. Ya lo hizo el presidente en las europeas, antes de que se consumara la vuelta del republicano a la Casa Blanca. Pero, de nuevo, tendría que moverse en ese delicado equilibrio: apuntar a EEUU sin entrar al cuerpo a cuerpo con Trump.
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