El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, detonó el sábado pasado la guerra arancelaria que venía prometiendo semanas antes de su toma de posesión. Contra China —que ya plantea una respuesta similar y una investigación a Google— en un 10% de gravamen a sus productos. Contra Canadá y México, en un 25%, que, tras conversaciones bilaterales, se han aplazado durante un mes pero les pone al borde de la entrada en recesión. El próximo objetivo son las economías emergentes, los BRICS. Y el siguiente paso se estima que sea contra la Unión Europea. Una estrategia de mano dura, casi coercitiva, contra el mundo, para hacerse respetar y hacer 'grande a América de nuevo', defiende Trump, que abre la puerta a una progresiva escalada arancelaria.

"¿Que si voy a imponer aranceles a la UE? ¿Quieres la respuesta sincera, o una respuesta política? Absolutamente, aranceles. La UE nos ha tratado terriblemente. No compran nuestros coches, nuestros productos agrícolas, esencialmente, no nos compran casi nada. Y tenemos un déficit tremendo con la UE. Así que haremos algo muy sustancial [...] llevaremos el nivel —de imposiciones— a donde debería estar", dijo Trump a periodistas el viernes desde el Despacho Oval. El planteamiento va ya más allá de gravámenes a productos concretos de la economía europea, que en el caso de España podrían repercutir con entre el 20-25% de tasas al vino o el aceite de oliva, entre otros productos hortícolas. De momento, Bruselas apuesta por negociar con Trump para evitar un choque arancelario, pero, de no ser posible, prepara una "respuesta firme".

La receta es la misma que impuso la UE en el primer mandato de Trump: aranceles a bebidas alcohólicas como el bourbon, a las motos de la marca Harley-Davidson o a productos como el zumo de naranja. Sobre eso se piensa pivotar.

Desde Vox insisten en poner el foco en Bruselas tras la consulta de El Independiente. Lo llevan haciendo, de hecho, aunque de forma tímida, desde el nombramiento de Trump y el amago arancelario. Este martes, el portavoz de Vox en Andalucía, Manuel Gavira, restaba importancia al asunto indicando que con Joe Biden en la presidencia, "ya había" aranceles. Pero que hasta la fecha el sector agrario andaluz ha sufrido más por las políticas de la UE que por esos aranceles, añadió. Lo cierto es que la administración Biden mantuvo los aranceles a la aceituna negra de mesa pese a que la Organización Mundial de Comercio, ante la denuncia europea, falló a favor al ver "injustificados" esos aranceles. A mediados de 2021, se acordó la suspensión a otros aranceles españoles, de gravámenes al acero europeo del 25% o del aluminio al 10%. Sí los amplió a China por la competitividad entre potencias.

En conversaciones con este periódico, fuentes nacionales insisten en la idea de Gavira. "El papel de Estados Unidos aquí es terciario, a nosotros lo que nos importa es lo que se haga desde Bruselas", se traslada. Se valida que Trump piensa en "los intereses de los americanos" que le han votado y que si con medidas proteccionistas cree que cumple con los compromisos adoptados, está en su derecho. "Eso en Europa nos parece raro, que se defiendan los intereses de los europeos", aseguran. Matizan con claridad que, pese a señalar a Bruselas y entender las decisiones de Trump, no aceptan todo su marco. "Que seamos socios de Trump no significa que estemos subordinados a EE.UU., en absoluto", recalcan fuentes nacionales.

El partido de Abascal amplía su apoyo a Trump con el aval de su propuesta para renovar la franja de Gaza y desplazar a los palestinos entre Egipto y Cisjordania

Lo señalan horas antes del aval de Vox a una de las novedades de la política de Trump, su postura respecto a Gaza para echar de allí a los palestinos. El plan pasa por trasladar a Egipto y Cisjordania a los dos millones de personas que residen en la franja y convertirla en "la Riviera de Oriente Próximo". En Vox lo ven "razonable". Pese a todo, la formación de Abascal rechaza hacer "seguidismo" completo a Trump. Lo ejemplifican con la postura respecto a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Su Administración retomó los planes iniciados en 2020 para retirar a EE.UU. de la organización, cesando así su financiación económica [la principal], que supone un duro golpe para la entidad. Los motivos: la "mala" gestión de la pandemia del coronavirus, de otras crisis, y la falta de "independencia" de los socios miembro. Este mismo miércoles por la tarde, Javier Milei, tras un amago durante la semana, siguió los pasos de Trump y anunció el mismo camino bajo el mismo criterio. Vox no contempla exigir ese camino para España.

La última alusión de los de Abascal a la OMS fue en la comisión de Sanidad del Congreso, el 24 de abril de 2024. David García, después de una comparecencia de Mónica García, ministra titular de la materia, expresó la necesidad de que España tenga soberanía frente a un ente "que no ha sido elegido democráticamente". Sí se reconoció que "puede ser un buen foro de participación de debate, siempre y cuando no exceda las competencias de la soberanía nacional". La opinión de Vox al respecto, trasladada a este digital una vez Trump y Milei han mostrado sus cartas, es que si bien no persiguen la salida de España del foro, sí quieren "fiscalizar" su actividad para determinar en qué se invierte el dinero que aporta el Estado.

Respecto a la guerra arancelaria, en Vox reivindican que España estaría en una posición más favorable para negociar con Trump si estuviera Abascal en el Gobierno. Por la afinidad entre la Fundación Disenso, el think tank del partido, y nexo con Hispanoamérica, y la Heritage Foundation, el símil de Disenso que agrupa al ala más radical del Partido Demócrata y cuyas figuras muy próximas se han integrado en el Gobierno de Trump. Son la brújula de las políticas sociales, y relativas a la moral, como el aborto, o las tradiciones. Se unen otras entidades como el Instituto Hudson, al que también se ha aproximado Vox. Con todo, no se explican los métodos o los argumentos con los que se podría convencer a Trump. Únicamente se destaca que con políticas como las de Pedro Sánchez [se ha posicionado muy en contra de Elon Musk y la ola trumpista, como uno de los pocos líderes socialdemócratas aún con poder en la UE] "es imposible".

Cambios en la política agraria frente a Trump

Para Vox, el problema es las decisiones que tome la UE [referencia a la coalición entre el Partido Popular Europeo y los socialdemócratas] para la protección de los productos nacionales de España y los diferentes Estados, de la agricultura principalmente, y el sector industrial frente a terceros países como China en el caso de la tecnología o el ámbito automovilístico, o Marruecos en la producción de alimentos. Una de las principales denuncias es la competencia desleal que, determinan, supone que Europa exija unos determinados estándares de calidad y producción, mientras que los regímenes de Xi Jinping [extendido a otros productores asiáticos] o el de Mohamed VI o bien no respetan las condiciones laborales adecuadas o usan materiales no permitidos en la producción, como ciertos pesticidas y fertilizantes. Eso permite abaratar precios.

Bajo la diana de Vox hay dos cuestiones esenciales que "dañan al campo español", a diferencia de la repercusión de los posibles aranceles de Trump a productos como el vino, el aceite o las aceitunas y verduras: la Política Agraria Común (PAC) y el Pacto Verde Europeo. Dos asuntos que denuncian reiteradamente en su pugna antiglobalista y contra la Agenda 2030. Eso pone en un brete al partido con los agricultores y ganaderos, uno de los perfiles que más votos deja a Vox en cada convocatoria. Habrá que ver si en el futuro pasa factura o no los de Abascal. La cuestión arancelaria para el sector agrario no es un mal menor en comparación con el impacto a su productividad que puedan tener políticas europeas, sino que es complementario. De hecho, ya hay alerta en el tejido empresarial español.

La propuesta de Vox radica reformular la PAC y tumbar las exigencias climáticas, que creen que complican, con mayores trabas burocráticas o preferencias sobre lo que plantar o no, a los pequeños y medianos productores. Defienden dar prioridad a los productos de la Unión acabando con favoritismos a terceros países para combatir esa competencia desleal. Vox habla de los beneficios que tiene el tomate marroquí por encima del español en los hogares nacionales, por ejemplo. Se demanda mayor flexibilidad para la producción, para cultivar "lo que se necesita", así como incentivos para abaratar costes que den viabilidad. Igualmente, plantean ventajas para incentivar el relevo generacional.

Se enlaza la rentabilidad con la cuestión de la "soberanía energética", para mayor competitividad nacional. En cuanto a las explotaciones ganaderas, se apunta a la normativa europea que restringe la caza del lobo, "el principal enemigo" de los ganaderos por los ataques a granjas.

Socios como Orbán se jactan de que su posición de alianza con Trump beneficiará a Hungría frente a la imposición de aranceles. Dice que el entendimiento con la UE pasa por el respeto a Trump

El inicio de la presidencia de Trump y su repercusión en Europa será el tema central en la cumbre de Patriotas por Europa que se desarrollará en Madrid del viernes al sábado. Participarán todos los socios-miembro de la familia con Abascal, su presidente, como anfitrión. Entre los presentes están Matteo Salvini, Viktor Orbán, Marine Le Pen, Geert Wilders o Andrej Babis, entre otros homólogos de Abascal en la esfera ultraconservadora. Todos los socios avalan conjuntamente el enfoque que replica Vox.

La diferencia que aprecian desde Abascal es el rol de poder que Orban o Salvini —integrado en el Gobierno italiano—, así como otros partidos en la misma posición en sus respectivos países, tienen para hacer frente a aranceles particulares [no a los de la UE en su conjunto]. El propio Orbán, por ejemplo, ha escrito recientemente en X que "Trump defenderá los intereses estadounidenses frente a Europa. Los burócratas de Bruselas lo van a pasar mal. Necesitamos llegar a un acuerdo, a un pacto para preservar nuestras relaciones económicas con EE.UU. Solo puede lograrse entre los que se respetan". En el caso particular de Hungría, Orban justifica que "siempre supimos que Trump volvería, estábamos preparados. Estamos negociando constantemente y llegaremos a un buen acuerdo". "¿Qué pasa con los burócratas de Bruselas? ¡Ya habéis hecho vuestra cama, ahora acostaos en ella!", recrimina a la UE.

Vinos, quesos, cosméticos y carteras de mano están entre los productos franceses que pueden verse afectados con aranceles de hasta el 100%. En el caso de Italia, también hay un variado catálogo de productos que pueden verse afectados: moda, agroalimentación, mecánica, industria farmacéutica, el sector de los muebles y el automovilístico.