El beso dio la vuelta al mundo. La acción del expresidente de la Real Federación Española de Fútbol Luis Rubiales sobre la futbolista Jenni Hermoso tras la final del Mundial 2023 en Australia acaparó portadas, abrió telediarios y provocó un debate público de grandes dimensiones. Rubiales mantiene que fue de mútuo acuerdo, pero la jugadora ha ratificado ante el juez que ni lo consintió cuando se produjo ni tampoco lo aceptó después. Hermoso denunció los hechos ante la Fiscalía, y el magistrado que llevó a cabo la instrucción vio motivos suficientes para enjuiciar al exmandatario por un delito de agresión sexual.
Sin embargo, el procedimiento no se circunscribió únicamente a Rubiales. Durante el período de investigación fueron imputados tres miembros de su directiva por coaccionar a Hermoso y tratar de que diera su brazo a torcer e hiciese una declaración pública para restar importancia a lo que había ocurrido en Sídney: el exdirector de la Selección masculina Albert Luque, el exseleccionador de la femenina Jorge Vilda y el exjefe de markéting de la Federación Rubén Rivera. Para ellos, el Ministerio Público pide una pena de un año y seis meses de cárcel por un delito de coacciones, igual que a Rubiales, al que se le suma un año por la agresión sexual.
Las presuntas coacciones se produjeron en diferentes escenarios durante las horas y días posteriores. La primera que relata Hermoso tuvo lugar en el vestuario, cuando le pidieron que saliera para hablar con Rubiales, quien le informó de que en las redes sociales se estaba formando mucho revuelo y de que "podían pararlo". Su intención era que hiciese un vídeo junto a él quitándole importancia al beso. Según detalló la jugadora ante el juez José Manuel Clemente, en ese momento le dijo "te va a caer porque sabes que esto no está bien". Él trató de justificarse diciendo que lo había hecho con "efusividad".
Después, en el autobús camino del aeropuerto, cuenta que se le acercaron los responsables de prensa de la Federación con un comunicado que había sido "supuestamente escrito" con sus palabras en base a una entrevista que ella había concedido unos minutos antes. El exdirector de Comunicación de la Federación Pablo García Cuervo afirmó ante el juez que se limitó a transcribir unas declaraciones que Hermoso había hecho en la Cadena COPE para un comunicado que le pidió Rubiales, aclarando que para lanzarlo necesitaba el visto bueno de la futbolista. Ella, por su parte, explicó que en ese momento ya se sentía "atosigada" y les dijo que hicieran lo que quisieran.
Durante el trayecto en el bus, tal y como han narrado las tres futbolistas que son testigos en el juicio, Alexia Putellas, Irene Paredes y Laia Codina, la mayor parte de las jugadoras no eran conscientes de lo que había ocurrido unos minutos antes. Fue Paredes la que advirtió al resto de la gravedad de los hechos, como ella misma ratificó en su declaración.
El siguiente episodio se produjo en el avión. Aquí es donde interviene Jorge Vilda. Rafael Hermoso, hermano de Jennifer, que se encontraba en el avión y es otro de los testigos, testificó que el exseleccionador se acercó a él siguiendo las instrucciones de Rubiales para pedirle que hablara con su hermana y tratara de que, cuando hiciesen escala en Doha (Catar), grabara un vídeo junto al presidente. Aunque en un primer momento hablaron de fútbol, Vilda sacó el tema del beso restándole importancia, asegurando que era "lo mejor para todos".
Según su versión, el seleccionador le advirtió que si la polémica seguía iba a perjudicar a todos. Además, "dejó caer" que su hermana "tenía una edad, una carrera, y que si colaboraba las puertas de la Federación iban a estar abiertas, pero si no no sabía lo que iba a pasar". Sostiene que la última frase que le dijo fue que tuvieran en cuenta las consecuencias "tanto profesionales como personales" que ello podía tener para mi hermana". En este punto del juicio, la defensa de Vilda mostró un vídeo en el que Rafael Hermoso negaba haber hablado con el entrenador, pero él explicó que mintió deliberadamente para proteger a su hermana.
Ya en Doha, Jennifer Hermoso indicó que Rubiales se le acercó de nuevo diciendo que se le estaba tachando de "acosador", y le pidió "por favor" grabar un vídeo. "Me lo pidió por sus hijas, que estaban llorando, le dije que lo sentía pero que no iba a hacerlo". Laia Codina mantiene que cuando posteriormente les detalló este episodio estaba "bastante agobiada" y se puso a llorar. Putellas dijo que en el avión vio a Hermoso "agobiada y llorando", y narró ante el juez que su compañera le dijo que el expresidente había hablado con ella durante el vuelo y que le relató los hechos "como si no lo hubiera vivido en primera persona".
El viaje a Ibiza
Los otros dos acusados, Albert Luque y Rubén Rivera, aparecen en escena en el viaje a Ibiza, adónde se desplarazon la mayor parte de las jugadoras para celebrar el éxito en el Mundial después de los festejos en Madrid. Las presiones, según el relato de Hermoso, comenzaron nada más llegar a la isla, cuando se disponían a comer en el restaurante del hotel.
En ese momento Rivera, al que la futbolista señala como el hombre de confianza de Rubiales, le pidió que cargase su teléfono para hablar con el departamento de Integridad de la Federación. Hermoso se negó, aunque según Ana Ecube, una amiga suya que estaba allí y que también es testigo, se lo pidió "con tanta insistencia" que finalmente accedió a darle su móvil. Finalmente, habló con el departamento pero se negó a participar en ningún proceso que iniciase ese área del organismo.
Horas más tarde, mientras estaban en otro hotel viendo el atardecer, Rivera intentó de nuevo hablar con ella, en esta ocasión para decirle que fuera a hablar con Albert Luque, que también se había desplazado a la isla. Laia Codina aseguró que se lo pidió "cinco o seis veces". Alexia Putellas también declaró haberlo visto. Ecube contó que en ese momento Hermoso rompió a llorar y que ella hizo de intermediaria con Luque. Bajó al vestíbulo del hotel, donde la recibió con un tono "amigable" aunque pronto se enfadó tras ver que la futbolista no quería hablar con él. Entre otras cuestiones, le indicó que si les ayudaban "ellas sabían que Rubiales devuelve muy bien los favores" y no les faltaría trabajo a ninguna de las dos.
Sobre los mensajes que éste envió a Ecube posteriormente, en los que, entre otras cuestiones, acusaba a Hermoso de tener poca empatía y humanidad y le deseaba "que la vida le devuelva lo que le está haciendo pagar a una persona injustamente", especificó que no se los enseñó a su amiga hasta que volvieron de Ibiza.
Todas las testigos coinciden en señalar que fue en el viaje a la isla donde en peor estado anímico vieron a su compañera y amiga. "Me decía que no sabía qué hacía aquí. Incluso antes de la rúa que hubo en Ibiza se sentó a mi al lado y se puso a llorar diciendo 'no puedo más'. Intentaba que disfrutara pero estaba llorando", sostuvo Putellas. Ecube mantiene que fue allí donde vio "peor" a Hermoso, porque ya había asimilado lo ocurrido y estaba "triste y cansada".
La no convocatoria de Hermoso con la Selección
Una de las cuestiones que la teniente fiscal Marta Durántez está tratando de demostrar es que la negativa de Hermoso a colaborar pese a las presiones de Rubiales y su entorno le costó no ser incluída en la siguiente convocatoria de la Selección, tal y como ella misma ratificó: "Más tarde se vio lo que fue, que es no ir a la Selección. Estaba negándome a hacer algo que en ese momento mi jefe estaba queriendo hacer. Él era en ese momento el que mandaba".
Tanto Putellas como Paredes y Codina han manifestado ante el juez que les sorprendió que no fuera convocada. La primera señaló que no le pareció "correcto" el motivo que esgrimió Montse Tomé, quién asumió el cargo tras la salida de Vilda, que dijo que el motivo era "proteger" a Hermoso. "Como compañeras, vimos que algo que ella no había provocado le privaba de hacer su trabajo, y era cuanto menos un poco injusto", ha explicado.
Sobre esta cuestión queda un testigo clave: el de la propia Tomé, que prestará declaración el lunes. El turno de los acusados llegará a partir del miércoles, cuando tendrán la oportunidad de exponer la versión de sus hechos ante el magistrado José Manuel Clemente.
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