Pese a que los contactos entre Alternativa para Alemania (AfD) y Vox han sido casi inexistentes durante la mayor parte de su desarrollo vital, el éxito de los alemanes en los estados de Sajonia y Turingia en septiembre de 2024 marcó un punto de inflexión. Entonces, y por primera vez, Santiago Abascal felicitó a los de Alice Weidel por el resultado. Negó la calificación de "neonazis" para ellos durante una rueda de prensa en Bambú, y apuntó que creer que el 30% de sus votantes lo son, "o es desconocimiento o mala intención". A ello le siguió, en enero de 2025, una muestra de respaldo a AfD y al apoyo directo recibido de Elon Musk, al no considerarlo, como viene alertando la UE, de "injerencia" que pone en peligro procesos como el de este domingo.
Musk, por su influencia vía X, se ha convertido en otro nexo más de unidad para fuerzas internacionales muy distintas que comparten el rechazo a la inmigración, el férreo nacionalismo y la preferencia por la soberanía nacional, la defensa de un conservadurismo moral y las tradiciones cristianas, y la polarización de la sociedad distinguiendo, al más puro estilo populista, a un pueblo virtuoso de una élite corrupta y alejada. El mismo respaldo que a Weidel buscó reservar para el futuro Abascal este jueves durante su presencia en la CPAC de Washington, donde dejó constancia de un breve encuentro con él. De cara a unas generales, el apoyo de Musk le será esencial. Lo está siendo en Alemania. El respaldo del sudafricano ha lanzado más a AfD en las encuestas, que pronostican que Weidel quedará segunda tras la CDU de Friedrich Merz.
Aunque para Abascal es una 'novedad' atender a los alemanes, AfD ya felicitó a Vox por los resultados de noviembre de 2019, cuando irrumpieron en el Congreso de los Diputados como tercera fuerza nacional con 52 diputados. A través de sus canales oficiales, el partido aludió a los "grandes paralelismos" entre proyectos, en un momento en el que las condiciones de los de Abascal igualaban a Vox a la marca alemana. Lograban, igualmente, ser terceros después de populares y socialistas. Ese paralelismo cambió, pese a todo, tras las federales de 2021 donde el SPD de Olaf Scholz consiguió la cancillería de la mano de liberales y verdes con la coalición 'semáforo'. AfD pasó de tercera a quinta.
En pleno crecimiento, el ascenso pronosticado a AfD es un 'espejo' para Abascal en España con el sostén del trumpismo de fondo. Más en un momento de distanciamiento del PP, lo que le deja prácticamente aislado pese a no contar con cordones sanitarios como AfD. Todo, teniendo claro que el modelo húngaro o el italiano de Giorgia Meloni, combinado con el estadounidense, definen mejor la estrategia de Abascal. No se descarta acercamiento de AfD a Patriotas en el futuro.
Escisiones impulsadas por una crisis
Dentro de la heterogeneidad de aspectos con los que cuentan las distintas marcas nacionalpopulistas europeas, Vox y AfD comparten varios elementos que las distinguen del resto. Uno de los principales es que ambos son escisiones de la derecha clásica en sus respectivos países. Del PP y de la CDU, por el descontento de la gestión de Mariano Rajoy y Angela Merkel en plena crisis del euro. Los primeros, por centrarse el popular en la gestión económica y dejar de lado el aspecto ideológico y moral; los segundos, por estar en desacuerdo con los rescates del norte al sur de Europa. Ambos casos se dan en 2013, el alemán unos meses antes, en febrero. En el caso de Vox, en diciembre.
AfD la promueven un grupo de empresarios y economistas ligados al oeste de Alemania y a la esfera universitaria, algo que dista de Vox. También su defensa a ultranza del euroescepticismo y la salida del euro para volver al marco. Ahora bien, sí hay una comparativa con toda esa capa profesional si se atiende los perfiles ultraliberales del partido, ligados a la empresa, que han acabado siendo depurados durante estos años, con Iván Espinosa de los Monteros al frente. Las dos formaciones se mantuvieron al margen del sistema durante los primeros años de rodaje, y fueron dos crisis opuestas entre sí las que permitieron sus impulsos en 2015 y 2018 respectivamente.
La de refugiados sirios, convirtiéndose Alemania en el principal país de recepción, aceleró el descontento social, especialmente en las zonas más pobres, las de la antigua República Democrática de Alemania y aupó al partido entonces en manos de Alexander Gauland, ahora presidente honorario. Precisamente, ahora la inmigración vuelve a dar alas al partido tras un repliegue. El procés de Cataluña y los años más calientes tras el 1-O hicieron mella en muchos españoles que empezaron a confiar en Abascal y en los suyos. Posteriormente, el cuadro migratorio, similar para todos los homólogos, ha sido adquirido por Vox.
A diferencia de AfD o Vox, que han partido de cero, con la ventaja que eso supone, Marine Le Pen tiene en sus manos un partido que ha tenido que pasar por un proceso largo de desdiabolización, pasando de una oferta neofascista en los noventa a unas siglas de masas que copan ya la mayor parte del espectro electoral de la derecha. La Fidesz de Víktor Orbán ha sido moldeada por su líder desde tendencias liberales, mientras que la Lega Nord de Matteo Salvini de desligó del apellido conforme renunció a la independencia del norte de Italia.
Radicalización de los proyectos
Pese a estar AfD más en la cuerda del Podemos inicial, por estar sus fundadores inmersos en el mundo académico, la evolución respecto a Vox en relación a las cúpulas de los partidos ha sido parejo. La tendencia ha sido el reforzamiento de la corriente más radical. Apenas queda nadie ya de los primeros años en ninguna de las dos formaciones. El caso de Vox es conocido. Conforme Cataluña dejó de condicionar el debate y el partido dejó de atender principalmente a la economía y los valores para centrarse en la inmigración casi de forma monográfica, las figuras más ultraconservadoras dentro de las siglas empezaron a contar con mayores puestos de responsabilidad. Organizaciones como Hazte Oír [pantallas de sectas como el Yunque] o el Opus Dei empezaron a tener mayor presencia interna, y a contar para la toma de decisiones.
Eso se consumó a mediados de 2023 aproximadamente, con la salida de Espinosa. Un año y medio antes, la marcha del anterior portavoz nacional, Jörg Meuthen, quien denunció una deriva totalitaria interna, dio vía libre al atrincheramiento de los neoliberales que protestaban contra Bruselas a la expansión de los liderazgos más próximos al neonazismo y a la xenofobia, como Weidel y Tino Chrupalla que siempre han caracterizado a la marca alemana en el este del país. Especialmente a Bernd Höcke, líder en Turingia. El propio exdirigente tachó a Höcke de "neonazi". Por esta radicalización, que excede, no obstante, con creces la que se pueda apreciar a Vox, la Oficina para la Protección de la Constitución (BfV) vigila de cerca desde 2019 al partido. Especialmente en el Este y a sus juventudes. En España, puntualmente, Abascal ha mencionado que no temen a nadie, ni al CNI, sugiriendo sin detalle que pueden estar investigándole.
El carácter masculino del partido es otra realidad que AfD comparte con Vox. Pese al liderazgo de Weidel, compartido con Chrupalla, la mayor parte de la cúpula alemana son hombres.
Países con problemas de identidad nacional
En menor medida, como sucede en Alemania con AfD y el nazismo, la falta de condena del franquismo, y su apología esporádica, es otra de las peculiaridades de los de Abascal, que incluso entre su dirección cuentan con perfiles jóvenes como el responsable de Comunicación, Manuel Mariscal, que recientemente han avalado la etapa de Franco como una "de reconstrucción, de progreso y de reconciliación".
Tanto AfD como Vox surgen en países con problemas de identidad nacional, donde el chovinismo y el patriotismo exacerbado se ha penalizado socialmente por las experiencias de los periodos dictatoriales con Hitler y Franco. Si bien ha habido siempre partidos neofranquistas o neonazis, ninguno ha prosperado. Las cámaras alemana y española fueron excepciones para la extrema derecha [también Portugal] hasta la explosión de AfD y Vox. Asimismo, las intenciones tanto de Weidel y los suyos como de Vox han sido claras respecto a la identidad nacional: adueñarse del debate.
Ambas formaciones han abogado por la resignificación de conceptos. En el caso español, 'facha' ha sido redirigido hacia algo positivo por parte de Vox, como alguien preocupado por la nación y sus tradiciones. En el caso alemán, conceptos como el de libertad de expresión se han empleado para hacer tolerable opiniones que no lo son. Luego también hay cruzadas por combatir el consenso histórico, con la supresión de las leyes de Memoria Democrática regionales en España, que apuestan por la reparación de la dictadura, o desligar a Alemania de la 'cultura de la vergüenza' por el pasado nazi. Gauland dijo que "Hitler y los nazis son una cagada de pájaro en los más de mil años de exitosa historia alemana". Y Höcke, que el monumento al Holocausto de Berlín era "un monumento de la vergüenza" para el país.
Nativos digitales
Si bien todos los socios ultraconservadores dominan las redes, el Frente Nacional, la Fidesz o la Lega nacieron entre los setenta, el primero, y finales de los ochenta y principios de los noventa los otros dos. Han tenido que digitalizar sus propuestas para influir en la ciudadanía, algo que Vox o AfD no, al nacer en el momento cumbre de redes sociales como la actual X o Facebook, entre otros. Los primeros pasos de los partidos transcurrieron en esos foros, permitiendo extender masivamente su mensaje en pocos segundos. Mientras que en Alemania la crisis de refugiados dejó un amplio margen de influencia a AfD en redes, en España Podemos dominó la esfera hasta un año antes de la pandemia del coronavirus. Vox supo moverse dentro haciendo competencia a los de Pablo Iglesias hasta imponer su hegemonía.
Durante el último lustro la mayor parte de formaciones políticas se han adaptado a las fórmulas, sobre todo teniendo en cuenta el relevo generacional interna y la necesidad de atraer a los más jóvenes. Un ejemplo es en Francia, el presidente de la Reagrupación Nacional, Jordan Bardella, y su uso de TikTok como reclamo. Ahora, la supresión de los controles dentro de X permiten total libertad para la difusión de contenidos, así como de desinformación.
Posible entrada a Patriotas
Hay cuestiones que separan con claridad, al menos por ahora, a Vox de AfD, como puede ser una postura claramente prorrusa. Mientras Vox evita posicionarse totalmente sobre la guerra de Ucrania, y aunque respalda la posición de Trump indica que Zelenski tiene que tener la última palabra en un acuerdo de paz, AfD defiende un cese de apoyo explícito al país y volver a mirar directamente hacia Moscú. A ello se le une el cordón sanitario que ha impedido la colaboración de AfD con la CDU a diferencia de los regionales con el PP de Vox en España, o los locales que en muchos ayuntamientos siguen sosteniéndose.
También la radicalidad y el acercamiento al neonazismo dista de cualquier extremismo que pueda imperar en Vox. Precisamente eso dejó a AfD fuera de Patriotas, tras los acontecimientos pre elecciones europeas en los que el candidato Maximilian Krah restó peso a los crímenes de las SS. También tuvo que dimitir por acusaciones de espionaje para China y por corrupción. Weidel ha estrechado lazos con Orbán recientemente, y se especula con una posible entrada en el grupo que preside Abascal después de las federales. Lo afirma Euronews en una publicación. El impedimento, de ser así, es Le Pen y su grupo, que marcan una línea roja respecto al nazismo. Bardella se ha negado a participar en la CPAC tras el saludo nazi de Steve Bannon, de hecho. Una fuente de la Reagrupación Nacional de Le Pen, pese a todo, se abre a la viabilidad de esa posibilidad. Integrado en Patriotas, el acercamiento a Vox sería más claro aún.
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