Toda historia tiene un inicio (y, en principio, un final) y la de El Ministerio del Tiempo, la serie de aventuras que emitió La 1 de TVE entre 2015 y 2020, se remonta a veinte años atrás cuando sus creadores, los hermanos Pablo y Javier Olivares, se propusieron –cerveza mediante– escribir una serie que les gustaría ver como espectadores, pero que sabían que nunca se iba a hacer.
Entremedias, en torno a 2007, desarrollaron la adaptación española de la serie Life on Mars, un policía que viaja al pasado, a los años setenta, tras un accidente de coche. De su producción iba a encargarse Diagonal TV (Amar en tiempos revueltos, Isabel) e incluso entablaron conversación con la televisión pública británica, la BBC, para dicho remake La titularon La leyenda del Tiempo. Si los ingleses tenían a David Bowie; los españoles, a Camarón.
Al final, Antena 3 compró los derechos y se la encargó a otra productora. El resultado fue La chica de ayer (2009), cuyo título respondía a una canción de Nacha Pop (1980), adelantada a la época en que estaba basada la serie (1977).
Anacronías aparte, Javier Olivares se quitó aquella espina clavada en la cuarta temporada de El Ministerio del Tiempo. El segundo capítulo, en el que la patrulla de funcionarios y viajeros en el tiempo tiene que conseguir la financiación de la segunda película de Pedro Almodóvar (Laberinto de pasiones) y que el cineasta manchego contrate a Antonio Banderas como protagonista, termina con una interpretación precisamente de la canción Life on Mars, de David Bowie. Se cerraba así un círculo; uno de tantos.
"Yo tenía la certeza de que no iba a haber más temporadas. Quería cerrar la historia de los personajes. Se lo debía a los personajes, a los actores y al público. Con mayor o menor acierto", recuerda Javier Olivares en conversación con El Independiente. Este lunes 24 de febrero se cumple una década del estreno del primer capítulo de El Ministerio del Tiempo; el primero de un total de 42, que, por cierto, no están disponibles al completo en RTVE Play (sí en HBO Max...).
Una serie de aventuras delante y detrás de las cámaras, pues no fue un camino de rosas con baile de horarios, renovaciones tardías, marcha de intérpretes y, por tanto, reescrituras de biblias, o sea, el esqueleto de cada tanda de entregas. Entre el rodaje de la tercera y la cuarta temporada transcurrieron más de dos años, por lo que estuvieron pagando un plató que finalmente se derruyó. De hecho, en la última temporada, por una cuestión presupuestaria, no pudieron construir un plató. Pero encontraron una solución: un viejo edificio de Radio Nacional de España a las afueras de Madrid donde podían decorar.
"Siempre cuando acabo una temporada, pienso que no va a haber otra. Y El Ministerio del Tiempo me lo ha demostrado. Lo que no me gusta es dejar una serie inacabada. Había que poner un punto y final para que, si de repente hubiera una nueva temporada, ya era una nueva patrulla", continúa.
Dicho y escrito, pues TVE pidió una quinta temporada de El Ministerio del Tiempo a Javier Olivares. Con Star Trek (y sus continuaciones) y Doctor Who (y las regeneraciones físicas de su titular) en mente, el guionista planeó una renovación manteniendo las esencias. Aquella quinta temporada iba a ser la más corta, de cuatro episodios, para convertir su emisión en un evento, e iba a contar con una nueva patrulla protagonista, formada por una mujer matemática de finales del siglo XVII, un teniente de la Guerra de la Independencia (1808-1814) y un joven alunicero de 2020.
Iban a hablar de fake news, del invento del submarino, de la actuación de Los Beatle en Las Ventas (Madrid)…e iba a haber un especial navideño con la historia de La Lotería. "Tornero [el por entonces presidente de RTVE] dijo que era muy caro y se cerró la puerta", recuerda Olivares. Como aquella otra puerta que se cerró entre la segunda y la tercera temporada de El Ministerio del Tiempo cuando surgió la posibilidad de mudarse a una plataforma...
"Cada temporada es lo que hereda de las anteriores. Mejor no pensar en lo que hubiera sido y no fue. Tocas con los instrumentos que te dan y estoy encantado con cómo quedó la cuarta temporada", reconoce Olivares.
Si en aquella cuarta y última temporada tuvo que rehacer la biblia tras la marcha la marcha de la actriz Macarena García (Lola Mendieta) durante el ecuador, en la segunda ya le ocurrió con su protagonista, Rodolfo Sancho (Julián). De no haberse caído del reparto, quizás la fusión entre Lorca y Camarón hubiera sucedido antes...
"El personaje de Rodolfo [Sancho] era básico en la primera temporada y reflejo de mi hermano [Pablo]", recuerda el cocreador. Pero a rey muerto, rey puesto, pues Hugo Silva se ganó el cariño del guionista ("Para mí, uno de los grandes hallazgos de la serie es Pacino") y del público. Con la baja de Julián y la suplencia de Pacino, había una tercera en discordia, Amelia (Aura Garrido).
Pero Olivares no sucumbió al enredo amoroso: "Ya con Isabel, en la primera temporada, no hice historia de amor. Hice la historia de amor que fue históricamente como la conté. No la enredé ni la convertí en un amorío. Y en El Ministerio del Tiempo, igual: yo no quería hacer una historia de amor estable de nadie".
La propia serie tampoco se casó con nadie. Cada uno de sus tres protagonistas originales representaba a una de las tres Españas: Amelia (progresismo, feminismo), Alonso (lealtad, cristianismo, patriotismo) y Julián, "que está hasta los cojones de que las dos Españas se peleen y quiere tomarse una cerveza en paz". Los tres, con sus diferencias, remaban juntos en la misma barca. "No se peleaban entre ellos. Cumplían una función como patriotas, como funcionarios de un ministerio", amplía.
Aún así, se le acusó de politización y viraje hacia la izquierda: "No es una serie política, pero todo es político. Es una serie de aventuras, pero evidentemente hablamos de la corrupción, de la desigualdad, de que las guerras las pierde todo el mundo... No podemos hacer una fiesta con Lorca, ¿o la hacemos? También le dábamos un giro cómico a muchas cosas, como Velázquez, Lorca...".
Olivares recomienda a los más críticos revisitar la primera temporada, cuyo último capítulo, ambientado en la Residencia de Estudiantes de Madrid, "tiene la misma carga social, que no política" del resto de la serie. El episodio piloto, escrito esencialmente por su hermano Pablo, es de sus favoritos junto a otros dos de la segunda temporada, aquellos protagonizados por El Cid y por Felipe II.
Aún así, la tercera temporada de El Ministerio del Tiempo fue un punto de inflexión tras experimentar en la segunda, saltando de un género (comedia pura con Napoleón) a otro (drama puro con la gripe española) en cada capítulo. Un cuadro de Goya, Duelo a garrotazos, inspiró aquel tercer volumen.
"La tercera temporada era la más oscura. Había una trama muy dura, la de las dos Españas. Desde el siglo XIX, gente de ideologías distintas matándose entre sí. Fue la más dura a nivel de tristeza y también la más dura a nivel de producción. En las dos primeras temporadas teníamos un elenco técnico de primera. Tenía en sus filas a premios Goya. Toda esa gente venía por un precio más barato con la condición de, si les salía una película, se iban, pero volvían. Puedes tirar de ellos como favor en ese momento de pasión y épica porque todos sabían que estábamos haciendo una serie distinta. Era un chicle que no podías estirar", admite Olivares.
Hubo épocas a las que no viajaron (Al-Ándalus, la España romana) por una cuestión presupuestaria e incluso idiomática ("No hablaban español") e ideas que no prosperaron al no tener un buen guion, como las fake news. A Olivares le hubiera gustado pergeñar un capítulo sobre el Santo Niño de La Guardia ("un mito sobre unos judíos que martirizan a un niño cristiano. Llegaba la Inquisición y se hacía cargo de los culpables como hito del Cristianismo, pero nunca había desaparecido un año. No había caso. Eran rumores que se convertían en realidad porque interesaba en ese momento") o sobre la manera en que se expulsó al ministro Esquilache de España a finales del siglo XVIII por intentar modernizar el reino.
También le hubiera gustado integrar en la trama el curioso rodaje de Drácula (1931), por el día con elenco anglosajón y por la noche con elenco hispanohablante; lo que no cambiaban eran los decorados. Olivares reconoce que tenían que haber dado más cancha a la cultura científica (se redimió con Emilio Herrera, el creador de la escafandra, al que dedicó un capítulo de la cuarta temporada). "Me hubiera encantado contar la historia del futbolín. No daba tiempo para todo", sentencia Olivares.
Pero volvamos al principio, ya que la ficción lo permite. Pablo y Javier Olivares retomaron la idea de El Ministerio del Tiempo tras abandonar Isabel (2012), una vez creada y escrita la primera temporada, por diferencias creativas. Pablo, ya diagnosticado de ELA, pidió a su hermano desarrollar aquella idea que tuvieron tomando una cerveza años atrás. TVE se la compró casi de inmediato, pero tardaron un año en encontrar un compañero de viaje, al productor José María Irisarri: "Antes negociamos con cuatro productoras importantes y las condiciones nos quitaban nuestra decisión: no querían showrunner. Hubo cerrazón total a que un guionista fuera productor ejecutivo –petición de TVE–. Nosotros planteamos un modelo anglosajón de que llevábamos la parte creativa con la cadena sin intermediarios. Fue uno de los momentos más desagradables".
Olivares se llevó, al final, el gato al agua y tuvo poder de decisión incluso en la elección del elenco: "Teníamos claro todos menos uno, propuesto por TVE. Teníamos clarísimo a Víctor Clavijo. Fue el primero que tuvimos claro. Siempre habíamos hablado con Rodolfo [Sancho] porque necesitábamos un nombre importante. Era de la familia [interpretó a Fernando de Aragón en Isabel] y se apuntó. Uno muy claro que elegí yo fue Nacho Fresneda. Y Aura Garrido. Teníamos dudas entre Jaime Blanch y Luis Valera porque queríamos un actor que representara la televisión española de toda la vida, un icono".
No ha vuelto a ver Javier Olivares su propia creación. "Puntualmente he visto algún capítulo", reconoce. "Cuando la emiten en televisión, me quedo a verlo. Me llama la atención que, a pesar de los años, aguanta muy bien el tiempo".
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