La delegación de competencias en materia de inmigración y control de fronteras sólo contenta a los mandos políticos. Los jefes policiales y los agentes estallaron este martes al conocer el pacto entre el PSOE y Junts, que dará espacio a los Mossos d'Esquadra en estas tareas, hasta ahora competencia única de Policía Nacional y Guardia Civil en todo el territorio. Pero es que ni los agentes autonómicos ven posible asumir el trabajo. "No es viable", zanja un mosso con dilata carrera en el cuerpo.

Según este acuerdo, los Mossos d'Esquadra gestionarán la seguridad de puertos y aeropuertos y estarán en las fronteras, en cooperación con la Policía y la Guardia Civil, en tanto que la Generalitat tendrá la competencia integral de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) y de las devoluciones de extranjeros.

No está muy claro cómo será el trabajo de los agentes de manera conjunta. Si compartirán dependencias ni qué criterio se seguirá si de producen pareceres dispares sobre una o más personas. Ni el Ministerio del Interior ni la Consejería del ramo catalana lo han explicado. El titular de seguridad, Fernando Grande-Marlaska, estuvo de baja médica este martes, por lo que no acudirá hoy al ni a la reunión del Consejo de Justicia y Asuntos de Interior en Bruselas, donde tendría que enfrentarse a las preguntas de los periodistas.

El acuerdo contempla, además, el aumento de 1.800 mossos, hasta alcanzar los 26.800. "Ni sabemos la de centenares que harían falta para las nuevas competencias", se lamenta un agente catalán, que denuncia que los cargos políticos no han contado con la opinión de los profesionales para dar este paso.

Plantilla "envejecida"

"Hay comarcas sin agentes, sin vehículos, sin material. Es inviable lo que van a hacer". La plantilla de los Mossos está "envejecida": el 50% tiene entre 50 y 52 años. Esto es relevante, ya que en los próximos siete años todos ellos se podrán acoger a la segunda actividad, es decir, a dejar de realziar trabajos operativos para desempeñar tareas administrativas.

"En la calle habrá 16.000 agentes", así que aunque se aumente la plantilla para controlar las fronteras y la inmigración "seremos menos en la calle". Esto, "con las tasas de criminalidad que hay en Cataluña" hacen del pacto "un sinsentido". "No podemos jugar así con la seguridad de la gente", se lamenta una fuente consultada.

El acuerdo entre las dos formaciones señala que se trata de una "delegación" de competencias, ya que una transferencia sería incosntitucional. Así, la medida es "reversible". "¿De verdad hay que malgastar dinero público en un juego de butacas para que el próximo Gobierno pueda retirar todo?", se pregunta un mosso.

Si no se conocen los puntos finales de la operatividad, tampoco los plazos para que se vean a los Mossos en puertos, aeropuertos o en el paso de la Junquera, frotnera con Francia. Los agentes catalanes tendrán que pasar un proceso de formación, ya que entre sus conocimientos no hay nada de estas materias. "Las credenciales de Aena van de tres a cuatro meses, como mínimo".

Policías y guardias civiles, a la calle

Hace algo más de un año, El Independiente reveló que Interior ya contemplaba que los agentes tuvieran espacio en la gestión asistencial a las personas migrantes. Pero Marlaska, de cara al público y en privado (como en el Consejo de la Policía), siempre ha negado el traspaso de competencias.

Tras el pacto, los sindicatos de Policía y las asociaciones de la Guardia Civil han estallado contra el ministro. Todos los representantes piden su dimisión por aceptar un acuerdo "bochornoso", por "mercadear" con la inmigración y de dar un "golpe mortal" a los agentes en Cataluña.

Por eso, han convocado una concentración frente al Congreso de los Diputados el próximo miércoles, dia de pleno. La plataforma que aglutina a las principales organizaciones recuerda que la legislación europea establece que la gestión de la extranjería y la protección de las fronteras comunes es competencia de los cuerpos estatales de seguridad y, por tanto, cualquier medida que pueda alterar este equilibrio debe ser evaluada con rigor