Los partidos socios del PP en Europa albergaban serias dudas desde hace tiempo respecto a la conveniencia de celebrar en Valencia su próximo congreso, los días 29 y 30 de abril. La terrible Dana del 29 de octubre del año pasado con 224 fallecidos, la complicada posición política del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, unido a las protestas que, sin duda, iban a a aprovechar la presencia de las figuras más relevantes del PPE para hacerse oír no eran un panorama alentador par los populares europeos. Aunque no estaban al tanto del detalle, del día a día a día, de si había o no versiones contradictorias sobre la hora en que Mazón llegó al Cecopi y sobre el grado exacto de indignación ciudadana, no eran ajenos lo que estaba ocurriendo en la capital valenciana.

Génova ya llevaba unas semanas asumiendo que lo de Valencia no era una buena idea, tanto por la imagen de una calle incendiada para recibir a la delegación europea como por la presencia de Mazón, a fin de cuentas, presidente autonómico anfitrión junto con la alcaldesa de la ciudad, María José Catalá. Madrid parece ahora la alternativa más factible. La ubicación del cónclave se decidió en julio del año pasado, tras las elecciones europeas del 9-J, y para poner en valor los buenos resultados del PP, segunda representación más numerosa del Grupo Popular Europeo tras la CDU alemana. Entonces nada hacía presagiar la enorme tragedia de la Dana y Valencia parecía una opción factible.

El PPE ha tratado el tema en reuniones internas

Tras la Dana y la polémica suscitada por una gestión que hasta el propio Alberto Núñez Feijóo cuestionó, arrancaron también las dudas en Génova, admiten en su equipo. Eso, unido a las susceptibilidades de los socios, obligaron a buscar una salida. Incluso echaron cuentas sobre los costes de cambiar de sede, bastante onerosos, por cierto, de algo que lleva reservado desde hace meses. Sin embargo, el PP tenía dificultades políticas para justificar que sacaba el congreso de Valencia sin que sonara como una desautorización en toda regla a su barón territorial. Y la han encontrado. La culpa es de Francina Armengol.

Resulta que el pasado 4 de febrero, hace ya más de un mes, el portavoz el Grupo Popular, Miguel Tellado, pidió en la Junta de Portavoces que se aplazaran los plenos de la última semana de abril a la primera de mayo, petición que fue denegada. El temor, según explicaron fuentes del PP esta misma semana, residía en que el Ejecutivo aprovechara la notable ausencia de diputados populares para llevar a votación algún decreto controvertido, incluso hablaron de la posibilidad de colar la ley para la quita de la deuda -todavía con un largo periplo parlamentario- o el pacto con Junts en materia de inmigración.

Pero tanto una cosa como otra tienen carácter orgánico y necesitan, como poco, de 176 votos para salir adelante, por lo que es indiferente si están vacíos todos los escaños populares. Ello no impide que el Gobierno, efectivamente, pueda aprovechar la coyuntura para aprobar y llevar por esas fechas algún otro decreto-ley o iniciativa para la que sepa no cuenta con el apoyo de algunos de sus socios y pueda salir adelante con una mayoría simple.

Traslado a Madrid

Ese el pretexto que alega ahora el PP para trasladar la cumbre del PPE a Madrid, lo que les permitiría estar presentes en el pleno del Congreso en el momento de las votaciones, según explicó ayer desde Bruselas el propio Núñez Feijóo. De este modo quita presión a sus socios ante el riesgo de deslucir una cita que reunirá a jefes de Estado y de Gobierno como el polaco Donald Tusk y el alemán -todavía pendiente de investidura- Friedrich Merz, con quien Feijóo mantuvo un encuentro bilateral este jueves en Bruselas. Pero también recibirá a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, y a la de la Eurocámara, Roberta Metsola.

Fuentes del entorno de Armengol alegan que los portavoces tenían el calendario desde el pasado 16 de enero "para que nos dijeran si estaban de acuerdo. Si ahí nos explican esto a lo mejor les podríamos haber dado alguna solución". Pero el PP "no dijo nada hasta darse cuenta en la propia Junta de Portavoces" del 4 de febrero. Confirman que, efectivamente, Tellado pidió en ese momento retrasar los plenos a la semana siguiente, pero el resto de los portavoces, incluido Vox, no apoyaron "una petición de romper la regla no escrita que se ha respetado durante décadas", esto es, que los plenos sean las semanas siguientes a la primera de cada mes. Armengol ni siquiera intervino en esta cuestión, según las mismas fuentes.

La petición de Tellado se produjo justo después de que la Mesa del Congreso, con cuatro representantes del PP, diera el plácet al calendario. Pero no fue hasta este jueves, que Génova abrió la puerta a un cambio de ciudad para celebrar el congreso del PPE tras semanas insistiendo en que lo mantendrían en la capital de la Comunidad Valenciana.