Las tecnológicas americanas sufrieron este lunes su peor día en Wall Street desde 2022 por el miedo a que Estados Unidos entre en recesión. El Dow Jones, el principal indicador estadounidense, abrió con una caída del 1% y terminó dejándose casi 900 puntos al cierre, ampliando las pérdidas registradas la semana pasada. Las mayores caídas se las llevaron los índices S&P 500, que cayó un 2,7%, y el tecnológico Nasdaq, que perdió un 4%. En peor situación se encontraron las grandes tecnológicas del país, las llamadas siete magníficas -Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia y Meta- que cayeron entre un 2% y un 5%, y Tesla, que vio cómo desaparecían todas las ganancias que había registrado desde noviembre, cuando Donald Trump ganó las elecciones, al caer un 15%.
La bolsa americana lleva experimentando una fuerte volatilidad este mes ante la incertidumbre de las políticas del magnate, pero este lunes la bolsa lo reflejó con más fuerza, justo después de que el presidente estadounidense dijese durante el fin de semana que la economía del país atravesará un "periodo de transición". Trump también rechazó descartar que pudiese entrar en recesión, tras una semana de importantes vaivenes en sus decisiones sobre los aranceles -impuso gravámenes a México y Canadá el martes, pero el miércoles retrasó un mes los del sector automovilístico, y el jueves, los de todos los productos englobados bajo el tratado de libre comercio USMCA-.
¿Puede realmente entrar Estados Unidos en crisis? Con los datos que se conocen hoy día, no es lo más probable, pero lo que preocupa a los inversores es el deterioro de los indicadores que reflejan la confianza de los agentes económicos... y esa incertidumbre es probable que repercuta negativamente en las decisiones de consumo e inversión de particulares y empresas. Si lo hará lo suficiente como para que el PIB estadounidense deje de crecer e incluso se precipite durante dos trimestres consecutivos -la definición de recesión- es todavía una incógnita, pero a continuación ahondaremos en cuáles son esos datos macroeconómicos que se están deteriorando.
Estados Unidos no ha experimentado una recesión desde el principio de la pandemia, en 2020. El presidente estadounidense prometió impulsar la economía -que ya registra niveles muy bajos de desempleo y un robusto crecimiento- con sus aranceles, su control de la inmigración y de las regulaciones, y sus recortes del empleo y gasto público y los impuestos, y eso animó a la bolsa desde que fue elegido en noviembre. Sin embargo, ahora son esas mismas medidas las que inquietan y las que podrían llevar al país a atravesar dificultades.
"Mira, lo que yo tengo que hacer es construir un país fuerte. No puedes fiarte de la bolsa", dijo Trump la semana pasada, después de que los principales índices del país, el Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq cerraran a niveles más bajos de los que registraban cuando Trump juró el cargo, el 20 de enero. En el mismo día, el presidente dijo a los periodistas que lo acompañaron a pasar el fin de semana en Mar-a-Lago (Florida) que los aranceles iban a ser "la mejor cosa que hemos hecho como país", e insistió en que EEUU será más rico gracias a ellos. Por su parte, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha atribuido las bajadas de la bolsa a que el mercado "es un adicto al gasto público, y va a haber un periodo de desintoxicación".
A lo largo del mes de febrero, EEUU ha seguido creando empleo, según las cifras publicadas la semana pasada, pero los despidos también están repuntando -han alcanzado su mayor cifra en un mes desde 2009-. Son varios los factores que llevan a los economistas a creer que hay señales que apuntan a cierto debilitamiento en los próximos meses, tanto por los despidos del sector público como por el menor gasto del Estado, la incertidumbre alrededor de los aranceles y las restricciones a la inmigración. Además, este viernes el Congreso afronta otra fecha límite para aprobar más fondos para evitar un cierre total, lo que supone otra fuente de incertidumbre.
Uno de esos indicadores es el del gasto de los consumidores, que cayó de forma inesperada en enero, según los datos de la Oficina de Análisis Económico del Departamento de Comercio. Los economistas habían previsto que los estadounidenses gastasen un 0,1% más, y finalmente lo hicieron un 0,2% menos que en diciembre, cuando la posibilidad de que los aranceles entrasen en vigor podría haber llevado a comprar más de forma anticipada. En cualquier caso, los datos encajan con las predicciones que apuntan a una posible ralentización de la economía americana en el primer trimestre.
Otro es el que refleja la confianza de ese consumidor. La última encuesta de la Universidad de Michigan mostró que la confianza del consumidor estadounidense cayó en febrero por segundo mes consecutivo, marcando un 10% menos que en enero, el doble de lo que se esperaba a principios del mes. Una encuesta similar realizada por la CNN también ha mostrado cierto repunte del pesimismo: casi dos tercios de los adultos americanos, el 62%, contestaron que lo que Trump está haciendo no es suficiente para frenar la inflación. La muestra de Michigan reveló que los estadounidenses tienen ahora más miedo de la inflación que pueda aparecer en el horizonte.
"No va a haber una recesión. ¿Habrá distorsiones? Por supuesto", dijo el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, en una entrevista la semana pasada, "los bienes extranjeros puede que se conviertan en un poco más caros. Pero los bienes estadounidenses van a ser más baratos, porque vas a ayudar a los americanos a comprar [productos] americano". Cuando un periodista le preguntó por qué razón los productos estadounidenses serán más baratos que los extranjeros, teniendo en cuenta que los costes laborales son muy superiores en Estados Unidos que en sus socios comerciales, Lutnick contestó que los robots harán gran parte del trabajo y así conseguirán que sea más barato producir local.
La semana pasada, el presidente de Estados Unidos impuso aranceles del 25% a todas las importaciones procedentes de México y Canadá, que entraron en vigor el martes, pero el día siguiente aprobó exenciones para ciertos fabricantes de automóviles. El jueves, dos días, después anunció que aplazaba un mes los gravámenes para todas las importaciones de ambos países cubiertas por el tratado de libre comercio que él mismo firmó en su primer mandato, el USMCA o T-MEC, en español.
El avance de la economía repercutirá en la decisión de la Fed
En consecuencia, el presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Jerome Powell, dijo que "todo el mundo está pronosticando algún efecto inflacionario a causa de los aranceles" impuestos por la Administración Trump, pero que "todavía no se sabe qué es lo que va a pasar". "Estamos en una etapa en la que todavía tenemos mucha incertidumbre sobre qué pasará, durante cuánto tiempo, a qué nivel... vamos a tener que esperar para ver todo eso. Pero lo más probable es que algo de eso se abra paso; afectará a los exportadores, a los importadores, a los minoristas y, en cierta medida, a los consumidores", afirmó Powell.
Además de los aranceles a la importaciones procedentes de México y Canadá, ahora retrasados hasta el 2 de abril, Trump tiene previsto que este miércoles entren en vigor gravámenes del 25% a todo el acero y el aluminio que entre en Estados Unidos de otros países. Aparte, el presidente estadounidense ha ordenado a sus economistas que calculen de cuánto deberían ser los bautizados como "aranceles recíprocos" que Estados Unidos quiere imponer a todos los países que hoy día presenten aranceles para los productos estadounidenses, o que cobren impuestos a las empresas exportadoras americanas, o que tengan regulaciones que puedan perjudicarles. Esos nuevos gravámenes entrarían en vigor el 2 de abril.
A día de hoy y desde hace apenas un mes, China debe afrontar aranceles del 20% en los productos que envíe a Estados Unidos -la tasa era del 10% al principio, pero la semana pasada subió al 20%-. Por otro lado, Trump ha amenazado con imponer aranceles específicos a los productos lácteos y a la madera procedentes de Canadá, así como a todos los productos agrícolas procedentes de cualquier país del mundo.
El miércoles, la encuesta del Institute for Supply Management (ISM) reveló que a la mayoría de empresas les preocupan los aranceles, con algunas mencionando que los gravámenes han "creado caos" y "gran incertidumbre sobre el futuro de la actividad empresarial". Los enormes recortes que la Administración Trump está llevando a cabo y las deportaciones masivas también preocupan a muchos negocios que dependen de ese gasto público y de esos empleados, lo que sugiere que la actividad podría ralentizarse en los próximos meses, y es por eso que algunos centros de estudios han recortado sus previsiones del primer trimestre.
Si el PIB entra en terreno negativo, los recortes de tipos de interés de la Reserva Federal (Fed, por sus siglas en inglés) podrían tener que esperar. "La Fed se enfrenta a un ejercicio de equilibrio estos próximos meses, con la economía perdiendo impulso y la inflación subiendo en respuesta a los aranceles", ha comentado Sal Guatieri, economista senior de BMO Capital Markets. "La opción más sabia es estarse quieto", ha recomendado. El dilema de la Fed es relevante porque para impulsar el ritmo de la economía, el banco central debería bajar los tipos de interés, pero si lo hace también podría acelerar el crecimiento de los precios, que ya cuentan con la gasolina extra de los aranceles.
Por otro lado, los datos de comercio de bienes de enero, que mostraron un deterioro importante, han llevado a algunos analistas a creer que este trimestre el PIB estadounidense caerá un 2,8% en comparación con el año anterior. "La ansiedad continúa por el posible impacto de los aranceles", ha dicho Steve Miller, presidente del comité de ISM que se encarga de la encuesta de compras empresariales PMI.
Según la reconocida encuesta, algunos negocios del sector de los alojamientos y la hostelería apuntaron que "los aranceles han creado caos en la información y en la medición de los precios, en las previsiones de compras, lo que puede inflar las compras de forma artificial antes de una caída". Los datos de ISM mostraron la semana pasada que el índice de compras PMI subió un 53,5% el mes pasado, frente al 52,8% que registró en enero.
"Hay negocios que no saben si los bienes con los que ellos comercial están sujetos a los aranceles de Trump. Todo lo que Trump hace en comercio parece que busca maximizar el caos y la incertidumbre. Trump está jugando con el continente norteamericano entero, es estúpido y tiene que parar", ha dicho el representante demócrata de Virginia, Don Beyer.
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