El periodista y exdirector de Comunicación del ministro del Interior Daniel Campos acaba de publicar 'Guerrilla Lavapiés' (Península), el testimonio real de un infiltrado en los movimientos antisistema de los 2000 en los que estaba naciendo un incipiente Pablo Iglesias, con un marcado carácter de líder que terminaría desarrollándose en el partido Podemos. Campos cuenta, en conversación con este medio, cómo el texto que ha sido novelado surge de la idea ingénita de casi todo periodista de escribir un libro alguna vez y cómo, sin embargo, el proyecto tuvo que aplazarse por su trabajo al lado del ministro Fernando Grande-Marlaska. Una labor que, a la larga, ha enriquecido el relato con detalles auténticos y situaciones reales.
Pregunta: ¿Cómo surge este libro?
Respuesta: Los que hacemos tribunales y a los que hacen interior, hemos tenido delante de nuestras noticias un material narrativo de primera y muchas veces lo hemos malgastado en los 30 céntimos de la crónica a nuestra cabecera en vez de trabajarlo. Ese deseo siempre ha estado ahí. Un día yo ya estaba en el Ministerio, pero todavía no era director de comunicación y un policía de los que me hice más amigo me contó: 'Oye, pues tengo un amigo, es muy peculiar y además tiene una historia que te gustaría'. Él sabía ya que yo siempre estaba como un poco alerta. Se me olvidó, pero un día ya me llamó: 'Que estamos tomando café aquí al lado, vente'. Y conocí al infiltrado. Me enamoré narrativamente de él porque es un personaje con una forma de ser y unas características que es muy atractivo de querer escribir algo sobre él. Me contó la historia muy por encima y dije: 'Pues es un historión'. Al final le convencí, que no fue difícil. Estuvimos, creo que fueron casi 20 sesiones de 3 horas cada uno con cafés a lo largo de varios meses, con una grabadora.
Entonces me nombraron director de comunicación y ahí se quedó porque ni por tiempo ni tampoco por decoro... al final no era muy bonito que el dircom de Marlaska escribiese algo donde sale el vicepresidente del Gobierno [Pablo Iglesias en ese momento] y pero 'el día que yo me vaya lo primero que hacer es irte a buscar y acabar la historia' y así lo hice.
Entonces, el Alfonso real [uno de los nombres del infiltrado en el libro] quería contar su historia
Bueno, es como todo. Hay un gen muy policial, y también pasa en el mundo de los abogados o con los jueces y fiscales, que es que tiene alergia a contacto con medios. Pero si lo enfocas en un libro ya se abren más. Al final, yo creo que para ellos es un poco casi de terapia, o sea, es como si se sentasen en el diván y revivir y recontar, y redescubrir todo eso que vivieron también les sirve a ellos. Creo que hay un punto en común de muchos, que aunque así a priori tengan cierta reticencia en la exposición mediática, al final yo creo que si quieren reivindicarse, reivindicar un trabajo que han hecho en su vida laboral, que la gente también sepa lo que han hecho.
En el libro hay muchos nombres reales como el comisario de Información Jesús de la Morena, el secretario de Estado de Interior Morenés... ¿Todos los personajes que aparecen lo son?
Sí, fíjate, con el comisario estuve dudando si cambiarle el nombre, pero al final era el comisario general de Información, aunque no tenga un papel relevante me parecía que había tenido suficiente trascendencia pública como para que con su nombre no hubiese ningún problema. Con otros personajes que son más anónimos [en la vida real], aunque sean protagonistas en la novela, me parecía que no tenía sentido publicar su nombre porque ni ganas narrativamente, ni ganas en exposición pública y no era necesario. Todos son reales al 100% y sus historias pues son lo que he podido saber y lo que he podido acontejar.
En el libro se dice: "A nuestra generación de policías le tocó adaptarse. Nos acabamos creyendo eso de la democracia" ¿Crees que ha habido una regeneración dentro de las Fuerzas de Seguridad?
Ha habido una regeneración constante. Cada nueva hornada aporta cosas nuevas y va sustituyendo. Creo que también, si preguntas a gente, más que una transición --que creo que me puedes me está preguntando más de la dictadura o de los orígenes de la democracia-- yo creo que el tránsito es constante, y esa regeneración es constante y tiene que ser así. Cada nueva generación que entra en la Policía trae métodos y aptitudes que enriquecen al cuerpo policial. La frase que ha citado la pronuncia alguien que ya es estaría jubilado y que refleja un mundo, que creo que fue el mayor cambio que les costó en ese en esa época. Ahora los cambios son más fáciles de ingerir, pero al final es un cuerpo vivo y depende de cuántos eh alumnos entren en la Academia de Ávila y de las promociones y cómo se renueve la Policía nacional o la Guardia Civil, pues va cambiando el cuerpo.
¿Sabe si hubo también agentes infiltrados en círculos de Ciudadanos o actualmente en el entorno de Vox como loa que hubo en los círculos de Pablo Iglesias al principio?
Sí que quiero hacer una precisión: realmente el objetivo de introducir este activo como un infiltrado dentro de ese mundo antisistema okupa no era Pablo Iglesias. De hecho, su existencia era casi desconocida, salvo algunas anotas a pie de página que tenían por su relación con la Asociación de Familiares y Amigos de Presos Políticos. Cuando se decide la necesidad de introducir a un policía infiltrado dentro de estos mundos antisistemas era porque fue el auge del movimiento antiglobalización, que era un movimiento que había demostrado su capacidad casi mundial para paralizar economías como Estados Unidos, con la apuesta de largo de Seattle y que daba mucho miedo también porque no lo entendían. Entonces, Pablo Iglesias apareció de random, no era el objetivo y yo creo que, además, no hubo un seguimiento luego. Simplemente el propio infiltrado se centró en él porque yo creo que vio un líder o las capacidades de líder.
De todas las herramientas policiales de información, la infiltración es una herramienta que se usa muy poco. Normalmente se suele tirar más de confidente, de gente que ya está dentro que no son policías y que tú obtienes información. Pero sin ir más allá de Vox, sí que evidentemente ha habido información dentro del ámbito de extrema derecha, pero extrema derecha eh violenta, que han eh demostrado su capacidad para alterar el orden público. Pues evidentemente la Policía Nacional sí que ha tenido a través de los grupos de información diferentes herramientas para tener y poder prevenir actos violentos.
Detalla mucho también todo el mundo policial por dentro, por ejemplo, la Escuela de Policía... Supongo que han ayudado un poco sus recuerdos de trabajar en Interior
Todo va sumando. Una gran escuela fue el periodismo de tribunales, aprendes muchas realidades que molan luego narrativamente, pero evidentemente tu mochila va creciendo con las experiencias que vas viviendo y el hecho de haber pasado por el Ministerio de Interior te da acceso a unas realidades que no todo el mundo tiene ese privilegio. Te hacen emprender mucho de cómo funcionan los hilos del poder, de la labor policial, por ejemplo. En este caso, más allá del conocimiento de cómo es Canillas o la escuela nacional de Policía Ávila, también es una forma de entender cómo se trabaja. O sea, hay un capítulo donde se refleja cómo funciona la cadena de mando en una manifestación, la primera manifestación en el año 2001 en enero con motivo del foro de Davos en Madrid. Desde el inspector jefe que está en la Jefatura coordinando el operativo hasta el ministro hay una cadena de mando a golpe de móvil. sin WhatsApp (en aquella época de la prehistoria del móvil) y eso son vivencias que yo he tenido y que, claro, me sirven luego cuando tienes que dar color y ambiente a cosas que he podido investigar.
El libro está también lleno de diálogos y de entrecomillados. ¿Cuánto hay de imaginación y cuánto hay de trabajo de investigación?
Eso es una gran reflexión que hice antes. Cuando trabajo mucho el libro, ya digo que mucho trabajo primero con el protagonista y luego cuando por fin tuve tiempo para dedicarme a ello, un gran trabajo de cotejo de de pues una labor perióstica al uso, de ver eh qué elementos se podían corroborar de forma externa, cuáles no. Ahí hubo una reflexión de hasta qué punto puedes narrar, porque sí que me parecía importante tener una voz narrativa y no una voz periodística. O sea sin perder rigor, pero tener una voz más narrativa, jugar con los ritmos y con las intenciones. Al final, y de hecho es que es casi el disclaim, el aviso legal por así decirlo, que pone al principio, que dice que las conversaciones han sido reconstruidas respetando las decisiones y las acciones documentadas. Si yo sé que una cosa ha pasado en este sentido y conozco a ese personaje y sé por lo que me cuenta, por ejemplo, el infiltrado, la reconstrucción siempre es respetando eso. Yo sé lo que decidido Rajoy, sé que la relación que tenía con Morenés, está en el Ministerio y sé cómo funcionan esas relaciones, entonces al final pues reconstruyes, evidentemente hay ciertas licencias.
El libro cuenta también las condiciones en las que están estos agentes ¿Qué le parece lo más urgente o qué lección sacaría de cómo mejorar esa parte de la labor policial?
Lo bueno es que como han pasado 25 años ha mejorado ya mucho. En el ámbito de Información, la Policía Nacional ya en determinados ámbitos en aquella época eran muy buenos. En el mundo de la lucha contra terrorismo eran muy buenos, pero es verdad que a lo mejor en otros ámbitos que no como el que estamos viendo, de ámbitos violentos antisistema y tal, no tenían el aprendizaje que han podido adquirir, de hecho, gracias al infiltrado de la novela, en base a las vivencias y a los aprendizajes y a cosas que pudo probar sobre el terreno el protagonista de la novela.

Así que ya ha mejorado mucho, pero evidentemente yo creo que hay un gran debate ahora mismo, de si se debe regular o no la figura del agente infiltrado. El agente encubierto sí está regulado, tiene el Código Penal, tiene el aval de un juez en el marco de una investigación judicial, pero el infiltrado se mueve en un área un poco alegal o por definir que hace, por un lado, que bueno, pues haya esas reivindicaciones por parte de los colectivos que han sido objeto de investigación para que no haya intromisión en derechos de terceros.
Yo creo que a lo mejor cierta regulación sería buena para el propio agente infiltrado que se mueve en un terreno sin seguridad jurídica ninguna, donde está el albur del capricho de sus jefes, que a veces se pueden dejar tirado o no en función de las necesidades y que como hemos visto reciente en Cataluña, al final estás también sujeto que te pongan demandas por un trabajo que al final te han encomendado tus jefes. La gran pregunta es si se regulase la figura de infiltrado, ¿Se podría seguir ejerciendo esa labor? ¿Al definirla no se haría imposible de facto el poder realizarlo? Ya es una pregunta para gente más lista que yo.
Al final, sin querer comparar con lo que es un trabajo de espionaje porque evidentemente se mueve en otros ámbitos y es otra realidad, pero es verdad que el trabajo, por ejemplo, de espía se mueve precisamente en esa indefinición legal porque si no, no se podría llevar a cabo. Yo creo que sin ser tan extremo el ejemplo del infiltrado, pero aun así, yo creo que unas reglas del juego mínimas sí que debería haber.
¿La soledad del infiltrado es tan real como parece?
Yo tengo el privilegio de decir que soy amigo ya de Alfonso y he conocido a otros que han pasado por la misma experiencia. Pero el trabajo de infiltrado es muy duro y es psicológicamente muy machacante. Por la tensión de que te pillen, por esa doble vida que acabas llevando. Al final no sabes cuáles son tus lealtades, pero sí que hay un como un denominador que es la extrema soledad, la extrema soledad donde no puedes quitarte la máscara con nadie y eso yo creo que es muy duro.
También existe una línea ahí que cruzar en el exceso de confianza del papel y el poder cometer errores. Eso también se refleja en la historia, como él estuvo al borde de que lo pillaran...
Y fíjate que Alfonso es un tío que yo creo que a la Policía Nacional le vino como un mirlo blanco. No solo porque era un tío de Lavapiés y están buscando introducir a alguien en ese ámbito de Lavapiés, pero también tenía unas actitudes que le hacían el candidato perfecto. Es un tío muy echado para adelante, con cierta inconsciencia, audiacia inconsciente y como con una inteligencia muy intuitiva. Entonces él, al principio y a pesar de esos métodos caseros con los que fue infiltrado, él supo construirse de forma autodidacta muy bien una tapadera. O sea, hasta el punto de que se busca un trabajo de barquero en un garito de estos de Madrid de toda la vida, para tener esa justificación de que estaba trabajando y también para poder quejarse con sus compañeros de la explotación laboral.
Yo creo que es inevitable, por muy alerta que estés 24/7 que cometas deslices. Pero además, que yo creo también que él llega un punto donde entra una espiral un poco autodestructiva, se vuelve descuidado y la pregunta que yo me hago es si se volvía descuidado por incapacidad de mantener la tensión tanto tiempo durante tantos meses o años, o también un poco inconscientemente porque creo que hay un punto donde quiere que le pillen acabar con todo.
¿Has llegado a hablar con Pablo Iglesias?
Nos hemos intercambiado WhatsApps y hecho le han mandado un ejemplar del libro.

¿Él llegó a saber que tenía un infiltrado cerca?
Sí, sí, todos llegaron a saberlo. Realmente a Alfonso le muerden de forma muy progresiva. No quiero hacer spoiler, pero le hacen un juicio porque empiezan a dudar de él, pero se salva desviando la atención hacia otra persona que también él sospecha que estaba infiltrada por parte de otro cuerpo policial. Luego, no se refleja en la novela, pero por ejemplo tenía un amigo que era al compañero de Telemadrid y él descubre la verdad porque se encuentra con un primo y tiene un descuido, pero él de Telemadrid ya estaba alejado del mundo... Hay un elemento fundamental y es que, primero no le dejan salir porque no le querían que dejara su labor de infiltración, pero cuando sale decide ser antidisturbio, y ese principio del libro la primera salida que tiene a Lavapiés con sus compañeros. También y casi en paralelo en una guardia que tenía un fin de semana le tocó ir cuando se nombró honoris causa a Carrillo en la Universidad Autónoma y ahí fueron varios elementos de extrema derecha precisamente a reventar la protesta y a él de paisano le tocó detener a uno de los de extrema derecha y salió en la portada de La Razón su cara deteniéndolo. En ese momento ya no hubo duda. No había todavía redes sociales en aquella época, pero su cara, los carteles con su cara, empapelaron Lavapiés durante varios meses como traidor. Con lo cual, sí, Pablo Iglesias además que consta en los WhatsApp que nos hemos intercambiado, sabe perfectamente quién es y que era un un infiltrado. Al principio muchos pensaron que se había hecho poli después, o sea, como él se había alejado y habían perdido la pista que se había hecho poli. No te puedes creer que un tío que se ganó la confianza de todos...
¿Y qué ha sido lo mejor de escribir el libro?
Ha sido una tarea que he disfrutado tanto desde el principio hasta final. La tarea es que ni siquiera me gustaría decir laboral, pero la actividad mental. Me encantaría dedicarme a esto en exclusiva y también me gustan mucho los documentales que es en lo que estoy ahora. Al final todos los periodistas, como decía antes, tenemos un pequeño escritor dentro, pero hasta que no nos probamos no podemos tener la certeza de si de alguna forma valemos o no. Nos hemos pasado tanto tiempo refinando sin darnos cuenta una forma de trabajar, o sea, al final la crónica, el adjetivo, incluso yo te digo desde la otra trinchera, escribiendo discursos políticos, corrigiendo una nota de prensa antes de darla y debatiendo durante dos horas si una coma va aquí o va allí o cómo modular mejor el lenguaje. Al final, todo eso sin darte cuenta, yo creo que te va dejando un pozo.
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