El presidente de la Asociación de Diplomáticos Españoles, Alberto Virella, ha criticado duramente al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, al asegurar que en el Ministerio se respira un clima de tensión y represión. Según Virella, los diplomáticos trabajan con miedo a sufrir represalias si actúan sin la autorización expresa del ministro: "La situación es demasiado grave para mantenernos callados".

Así lo ha manifestado en una entrevista en El Confidencial, en la que ha denunciado que embajadores y cuerpos diplomáticos enfrentan "severas restricciones" a la hora de desempeñar su labor para promover los intereses de España en el extranjero. Afirma que la gestión del Ministerio está "totalmente jerarquizada", con "nulo espacio para trabajar". Además, sostiene que no hay incentivos para plantear análisis o propuestas nuevas, ya que cualquier iniciativa se percibe como una crítica que debe ser sofocada: "Esa cultura de reflexión, de análisis y de libertad de expresión no está siendo fomentada. Al revés, se desalienta a propósito".

Estas declaraciones llegan tras meses de malestar en la carrera diplomática con Albares, marcado por una sucesión de ceses de embajadores y por choques con la diplomacia europea. Uno de los episodios más recientes fue su intento fallido de frenar la designación de la española Belén Martínez Carbonell como secretaria general del Servicio Europeo de Acción Exterior, el segundo cargo más importante en la diplomacia comunitaria, bajo la alta representante de la Unión Europea, Kaja Kallas.

Por otro lado, Virella señala que, aunque en el pasado ha habido ministros exigentes y críticas a su gestión, "todos entendían que su trabajo consistía en que el Ministerio funcionase bien, aunque solo fuera para poder lucirse". Antes, asegura, "se marcaban líneas de actuación y se debatían, porque eso es lo lógico en diplomacia". Sin embargo, ahora considera que "esa maquinaria está crispada y no está operativa, debido a la forma en que está siendo dirigida".

También denuncia la falta de criterios claros en la toma de decisiones y sostiene que en la Unión Europea hay directores generales de otros países que conocen antes la posición oficial de España que el propio director general español. "Tenemos prohibido incluso tomar notas de las reuniones en las que participa el ministro, así que nunca se sabe con certeza qué postura expresó en cada momento", concluye.