Su sola presencia era noticia. Salvador Illa bajó las imponentes escaleras del Círculo de Bellas Artes, se adentró en la Sala de Columnas, se dirigió hacia el atril. Con la solemnidad propia de las grandes ocasiones. Hasta con una cierta pompa que sorprendía a no pocos de los 300 invitados, algunos muy vip. Pero la Generalitat quiso conceder al acto la máxima relevancia. El president estaba en Madrid. En la capital. Para remarcar su mensaje de normalización institucional dentro de España. Para exponer las prioridades de su Govern. Para presentar su modelo económico de "prosperidad compartida", de 200 actuaciones y un total de inversión de 18.500 millones de euros para el periodo 2025-2030. Para atraer al mundo de la empresa. Para gritar que Cataluña "ha vuelto" y que quiere liderar y volver a ser el motor del país. Para contrastar su receta tanto con la ruptura que encarnaban los gobiernos independistas de ERC y Junts como con la hiperventilación y la apuesta por la "acumulación insolidaria" de Isabel Díaz Ayuso.

Illa representa un modelo propio y quiere que se sepa. Una especie de revolución tranquila que, como indican los suyos —y admiten también sus contrarios—, está permitiendo al PSC asentarse como primera fuerza en una comunidad clave para el conjunto de los socialistas, Cataluña. Por eso su presencia el pasado jueves, 20 de marzo, en Madrid, donde replicó su conferencia económica Catalunya lidera. Un modelo económico de prosperidad compartida, la que ya había pronunciado antes en Barcelona y en Bruselas, estaba impregnada de todo el simbolismo. Ante buena parte del Gobierno central —las vicepresidentas María Jesús Montero y Sara Aagesen, los ministros Félix Bolaños, Jordi Hereu, Óscar López y Ángel Víctor Torres—, ante primeros espadas del mundo económico —Antonio Brufau (Repsol), Carlos Torres (BBVA), Maurici Lucena (Aena), Unai Sordo (CCOO), Beatriz Corredor (Redeia)—, ante buena parte de su Govern.

Les pido que no le tengan miedo a Cataluña. Cataluña no le tiene miedo a Madrid. Que nadie le tenga miedo a Cataluña. Porque si a Cataluña le va bien, a España le irá bien", señala Illa. Es su mensaje central

"Les pido que no le tengan miedo a Cataluña. En algunas ocasiones, demasiadas, me llevo la impresión de que es así —aseguró el president ante su nutrido auditorio en el Círculo de Bellas Artes de la capital—. Yo les aseguro que Cataluña no le tiene miedo a Madrid. Les pido, por lo tanto, que Madrid no le tenga miedo a Cataluña. Que nadie le tenga miedo a Cataluña. Porque si a Cataluña le va bien, a España le irá bien. Es momento de reestablecer una cultura de la colaboración, de superar desconfianzas y de
aprender de cómo nos ve el otro. El futuro de Cataluña y España lo construiremos sobre una confianza reestablecida y sobre la capacidad de acordar y pactar". Illa en estado puro.

Era uno de los mensajes centrales de su intervención, breve, de alrededor de media hora. Su apelación a las élites económicas y políticas del país. Porque ese es el corazón de su propuesta. En el equipo del president cuentan que su empeño es abrir una "nueva etapa" en Cataluña, como prometió en las elecciones autonómicas del pasado 12 de mayo que ganó con holgura —42 diputados, nueve más que en los comicios de 2021, por los 35 de Junts y los 20 de ERC—. Lograda la investidura gracias a los acuerdos con los comunes y los republicanos, asentadas las bases del nuevo Govern, Illa perfiló su apuesta económica, porque tras la década perdida del procés, "había que hacer en cinco años lo que se tenía que haber hecho en diez". El nuevo Ejecutivo, señalan los colaboradores del dirigente socialista, se marcó como prioridades la vivienda, la seguridad —un elemento nada accesorio—, el refuerzo de los servicios públicos y, sobre todo, el liderazgo económico. Porque este es "imprescindible" para hacer valer el poder político.

En el Govern explican que se trata de hacer "en cinco años lo que se tenía que haber hecho en diez". El 'president' quiere imprimir "ambición y velocidad"

Segunda comunidad con mayor PIB tras Madrid —el 19% sobre el total—, segunda autonomía en población tras Andalucía —8 millones de habitantes, el 16,4% de España—, Cataluña quiere volver a situarse a la cabeza. Y para ello el president entiende que ha de imprimir "ambición y velocidad". Una ambición que en el Govern reconocen que Madrid ha tenido en los últimos años y una velocidad que faltó a los independentistas, que "creían que corrían a 100 kilómetros por hora cuando lo hacían a la mitad".

"Contraste claro, diáfano"

Bajo esos parámetros nace el plan Catalunya lidera [aquí en PDF], el que Illa presentó el jueves en Madrid. Un modelo de "prosperidad compartida" —crecimiento económico, sí, pero que revierta a toda la sociedad, porque, como señalan desde el Govern, es "más justo y más competitivo", que sirva para la cohesión social— frente a la "acumulación insolidaria" de Ayuso, la principal baronesa del PP. El modelo que también busca generar "prosperidad, pero la reservan para unos pocos afortunados de unos determinados territorios", explicó el jefe de la Generalitat durante su conferencia. "El contraste es claro, diáfano": el suyo es el "modelo económico de los derechos y deberes", no el de los "privilegios", que es el que identifica con la presidenta madrileña, a quien no mencionó en ningún momento. Su enfoque persigue "reducir las desigualdades", entiende los servicios públicos como una "inversión", tiene la salud y la vivienda como "derechos" y no como mercancías, el que concibe la universidad pública como un "ascensor social", el que quiere las "mismas reglas fiscales para todos" y no una "fiscalidad insolidaria entre territorios" —léase dumping—. Ese esquema de "prosperidad compartida" es el que desea importar el ministro para la Transformación Digital y secretario general del PSOE-M, Óscar López, a Madrid.

El plan contempla 200 actuaciones y una inversión de 18.500 millones en cinco años. Illa contrapone su modelo al de "acumulación insolidaria" de Ayuso. Se trata de que la prosperidad revierta en cohesión social, no que haya "privilegios"

El plan contempla un total de 200 actuaciones, 20 de ellas rotuladas como destacas por su carácter "estratégico" en el desarrollo económico, social y territorial de Cataluña. La inversión prevista asciende a esos 18.500 millones de euros en cinco años (2025-2030). Las brújulas, los informes Draghi y Letta de la Comisión Europea. Pero para llevar a cabo el programa, la Generalitat extiende su invitación al mundo "económico social y cultural de Cataluña y del resto de España". El mensaje es, resumen desde el Govern, que "Cataluña ha vuelto, que quiere tener un papel relevante, que necesita a mucha gente y que pondrá las cosas fáciles". "Queremos aportar pero también ser escuchados en función de lo que somos, y lo decimos sin complejos. Por eso el president dice que no nos da miedo Madrid y que desde Madrid no se debe tener miedo a Cataluña, porque es bueno para el conjunto de España que desarrolle todo su potencial".

De izquierda a derecha, los ministros de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres; de Industria y Turismo, Jordi Hereu; de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños; la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Sara Aagesen; la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero; los 'consellers' de Presidencia y Economía, Albert Dalmau y Alícia Romero, y el secretario general de CCOO, Unai Sordo, entre los asistentes a la conferencia política del 'president', Salvador Illa, el pasado 20 de marzo de 2025 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. | EFE / CHEMA MOYA

"La prosperidad de España no se entiende sin Cataluña y viceversa, la prosperidad de Cataluña no se entiende sin España", decía Illa durante su exposición. "Si algo han compartido a lo largo de su historia Madrid y Cataluña es su espíritu abierto y una personalidad insobornable. Si algo comparten hoy es la responsabilidad de ser los principales motores económicos de España", sancionó.

El jefe del Govern, dicen los suyos, persevera en su estilo propio, sin "abonar la política del ruido". Rechaza el modelo de Ayuso porque "fractura" la sociedad. El suyo, cree, "refuerza el crecimiento"

Cataluña era la primera economía de España hasta el procés, cuando Madrid la adelantó. Ahora anhela recuperar su puesto. Illa recalcó que su comunidad "vuelve a vibrar empresarial y socialmente", que "exhala ambición y energía". Y presumió de que los vientos de cambio ya se notan: así, "la recuperación del pulso económico de Cataluña es ya una realidad". Con datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat), la economía catalana creció en 2024 un 3,6% en términos reales, por encima del avance del PIB en España (3,2%) y de la UE (0,8%). Se superaron por primera vez los 300.000 millones de euros de PIB. Fueron, exactamente, precisó, 316.728 millones.

La Generalitat insiste en que busca dar ese gran salto sin deslindarse de la ruta marcada por Illa. Con su estilo propio, sin "abonar la política del ruido", con un modo de hacer las cosas, "muy distinto a lo que se ve en Madrid". Una estrategia deliberadamente tranquila, un carácter que ya manifestó cuando era ministro de Sanidad, en plena pandemia. Un estilo lejos, por tanto, de la política espectáculo que en el Govern creen que persigue Ayuso. Ponen como ejemplo que la presidenta planteó un careo con él en la tele, un guante que él jamás recogerá, entre otras cosas para no alimentar el choque entre territorios, porque ella representa la "antítesis". El modelo de "acumulación insolidaria", alertó el president durante su discurso, "nos debilita, a largo plazo lastra el crecimiento y, sobre todo, fractura y divide nuestras sociedades e instituciones", mientras que el de prosperidad compartida que propugna "nos fortalece y refuerza el crecimiento", como a su juicio está haciendo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el conjunto de España.

Cataluña creció en 2024 un 3,6%, según Idescat, por encima de la media española (3,2%), y su PIB superó los 300.000 millones por primera vez. El 'president' exhibe asimismo sintonía plena con Sánchez

Esa es otra clave de la nueva Generalitat: la relación de "máxima colaboración" con el Ejecutivo central. Sánchez priorizó la "normalización" en Cataluña, desplegó decisiones arriesgadas como los indultos y la amnistía, situó a Illa como candidato y, en 2024, logró que conquistara el Palau. En el equipo del president reconocen que su ascenso es consecuencia de la apuesta del líder socialista. Ambos dirigentes van de la mano, coordinan sus acciones, exhiben sintonía. Illa, como admiten en ERC, está ayudando a engrasar mucho las relaciones del Gobierno con sus socios independentistas.

"Queremos ser más influyentes"

El plan Catalunya lidera está por tanto "alineado" con la estrategia de la Unión Europea y "el progreso de España". Y también supone que Cataluña vuelva a los nodos de poder político en el país, un puesto que, recuerdan los colaboradores del president, abandonaron los anteriores gobiernos autonómicos durante el procés. "Por tradición histórica, por voluntad mayoritaria de los catalanes y, sobre todo, por convicción. Queremos estar en la sala de máquinas de España con un modelo de prosperidad compartida —incidió Illa—, implicándonos con el conjunto de España y con Europa para resolver los grandes retos contemporáneos: desde el acceso a la vivienda, al combate del cambio climático, la reducción de las desigualdades y la generación de progreso". Lo dicen en el Ejecutivo catalán: "Queremos ser más influyentes. Para España no es bueno que haya concentración de poder y riqueza en una sola comunidad. Deben estar repartidos. Nosotros queremos que le vaya bien a los andaluces, a los madrileños, a los valencianos, a los vascos... Lo que sí pedimos es reglas del juego iguales para todos. Queremos que a Madrid le vaya bien, pero no queremos que le vaya mal a Cataluña".

Queremos estar en la sala de máquinas de España con un modelo de prosperidad compartida, implicándonos con el conjunto de España y con Europa para resolver los grandes retos contemporáneos", incide

Illa no plantea su relación con Madrid como de competencia, sino de "necesaria colaboración", porque "es hoy un deber", ya que ambas comunidades son "los principales motores económicos de España". Y ante las cabezas económicas del país, el jefe de la Generalitat reiteró que "es el momento de apostar por Cataluña", porque "invertir en Cataluña es invertir en una España mejor", porque si funciona "a pleno rendimiento beneficia a todos los españoles". Porque es tanto como "invertir en seguridad y estabilidad, en un momento de espesa incertidumbre global, porque es invertir en previsibilidad, confianza y rigor frente a la improvisación y la arbitrariedad. Y porque invertir en Cataluña es invertir en valores morales y democráticos compartidos frente al avance de la marea autocrática". Noche y día: Illa, frente a la desestabilización de los gobiernos liderados por independentistas, frente al portazo a Madrid y a España que representaban, vendió al poder económico que Cataluña ofrece "un liderazgo responsable, comprometido en una España y una Europa más fuertes, más prósperas y más justas", prometió "rigor y responsabilidad", propuso "alianzas basadas en valores compartidos".

El presidente de Repsol, Antonio Brufau (d), saluda al consejero delegado de Aena, Maurici Lucena (i), en presencia del presidente del BBVA, Carlos Torres Vila (c), durante la conferencia económica del 'president', Salvador Illa, en Madrid, el pasado 20 de marzo de 2025. | EFE / CHEMA MOYA

En el círculo más próximo a Illa relatan que se ha visto "con el 80% del Ibex" y que aunque la Generalitat no ha empujado a las empresas, su estrategia sí ha creado un entorno propicio para el comienzo del retorno de las compañías que huyeron con el procés. Lo han hecho la Fundación La Caixa y su brazo inversor, Criteria, pero antes lo hicieron el Sabadell, Cementos Molins, Laboratorios Ordesa o Aguas de Barcelona.

El 'president' garantiza al mundo económico "estabilidad jurídica" y "seguridad jurídica". También "lealtad", "cooperación institucional", "colaboración público-privada", "previsibilidad" y "confianza"

"Cataluña estará a la altura de las circunstancias y ejercerá su responsabilidad con España y con Europa y con su modelo democrático de prosperidad, libertad y bienestar. Lo haremos generando estabilidad política y ofreciendo seguridad jurídica", subrayó Illa. Estabilidad, seguridad jurídica, palabras fetiche. También Cataluña como "garantía de lealtad y cooperación institucionales", como promotora de "política constructiva y respetuosa", como atractivo para la "colaboración público-privada" y que ofrece el "músculo inversor adecuado" para que las empresas y los "proyectos punteros" encuentren un ecosistema en el que desarrollarse mejor. "Las tornas han cambiado", sacó pecho Illa. El president, por tanto, quiere cambiar la cara de Cataluña. Por contraposición con los independentistas —Junts le acusa de querer "anestesiar" la comunidad— y como némesis de Ayuso. Y percibe "ganas" en el mundo económico, buena acogida, destacan sus colaboradores.

El mandatario socialista hace hincapié en su "transversalidad", acentúan en su equipo, en planteamientos que "sosiegan a todos", frente al "clima de asfixia política que impera en Madrid". Quiere que se vuelva a percibir el "oasis catalán", mejor que el "lío permanente". Busca así "ambición", pero por "otro carril". El suyo. Lejos del separatismo y de Ayuso.

No apareció en su discurso la "financiación singular" para Cataluña y que pactó con ERC para su investidura. Aún el Gobierno no ha dado un solo paso legal y tendría difíciles los apoyos

El también primer secretario del PSC no citó ni una sola vez la "financiación singular" para Cataluña que pactó con ERC para su investidura. La Generalitat avanza para fortalecer su Administración, en particular la Agencia Tributaria, pero no se ha dado un paso legal aún en el Congreso y es difícil que se dé por la falta de apoyos del Gobierno. La tormenta parece haber pasado. En el Govern esperan seguir caminando y que se pueda ahormar un nuevo modelo de financiación autonómica. También con ese objetivo, y con el de apaciguar los territorios, anunció su ronda por toda España el president. Ya se reunió con el canario Fernando Clavijo. La última de la serie tal vez sea Ayuso.

El economista y exministro de Industria y Energía Carlos Solchaga (i) y el exministro y ex secretario general de la OTAN Javier Solana (i) asisten a la conferencia de Salvador Illa en Madrid, el pasado 20 de marzo de 2025. | EFE / CHEMA MOYA

Illa aspira a consolidarse al frente de la Generalitat. Y, como perciben en el Gobierno de Sánchez, lo tendrá más fácil aún mientras Carles Puigdemont y Oriol Junqueras sigan liderando Junts y ERC, porque ambos representan "el pasado". El president, dicen los suyos, tiene bien engrasadas las relaciones con sus socios, aunque ya sepa que este 2025 no vaya a disponer de nuevos presupuestos. Con los republicanos ha "validado la confianza" con la nueva dirección de Oriol Junqueras y Elisenda Alamany—quien firmó el acuerdo de investidura fue la anterior cúpula, que encabezaba Marta Rovira— y se han cerrado compromisos para el traspaso de Rodalies y la condonación de la deuda con el FLA.

En el Gobierno creen que Illa tendrá fácil proseguir mientras tenga enfrente a Puigdemont y Junqueras. Lo ven igual en el Govern: "Su liderazgo es indiscutible"

Los posconvergentes "tienen que decidir qué quieren ser", pero pese a que son ellos los que pactan con el Gobierno y los que arrancan competencias, en el Govern no se dicen preocupados, porque quieren que la formación de Puigdemont "retorne a la política institucional". "El liderazgo del president es muy indiscutible, resumen en el Govern. Por una razón, "porque enfrente tiene hoy la nada".