No hay marcha atrás. Nunca se previó y, desde luego, ya sí que queda solemnizado, grabado en uno de los debates más relevantes en lo que va de legislatura en el Congreso: el Gobierno cumplirá su compromiso de elevar el gasto militar hasta el 2% del PIB antes de 2029, antes de lo programado. El presidente, Pedro Sánchez, lo ratificó en su primera intervención y en las réplicas a los grupos, sin atender al rechazo de su socio de coalición, Sumar, y de sus aliados progresistas de investidura. No hay todavía plazos, ni ritmos, pero lo que ya sí se sabe es que el grueso de ese "esfuerzo adicional" se canalizará a través de un plan de impulso de la industria española de Defensa y seguridad. Un plan que anunció para "antes de verano" y que, según indicaban posteriormente desde la Moncloa, "estará listo" antes de la próxima cumbre de la OTAN, la que se celebrará en La Haya (Países Bajos) entre el 24 y el 26 de junio.
Fueron casi seis las horas que se prolongó el pleno monográfico en el Congreso sobre el nuevo escenario geopolítico, el provocado por la conjunción de dos "cambios tectónicos" —el neoimperialismo ruso y el abandono de la arena multilateral por parte de los Estados Unidos de Donald Trump—. El jefe del Ejecutivo caminó la línea de puntos que había anticipado su equipo en las horas previas: se afanó en la explicación de por qué es necesario que Europa y España refuercen sus capacidades de seguridad y Defensa. Básicamente, porque la amenaza de Rusia, la física —la que está desplegando desde 2022 con la agresión sobre Ucrania— y la híbrida, es real y está ahí, y también porque el mundo ha cambiado por completo.
El presidente justifica la necesidad de rearme de Europa: Rusia y EEUU ya no creen en la "diplomacia" y la "prosperidad compartida". El Viejo Continente debe por tanto procurarse su propia seguridad
"Los europeos —expuso— seguimos creyendo que la diplomacia y que la prosperidad compartida son las mejores herramientas para fraguar una estabilidad y un desarrollo global". Pero "ni Rusia ni EEUU lo ven así y debemos aceptarlo". "Debemos superar el bloqueo de la melancolía y adaptarnos a esta nueva situación, por muy descorazonadora que sea. Ya no podemos asumir que nos van a proteger nuestros cielos, nuestras infraestructuras o nuestras fronteras. Tendremos que hacerlo nosotros y debemos hacerlo de forma inteligente, eficaz y coordinada. Por tanto, el momento es ahora".
Sánchez se afanó en impregnar de épica su discurso, el primero que pronunciaba ante el Congreso desde el "giro copernicano" de Washington que ha puesto en guardia a toda la UE, precisamente para reforzar la idea de que los europeos deben tomar conciencia de la nueva realidad, "ser más fuertes" en un "mundo de gigantes", actuar "con más unidad, con más Europa". El Viejo Continente debe dar un "paso decisivo", dijo, es hora de abrir "un nuevo momento fundacional" en la UE, de compartir más soberanía, de "fortalecer las instituciones comunitarias", de "reformarlas".
El pleno se convierte en un cruce de reproches y críticas entre Sánchez y Feijóo. La izquierda no respalda el aumento del gasto. Quienes sí se alinean más con el Ejecutivo son PNV y Junts
Pero sus argumentos no sirvieron para convencer a buena parte del hemiciclo. Desde luego, no al PP. Sánchez y Alberto Núñez Feijóo se lanzaron durísimas críticas. "Si pretende que el PP sea su socio auxiliar cuando los demás le fallan, olvídese", le dijo el jefe de los conservadores. Nunca "arrima el hombro", le retrucó el presidente, afeándole de paso que llevara a la Cámara un "espectáculo de variedades y prestidigitación". El líder socialista encontró el apoyo en el PNV y, de manera matizada, en Junts. Y tropezó con la presión de varios grupos, del PP pero también de la izquierda, para que presente en la Cámara los Presupuestos Generales del Estado de 2025, cosa que Hacienda no va a hacer. Sánchez, y esta fue otra de las novedades que dejó el debate, apuntó por primera vez a 2026. Avanzó que si los de 2025 son definitivamente imposibles, como es obvio, entonces el Ejecutivo negociará los del próximo año. Cambio de pantalla.
"Crear empleo y empresas"
Pero el principal y casi único anuncio que trasladó el presidente al Congreso fue esa propuesta de reindustrialización. La idea que está detrás es que dado que España tiene que invertir más en Defensa y mejorar sus capacidades, entonces ha de saber aprovechar ese "esfuerzo industrial". Es decir, que los recursos económicos que se destinen a incrementar ese gasto militar —parte de los cuales podrían proceder de Europa— sirvan "para crear empleo y también empresas para continuar con la reindustrialización emprendida hace siete años en todas las provincias de nuestro país", como se hizo con la respuesta a la pandemia del covid: los fondos europeos han ayudado a "estimular nuestra economía y modernizarla en clave verde y digital".
El Gobierno pretende que la crisis sea aprovechada para relanzar la industria española de seguridad y Defensa y para dar "un nuevo salto tecnológico"
Con esa plantilla en mente, el Gobierno pondrá en marcha "antes de verano", un "gran plan nacional para el desarrollo e impulso de la tecnología y la industria de la seguridad y la Defensa españolas". El programa, que "beberá de la experiencia" del actual Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), "concentrará el grueso de la inversión adicional, exigida para cumplir con los socios europeos" y canalizará líneas de colaboración público-privada, para "crear un nuevo salto tecnológico e industrial en España".
Sánchez contó que España mirará a los países del Este de Europa, ya que su seguridad también "es la nuestra". Pero mirará igualmente al sur, "apostando por la innovación, por el desarrollo de tecnologías de doble uso [civil y militar] para la creación de nuevas empresas y el escalado de pymes y de startups locales". Y apostando, "por
supuesto", "por la formación y la mejora de nuestro capital humano, la protección de nuestras fronteras y la creación de infraestructuras resilientes".
Sánchez vuelve a insistir en que el incremento de la inversión no irá "en detrimento" del Estado del bienestar, no se recortará "ni un céntimo" de gasto social ni medioambiental
El objetivo del plan es que España "contribuya" y, a la vez, "se beneficie de este estímulo tecnológico e industrial para fortalecer el Espacio Europeo de la Seguridad y la Defensa". Siendo "fieles", precisó, a las "prioridades" del Gobierno y a sus "principios". Y eso supone que el mayor presupuesto militar no irá "en detrimento" del Estado del bienestar: el rearme —palabra que rehúye Sánchez— se hará "sin tocar un céntimo de euro de gasto social o de gasto medioambiental".
El plan funcionará como un paraguas para agrupar el grueso del esfuerzo inversor en Defensa que haga el Ejecutivo, según explicaban fuentes de la Moncloa. Pero no hay concreción aún porque España está pendiente de varias negociaciones. Para empezar, en la UE. Bruselas debe aterrizar los mecanismos de financiación anunciados: 150.000 millones en préstamos blandos —el llamado fondo SAFE—, la cláusula de escape (relajación de las reglas fiscales), el fortalecimiento del Banco Europeo de Inversiones y un arma más que Madrid no activará: la flexibilización de los fondos estructurales. El Gobierno dará la "batalla" para que la Comisión incorpore al menú transferencias directas, como ocurrió con la pandemia. Defiende que esas subvenciones a fondo perdido sean destinadas, sobre todo, a los países más amenazados, los del Este, pero varias capitales han puesto pegas.
Todo por concretar
En cualquier caso, solo cuando estén definidos los mecanismos de financiación —y eso se sabrá "en las próximas semanas"—, España sabrá "con claridad" con qué recursos europeos puede contar y podrá entonces afinar con precisión "cuál será nuestra senda estatal de inversión para llegar al 2% del PIB" en gasto militar.
El plan no deja de ser un paraguas, y primero deberán definirse las "necesidades" y luego la "financiación", pero no necesita ser votado en el Congreso
El plan, coincidían varias fuentes de la Moncloa y del Ministerio de Defensa, estará "listo", previsiblemente, para antes de la cumbre de la OTAN de junio. Es decir, su diseño no está ligado a la cita en La Haya. "Al Gobierno le gusta ir preparado, y no tiene por qué ser tras la cumbre", señalan desde el equipo de Sánchez, donde sí admitían que el plan puede desplegarse en varias fases, antes y después de la reunión en la ciudad holandesa. En cualquier caso, primero deberán definirse las "necesidades" —labor del departamento que comanda Margarita Robles—, para después analizarse la financiación —tarea de Hacienda—, tal y como precisan desde la Moncloa. "Ya estamos trabajando en el plan", rubrican. En el Gobierno agregan que el programa que se diseñe puede pasar por el Congreso para su debate, pero no para su votación. Los planes, recuerdan, son iniciativas políticas del Ejecutivo.
Todo falta por concretar. Todo. Sus colaboradores ponían el acento en que no podía haber más detalles, que se trataba de que el presidente fuera a dar explicaciones, a hacer "pedagogía" ante los ciudadanos y les hiciera ver la trascendencia de la situación. Que la intención no era ofrecer "números", porque no puede haberlos todavía.
Las intervenciones de los grupos también caminaron en la senda prevista. En la izquierda, la voz más crítica fue la de Ione Belarra, secretaria general de Podemos. "El riesgo de que ustedes nos lleven a la Tercera Guerra Mundial es enorme", advirtió la dirigente, que llamó a Sánchez de nuevo "auténtico señor de la guerra". En su réplica, el presidente le recordó que no le llamaba así cuando era ministra de su Gobierno y se aprobaban aumentos del gasto militar. Gabriel Rufián, de ERC, también mostró su oposición a una mayor inversión en Defensa, pero también admitió que el mundo ha cambiado y que hay que salir de la "pancarta". "No somos ajenos a los riesgos que nos rodean", admitió Mertxe Aizpurua, de Bildu. Por Sumar, Verónica Martínez Barbero se opuso a un mayor presupuesto en Defensa y consideró la OTAN como "un zombi".
Somos los primeros que queremos actualizar los Presupuestos, por eso estamos trabajando [para sacar adelante los de 2025] y negociando y, si nos da tiempo, lo haremos, si no nos pondremos a negociar los de 2026", reconoce el presidente
Junts, por boca de su portavoz, Míriam Nogueras, defendió el impulso de una inversión industrial y tecnológica y reivindicó el tejido productivo catalán. Cataluña, dijo, ha de ser tenida en cuenta en la nueva arquitectura de seguridad europea "con garantías". Para Aitor Esteban, la de este miércoles era la última ocasión en que subía a la tribuna del Congreso, ya que deja la portavocía del PNV para asumir la presidencia del partido. Él apoyó un plan de inversión de I+D+i y en producción europea que confiera más autonomía al continente y animó al presidente a buscar una "mayoría amplia" más allá de Sumar y la izquierda.
Los Presupuestos fueron otra arma arrojadiza durante el largo pleno. El PP apretó para que los lleve a la Cámara, pero no fue el único. También lo hizo, por ejemplo, Belarra. En su réplica, Sánchez apuntó ya al año que viene. Y era la primera vez que el Gobierno señalaba directamente a 2026: "Nosotros somos los primeros que queremos actualizarlos, por eso estamos trabajando [para sacar adelante los de 2025] y negociando y, si nos da tiempo, lo haremos, si no nos pondremos a negociar los de 2026". "Yo prefiero unos Presupuestos prorrogados a unos Presupuestos tutelados por la ultraderecha, como usted ha hecho en Valencia", le espetó a Feijóo ya en la sesión de control posterior.
Era la constatación fehaciente de que el Ejecutivo se sitúa en la pantalla siguiente ante la evidente falta de apoyos para las cuentas de este año. Tampoco los siguientes serán fáciles. En absoluto. Podría ocurrir que tampoco prosperasen, pero los socialistas tienen claro que aun sin unos nuevos PGE podrán seguir "avanzando" hasta el final de legislatura, hasta 2027. Lo dijo el presidente: España necesita "estabilidad" y no elecciones, como exige el PP.
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