Pasaron de querer asaltar los cielos, al asalto de su espacio frente a sus potenciales aliados de izquierda. Podemos culmina este sábado su quinta asamblea política, que dista, por implementación parlamentaria de aquel Vistalegre I de 2014, en el que Podemos, tercera fuerza, competía de tú a tú contra el PSOE y el PP en las encuestas tras las europeas. Dista de aquel discurso de un Iglesias que pese a su marcha orgánica, sigue siendo referente para sus filas: "El cielo no se toma por consenso, se toma por asalto".

Iglesias intervino el viernes en un debate sobre la influencia de la extrema derecha en Europa y América Latina, y está previsto que lo vuelva a hacer tras el discurso con el que Ione Belarra saldrá reelegida secretaria general de este cónclave. Las ideas clave de lo que será Podemos las ha venido esbozando él mismo estás últimas semanas y en las jornadas previas, con declaraciones contra Sumar, Yolanda Díaz y los socialistas, y referencias explícitas en su nuevo libro. De los magentas cree que están "políticamente muertos", y levanta un muro contra Díaz: la define como una traidora de ideas, sometida por interés al cobijo del PSOE y cómplice de la operación de relevo de Podemos por un exacerbado "personalismo".

En esa apuesta por la autonomía inciden desde el aparato, cuya primera línea prácticamente repetirá en la nueva dirección. También en el desprecio a Sumar. Montero es la representante más dura en ello, en una especie de continuación del liderazgo de Iglesias. La pareja del exsecretario general, como él mismo confiesa en Enemigos íntimos (Navona), debía haber sido el relevo "natural" del espacio amplio de Unidas Podemos una vez él se marcha en 2021. Al final se optó por Díaz, y por Belarra para el partido. "Irene estaba ya en el punto de mira y la reacción a una decisión así, siendo además mi pareja, habría sido tan machista y feroz que no era una alternativa realista que poner sobre la mesa en ese momento", cita en su libro.

Montero, con seguidismo a Iglesias, se ha encargado en la previa a la asamblea de enterrar cualquier posibilidad de pacto con Díaz, quien cree que debería integrarse en el PSOE para recomponer espacios afines mientras los morados y fuerzas como IU quedan a su izquierda. Su designación como candidata a las generales, además, consolida una bicefalia ya existente tiempo atrás, que deja a Belarra como fontanera de la organización y a Belarra como rostro político. Se subsana, con ello, ese relevo pendiente que deseaba el exvicepresidente tercero y ministro de Derechos Sociales en la anterior legislatura.

También se recupera otro factor clave de los años buenos de Podemos: el tono bronco, de indignación. Pese a todo, sin 15-M de por medio ni descontento patente con el bipartidismo, en las mejores tasas electorales de los últimos años. Se busca impacto, reestructuración frente a la "dulcificación" de la izquierda a la izquierda del PSOE que se atribuye a Sumar. Los objetos de confrontación: el rearme europeo para disuadir a Putin ante posibles nuevas invasiones de territorios fronterizos con Rusia y el establecimiento de un marco en el que el PSOE, con la tolerancia de los magentas, se ha desplazado hacia la derecha.

Todo, pese a que el entendimiento y las relaciones con los populares son prácticamente nulas. Ni si quiera parece factible un entendimiento con el plan de contingencia frente a los aranceles. Se denuncia, de hecho, que el PSOE abona a Trump y sus políticas con el compromiso de invertir el 2% del PIB en defensa mientras se opone a la ultraderecha.

¿Incompatibilidad con el PSOE?

Cuando Podemos habla de autonomía, lo hace en vistas al debate de si el objetivo de la coalición con los socialistas es apropiado o coherente cuando se les tacha de abogar por la carrera armamentística y se denuncia que Sumar siga dentro del Ejecutivo. Más cuando creen que esa carrera marcará las políticas del futuro tanto económicas como sociales con recortes en el gasto público. "Si el debate es paz-rearme, somos incompatibles", afirma una destacada fuente morada.

Podemos deja en manos de los socialistas esta cuestión, que creen que debilita a la izquierda y da alas a la derecha. Al mismo tiempo, responsabilizan a los socialistas de que pueda haber o no alianza de izquierdas. Para ello, insistió de nuevo Montero en una entrevista el viernes en El País: "Sánchez debe hacer su parte". Ni el PSOE está dispuesto a listas conjuntas con los magentas —algo que ya fue comentado en las últimas generales—, ni Sumar quien sacrificar tampoco su autonomía. Con ese supuesto desplazamiento explicado del PSOE a la derecha, Podemos busca activar al votante y llamar a quien prioriza el voto útil en la política de bloques.

Ese criterio de Podemos, no obstante, pone a los de Belarra en un escenario complicado si sólo aboga por convertirse en un partido de oposición, dado que el grueso del electorado de izquierdas que podría plantearse votarles persigue la constitución de un gobierno que ejecute sus intereses. Tampoco propone una alternativa a ese rearme, más allá de apelar a la paz y al bienestar social que sería inexistente con Putin o sus aliados en la frontera sur adentrándose en nuestras fronteras. Desde Sumar, aunque no se está en desacuerdo, apuntan que el debate es mucho más complejo que posicionarse totalmente en contra.

Como ha publicado El Independiente, el PSOE opina que la confrontación de Podemos con ellos responde a esa necesidad de marcar perfil frente a Sumar, pero reducen la cuestión al choque entre ambos partidos y, por ello, se aparta. Los socialistas ven un intento de "desacreditar" a Díaz sugiriendo su integración en sus siglas y instando a Ferraz a implicarse en ello. Son conscientes de que Podemos no quiere esa unidad real con Sumar, sí con otras fuerzas pero llevando la voz cantante, y eso preocupa al PSOE. Más si esto termina con dos listas independientes entre sí además de la de Sánchez.

La disgregación de fuerzas haría prácticamente imposible reeditar el actual Ejecutivo de coalición, porque aunque se consiguiesen los mismos votos, se penalizaría a la izquierda en el reparto de escaños. Esa eso sí lo temen en las filas socialistas, más allá de que Podemos no quiera volver a coaligarse con ellos de haber oportunidad de volver a tocar poder. "Podemos no quiere que caiga el Gobierno, está en maximizar su posición para crecer en las encuestas", argumentan fuentes del PSOE a este diario apuntando que, de lo contrario, se estaría entregando un cheque en blanco a la derecha. Además, ven el momento alejado de una cita electoral, lo que da cancha a los morados para moverse en esas posiciones maximalistas.

Sumar, lejos de "la política de tripas"

En Sumar también entienden que Podemos quiere reivindicarse, que el posicionamiento de Montero es un toque de atención al espacio para no volver a abordar relaciones con imposiciones o vetos como el de la propia ex ministra de Igualdad. Pero el distanciamiento de Díaz, de querer volverse ella a presentar a unas primarias para liderar una nueva coalición, es uno de los puentes insalvables por la intolerancia que se respira. Si al final un veto se suple por otro, será muy complicada esa alianza. Hay quien piensa que Podemos ya sigue su propio rumbo, y que si pese a esa autonomía no da un paso de unidad cuando corresponda, tendrá que explicarlo con el consecuente coste político.

En lo que está la confluencia tanto el Movimiento Sumar de forma aislada es en no tensionar más el ambiente, para no desviarse de la labor de gobierno, pero especialmente para no desmovilizar al público de izquierdas. Se rechaza internamente contestar a Podemos celebrando unas primarias ya para situar un rival a Montero. Sobre todo, porque eso podría dinamitar por dentro la alianza, después de tensiones parlamentarias por la distribución y la posterior reforma de competencias en el grupo del Congreso. Tampoco Díaz quiere desvelar si quiere ser candidata del espacio —es una posibilidad que sigue abierta desde su baja como líder orgánica del Movimiento Sumar—. Y hay otros aspirantes que parecen querer probar su oportunidad, como Antonio Maíllo, que desde su designación como coordinador federal de IU se ha movido para intentar cohesionar el espacio.

Tampoco se quiere seguir el juego a los morados elevando el tono y entrando en el choque bronco. Ya lo hizo Mónica García, la ministra de Sanidad el martes tras la sesión de control al Gobierno, cuando se mostró "harta" de que "el señor Iglesias y la señora Montero nos den lecciones y nos digan qué tenemos que hacer o ser". "Esto no es una piscina de bolas", añadió García, poniendo en valor a Sumar y la acción de gobierno, "el único en toda Europa" de izquierdas que "empuja la mejor de las políticas progresistas en un momento muy complicado".

La actitud de la madrileña se entiende. Además se cree que está legitimada por la confrontación previa ya en 2021 con Iglesias y por la influencia de Más Madrid en la Comunidad frente a un Podemos extraparlamentario. No obstante, tanto desde el entorno más próximo a Díaz y como en otros sectores de Sumar apremian huir del "insulto" y no valorar la acción de otros partidos. No hacer "política de tripas", sino calmada y reflexiva. "No hay que llevarla al terreno personal", recalcan desde Sumar fuentes nacionales de la confluencia.

Otras, ligadas a IU, avalan la acción de gobierno, "en la que hay que centrarse" frente a la dialéctica de Podemos. En la apertura de la asamblea, el portavoz parlamentario, Javier Sánchez Serna, habló de que Sumar apuesta por el "malmenorismo", por el "es mejor quedarnos como estamos por miedo a que llegue la extrema derecha" para justificar la poca capacidad de condicionamiento y presión al PSOE en materias como Exteriores o Defensa, que son de control íntegramente socialista.

"El malmenorismo debilita a la base progresista y transformadora. Durante tres años y medio Podemos impulsó desde el Gobierno avances. A ellos ahora responde el poder y el poder judicial, con el fenómeno del lawfare extendido como la nueva forma de represión. Nuestro verdadero adversario no se sienta en el Congreso, sino en los despachos. Son Florentino Pérez o Juan Roig. Los fondos de inversión. Tenemos que traer de nuevo las dicotomías que desgarran: oprimidos vs. privilegiados; democracia vs. oligarquía; solidaridad vs. individualismo", expresó el diputado. Le siguió bajo esos términos después Iglesias en un coloquio, que cree que abogar por "el mal menor" choca con el deseo de frenar a la ultraderecha que tiene Sumar.

Esas fuentes de IU mencionadas, cuestionan este tipo de relatos. Recalcan que Podemos tragó en numerosas cuestiones dentro del Ejecutivo de 2020 a 2023. Entre otras, recuerdan que en octubre de 2022 Podemos no salió del Gobierno tras aumentar en un 25% el PSOE la inversión en Defensa. "Nos lo han ocultado, es una vergüenza, pero no vamos a romper", trasladaron entonces los morados, que ahora lamentan que Sumar esté en esa línea.