"El Guadalquivir es una autopista". Esta es de un alto mando de la lucha contra la droga, pero podría ser de cualquier policía o guardia civil que se dedique a lo mismo. El río que cruza Andalucía desde la Sierra de Cazorla hasta el golfo de Cádiz --atravesando Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva y Cádiz-- se ha convertido en una de las principales vías de entrada de la droga en el Sur. Las distintas fuentes consultadas en esta materia advierten de que el peligro ya no es únicamente el que conlleva la propia entrada de estupefacientes en España, sino que la cantidad de gasolina y bidones que echan al mar se acabará convirtiendo en un importante peligro medioambiental a la larga.
Hace unas semanas se hicieron virales unas imágenes en el Guadalquivir a la altura de Coria del Río (Sevilla) donde una patrullera de la Guardia Civil perseguía una narcolancha con al menos tres tripulantes a bordo. En su huída, los petaqueros cubiertos con capuchas y cascos van tirando bidones de gasolina al agua para deshacerse de las pruebas.
Desde el año 2018, las narcolanchas es un género prohibido en sí mismo, es decir, tener cualquier 'goma' que tenga varios motores fueraborda ya es de por sí un delito. El Gobierno realizó esta modificación legal para tratar de combatir el narcotráfico en Andalucía donde los narcos utilizan estas potentes embarcaciones, mucho más rápidas que las de los guardias civiles, para cruzar a Marruecos y cargar la droga que luego descargan en la costa.
Como ahora las narcolanchas están siempre en el mar, para evitar ser vistas, ha proliferado un nuevo género en la cadena de gestión del narcotráfico: los 'petaqueros'. Su nombre viene de cómo se denomina en la provincia de Cádiz las garrafas en las que cargan el combustible: petacas.
"Son auténticas gasolineras flotantes", describe una de estas fuentes. Hay narcolanchas que se dedican exclusivamente a custodiar bidones de gasolina a bordo y a estar en un punto en el que otras 'gomas' pueden ir a cargar o desde cuya ubicación puedan salir en busca de unas coordenadas donde otro necesite surtirse de combustible.
El problema es que, según las voces de la lucha contra la droga en el Sur, hay cientos de bidones que cada día, ya sea llenos o vacíos, se están tirando al agua. "Cargan y pum, lo tiran al mar. Día tras día". Y todo ese plástico está generando un verdadero vertedero flotante. Mantener todo un ejército de narcolanchas en el Guadalquivir necesita fuel y plástico. En una imagen a la que ha tenido acceso El Independiente de este mismo lunes, se observa una narcolancha encontrada en Costa Ballena (Cádiz) que lleva en su interior al menos 79 bidones de gasolina.

Así lo denunciaba hace menos de un mes el Diario de Almería en una información en la que señalaban que el parque natural de Cabo de Gata-Níjar estaba siendo dañado por la acumulación de garrafas y otros enseres con residuos de combustible en las distintas playas y calas.
La memoria anual de la Fiscalía General del Estado recogía, precisamente, la queja de la Fiscalía Antidroga de Cádiz que pedía reformas legislativas para poder penalizar el transporte de gasolina en el mar. "Este combustible, que va a ser utilizado posteriormente por narcolanchas en alijos de droga, se conserva y transporta en unas condiciones precarias con grave riesgo para la seguridad y la vida de las personas. La imposibilidad de relacionarlo cuando es aprehendido con una operación de narcotráfico concreta impide sancionar la conducta por vía penal, pese a su gravedad al no encajar en un tipo delictivo concreto, por lo que sería conveniente una tipificación expresa", decía el Ministerio Público.
Aún con el Gobierno yendo a otra velocidad y a falta de esta tipificación, los jueces ya han empezado a tomar medidas. La Sala de lo Penal de la Audiencia Provincial de Cádiz decidió el pasado viernes unificar criterio para que el 'petaqueo' se pudiera aplicar bajo el delito de tenencia de sustancia inflamable. De esta forma, las gasolineras del mar no quedarán impunes y tendrán un encaje en el Código Penal.
Los barcos
Las fuentes de la lucha contra la droga explican que cada vez los capos trocean más la llegada de la mercancía a las costas para que sea más difícil su rastreo. "Ahora son varios barcos los que vienen porque ellos saben que controlamos el barco de salida", indican.
De esta manera, la cocaína que se fabrica en Bolivia, Perú o Colombia y sale por Ecuador a través de un contenedor de frutas, luego pasa a otro buque que puede salir, por ejemplo, de Sierra Leona para encontrarse a medio camino. A partir de entonces llega el trabajo de la narcolancha que cada vez viaja más lejos.
"Las narcolanchas bajan 1.500 millas. Es muchísimo recorrido y es peligroso, pero les da igual", explican. En estos trayectos los 'petaqueros' se hacen más necesarios que nunca.
3 Comentarios
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hace 1 segundo
Gracias al caradura de Marlaska que disolvió la unidad y dejó libre para que los moros puedan traficar…
hace 5 horas
Ya llegó J. Wayne a solucionar la película
hace 6 horas
Helicópteros o lanchas artillados y se acabó la tontería